Ocurrido y ocurrencias
Milei & Larreta, el trabajo a destajo de los estafadores y los noviazgos según las épocas
Muchos argentinos y argentinas estamos preocupados por el resultado de las próximas elecciones. Y aterrorizados porque pueda ganarlas Javier Milei. Sin embargo, me parece que el miedo es exagerado. Si Milei gana y asume la presidencia, puede ser que conserve el jopo, pero no habrá estallido del Banco Central, dolarización, venta de órganos ni ninguna otra medida extravagante. Milei se sentará en la mesa de los poderosos y escuchará qué es lo que tiene que hacer, que no será muy distinto de lo que piensa Rodríguez Larreta. Desde ya, hay que preocuparse, pero escuché a varios compañeros decir que sentirían alivio si gana Larreta. Gane Larreta o gane Milei, no habrá mucha diferencia.
Estamos jodidos.
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Allá por 1945, Perón decretó la creación del Estatuto del Peón Rural, que otorgaba derechos a los trabajadores del campo. Un empresario le transmitió su preocupación al Martínez de Hoz de aquella época: “Van a querer que le paguemos buenos sueldos”. Martínez de Hoz le contestó: “Ese no es el tema, el problema es que van a poder mirarnos a los ojos”.
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Desde mi ignorancia, y en tiempos del divague y la jubilación, me pregunté si hay una teoría para explicar por qué en la humanidad nacen mitad hombres y mitad mujeres, según leí, con una proporción un poco mayor de las féminas. Sería complicado que un día sólo nazcan hombres o que un día solo nazcan mujeres. El fin de la civilización. Pero hay más: ¿por qué una cantidad nace con oído para la música? ¿Una baja proporción pero la suficiente para llenar de sonidos a todos los países del mundo? ¿Por qué las minorías nacen con mano para el dibujo? ¿Por qué los que tienen facilidad para entender las matemáticas y las ciencias duras? ¿Por qué otra minoría nace miope? ¿Quién lo decide? Dicen que la naturaleza es sabia, ¿pero a tal punto? ¿Dios? No logro entenderlo.
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Ya hace varios años que un correo electrónico que me llega desde Brasil, con sólidos argumentos judiciales, dice que debo comunicarme por un problema económico. Imposible, yo estuve dos días en Río de Janeiro hace unos años, invitado a un encuentro de dramaturgos, y no compré ni un chocolatín.
Después, más reciente, me llegó una convocatoria a un juicio sin decirme ni el juzgado, ni el día, ni la hora.
Dos por tres recibo llamados telefónicos de auxilio de hijas que no tengo, o varones que fingen ser sobrinos, que están en una situación difícil. El más reciente indicaba que debía saldar una deuda por un problema de mi automóvil, con el logo de la AFIP, y me intimaba a pagar una multa, por supuesto inexistente. Nunca tuve auto, no sé manejar, por lo tanto, queda claro, son estafas. Ahora digo yo: ¿todos se la agarran conmigo o los estafadores trabajan a destajo?
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Ayer ingresé a La Ópera, en Callao y Corrientes. Un bar que tiene, para mí, un valor nostálgico. Allá por los años ‘50 invité a tomar un café a una chica que me gustaba, la cité a las tres de la tarde, pedimos dos cafés y empezamos a hablar. Primero los gustos de cada uno, la vida familiar, etcétera, etcétera. A las tres de la mañana le dije si quería ser mi novia y me dijo que sí.
Traté de buscar la misma mesa de hace 70 años. El bar estaba cambiado ya hace un tiempo, pero me pareció que una mesa arrinconada debía ser la misma. Justo, una pareja de mi edad de aquellos años la ocupaba, tomando dos cafés. El recuerdo se aceleró. Cada uno de ellos miraba el celular. El joven dijo en un momento: “El City goleó al Real”; ella respondió: “Wanda Nara se separó de nuevo”. Minutos después, el joven comentó: “Parece que Messi vuelve al Barcelona”; ella dijo: “Impresionante el desfile de modelos en Cannes”. Pasaron otros minutos y ella dijo: “Impresionante lo del huracán en Estados Unidos”, y él comentó: “Está por venir Luis Miguel, no lo podemos perder”.
Salí del bar y comencé a caminar por la calle Corrientes. A la cabeza me vino una pregunta que nunca creí que me iba a hacer: ¿todo tiempo pasado fue mejor?
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