NUESTRO ESCRITOR MEMORABLE
El libro póstumo donde Juan Forn celebra vidas ajenas en la construcción de una literatura propia
“… trabajaba maníacamente cada poema, y lo seguía puliendo y puliendo años después. Pero su estilo no tenía ni una gota de los amaneramientos, florituras y grandilocuencias de la poesía de la época: era liviano y casi prosaico, pero a la vez era certero y profundo; era hedonista y estoico, era irónico sin ser nunca cruel, era pagano y era devoto, era tan atávico como Juliano, Ovidio y Herodoto, pero estaba vivo; incluso se lo podía ir a visitar cualquier noche”. Así, haciendo suyas palabras de otro a fin de forjar las propias, Juan Forn (Buenos Aires, 1959-Mar de las Pampas, 2021) traza algunas de las coordenadas de una escritura, la suya. La frase refiere al griego Konstantinos Kavafis (Alejandría, 1863-1933), hace pie en la poesía, admirado género que Forn deja de perpetrar en la adolescencia para recién retomar cuatro décadas mas tarde con los versos que fueron los últimos de su última contratapa en el diario Página/12, del último libro de los cuatro que las recopila bajo el título común Los viernes, y del volumen póstumo con el que, sobre aquellos textos, baraja y da de nuevo: Yo recordaré por ustedes. Método y estilo, modo de producción y emoción estética, corroboran que la suma de las partes es mayor a las partes, todo en uno.
Amoroso predador de Plutarco, a quien adjudica la invención de la literatura –“al menos la literatura que me gusta a mí: la que cuenta vidas”—, hace de la vida, la lectura y la escritura un solo momento, largo, asimétrico. Redondeado y listo para la publicación poco antes que el miocardio le dijera basta, Yo recordaré… alienta lecturas heteróclitas. Buena parte de las muchas semblanzas necrófilas publicadas sirvieron, otra vez, para que su autores hablaran de sí mismos. Lejos de los propósitos del autor, hubo quienes, por el contrario, se animaron a leer un testamento, cuando no, una suerte de bricolage sobre sí mismo; una manta hecha de retazos, de fragmentos de antiguas vestiduras en una terceridad capaz de negar, contener y superar los fragmentos originales que le anteceden. Cuando las lecturas hacen a la diversidad, valen. Son preferibles al facilismo de los “textos escogidos”.
Con escasas correcciones, algunos títulos apenas modificados y un orden alterado de cronologías, el libro póstumo de Forn ostenta modestia y virtud de todo aquello capaz de ser penetrado por la irrepetible agudeza con que un par de ojos se le aproxime. En noventa y dos textos, el escritor propone una envoltura trashumante: África central, China, Japón, la vieja Unión Soviética, la Alemania nazi (después, la actual), Europa del Este, el Norte de África, Italia, Francia, Reino Unido, Estados Unidos, México, Colombia, Venezuela, Brasil, Chile, Uruguay, la Argentina ingresando por la selva misionera, Buenos Aires, Villa Gesell, playa y mar. Viaje de lo general a lo particular, visita a las personas y, entre tantas, escritoras y escritores. También músicos, artistas plásticos; célebres, olvidados, perseguidos, tocados. Prolija maraña factible de diseccionar con cualquier criterio, hoy aquí se prefiere recortar aquello de lo que el autor hizo uno solo; pasión y oficio. Narrativa y edición que van —otra vez— pegados.
En la apropiación de las consideraciones ajenas en torno a la escritura, se ha dicho, el Maestro Forn declina su estilo sustantivo y conjuga el verbo de su acción literaria. Poesía, cuento, crónica, pincelada, prólogo, contratapa, trazo, es el campo fértil para cosechar las letras en “una proeza realizada enteramente en blanco y negro, con preponderancia cada vez mayor del blanco, un trabajo que fruncía el corazón”, señala a propósito del monte Fuji de Hokusai (Tokio, 1760-1869), el de la famosa Gran Ola. Potencia trasladada de la imagen a la palabra, siempre en los movimientos vivos donde todo parecido entre los personajes “y seres de la realidad es intencional y maliciosa, y toda ficcionalización es accidental e involuntaria. Porque cualquier tema literario presenta tres aspectos: todo lo que el autor quiso expresar; todo lo que supo expresar, y todo lo que expresó sin querer. Este tercer aspecto es el más interesante para el lector”. Toma la idea del disidente del stalinismo Sergéi Dovlatov (URSS, 1941- Nueva York, 1990) en uno de los tantos puentes colgantes que conectan pequeñas islas, albergues de un náufrago, con continentes intelectuales; países remotos de caminantes perdidos con ciudades glamorosas ardiendo en combates callejeros.
En la generosa arbitrariedad de recortar, que Juan Forn habilita no menos que promueve, tres hitos se remarcan por sí mismos, al comienzo, en la mitad y al concluir el libro. Que arranque (en “Kukuku y los afronautas”) con una historia de emancipación colonial, aproxima a estas costas el Ministerio de Asuntos Estelares de Zambia y sus vecinos junto con la sagacidad del zorro, capaz de engañar al león y al elefante mediante el ardid de murmurarles al oído palabras capaces de “significar una cosa o lo contrario o ambas a la vez, porque así es la lengua bemba: no existe una palabra para decir sí y otra para decir no; tienen un sí que significa sí y otro sí que significa no”. Un Funes lituano al que, a pesar de todo, nunca le bastó con recordar y se puso a escribir porque “ mientras avanzaba azarosamente vi fugaces destellos de belleza”, hace profesión de la Memoria que arrastra la Verdad y construye Justicia poética en el texto que presta título al libro. Finalmente, en “Y el mar”, vuelve a editar su último poema de la última contratapa del último viernes, cuando condensa con el auxilio de Kierkegaard, dos musas, una polaca y otra monja zen, argenta, que “el problema de la vida es que se la vive para adelante pero se la entiende para atrás”.
Aquí está Juan Forn, caminando a la vera del mar o sentado en un médano para entender “por dónde empezar, adónde llegar, cuál es la verdadera historia que estoy contando, de qué habla en el fondo, qué tengo yo (o ustedes y yo) que ver con ella, qué dice de nosotros”.
Allá va Juan Forn, sin pedirle a nadie que lo siga, aunque señalando en su nado los rumbos posibles en esa pileta inmensa, sin cansarse.
FICHA TÉCNICA
Yo recordaré por ustedes
Juan Forn
Buenos Aires, 2021
444 páginas
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