NOSOTRAS, LAS INLIBERTAS
Hacia una nueva Constitución en clave de género, que jerarquice los derechos adquiridos
“Brindemos por las locas, las inadaptadas
por las rebeldes, las alborotadoras,
por las que no encajan,
por las que ven las cosas de una manera diferente.
(…)
Porque las mujeres que se creen tan locas
Como para pensar que pueden cambiar el mundo, son las que lo hacen”.
Jack Kerouac (1922-1969)
El 29 de diciembre del 2020 nuestra sociedad claramente avanzó en un sentido igualitario. Pero las mujeres en particular dimos un enorme salto hacia adelante. No vamos a agregar más consideraciones sobre el acontecimiento liberador que es la Interrupción Voluntaria del Embarazo y las derivaciones de la misma.
En esta nueva etapa quedó demostrado fehacientemente que no se puede pensar la política sin el protagonismo de las mujeres. Que se pueden trazar algunas alianzas transversales puntuales para pensar las estrategias que tributen más aún a la deconstrucción del machismo y del patriarcado, y que no pasen –necesariamente– por un interés sectorial. Los 37 Encuentros Nacionales de Mujeres, la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito así como la consolidación de la Intersindical de Mujeres son ejemplos de construcción política democrática, pluralista y diversa. Pensamos estas instancias cual ejercicio fáctico de democracia como una conversación infinita.
Nunca es gratis trabajar contra el status quo
La historia de la humanidad está impregnada de sangre y dolor. Nuestros avances no sortearon ese karma. Con tan sólo saber que en lo que va de 2021 se conocen 25 muertes violentas de mujeres, travestis y trans, con predominio absoluto de los femicidios, verificamos esa continuidad histórica que nos exime de todo comentario. Por lo cual no es ocioso afirmar que nunca han sido graciosas concesiones las transformaciones obtenidas.
Las mujeres aportamos una gran cuota de sangre y de dolor, siendo víctimas de violencia laboral, sexual, femicidios, violaciones, infanticidios, travesticidios, muerte o esterilidad permanente por abortos clandestinos inseguros. Más aún, tenemos presas políticas como Milagro Sala y las compañeras de la Tupac Amaru y persecución política mediante el lawfare a la ex Presidenta CFK por ser mujeres, militantes por la transformación.
Repasemos someramente el último tramo de avances. Si partimos del año de la restauración de la democracia relevaremos numerosas leyes generadoras de nuevos derechos para las mujeres. Entre las más significativas, las de divorcio vincular y de extinción de la patria potestad. El salto en cantidad y calidad en cuanto al avance en el proceso de igualdad de derechos con los varones se produce durante los gobiernos kirchneristas, cuando se sancionan –por lo menos– 16 leyes que desde diversos ángulos contribuyen significativamente a la emancipación de mujeres, trans y travestis. A esto debemos sumarle las políticas públicas instrumentadas en el mismo sentido.
Y bajo el primer año del gobierno del Frente de Todos –en medio de la pandemia más feroz– conquistamos la ley 27610, poderosa palanca despatriarcalizadora, la ley de los 1.000 días, el presupuesto que incorporo la sistematización de políticas públicas de género, la ley contra el acoso callejero, la ratificación del Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y su Recomendación 260. Y –lo que no es menor– contamos con Ministerio de las Mujeres, a nivel nacional y en la provincia de Buenos Aires, además de la multiplicación de Secretarías y dependencias que se ocupan de las problemáticas de los géneros y disidencias en buena parte del país, a nivel provincial y municipal.
De ahora en más
Estamos atentas y vigilantes respecto de la observancia de la ley IVE en toda la geografía nacional y en alerta sobre las pujas para judicializarla exitosamente. Y nos proponemos seguir avanzando en la detección, denuncia y desmontaje de los mecanismos (culturales, políticos y económicos) de reproducción de desigualdades sociales y de género.
Creemos que la contribución extraordinaria de las mayores fortunas del país es una valiosa medida. Pero sostenemos que es imperativo legislar una reforma tributaria progresiva, que altere sustancialmente la desigualdad imperante (profundizada brutalmente bajo pandemia). Desigualdad que afecta en forma preponderante a las mujeres y disidencias. Recaudar más y mejor para implementar y asegurar los derechos alcanzados y para dotar al Estado de los recursos necesarios para distribuir la riqueza generada mediante políticas públicas reparadoras. Por ejemplo, aumento de la oferta estatal de servicios como centros de cuidado infantil y de adultes mayores, escuelas de jornada extendida, viviendas dignas a las víctimas de violencias y acoso, entre otras.
Cobra vital importancia llevar a buen término el Mapa Federal del Cuidado que el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad se encuentra realizando con apoyo de la CEPAL. Con dicho relevamiento se conocerá cómo, cuándo y dónde se cuida; y también (elemento sustancial) quiénes y en qué condiciones llevan adelante dicha actividad. Se podrá así legislar adecuadamente sobre una distribución igualitaria de las tareas de cuidado.
Es hora de que las estadísticas oficiales dejen de invisibilizar las diferentes identidades, dado que varias de ellas solamente incluyen las categorías de Hombre y Mujer. Otro tanto acontece con el CUIL.
Insistimos en la perentoriedad de una profunda reforma del Poder Judicial, en la cual no debe faltar la perspectiva de género.
Proponemos enfáticamente pensar una nueva Constitución en clave de género, con lenguaje inclusivo, que jerarquice los derechos adquiridos y prevea la incorporación a la misma –tal como se hace con los Convenios Internacionales suscriptos por nuestro país– de todos aquellos nuevos derechos que vayamos conquistando y que propendan a la total igualdad de géneros en Argentina. Podemos pensar en un símil artículo 14 bis, en el cual se reconozca explícitamente el derecho de mujeres y disidencias sexuales a vivir una vida libre de discriminaciones, violencias y con plena autonomía sobre sus cuerpos.
En definitiva, avanzar colectivamente para poder dejar definitivamente de sentirnos “inlibertas”.*
* Liberto, en el lenguaje jurídico de la esclavitud, denotaba a les esclaves manumitides por los “señores”. Inliberta es un término acuñado por Clarice Lispector para decirnos que aún no somos suficientemente libres.
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