La justicia patriarcal goza de buena salud
Yanina nació con un retraso madurativo hace 27 años. El año pasado vivió 17 días en una casilla en Cuartel V, Moreno, con su hija Xiomara de 2 años y su hijo Juan Gabriel de 4. El 6 de agosto estaba cambiando el pañal de la nena cuando José Alfredo Leguizamón intentó abusar de ella. Yanina se resistió y el hombre empezó a golpearla. Su hijo intentó defender a la mamá, que estaba en el piso, y también fue golpeado. Luego Leguizamón agarró con violencia a Xiomara. Cuando Yanina pudo asistir a la nena, se dio cuenta que le costaba respirar y perdía el conocimiento una y otra vez. La llevó urgente al hospital, pero Xiomara murió; Yanina lo supo ocho meses después.
Leguizamón está acusado de “homicidio”. Al mismo tiempo, el titular de la Unidad Funcional de Instrucción 4, Gabriel Lorenzo, pidió al Juzgado de Garantías N°1 la detención de Yanina, que nunca entendió por qué se la llevaban presa. La jueza Adriana Julián ordenó su arresto. El cargo que pesa sobre ella es homicidio agravado por el vínculo. El 2 de marzo el juzgado pidió la elevación a juicio de la causa. El defensor oficial de Yanina exigió su sobreseimiento, pero la sala 3 de la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de Mercedes confirmó el 28 de marzo la resolución de la jueza.
La violencia de Leguizamón contra lxs hijxs de Yanina y el castigo a través de ellxs a la madre forman parte de la estructura en la que se desenvuelven las violencias machistas: la muerte de Xiomara puede enmarcarse como un femicidio vinculado como parte del sistema de crueldad disciplinaria.
Los días que convivió con Leguizamón, Yanina fue sometida a violaciones, abusos y golpes. Antes vivía con su hermana y se encargaba de cuidar a los hijos de ambas. La madre de Yanina y Mayra hizo algún tipo de trato con Leguizamón y convenció a Yanina de que fuera a vivir a la casa de él en Cuartel V, a cambio de comida y techo. Una vez ahí, conoció el horror. Leguizamón la mantenía encerrada y sometida.
La provincia de Buenos Aires cuenta con antecedentes recientes de mujeres que son víctimas de violencia machista y que son acusadas por delitos que cometieron sus parejas. Las historias de Yanina González y Celina Benítez son alguna de las causas más emblemáticas. Fueron acusadas, en realidad, de ser “malas madres”, de no haber podido resguardar la vida de lxs hijxs, sin considerar que ellas también eran víctimas y fueron sometidas a tipos de tortura doméstica: son “garantes” pero no tienen ninguna posibilidad real de salvarlxs porque carecen de los medios incluso para defenderse a sí mismas.
Según la fiscalía, Yanina “debió velar por la integridad de su hija, y representándose que, con su inacción y por la violencia inusitada puesta de manifiesto a través de las lesiones que se ocasionaren, provocara el desenlace irremediable de la muerte de su propia hija”. A partir de estos casos el Observatorio de Violencia de Género de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires comenzó a revisar las causas de detención de mujeres en los penales bonaerenses. El 2,9% de las internas está detenido por delitos cometidos por quienes eran sus parejas o ex parejas, en los que a ellas se las imputa como coautoras o por abandono de persona. La cantidad revela que en los procesos judiciales se invisibilizó el contexto de violencia machista que tuvo a las mujeres como víctimas. Es el caso de Yanina.
Aquel 6 de agosto de 2017 Yanina fue detenida y alojada en una comisaría. Su hermana Mayra contó a LatFem que se enteró porque su papá la llamó, desesperado. Un vecina le mostró que en Facebook había salido que estaba detenida en la comisaría 4ta de Cuartel V. Mientras estuvo ahí y luego en la comisaría de General Rodríguez, Mayra estuvo en contacto. Un día, sin ningún aviso a sus familiares, le dieron traslado a un penal y perdieron el contacto con ella. En el Juzgado no le daban información y Mayra comenzó a llamar a todos los penales bonaerenses para encontrar a su hermana. Después de seis meses sin saber nada de ella fue a consultar, acompañada por la Red de Mujeres de Moreno, al abogado Alejandro Bois, que redactó un hábeas corpus. Con el papel fue otra vez al Juzgado: no se lo recibieron, pero le informaron que Yanina estaba detenida en el penal N° 51 de Magdalena.
Una cadena de violencias
Cuando Mayra se encontró con su hermana presa la vio golpeada, con las manos lastimadas. Le contó que la habían agarrado varias detenidas para verduguearla, le habían gritado “asesina” y le avisaron que por la causa por la que había entrado, la iba a pasar mal. Mayra pidió explicaciones en el Juzgado y le dijeron que los golpes eran porque se había caído en la bañera.
A Mayra se le estrujaban las tripas cada vez que Yanina preguntaba por su beba, Xiomara: “Yo no me animaba a decirle nada porque para ella iba a ser un calvario, ya que estar encerrada y todo eso, la cabeza te maquina mal y por miedo no le dije”. El miedo era que Yanina pudiera hacerse daño adentro, sola, sin contención.
En marzo, el abogado Alejandro Bois tomó su defensa. El colectivo por la libertad de Yanina Farias está organizando un festival solidario el 14 de abril en el barrio Las casitas de Casasco. Hasta el momento a Yanina se le negó la detención domiciliaria y pide justicia para Xiomara. La justicia patriarcal goza de buena salud.
- La ilustración principal es de Pablo Picasso
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