Para que descansemos de Wagner

La música que escuché mientras escribía

 

Norman Thomas Di Giovanni fue el traductor más constante de Borges al inglés. Cuando caminaban del brazo por las calles de Buenos Aires, Di Giovanni lo acribillaba a preguntas sobre miles de temas, algunos interesantes para Borges. Una tarde lo abrumó con historias sobre las opiniones de algunos escritores europeos. Borges se lo sacó de encima de taquito:

—Los extranjeros son rarísimos— le dijo.

En el caso de los alemanes, esto es muy cierto. Mi amiga Sandra Schmidt ama la Argentina, que visita cada vez que puede (siempre en verano, para mantener un bronceado perfecto todo el año), aunque no siempre la entiende. Es una de las tantas personas que ve un acto peronista, piensa en el nazismo y no concibe que el peronismo encarne la modernidad y la democracia argentinas. Ahora está preocupada o molesta por mi atenta escucha de Wagner. "Hace mal", me dice.

Y para que me distraiga, me envía notas y links a la música de Igor Levit. Yo soy mucho más flexible que ella y le hago caso. Nacido en Rusia y criado en Alemania, Levit es a los 33 años uno de los más celebrados intérpretes jóvenes de Beethoven,  lo que le ha valido algunos de los principales premios musicales del mundo. Tuvo gran repercusión cuando rechazó uno de ellos porque también habían premiado a dos músicos que se declararon antisemitas y cuando donó los 10.000 euros de otro para combatir el discurso del odio en Internet.

Lo primero que escuché es esta versión de la sonata n° 2 de Beethoven que interpretó a sus 18 años en marzo de 2005 en la competencia Arturo Rubinstein de Tel Aviv.

Siete años después, ya con menos pelos y kilos, y en su madurez interpretativa, grabó la integral, de las 32 sonatas de Beethoven, que aquí podés escuchar, una por una.

 

 

 

 

Como pieza pintoresca, este Concierto en el Escritorio (Tiny Desk Concert) organizado por la radio pública de los Estados Unidos. Un piano compacto en vez de uno de cola (según algunos oyentes ni siquiera bien afinado), en ropa de entrecasa. Pero para hacerlo tuvo que viajar de Alemania a Estados Unidos, cosa que no podría hacer ahora por la cuarentena. Lo suple con transmisiones diarias desde su casa, tan concurridas que hicieron colapsar el sistema, como cuenta en esta entrevista para el New Yorker, que han merecido el elogio del presidente Frank-Walter Steinmeier y de la primera ministra Merkel. 

Su maestro Matti Raekallio no le reprimió la pasión que Levit sentía por Thelonious Monk, paralela a la que le inspira Beethoven. Raekallio recuerda esas clases como un privilegio. "Fue como sacarse la lotería. No había nada que uno pudiera enseñarle. Eran conversaciones, sobre música, sobre la vida. Nunca había encontrado semejante curiosidad natural. Devoraba todo y siempre quería saber más."

 

 

 

 

En un programa de la televisión alemana, Levit fue invitado para hablar sobre "Palabras, ira, contradicción: ¿prohibir el odio, soportar la opinión?". El radicalismo de derecha no es una opinión, sino una actitud, dijo. Y en una entrevista con el diario alternativo Tagesspiegel advirtió que "el veneno de la agitación racial radical de derecha se propaga lenta e insidiosamente. Si los ataques se convierten en material habitual para las noticias, aumenta el riesgo de que nos acostumbremos al escándalo y la inhumanidad". Esto generó un contrapunto político. El ministro de Asuntos Exteriores, Heiko Maas, retuiteó el artículo de Levit, en el que llama a tratar la "brutalización, el envenenamiento y el embotamiento" con decencia y compromiso. Levit, a su vez, le pidió a Maas que tomara medidas desde el gobierno.

Su cultura musical es asombrosa a la edad que tiene. El crítico musical Alex Ross contó que durante un ensayo de Los adioses, de Beethoven encontró que un pasaje le recordaba al Götterdämmerung deWagner (El ocaso de los dioses en castellano) y comenzó a tocar la opera de memoria". Parece que a Levit no le hace mal Wagner. ¿Te acordás que te dije que Wagner me hacía pensar en Beethoven? Ahora me entero que a los que saben también.

Sandra es periodista de investigación en el programa Monitor de la televisión alemana, y fue la traductora a su idioma de mi libro El vuelo. Me mandó estos links en respuesta a mi pregunta de por qué Wagner hacía mal, pero no me da para sumergirme en ellos ahora. Si te interesa, aquí están:

https://www.lacan.com/lacinkXXXIII5.html

https://www.theguardian.com/music/2013/may/22/wagner-bad-for-your-mental-health

https://www.theglobeandmail.com/arts/theatre-and-performance/divisive-dangerous-music-of-richard-wagner-takes-centre-stage/article33862864/

Por ahora agradezcámosle habernos presentado a Igor Levit.

Para terminar, mi versión preferida de las sonatas de Beethoven es la de Claudio Arrau. Y me impresionó escuchar en el Colón a Barenboim tocarlas sin el señor o la señora de atrás que dan vuelta la página, ¡porque se sabía las 32 de memoria! Pero este pibe es un monstruito a tomar muy en serio.

 

 

 

 

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