PARA EMPRENDER EL VUELO

Pía Floria y Marina Heller describen once especies en un libro iniciático para identificar aves

 

Quien deambule por las spinettianas rutas argentinas en la actualidad y tenga edad suficiente para comparar idéntica ruta apenas tres décadas atrás, podrá comprobar la escasez –si no la ausencia– de insectos incrustados en el parabrisas. Usual incordio padecido tiempo ha, obligaba a recurrentes detenciones destinadas a recobrar una visual impoluta, libre de esa tan colorida como tanática proliferación de minúsculos cadáveres estallados. El fenómeno actual es atribuido a la desmesurada proliferación del uso de agrotóxicos, causantes del deceso o migración no solo de plagas adversas a la producción agropecuaria, sino también de la fauna autóctona. Principalmente, las aves. Alados descendientes de los dinosaurios, resistieron milenios, glaciaciones, predadores de toda laya, más no el envenenamiento humano. Los pájaros más cautos lograron cambiar de domicilio, sin ir más lejos, hacia las grandes urbes donde se ven bandadas de bochincheras cotorras, aguiluchos caracoleros y desgarbados caranchos, entre otras especies supervivientes. Pues esas y otras aves, sensibles al contenido de la atmósfera, contaban en su dieta a los bichitos que otrora se incrustaban en vidrios frontales y (¡oh, nostagia!) hoy extintos radiadores. Como los canarios en las minas de carbón hasta hace un siglo, los pájaros son los permanentes denunciantes del deterioro del medio ambiente.

De modo que, además de adornar los cielos con su siempre bello vuelo y notable plumaje, los pájaros fueron y siguen siendo imbatibles pronosticadores de lo que ocurre y se avecina en el aire que respiramos. Virtud de escasa consideración popular, más volcada a la esporádica admiración estética, toda vez que se persevera en su observación e identificación consiguiente arriban conclusiones atinentes al cuidado —más bien al descuido— del medio natural. Entre otras consideraciones, aprendizajes y hallazgos. La inquietud no es para nada novedosa, resulta basamento de una ciencia, la ornitología, y de múltiples intereses, de económicos a recreativos. La trascendencia de las aves alcanza carácter institucional, formal y simbólico: el cóndor andino se considera ave representativa (el ave nacional es el hornero), figura en las marchas patrias y libros de lectura escolares, aún sin perjuicio del factor paradojal de que se trata de un tipo de buitre que se alimenta de animales ya muertos y vacía su cloaca sobre piernas y patas.

 

 

La afición por observar e identificar pájaros logró masificarse a partir de 1934 con el primer manual ilustrado, obra de Roger Peterson. Volvió a multiplicar el espaldarazo en 1959 con la completa guía realizada por el académico Claes C. Orlog, hasta 1987 cuando el naturalista Samuel Tito Narosky y el ilustrador Darío Yzurieta dieron a conocer su excepcional Guía para la identificación de las aves de Argentina y Uruguay (Asociación Ornitológica del Plata, Vazquez Mazzini Ed., 1987) con ilustraciones a color, reactualizada en sucesivas ediciones, hasta hoy. Al relevamiento de la avifauna, este monumental trabajo realizado a partir de la experiencia directa constituye una ejemplar guía de campo, con los criterios sistemáticos básicos y complementarios para la tarea: ilustraciones precisas que permitan la comparación, morfología, rasgos distintivos, aspectos conductuales, habitat, mapas de distribución, hábitos migratorios, etc.

A partir de tan rigurosos antecedentes, las variadas publicaciones de divulgación ulteriores se plegaron, dada su eficacia, a proseguir con buena parte de esos criterios al describir alguna de las 10.000 especies distribuidas en 82 familias que pueblan el mundo volador de Argentina y Uruguay. Entre estas características se destacan las ilustraciones, efectuadas con propósitos didácticos e identificatorios, en varias oportunidades dispuestas en más de una postura (en vuelo, en tierra; según el género; joven, adulto, etc.). Siempre se trata de dibujos, pues la variedad fenotípica de rasgos que puede ostentar un ejemplar de una misma especie, aún en distancias reducidas, hace que una fotografía deje de constituir un testimonio representativo. Por eso, el dibujo expuesto en cada publicación jamás reproduce un ejemplar específico, sino que constituye una síntesis, un modelo teórico, del conjunto de la especie, dotado de sus fisonomías principales. Este modelo resulta de una labor tan pormenorizada por parte del ilustrador, que al encontrar un ejemplar en condición silvestre, no cabe ninguna dudas que coincide con la descripción. A diferencia de otros modelos teóricos, en la ornitología nunca es preciso forzar la realidad a fin de que encaje en el paradigma.

 

Pía Floria, autora de los textos.

 

No sólo por seguir siendo gratis, mirar pájaros ha suplantado el hábito de enjaularlos. Patios y jardines conquistaron comederos y bebederos en honor a su espléndida libertad. Situación que difundió la curiosidad por su identificación, extendida a paseos y excursiones con ese fin, para todas las edades. En una versión menos nutrida que las guías ornitológicas, la especialista María Pía Floria (Esquel, 1983) en los textos y la diseñadora gráfica Marina Heller (Buenos Aires, 1982) en las ilustraciones, relevan en Aves migratorias once especies asiduas en territorio americano: picaflor garganta rubí, caburé grande, flamenco austral, pingüino patagónico, suriri boreal, abubilla, águila pescadora, cigüeña blanca, playero rojizo, gaviotín ártico y golondrina tijerita.

Muestra distintiva de diferentes clases, necesaria y suficiente a fin de otorgar un panorama ágil y abierto, coinciden en su aptitud para habitar lejanas locaciones según ritmos estacionales, de reproducción y anidamiento, de modo de permitir su localización en diversos tiempos y parajes. Una minuciosa introducción historiza y desarrolla los pormenores de tales derroteros, a medida que desenvuelve las respectivas características como el vuelo, morfología, alimentación y variedades. Más estetizadas que las publicaciones científicas, no obstante las ilustraciones respetan los criterios metodológicos rigurosos. En despliegue pormenorizado, las figuras instalan a cada especie en su contexto natural, así como las características del vuelo. Las dimensiones de los ejemplares se grafican aledaños a unos binoculares, ofreciendo una idea comparativa eficaz.

 

Marina Haller, ilustradora.

 

 

Recomendaciones para una excursión de campo y un glosario complementan los pormenorizados textos y las magníficas estampas a todo color, que hacen del libro un instrumento de incitación privilegiado. Producción argentina, impreso y editado en España, de tapa dura y formato 21 x 23 cm., Aves migratorias se presenta en un lenguaje claro, accesible a los más jóvenes, sin perder atractivo para los adultos.

 

 

FICHA TÉCNICA

Aves migratorias, una guía sobre 11 magníficas especies

Pía Floria, textos

Marina Heller, gráfica

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

España, 2024

108 páginas

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