Orient Express

Derivas de la guerra, la Unión Europea y Estados Unidos

 

El Orient Express, el legendario tren creado en 1883, acercaba viajeros ricos y curiosos a las maravillas de Oriente. El viaje terminaba en Estambul y allí se abrían nuevas posibilidades para las mentes más inquietas.

En estos días se multiplican los viajes hacia Oriente, pero no terminan en Estambul, se ramifican con destinos sorprendentes. El iniciador del turismo político es el Presidente en cargo de la Unión Europea, Viktor Orbán, a quien no se le puede negar que es una mente inquieta. Para comenzar, ha creado un nuevo grupo de partidos de ultraderecha en el Parlamento Europeo, robándole protagonismo a Meloni. Pero después hizo la valija y partió para darle un tono internacional a su nuevo rol: la primera visita fue a Moscú, donde se encontró con Putin, “el zar”, como lo llama la prensa occidental y, sucesivamente, con Zelenski. Como si eso no bastara, el gran tour lo llevó al Oriente más lejano, a China, donde se entrevistó con Xi Jinping.

Este dinamismo de Orbán alarmó al atlantismo europeo; fue acusado por Bruselas de romper el frente de la UE en Ucrania, de actuar sin un mandato. La cosa no terminó allí, Orbán partió esta vez hacia Occidente, más entrevistas y el colmo, la visita a Trump en Florida y declaraciones sorprendentes: “La UE debe pasar de una política de guerra a una política de paz”.

Mientras el turismo a Oriente prosigue, el delegado del Vaticano Pietro Parolin visitó Kiev, el ministro del Exterior ucranio Dmytro Kuleba viajó a Pekín para analizar el plan de paz chino y Zelenski anunció que en la próxima “conferencia de paz” Rusia tendría que estar presente.

¿Se trata de un efecto preventivo ante el eventual regreso de Trump a la Casa Blanca?

 

 

El desierto de los tártaros

Una fortaleza situada en los límites orientales de la nación mira hacia el desierto, desde allí debería arribar la amenaza, las hordas salvajes. Pero la amenaza no llega, pasan monótonos días, meses, años. La amenaza, en la novela de Dino Buzzati, se vuelve metafísica y la fortaleza, como la OTAN, deviene “un muerto cerebral”.

Contrariamente, la amenaza se corporizó para Rusia con el anillo concéntrico de adhesiones a la OTAN en torno a sus fronteras, los tártaros llegaban desde Occidente con sus corbatas, sus laptops, sus ayudas económicas y los infaltables consejeros; este cerco incrementó la paranoia geopolítica heredada de la URSS, pero el discurso occidental la confirma: desgastar a Rusia, apuntar a un cambio de régimen, son esas las voces.

A partir del ataque ruso a Ucrania se dispararon las alarmas y Occidente se sigue comportando como si las estupideces que declama fueran reales.

La primera objeción al discurso belicista occidental: ¿cómo es posible que la potencia rusa en 29 meses de guerra no haya conseguido doblegar a Kiev? Los hechos hablan por sí solos, un país de tercer orden ha frenado la máquina de guerra putiniana.

La segunda objeción se apoya en la historia. Tomamos un ejemplo de lo que significa la invasión a un país y lo comparamos con el ataque ruso a Ucrania: la Wehrmacht en operaciones, Polonia 1939.

 

 

Un ejército de ocupación, además de neutralizar la resistencia enemiga, tiene funciones administrativas, policiales, logísticas, y para eso se necesita un número nutrido de personal y cuadros técnicos.

Lo primero que se observa es el número exiguo del cuerpo expedicionario ruso, que claramente no estaba a la altura si la intención de Putin hubiera sido “apoderarse” de Ucrania.

Además, la dimensión de los dos países es muy diferente, casi el doble de superficie para Ucrania. Notable la diferencia de población y sobre todo la preparación de los ejércitos; Polonia contaba con un ejército Belle Époque con lanceros a caballo, en cambio, los ucranianos han sido muy bien adiestrados por los angloamericanos aprovechando la pausa de los Acuerdos de Minsk, que, como ha declarado Merkel, fueron asumidos por Occidente con una clara reserva mental, se trataba de ganar tiempo para potenciar a Kiev.

Ucrania no cedió a la presión y Putin tuvo que pasar al plan B, las dos partes siguieron negociando (hoy aquella imagen es un recuerdo borroso). Después vinieron las gestiones de Naftali Bennett saboteadas por Occidente en su tramo final; sucesivamente hubo un segundo intento de Turquía, que podría haber llevado a un alto el fuego, pero llegó Boris Johnson y convenció a Zelenski de continuar la guerra. 

Arthur Schlesinger Jr., en su libro A Thousands Days. J. F. Kennedy in The White House, cuenta que el Presidente Kennedy era un apasionado lector del teórico de la guerra Basil Liddell Hart, especialmente de Deterrent or Defense, donde había subrayado los pasajes referidos a la negociación con el adversario: “Aguanta o resiste, si es posible. Y en todo caso no perder la calma. Mantiene una paciencia ilimitada. No arrinconar nunca al adversario y ayúdalo a evitar una humillación. Ponte en su lugar de manera de ver las cosas con su punto de vista. Evita como la peste considerarte mejor que los otros, no hay nada que encandile más”.

Probablemente, estos sensatos consejos le sirvieron en la crisis de los misiles de Cuba de 1962. Kennedy y Kruschev habían participado en la Segunda Guerra como combatientes, sabían de lo que se estaba hablando y de las consecuencias desastrosas de encerrarse en una obstinación obtusa como la que paraliza a Europa con la cuestión Ucrania.

 

 

Pasión de los fuertes

Entre quienes consideran seguro el regreso de Trump al gobierno se disparan las especulaciones sobre el supuesto putinismo del candidato. Trump quiere liberarse del problema Ucrania sosteniendo que es una cuestión europea. La realidad es otra: la guerra en Ucrania ha sido presentada como un conflicto regional, mientras que es uno de los escenarios donde se debate el liderazgo mundial de Estados Unidos, que se opone a la idea de un multipolarismo que ya existe.

A Trump el papel de pacificador le gusta siempre que Europa se ocupe de continuar la guerra y sostener a Ucrania mientras Estados Unidos se ocupa del enemigo principal, China.

El número dos de la fórmula republicana, Vance, había confirmado estos conceptos en una entrevista a Foxnews del 28 de abril. Dice el senador que Estados Unidos debe desentenderse de Ucrania para estabilizar Medio Oriente y ocuparse de China. Además, confirma lo que decíamos más arriba: “La realidad es que los ucranianos han demostrado que Putin es más débil de lo que la gente temía”, y agrega: “No podemos seguir poniendo dinero indefinidamente, la gente que lo pide quiere que creamos en dos cosas contemporáneamente, que Putin está marchando sobre París y que Ucrania está al borde del triunfo en la frontera oriental”.

La imagen de filo-rusos de Trump y Vance es producto de los duelos parlamentarios con los democráticos y de la campaña electoral de Biden; la idea de que Trump pueda regalarle Ucrania a Putin es pura fantasía y ha sido comprada en bloque por el progresismo europeo que sueña con el triunfo de Harris.

Por otra parte, no sería una novedad que Estados Unidos se retirara del frente oriental, la especialidad de la casa es alimentar el fuego y dejar que otros intenten apagarlo; la gestión Von der Leyen al frente de la Comisión Europea está orientada a ocupar ese espacio y la consigna es rearmarse.

Se agregó al argumento el ex consejero de Seguridad de Trump, Robert O’Brien, que publicó el 18 de junio, en Foreign Affair,The return of Peace Through Strength”, un texto que aclara aún más la idea republicana de paz, O’Brien sostiene que Putin invadió Ucrania porque con Biden la disuasión perdió credibilidad. Estados Unidos debe salir de este pantano de debilidad y fracaso americano y el medio es la restauración trumpiana de la paz a través de la fuerza; el único medio para conservar la paz es la disuasión fuerte y no la diplomacia.

Mientras tanto y con gran desfachatez el saboteador del plan de paz turco Boris Johnson presentó su propio plan de paz en una nota titulada “Why I am more convinced than ever that Trump has the strength and bravery to save Ukraine and end this apalling war”. Publicada en el Daily Mail el sábado 20 de julio, allí estableció las líneas teóricas del conflicto y la sustancia del discurso sigue la visión de sus primos republicanos.

Para Johnson, si Putin vence la guerra será el fin de la disuasión (deterrent), cederían los márgenes y la consecuencia podría ser el avance de China sobre Taiwán y de Hezbollah sobre Israel.

Agrega que la imagen de Trump sangrando representa el espíritu indómito que necesita el mundo en este momento y sobre todo la Casa Blanca.

Los puntos principales de su plan:

1) Regreso de las tropas rusas a las líneas previas al 24 de febrero de 2022.

2) Reconocimiento a Rusia solo de Crimea.

3) Por lo tanto, Ucrania con Donbass y Kherson incluidos entraría en la UE y la OTAN.

4) Se concedería protección a las minorías rusas de Ucrania.

5) Regreso de Rusia al G8.

Este plan requiere armar fuertemente a Ucrania y la autorización de golpear a Rusia en profundidad para desalentar futuras aventuras, pero no contempla la realidad del campo de batalla y las relaciones de fuerza. ¿Cómo convencer a Rusia de sentarse a negociar con estas bases? Además, es impensable que Putin pueda fiarse de las promesas occidentales después de Minsk y sobre todo hay que tener presente que para Rusia esta es una cuestión existencial.

 

 

Memoria del subsuelo

El 1º de agosto venció el acuerdo entre Ucrania y sus acreedores para el pago de capital e intereses del bienio 2022/2023, se trata de 20.000 millones de dólares que equivalen al 15% del PBI.

Ucrania cuenta con la benevolencia de Bruselas para reestructurar el débito público. La aspiración es una quita del 60%, propuesta muy diferente a la de los acreedores privados que no supera el 20%, los acreedores estatales de Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Francia, Alemania y Japón son más fáciles de convencer por obvias cuestiones políticas, en tanto la cifra adeudada al FMI gira en torno a 15.600.000.000 de dólares. 

Ucrania en diciembre 2022 había firmado con Larry Fink, el CEO de BlackRock, un acuerdo para crear un fondo de inversiones con sede en Luxemburgo destinado a la reconstrucción posbélica. Las aspiraciones de los inversores se basaban en que Ucrania venciera la guerra según las expectativas impulsadas por la OTAN, pero la realidad actual del frente de guerra es muy diferente.

En junio, en un arranque de sinceridad, el senador republicano de North Carolina Lindsey Graham se refirió al subsuelo ucraniano, declaró que están en peligro las reservas de materias primas críticas, ya que se encuentran en territorios controlados por Rusia, la estimación que hizo es de 10 a 12 trillones de dólares, “reservas que no deberían caer en manos de Rusia y China”.

En 2021, Estados Unidos había inscripto en el Code of Law americano un acuerdo con Ucrania para desarrollar conjuntamente la explotación industrial del titanio, de manera de crear una fuente alternativa a Rusia y China, los grandes proveedores del mercado.

Estos movimientos confirman un análisis del Washington Post de agosto 2022 que consideraba que uno de los motivos de la guerra son las riquezas minerales.

En el horizonte se divisa la restructuración del débito y para algunos observadores la bancarrota ucraniana, ya que las garantías de los créditos obtenidos residen en el suelo y el subsuelo en las provincias de Donbass y Kherson, controladas por Rusia.

 

 

Tour veraniego

Una delegación del batallón neonazi Azov que combate junto al ejército ucraniano ha visitado seis países europeos: Polonia, Alemania, Holanda, Bélgica, República Checa y Lituania. El tour, finalizado el 2 de agosto, apuntaba a “encontrar los fans en el exterior, potenciales donantes y voluntarios”, recaudar fondos y reavivar vínculos políticos. Ucrania es el epicentro teórico y militar de la “revolución conservadora mundial” según Olena Semenyaka, la ideóloga de Azov. El batallón se opone a cualquier negociación o apertura con Rusia.

Será interesante ver quiénes recibieron y agasajaron a los combatientes de la libertad.

 

 

 

--------------------------------

Para suscribirte con $ 1000/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 2500/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 5000/mes al Cohete hace click aquí