No vamos a hacer macrismo

El difícil arte de rescatar al Estado de manos de los estaticidas

 

El estado en que Kicillof recibió la provincia de Buenos Aires abunda en datos que dan ganas de llorar. Pero tampoco escatima realidades de esas que, con una pizca de filosofía, te arrancan una sonrisa. Los edificios oficiales parecen una atracción de parque hollywoodense, de esas que evocan películas de terror. Techos que llueven y se derrumban, por ejemplo. Cuando le pregunto por la residencia oficial, Kicillof aclara que no se usaba desde hace varias administraciones, pero admite que sus hijos la están disfrutando como una suerte de Disneylandia negra, llena de atracciones ocultas: pueden estallar los caños de cualquier estancia en cualquier momento. Los funcionarios del gobierno anterior no se ocuparon de encarar tarea de mantenimiento alguno, más allá de cambios epiteliales. Esta semana alguien me contó que Macri mandó quitar de un salón de Olivos los cuadros que retrataban a nuestros más grandes próceres, porque sentía que "lo miraban".

Esta gente articula zonceras que los medios difunden, como esa de que “la gente que vale está en el sector privado, si estás en el sector público es porque sos un mediocre, porque no tenés mejor lado donde ir”. Y esto se contradice con la realidad de que el sector privado de la Argentina no sabe hacer negocios salvo a costa del Estado. Pero hoy existe un contraejemplo. Tanto tu equipo como el gobierno nacional están llenos de gente que muy claramente podría hacer fortunas en el sector privado pero eligió meterse en el servicio público y tomárselo en serio.

AK: Sí, son prejuicios, ideologías muy arraigadas. Pero yo te hago una pequeña aclaración: no todo el sector privado es así. En la provincia de Buenos Aires existe un entramado pyme que está manejado por empresarios que se mueven a la par de sus trabajadores, que han invertido, que compiten, que innovan y muchas veces la pasan mal porque trabajan para el mercado interno y las crisis se notan. Después hay un sector como vos decís, que es prebendario, histórico canibalizador del Estado. La familia del anterior Presidente estuvo en ese sector desde que yo era chiquito, se conocían sus negocios con el Estado. Y por el otro lado vas al hospital público, a la escuela pública, y encontrás trabajadores que están tremendamente prestigiados: la maestra de los nenes, el pediatra, el cirujano... Gente de excelencia, a pesar de que muchas veces se les paga mal y podrían volcarse al sector privado en busca de un bienestar económico mayor, pero aun así deciden pertenecer, formar parte.

La contratendencia hay que ir construyéndola. En general ese discurso es una aplicación de ideas neoliberales muy extremas, que en el fondo no comparte ni el que repite ese discurso. Si vos vas, qué se yo, a Estados Unidos, China, Alemania, Noruega, los Países Escandinavos, descubrís una presencia del Estado avasallante, no sólo muy presente sino que a veces que está a cargo de sectores de punta, muy eficientes. No es cierto que el Estado sea esencialmente ineficaz y corrupto, esencialmente tonto y lento. De la misma manera que le podes mostrar que no todo lo estatal es malo, le podes mostrar que no todo lo privado es bueno. Convertir al Estado argentino en uno que tenga los mejores atributos es una tarea política.

 

 

 

 

Esa disputa yo me la tomo muy en serio. Los que instalan esta ideología sobre un Estado malvado y bobo ocultan que al mismo tiempo lucran con ese Estado. No es inocente decir que el Estado se tiene que retirar porque sus controles ahogan toda iniciativa privada. Son los mismos sectores que al mismo tiempo piden que el Estado los favorezca. No es cierto que durante la etapa anterior, la de Macri y de Vidal, el Estado haya desaparecido por completo. La tasa de interés más alta del mundo era sostenida con mucho esfuerzo por todos los argentinos, a través del Estado que regulaba y decidía favorecer a muy poquitos. Ahí no decían: “Che, qué Estado opresor que tenemos”. Los bancos no decían qué Estado opresor, qué alta que está la tasa de interés, déjennos competir. No, no: era una transferencia de recursos alevosa, de los recursos generales del Estado — o sea, de los impuestos. A la estructura impositiva aportan muchísimo los sectores populares y medios, pero ese dinero iba a parar a unas pocas fortunas. ¡Ahí ni abrían la boca! Por eso hay que mostrar que existe otro modelo de Estado. Es una discusión que hay que dar, para zanjar esa disputa.

 

 

Cuestión de prioridades

Al modificar la ley para conseguir su aprobación, ¿cuánto dinero se perdió de recaudar y cómo compensarás su ausencia?

AK: En la situación que se encuentra no el Estado de la provincia sino su gente — trabajadores, jubilados, empresarios pequeños y medianos, pequeños productores rurales—, la verdad es que todo mango es necesario. Ahí estará nuestro compromiso: los recursos que tenga la provincia se van a destinar a las necesidades más urgentes, eso es lo que venimos planteando desde el primer día. Yo no vengo prometiendo voy a hacer tantos kilómetros de rutas, voy a hacer tantas escuelas. Lo que digo es que hay prioridades que atenderemos antes: la cuestión del hambre, la cuestión social, la pobreza. Después están la producción y el empleo, vamos a destinar los recursos que tengamos —muchos o pocos—, a reactivar el aparato productivo de la provincia, que es el de la Argentina. Prácticamente hablamos de lo mismo, porque casi el 50% de la industria nacional está en este territorio. Con el sector agropecuario pasa algo parecido. En promedio se suele decir que, de todo lo que pasa en la Argentina, el 40% ocurre en la provincia de Buenos Aires.

A veces el gasto en salud, sobre todo en prevención, es bastante invisible. Difícil de capitalizar políticamente, por eso no se lo encara. Pero aun así nosotros estamos vacunando, porque hay que vacunar a los pibes y pibas. La otra es dejar que lo malo ocurra y taparlo mediáticamente para que nadie lo vea, pero no es la idea. Lo mismo diría de la educación. Capaz que arreglás unas escuelas y nadie se entera, o sólo se enteran si se les caen los techos. Pero las tragedias son lo que hay que evitar. Esas son nuestras prioridades.

Debemos haber perdido entre 5.000 y 10.000 millones de pesos. Una cantidad importante, relevante. Y bueno, tendremos que buscarle la forma. Yo les pedía a los miembros de la oposición que fuesen responsables. El macrismo en la provincia hizo lo que hizo y salió como salió. Ahora que son oposición no traten de obligarnos a hacer macrismo, porque no lo vamos a hacer. No vamos a restringir los gastos en cuestiones básicas, vamos a hacer lo imposible. Buscaremos los recursos, esa plata que no se gastó de créditos internacionales. También estamos trabajando con el gobierno nacional, que al haber cambiado de signo y de predisposición y de objetivos también gasta en vacunas, en educación. ¡Ya apareció el Plan Nacional de Lectura! Todo lo que hace el gobierno nacional repercute en la provincia de Buenos Aires, de manera inmediata. Y en lo que respecta a nuestra relación, estamos tremendamente bien. Todos decían: Se van a pelear, pero es al revés. Estamos coordinados, trabajando en conjunto en cada una de las áreas para que se note en Buenos Aires que hay un gobierno nacional distinto y un gobierno provincial distinto.

Me sorprendió escuchar a Gustavo Posse, un intendente de la oposición, decir que la provincia ya estaba en default en diciembre. ¿Cómo viene la coordinación y la relación con los intendentes?

AK: Excelente. La provincia tiene 135 municipios. Algunos son hoy oficialistas, otros opositores, algunos de los opositores son macristas, otros vienen del radicalismo. Hay un crisol, un abanico de situaciones. Nosotros nos reunimos con todos. Primero lo hicimos con los oficialistas, porque era lógico festejar el cambio en el gobierno provincial. Parecía imposible, no? Decían que la anterior gobernadora era imbatible y la diferencia fue todavía más grande que a nivel nacional: 15 puntos contra 8 puntos, un dato que habla de las expectativas y de nuestros compromisos con los bonaerenses.

El sistema de intendentes requiere redefiniciones. Se habla de autonomía municipal, del arraigo en el interior de la provincia. Cuando hablás con alguien de Entre Ríos, puede haber nacido en Gualeguaychú o Concordia pero si le preguntás, te dice: Soy entrerriano. Pero alguien nacido en la provincia de Buenos Aires te dice que es de tal localidad o de tal ciudad o de tal municipio. No te dice: Yo soy bonaerense. Hay algo que yo atribuyo a factores históricos, vinculados incluso con la creación de la provincia, que destaqué en la Legislatura y vamos a celebrar. Estamos en el Bicentenario de la creación del provincia, que ocurrió en 1820. La provincia de Buenos Aires tiene pendiente un trabajo sobre su identidad común.

Con los intendentes estamos trabajando en conjunto. Invitamos a todos los de la oposición, yo compartí cuáles eran mis propósitos, mis planes, mis objetivos, les dije que quería trabajar con todos y a partir de ese momento le indiqué a los ministros que hicieran reuniones con los secretarios municipales de cada una de las áreas paralelas. Ya hubo varias, se hizo una con Turismo y Cultura, otra con Desarrollo Social — nosotros, con la ministra (Fernanda) Raverta y el ministro Augusto Costa lo llamamos Desarrollo de la Comunidad. La idea es redefinir cuestiones que tienen que ver con la articulación, pero también con la definición de las funciones, de las responsabilidades, de los presupuestos, en todos los niveles de gobierno. Porque hay cuestiones que están poco definidas. Te doy por ejemplo el caso de la educación.

La educación en Buenos Aires es provincial como en todas las provincias, lo mismo pasa con la salud. No es así desde siempre: ocurrió en los '90, cuando se privatizaron las empresas públicas y se provincializaron la salud y la educación. Esto generó una desigualdad muy grande entre provincias en torno a lo que ganan los maestros y maestras. Todo termina dependiendo del presupuesto provincial. Pero hay un Ministerio de Educación a nivel nacional, tuvimos una reunión con el ministro (Nicolás) Trotta, la ministra Agustina Vila de acá de la provincia y sus equipos, para trabajar en conjunto. Y yo les planteaba hay que dejar en claro cuáles son las obligaciones de cada uno de los niveles de gobierno. Durante la última gestión el gobierno provincial abandonó muchas de sus funciones y los intendentes se hicieron cargo de arreglar las escuelas, aunque era una función del gobierno provincial.

Está todo esto muy mezclado y confundido. Entreverado, digamos. (¡Me van a juzgar como cuando dije “haiga”, por usar la palabra entreverado!) Entonces hace falta definir y coordinar y después articular, para poder potenciarlo. Hay cosas que tiene que hacer el intendente, hay cosas que tiene que hacer el gobernador, hay cosas que tiene que hacer el Presidente. Discriminemos bien, veamos cuáles son y vamos a tener más potencia para llegar a lo que al final es un ciudadano atendido por los tres niveles de gobierno: un ciudadano de su municipio, de su provincia y de su país. Hay que hacerse cargo, abordarlo y resolverlo. Porque finalmente, el único depositario y el único dueño de ese derecho es el o la bonaerense.

 

 

Lo inviable son ciertos gobiernos

Si no te das cuenta, se te van a ir los cuatro años apagando incendios todo el tiempo. Pero también hay problemas estructurales. Hace unas horas veía que de vuelta estaba la discusión, fogoneada por alguna gente que uno más o menos respeta, sobre el tema de si Buenos Aires es o no una provincia inviable…

AK: Uh... ¡Apareció de nuevo!

Y cómo habría que partirla. Imagino que durante todo este tiempo que caminaste la provincia, tu idea no era gobernar un territorio que considerabas inviable, ¿o sí?

AK: El enojo, la rabia que me da esa posición sobre la provincia como un territorio inviable... Los que defienden esa idea suelen apelar al tamaño: el hecho de que es muy grande. ¿Y qué hacemos con China? ¿O Estados Unidos? ¿O Rusia? Esto no tiene que ver con el tamaño, hay provincias de China que son tres o cuatro veces más grandes. Estuve hace tiempo con el gobernador de una provincia china que era grande como la Argentina, ¿y quién le iba a decir que era inviable? Depende de cómo esté gobernada, con qué recursos cuenta, qué política se implementa. Decir que es muy grande es la posición más tonta, de mayor pereza intelectual. Para eso entreguemos la Patagonia también, porque el país es demasiado grande en extensión. Eso es directamente una tontera, una zoncera, un sinsentido.

Lo otro que dicen que la hace inviable es que el conurbano es una cosa y el interior es otra; la playa es una cosa y la pradera es otra; el bosque es una cosa y la montaña es otra. Entonces tendríamos que hacer una provincia en la montaña, otra en el bosque, otra en la playa. Date cuenta de que eso es inviable desde el punto de vista de la inteligencia, el grado primitivo de ese razonamiento. Si se tiene industria y agro, playa y río, eso no lo hace inviable. ¡No se me ocurre nada que la haga más viable que eso! Tiene riquezas tan diversas que lo que le está faltando es simplemente integración, planificación y políticas que distingan estas cuestiones y las aborden y potencien. Se llama sinergia, o como quieran llamarlo. Pero la verdad es que si tenemos la industria y tenemos el puerto, no es que estamos mal y que hay que darle el puerto a otros. Se trata de tomar los productos primarios, procesarlos en tu industria y usar los puertos para comerciar, o las rutas, o las autopistas. Eso habla de la falta de inteligencia de los que lo promulgan.

Y en algunos casos de la mala leche. Gente que está viendo cómo partimos este monstruo en partes que sean más fáciles de dominar.

Obviamente te debilitan. Ya Rivadavia quería agarrar el Salado y dividirlo en dos. Serán algunos rivadavianos que andan por ahí... ¡O tal vez estoy dándole a esta gente más jerarquía de la que tiene!

Algunos son envidiosos, simplemente, del potencial que tiene la provincia. Otros se mueven por pereza, o por su propia ineptitud. Yo me lo planteo como un desafío: integrar a la provincia, darle esa identidad, que pasa por lo económico. A mí me encantaría que un pequeño productor del interior de la provincia, diga bueno, acá tenemos un gobierno que juntó la producción con la demanda y me permite colocar los productos en la provincia de Buenos Aires. Todo eso requiere políticas públicas. La inviabilidad pasada demuestra que la mano invisible del mercado no funcionó. Hacen falta políticas públicas para que la producción se pueda juntar con la demanda, para que lo primario se pueda juntar con los servicios que se los llama terciarios y con la elaboración industrial.

Y todo eso requiere soluciones. Te doy casos. Hay quienes dicen “bueno, llevemos la producción primaria, exportémosla como está, al exterior, que la elaboren y la volvemos a comprar”. Yo creo que tendríamos que buscar una solución un poco más piola, porque el valor agregado aparece cuando vos al producto primario, que es riqueza argentina y hay que aprovecharla, le agregás un poco de trabajo o de tecnología o de conocimiento y le das valor.

 

 

 

 

Lo que falta muchas veces es planificación. Inteligencia del Estado, difusión de esas políticas públicas. Si no, vamos a terminar teniendo que reconocer que lo inviable no es la provincia, sino sus gobiernos. (1.)

 

 

 

 

(1.) Este artículo continúa en aquel titulado Los buenos oficios.

 

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