No tan anti

Una radiografía de las y los jóvenes libertarios

 

Existe cierta tendencia del campo progresista a identificar el avance de las ideas libertarias entre los y las jóvenes como una expansión de la anti-política. En consecuencia, se valoran las expresiones de fastidio contra el sistema político y de desilusión contra el accionar de los gobernantes como una muestra de desafiliación y fragmentación social. Con perplejidad, se interpreta que las nuevas generaciones —aquellas que han sido criadas y que se han socializado en un tiempo que se define como una “permacrisis”, un período prolongado de incertidumbres y miedos— anticipan una pérdida de los lazos de solidaridad y, por tanto, un mayor individualismo. 

En la larga década neoliberal, los cientistas sociales que analizaban las subjetividades juveniles se esforzaban por desentrañar la preeminencia de lo político en el acto de decirle “no” a la política. De este modo, vislumbraron que quienes descreían de las formas tradicionales de organicidad política tenían gestos de transgresión estética y los interpretaron como una forma de batallar contra el ethos mercantil (desde adentro). El “que se vayan todos, que no quede ni uno solo” fue la síntesis de la orfandad de la representación y la falta de alternativas. 

Ni despolitizados, ni desinteresados. El auge de la identificación de las y los jóvenes con un economista liberal está lejos de ese fenómeno.

 

 

 

Entrevista de Radio La Red a Javier Milei: la prédica antisistema no sube el rating. 

 

 

 

Javier Milei es presidente del Partido Libertario desde 2019 y diputado nacional desde 2021: está dentro del sistema, como él mismo reconoce, y su armado territorial ya ha sido blanco de denuncias de intercambio de dinero o favores sexuales por lugares en las listas. Sus críticas al comportamiento de la casta, entonces, se licúan y pierden capacidad de interpelación de manera proporcional a su participación en las estructuras de poder. 

Sin embargo, crece el apoyo de las juventudes al libertario. Según una encuesta de Zuban Córdoba y Asociados, en la población de 16 a 35 años el Partido Libertario cosecha una intención de voto de 23,2 %, en empate técnico con la de Juntos por el Cambio y menor que la del Frente de Todos, que encabeza con un 30,3 %. La mayoría (37,7 %) considera que el oficialismo es el espacio político que hace y genera más políticas para las y los jóvenes. No obstante, cuando se singulariza en atributos asociados a referentes políticos, como la capacidad de generar trabajo para jóvenes, la figura de Javier Milei condensa un 27,9 % de las preferencias.

 

 

 

 

Ficción y realidad

Octavio tiene 23 años y está por comenzar a estudiar Veterinaria, la profesión de su padre, con quien tiene un emprendimiento de venta de medicamentos formulados en la ciudad de Ituzaingó de la provincia de Buenos Aires. “Y me dedico a la inversión en el mercado bursátil”, agrega, donde hace operaciones de corto plazo para tratar de sacar una mínima ganancia. El joven distingue que realiza sus inversiones sobre un escenario muy fluctuante, pero considera: “Aprenderlo te podrá llevar seis meses como mucho, ya que tenés la posibilidad de hacerlo virtual; ni siquiera tenés que pagar un curso, podés estudiar por YouTube”. Reconoce que tiene “mentores” en las redes sociales, pero que “lo que más rentabilidad te da es la experiencia” y que el truco es “preservar el capital” y hacer una correcta “gestión de riesgos”.

“La economía me gusta por lo increíble que es. Es tan ficticia la economía, porque el valor de un billete no es más que un papel, es un valor que cada uno afirma en la cabeza —analiza Octavio—, si mañana todos decimos el dólar no va a ser más la moneda mundial, el dólar se cae”. Con cierta fascinación, observa que una construcción cultural tiene efectos súper complejos en la situación social: “La emisión de billetes genera inflación, los precios de las acciones están sujetos a algo subjetivo, una noticia puede aumentar o disminuir el valor de un activo”, enumera. 

Consultado sobre la realidad del país, el joven no duda en describir una situación crítica y en responsabilizar a “la mala gestión”, porque “la Argentina es un país que tiene mucho potencial”. Entre las teorías que esboza sobre las causas del problema incluye la inoperancia y la corrupción de los gobernantes, aunque también desconfía de que sean estos quienes ponen las leyes: “Quizá es una entidad que tiene el poder sobre varios países de Latinoamérica y maneja a los dirigentes”. Acto seguido, relativiza esta responsabilidad y señala que también “hay mucha culpa de la educación” y de “la ética”. 

Octavio vivió diez años en San Luis, donde completó su educación secundaria, y expresa su preocupación por el analfabetismo en los parajes provinciales. En su racconto abundan las comparaciones a la situación de otros países: “En la Argentina estamos muy mal cuando el Estado está muy presente; en cambio, en Dubai, el Estado casi no está presente, casi no cobran impuestos, y es uno de los países más ricos del mundo”. El brillo de los rascacielos de los Emiratos Árabes Unidos encandila el dato de que alrededor del 90 % de sus habitantes son migrantes expatriados y que hay denuncias en organismos de derechos humanos que refieren a condiciones de trabajo forzoso que incluyen la confiscación de pasaportes y la retención de salarios. El imaginario sobre el desarrollo se construye sobre retratos mediáticos que desplazan la desigualdad hacia fuera del recuadro.

En el mundo del empleo, Octavio distingue la misma volatilidad que en las acciones en las que invierte en la web. Narra, no sin nostalgia, que sus abuelos y padres tuvieron la oportunidad de comprar un terreno y un vehículo, incluso trabajando en oficios no calificados. Ha escuchado que muchos empleadores se quejan de la falta de entusiasmo de sus empleados y se pregunta: “¿Cómo vas a tener motivación si estás trabajando solamente para sobrevivir?” Luego marca una distinción: “Hay muchos chicos de mi edad que tienen una falta de cultura de trabajo impresionante o por ahí quieren ser mantenidos hasta los 30; pero sé que hay muchos pibes laburadores también, y me estuve dando cuenta, por ejemplo, con lo que son las encuestas de Milei”. Deduce que entre los seguidores del libertario hay muchos laburantes que lo que reclaman es tener la posibilidad de ahorrar y la satisfacción de poder comprar algunas cosas sin tener que “pedirle la tarjeta de crédito a los padres”. 

El joven del Conurbano bonaerense recuerda que escucha a Milei desde antes de que quisiera ser diputado porque lo divertía, pero, también, destaca que todo lo que propone tiene mucha “lógica, fundamento y conocimiento”. “Lo que plantea Milei es completamente opuesto a lo que ofrece el socialismo, que por ahí es un plan social. El ‘Plan Milei’ sería que vos tenés que trabajar para ganarte tus cosas”, dice, y añade que avala su proyecto de hacer privatizaciones, “porque lo mejor que puede existir es la competencia” y de “cortar el Banco Central, porque emitir es peor”. 

 

 

El canal “El Peluca Milei”, con medio millón de suscriptores, lo muestra con imágenes de confrontación y enojo. 

 

 

Octavio percibe que la gente de más de 45 años tiene la impresión de que el libertario no está en su sano juicio, pero justifica su carácter irascible porque el ámbito de la política es “muy tóxico”. En su narrativa, el joven vuelve una y otra vez a la metáfora de la apuesta: “Si tenés un negocio y tenés un leve ingreso, tenés que jugártela”, porque “el que no arriesga no gana” y “si querés crecer, no podés amoldarte a una estructura”. Insiste con que hay que abandonar el pensamiento ególatra y pensar en las generaciones venideras, en un futuro mejor para todos. 

Milei le resulta convincente: “Si va a ser la solución, la verdad no lo sé. Pero, con probar… Ya que estamos en el baile, bailemos”.

 

 

 

Lo esencial es (demasiado) invisible

“Siento que Milei representa un hartazgo de la gente. Pero al mismo tiempo confiás en que puede proponer un modelo de país que sea eficiente. Aunque en política yo no pongo las manos en el fuego por nadie”, razona Renata, de 21 años, estudiante de la licenciatura de Economía de la Universidad Nacional de La Plata. La joven admite que se siente privilegiada por poder estudiar, tener una casa y comer, porque “hay gente que no llega a fin de mes y hoy en día no hay un plan para tratar de ayudar realmente a esas personas con un incentivo para que puedan conseguir trabajo”. Expresa su preocupación por el aumento de la pobreza, aunque pondera que el principal problema del país es el déficit: “Hay mucho gasto para con la sociedad y muchos impuestos también”. 

La crítica al Estado no es monolítica entre las y los jóvenes libertarios: reprochan los modos de administración de los servicios públicos, piden más eficiencia en el manejo de los recursos o una mejor distribución, pero no exigen su corrimiento total. Según la consultora Trespuntozero, un 83 % de los votantes del FdT aprueba la intervención del Estado en la economía y, en segundo lugar, aparecen los libertarios con un 45 %. Entre los adherentes de JxC, el porcentaje se reduce a un 42 %. Respecto a la gratuidad universitaria, condensa un 76 % de aval entre los electores del FdT, un 49 % entre los de JxC, y solo un 27 % entre los libertarios.

 

 

 

Renata confiesa que su opinión sobre la Universidad Pública es controversial: siente que la privada es “mucho más linda estéticamente”, que hay nuevas tecnologías y que todas las aulas tienen aire acondicionado, pero que “no todos tienen la posibilidad de pagar una cuota de 80 lucas de base”. Por otro lado, alega que ella y sus papás se “rompen el lomo para pagar impuestos para que exista una Universidad Pública” y, por eso, reclama que “esté en condiciones”. Sintetiza que el paso por la Universidad es “un derecho a estudiar que todos tienen que tener”, pero que le gustaría que “funcione mejor”. Consultada sobre en qué sector del gasto público haría un recorte de cara a invertir más en salud y en educación, responde: “En obra pública, por ejemplo, que sé yo, la obra pública no la veo, no la vi, no sé si la veré tampoco”. 

Renata trabaja en una pyme, donde realiza tareas administrativas. Considera que tiene un posicionamiento ideológico conservador y, del espectro electoral, se siente identificada con Espert y con Milei, aunque considera que este último es más conservador que ella, en particular, por su postura respecto al aborto. “Siento que en ese punto se contradice un poco, ¿querés vender un órgano, pero estás en contra del aborto? Creo que tenés que tener la libertad de elegir lo que vos querés hacer con tu cuerpo”, concluye.

 

 

Riesgo

“Creo que lo que afecta a mi generación es tener 23 años y no saber si a los 40 ó 50 vas a poder tener la casa propia, tener un lugar donde morirte. La economía tan problemática que tenemos te lleva a que hay que vivir el aquí y ahora, y no te permite prever a futuro”, dice Francisco, y refuerza: “La inflación no te permite ahorrar ni tener expectativas”. El joven es oriundo de Tandil, pero se mudó hace cinco años a La Plata para estudiar Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Universidad Católica Argentina. Ya tuvo varios empleos, trabajó en el Concejo Deliberante local y ahora lo acaban de contratar en una cámara empresaria en la Capital Federal. Manifiesta que le gusta la política y que se informa todo el tiempo, pero que no está en ningún partido o agrupación. 

Francisco detecta varias injusticias en la administración de los recursos públicos: “Hay gente de Capital Federal que tiene subsidiada la luz, mientras alguien del interior, con el mismo consumo y el mismo ingreso, paga el doble o el triple”. También alega que hay estructuras estatales, como el Ministerio de las Mujeres, que se enfocan en sectores minoritarios y que, aunque es relevante “generar concientización”, lo ve como un “gasto innecesario”. Cree que el segundo problema más importante del país es la inseguridad y se revela a favor de la portación de armas. Respecto a sus preferencias políticas, se considera defraudado por Juntos por el Cambio, a quienes apoyó en 2017. Hoy se inclina por Milei y por algunos peronistas que tienen ideas liberales, como Miguel Ángel Pichetto.

El joven sostiene que Milei respeta la democracia y que no existe nada en la Constitución Argentina que te dé plenos poderes, por lo que ve absurda su comparación con Hitler. “Por más que quisiese, a la primera de cambio, afuera”, prevé. Invoca que, así como debe respetar las instituciones, también debe “usar lo que ellas le permiten para tratar de llevar a cabo las políticas, como la utilización de DNU” y que imagina que, como JxC tiene ideas similares, va a cooperar. “Va a costar, pero todo dentro de la ley”, finaliza. 

 

Hijos de genocidas: Milei suma a Patti Jr. y Bussi Jr. a La Libertad Avanza.

 

 

 

 

Extremos

Incentivos, motivación, reconocimiento al esfuerzo, más expectativas de futuro: los y las jóvenes lo piden de distintos modos, pero en sus palabras resuena mucho más un “nos dejaron solos” que un “sálvese quien pueda”. Más de un Estado que los valore. Menos de un Estado que distribuye injustamente. 

Mucho se ha dicho en torno a cómo los libertarios han resignificado el concepto de “libertad” y como prevalece en sus propuestas una equivalencia negativa: la libertad como potestad individual arrancada al Estado. Sin embargo, nadie puede ser libre en una comunidad que no lo es. Partimos de una desigualdad de origen y solo es posible la experiencia de la libertad en un orden social que intente equiparar las posibilidades y competencias del conjunto. 

La derecha avanza. Octavio reconoce que es jugar con fuego y hace un paralelismo con las potencias globales: “Fijate en Europa… Cómo, para salir de la crisis, se sale con crisis”. La vieja estratagema de cierta izquierda de “cuanto peor, mejor”. Discursos que se unen por los extremos. ¿Puede esta sociedad tolerar un dolor aún más profundo? ¿Se podrá construir sobre esas cenizas la patria de los humildes?

 

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