Alemania y el nuevo ciclo
Entre recesión y rearme
El miércoles 9 de abril, la nueva coalición alemana (Unión y SPD) presentó el gobierno, confirmando el anuncio que hizo Friedrich Merz la noche del 23 de febrero, mientras todavía se estaban contando los votos: "No existe alternativa a la formación rápida y sensata de un Ejecutivo". Y efectivamente ha sido rápida para los tiempos políticos alemanes; el acuerdo se consiguió en 45 días, la mitad del tiempo que necesitó el anterior gobierno. Se anunciaron los puntos claves de la futura gestión: reforzamiento de Europa y política de defensa independiente de Estados Unidos.
Si la agenda se confirma el 7 de mayo, asumirá el nuevo canciller; mientras tanto, informalmente, Merz gobierna. Parece terminado el ciclo de premiers ex Goldman-Sachs, quizá estemos en el momento BlackRock, dado que el abogado Merz ha sido un cuadro importante de este fondo de inversión, que en Estados Unidos había provisto de importantes funcionarios a la administración Biden.
Los socialdemócratas obtienen los importantes Ministerios de Defensa, Finanzas y Trabajo, lo que confirma su tradicional dureza a la hora de negociar. También se llevan Justicia, Tesoro y Ambiente/Edilicia; la Unión gestionará Economía, Energía, Exteriores, Sanidad, Transportes, Familia y el nuevo Ministerio de la Digitalización.
En las elecciones, el CDU/CSU (Unión) logró recuperar a su favor 900.000 votos de la abstención, un poco menos de la mitad que consiguió AfD que fueron dos millones. La administración Merz tendrá que tener en cuenta aquellos votos que en poco tiempo pueden esfumarse si no se actúan medidas para paliar el descontento, el mismo día el Ipsos anunció que la última encuesta evidenciaba el sorpasso de AfD sobre CDU/CSU transformándose en el primer partido del país.
Schuldenbremse
Las sacudidas internacionales del primer trimestre de 2025 fueron enriquecidas por la decisión anunciada por Merz de terminar con el schuldenbremse, vínculo de presupuesto que marcó la política económica de Alemania las tres últimas décadas. Es paradójico que lo impulse quien fue un alumno predilecto de Wolfgang Schäuble, un fanático del rigor fiscal y la austeridad.
La dimensión de este cambio es histórica; el modelo económico se basaba en el crecimiento de las exportaciones, fuerte moderación salarial, bajo consumo interno, inversiones privadas y estatales por debajo de la media europea. Este enfoque sirvió para captar mercados de la eurozona y aprovechar la vocación comercial de China y su entrada en los mercados europeos mientras Alemania penetraba en China con sus productos y empresas.
La Unión y SPD han presentado un programa de gobierno de 144 páginas que estaba ya redactado una semana antes y que seguramente necesitará correcciones sobre la marcha dado que Alemania entra en su tercer año de recesión y el gobierno asumirá en un mundo sacudido por los aranceles estadounidenses.
Una buena noticia es el aumento a 15 euros de la hora laboral.
En líneas generales, el programa apunta a la seguridad, sobre todo en la cuestión extranjeros: se detiene por dos años la reunión familiar de los refugiados políticos, se abolirá la obtención de la nacionalidad rápida que facultaba la obtención del pasaporte alemán en tres años, se hará más estricto el control de fronteras y se rebaja de 50.000 a 25.000 anuales el flujo de emigrantes del área balcánica.
Las restricciones a la emigración son una concesión a los votantes que la consideran un problema, pero observando las cifras y flujos, el gobierno deberá prestar mucha atención a no exagerar.
Alemania ha acogido un promedio de 600.000 emigrantes al año entre 2014 y 2023, pero sigue faltando mano de obra para trabajos calificados y en agricultura, edilicia, logística. En 2024 las vacantes laborales giraban en torno a 700.000.
La Agencia del Trabajo sostiene que Alemania necesitará una emigración neta de 400.000 trabajadores al año.
Las medidas que adopta Alemania tienen siempre repercusión en los otros países europeos. Si los estímulos fiscales impulsan la demanda interna, esto se reflejará en las cadenas de valores, por ejemplo, con Italia, con quien mantiene un grueso entramado de intercambio industrial.
Si bien la economía alemana presenta problemas, cuenta en cambio con un arma nada desdeñable: el gigantesco superávit comercial que se mueve en torno a 374.000 millones de euros. Comparado con el déficit francés de 164.000 millones y el español de 40.000 millones, se comprende la dimensión de la influencia alemana en el nuevo ciclo. El entramado industrial ítalo-alemán explica entonces el superávit de 54.000 millones que ostenta Italia, con una economía con problemas estructurales.
Alemania, después de la pandemia, registró un aumento del PIB del 1.4% en 2022; en cambio, comenzó a entrar en recesión en 2023 con un -0.3% que se prolongó en 2024 con un -0.2%.
Las previsiones para el 2025 varían; el Kiel Institute prevé crecimiento cero, el gobierno exhibe un optimista 0.3%, la confederación empresarial es pesimista: -0.1%, quizá porque la producción industrial respecto a 2017 ha bajado un 30%.
Este año se conoció un informe del Deutsche Bank titulado "¿La China se come el mundo?", donde se sostiene que 2025 será el año en que la comunidad de negocios comprenderá que China está superando económicamente al resto del mundo.
Ya en 2022, China se adjudicaba el 31.2% de la producción industrial mundial contra el 16.3% de Estados Unidos.
La progresión ha sido estudiada por Unido (United Nations Industrial Development Organization); su informe prevé que China en 2030 controlará el 45% del total contra el 11% de Estados Unidos, y descenderán notablemente los porcentajes de Japón y Alemania.
Merz, antes de las elecciones, sostenía que Alemania debería comenzar a tomar distancia de China. Las posibilidades de las relaciones con China las expresó muy bien un empresario alemán: "Con los chinos o te sientas a la mesa o eres parte del menú".
Alemania eligió un camino equivocado en la cuestión del automóvil eléctrico; las marcas alemanas produjeron automóviles costosos de alta sofisticación, que siempre fue una característica de sus productos y daban un margen económico grande. Al día de hoy, ese hándicap positivo no existe más.
Los componentes esenciales del auto eléctrico son batería, software y componentes electrónicos; estos tres elementos significan tres cuartas partes del costo y es allí donde Alemania ha fallado.
Los analistas sostienen que es un país lento para tomar decisiones y con capacidad de reacción tardía. La burocracia pública es otro factor de debilidad; en algunos sectores de la construcción, por ejemplo, se necesitan 3000 directivas para llevar adelante un proyecto.
Estas falencias se reflejan en el índice de competitividad "World Competitive Center" redactado por el IMD (International Institute for Management Development); Alemania bajó del puesto 15º en 2022 al 24º en 2024.
Las ideas de Merz sobre las relaciones con China podrían ser inviables; The Economist sostiene que Alemania podrá hacer poco al respecto, mientras que los aliados consideran que sería una invitación al suicidio.
Bundeswehr
Alemania ha decidido liberar su vocación expansionista; una de las herramientas es el gigantesco rearme, inútil desde el punto de vista militar, pero fuertemente simbólico para confirmar la centralidad política en el panorama que se está delineando. Si 30 años atrás Alemania utilizó Europa como un nuevo Zollverein para imponer su política económica a los países de la Unión Europea, en el momento actual se dispone a dirigir el nuevo ciclo abandonando el eje franco-alemán.
Alemania ha perdido la guerra comercial con Estados Unidos, principalmente porque la energía a bajo costo de Rusia se evaporó; ha perdido el rol de protagonismo de la Guerra Fría, la cadena de mando de la OTAN se ha desplazado favoreciendo al Reino Unido, Polonia y los países bálticos; ha perdido la competición del automóvil eléctrico y la transición ecológica con China. La salida que Merz sostiene para su país es la re-conversión industrial armamentística, también llamada neokeynesismo bélico.
Alemania quiere superar la doctrina de 1955, el rearme autorizado por la tensión de la Guerra Fría y dentro de la OTAN. Es conocido el lema de aquellos años: "Los rusos afuera (de Europa), los americanos dentro y los alemanes abajo"; parecería que la administración Merz apuntará a poner su país, si no arriba, al menos en el centro de la política europea, con la aspiración de dictar la línea, no europea (en el sentido de consensuada), pero sí alemana.
Alemania, para afirmar este liderazgo, puede contar con una serie de países caracterizados por su rusofobia, ya que la idea del rearme se basa en el enemigo externo que una vez más es Rusia.
Alemania destinaba a defensa el 1.5% del PIB, uno de los más bajos en las grandes economías (a mediados de los años ‘80 Alemania Occidental gastaba el 2.7 % del PIB).
Merz, a través de la Presidenta Bärbel Bas, hizo convocar por última vez el Parlamento saliente el 18 de marzo para anunciar un paquete de medidas. Por un lado, 500.000 millones de euros repartidos en 12 años para infraestructura (trenes, hospitales, red eléctrica, crisis climática), reforma constitucional y defensa. Y este es el punto clave: antes, por mandato constitucional, se podía gastar solo el 1% del PIB en armamento; si se superaba, había que compensarlo con entradas del presupuesto.
Se necesitaba una mayoría de 489 votos (2/3) para cambiar el artículo de la constitución y la propuesta obtuvo 531 votos a favor y 207 contrarios.
La nueva norma permitirá gastar sin límites en armamento, aumentando el déficit estatal sin obligación de compensar con entradas.
Mientras el país comienza a armarse, el 8 de mayo habrá fiesta en Berlín para festejar los 80 años de la caída del nazismo, 80 años de antimilitarismo y pacifismo, pero Karl-Heinz Kamp, miembro de DGAP (Sociedad Alemana de Política Exterior), dice que "el pacifismo ahora es solo folklore" y agrega que fue el ministro de Defensa Volker Rühe de la CDU en 1992 quien dijo: "Rodeada de naciones amigas, Alemania no necesita el Bundeswehr (ejército federal)".
Los partidarios del rearme sostienen que los 181.000 efectivos del ejército no bastan, sirven 210.000. El instituto IFO (Leibniz Institute for Economic Research) de la Universidad de Munich sostiene que para hacer atractivo el servicio militar se necesitan buenos salarios para los militares profesionales.
Kamp, partidario del rearme, piensa que el ejército necesita "de todo", como multiplicadores de fuerza que Europa no tiene: capacidad de abastecimiento aéreo, comunicaciones, inteligencia, logística, y agrega: "Para transportar sus tropas a Mali, Francia tuvo que pedir ayuda a Estados Unidos".
"Los soldados tendrían que ser dotados de 120.000 nuevos fusiles de asalto HK416 producidos por Heckler & Koch de Oberndorf en Baden-Württemberg, pero no necesitamos producir todo nosotros; si hay dinero, los sistemas se compran".
Alemania ha comprado a Israel el Arrow 3, sistema contra misiles de larga distancia; el gobierno Scholtz compró 60 helicópteros de transporte Chinook, cuatro fragatas, sistemas antiaéreo Patriot y 123 tanques Leopard.
El punto débil es la defensa aérea. El premier de Baviera, Markus Söder, ha pedido 100.000 drones de los cuales Alemania carece y misiles Taurus que produce el consorcio europeo MBDA. En tanto comenzaron los coloquios entre Rheinmetall y Mercedes Benz para el uso de cadenas de montaje.
El área armamentística se está reacomodando según la "doctrina Von Der Leyen", un ejemplo es la reciente joint venture entre la alemana Rheinmetall y la italiana Leonardo, estas novedades abren perspectivas para el desarrollo del proyecto Eurofighter, demorado por obstáculos administrativos e industriales.
1914
"Nuestra decisión de hoy no determinará solamente nuestra capacidad de defensa en los próximos años, y quizá también en los próximos decenios", dijo Merz justificando la doctrina del rearme.
El ministro de Defensa saliente, Boris Pistorius, del SPD, anunció que "estamos frente a decisiones de importancia histórica, el más grande desafío político a la seguridad de nuestro país".
Alemania aprobó el programa sin esperar al nuevo gobierno por una simple razón: en el Parlamento saliente contaba con los 2/3 necesarios, pero no en el recientemente elegido.
Algunos analistas hicieron un paralelo con 1914, cuando el partido socialdemocrático votó las partidas económicas para la guerra, sobre todo después de las declaraciones del líder del SPD Lars Klingbeil, que tampoco se quedó atrás: "Alemania tiene la misión de liderar la defensa de la Europa libre y democrática".
Merz pudo contar con el voto del partido Verde, que ha perdido toda relación con el pacifismo de los orígenes.
Ha sido complicada la posición de la Linke (izquierda), si bien el diputado Sören Pellman criticó a los Verdes y la SPD denunciando que la amenaza inminente es una "cortina de humo" y votaron en contra al rearmo en diputados, votaron a favor en el Bundesrat (cámara alta) donde se sientan los representantes de los länder. La agrupación BSW y el Partido Comunista sostienen que la Linke hubiera podido oponerse al voto convocando al nuevo Parlamento electo que no tiene los números para votar el rearmo, hubiera sido una posibilidad para frenar la carrera armamentística.
La Linke, después de consultas con juristas y constitucionalistas, no quiso dar esa batalla porque se encontraría votando junto a AfD y en los rangos de la izquierda pesa más la oposición a la derecha nacionalista que el pacifismo.
El partido de Sahra Wagenknecht los acusó de no haber hecho lo suficiente y, después de su discurso, los parlamentarios de la agrupación exhibieron carteles con con la leyenda "1914 igual 2025 - No al crédito de guerra". Son los últimos fuegos del BSW que por 12.700 votos no entrará en el nuevo Parlamento.
También fuera del Parlamento se manifestó la oposición al rearme; los manifestantes denuncian la propaganda asfixiante del militarismo en las escuelas, que el paquete de infraestructura propuesto es para construir "puentes para los tanques", que se reprime el movimiento estudiantil solidario con Palestina, que el presupuesto tenderá a disminuir el Estado social, y no es errada esta acusación; existe ya un debate entre los aliados del futuro gobierno respecto al bürgergeld (rédito de ciudadanía), el programa entró en vigencia hace dos años uniendo diferentes subsidios ya existentes, como en todas partes cuando se crea un programa de sostén a las clases en dificultades la derecha y el mundo empresarial lo atacan y lo cuestionan como poco eficiente, el CDU quiere derogarlo y sus representantes en las negociaciones con los aliados sostienen que el SPD no tiene voluntad de reducir el gasto.
Pero el balance de las movilizaciones por el momento es decepcionante, según el cotidiano progresista Jungewelt, en tanto el Partido Comunista Alemán (DKP) trabaja en una campaña por una pacificación con Rusia y contra la reintroducción del servicio militar obligatorio. La nueva coalición parece dispuesta a no insistir con la leva obligatoria; no quieren alimentar la impopularidad que arrastran desde la gestión Scholtz. Un ejemplo es el argumento cannabis. No prohibirán el consumo, pero la reglamentación será más estricta.
Respecto a los aranceles americanos, el portavoz de Merz ha anunciado prudencia; además es un argumento que gestiona la Comisión Europea y no los países por separado.
El futuro canciller Merz había anunciado el zeitenwende (punto de inflexión) para el nuevo momento de Alemania; el programa presentado no está a la altura del anuncio, la ruptura del dogma de la austeridad no basta para crear nuevas expectativas en una población desilusionada, el rearme no tendrá el efecto multiplicador esperado según los analistas y el país sigue desplazándose hacia la derecha.
P. S.: El voto de la Linke en el Bundesrat tiene muchos matices, el lector interesado en profundizar puede encontrar en Jacobin Alemania "Wir sehen den beginn einer aufrüstungs-spirale", la entrevista que Astrid Zimmermann, jefa de redacción de la revista realizó a la jefa de la bancada de la Linke, Heidi Reichinnek el 27 de marzo de 2025.
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