No hay chofer que conduzca esta vorágine

La dimensión geopolítica y económica de los cuadernos Gloria

 

Termina una semana de definiciones económicas y políticas que ponen en evidencia no solo la precariedad de la política de ajuste del FMI y el deterioro de la credibilidad del gobierno, sino también un deterioro de la legitimidad institucional que abre las puertas a una crisis política de índole nueva. El país no solo enfrenta una corrida cambiaria que no ha sido contenida, sino además una operación mediático judicial: los gloriosos cuadernos de la corrupción empresaria, que avanza alocada hacia un desenlace desconocido.

Hoy es evidente que uno de los objetivos principales perseguido por el plan de ajuste del FMI es dolarizar lo más rápidamente posible la economía argentina. En dos oportunidades anteriores, la dolarización fue intentada: con Martínez de Hoz durante el terrorismo de Estado, y con la convertibilidad en la década de los '90. En ambos casos, la protesta social sumada a la resistencia por parte de los sectores más concentrados del capital local que controlan sectores estratégicos de la economía y determinan monopólicamente sus precios, impidieron que se consumara.

El ajuste del déficit fiscal que se quiere imponer hoy tiene en cuenta estos fracasos anteriores. De ahí que la política económica actual busca imponer un acelerado y masivo recorte del gasto social. En el afán de aumentar las transferencias de ingresos y riqueza hacia los acreedores financieros internacionales a través del pago de la deuda y sus intereses, ataca a los más pobres de entre los pobres y arroja al hambre a vastas capas de la población. Asimismo, busca pacificar la lucha por la apropiación de ingresos entre las fracciones más concentradas del capital local imponiendo tasas de interés exorbitantes (las más altas del mundo) destinadas a detonar y a mantener por tiempo indeterminado una profunda recesión. Al mismo tiempo, el FMI impone la flotación del tipo de cambio, que en la práctica implica un proceso de devaluación permanente. La combinación de estas dos políticas busca imponer la paz de los cementerios en la estructura productiva del país. Esto no es casual, ni solo producto de la mala praxis oficial.

Desde un inicio el plan de ajuste del FMI preveía la posibilidad de un default ante las dificultades de acceder al financiamiento externo en circunstancias de falta de liquidez, aumento de las tasas de interés de la Reserva Federal y la inminencia de una guerra comercial. Ahora la situación financiera internacional se ha endurecido todavía más, e impulsa constantes corridas cambiarias y salida de capitales de los países emergentes. A pesar de ello, el FMI insiste en la aplicación de una política de flotación libre del tipo de cambio. Esto implica aumentar permanentemente el riesgo de la corrida. Ningún gobierno puede aguantar este embate por mucho tiempo.

 

Raspando el fondo de la lata

El Banco Central intenta capear la corrida cambiaria utilizando sus reservas, y arañando dólares de cualquier lado: desde la renovación del swap chino hasta las migajas que pueda obtener de organismos financieros internacionales incluyendo un eventual pedido de ayuda al Tesoro norteamericano. Esto no hace más que intensificar el problema. El uso de las reservas no solo no detiene la corrida, sino que termina convirtiéndose en un factor fundamental para incentivarla. Así, en esta semana fondos de inversión y entidades financieras locales y extranjeras han recomendado a sus clientes dolarizar sus carteras. Asimismo, tanto el aumento del riesgo país como el consejo de dolarizar tenencias emitido por algunos bancos de inversión extranjera —entre los que se cuentan el BNP Paribas Brasil, y el JP Morgan— expresan la inquietud de las finanzas internacionales ante el nivel de reservas liquidas del Banco Central, estimadas actualmente en menos de 20.000 millones de dólares; y la incapacidad de cubrir con ellas los vencimientos futuros de deuda externa en 2019.

Estas circunstancias sumadas al incumplimiento de las metas de inflación, y a la percepción de que el país se precipita en la hiperinflación, han erosionado la credibilidad del gobierno ante los mercados, fenómeno que se expresa en la continuidad de la corrida cambiaria, superando el dólar la barrera de los 30 $ este viernes, cuando llegó a 31,47$. Esta situación ha llevado a Macri a organizar un inminente viaje al exterior para descartar en persona el riesgo de default frente a los principales representantes de las finanzas internacionales, y pedirles apoyo para su gobierno. (Ambito Financiero, 22 8. 2018.) Los encargados de organizar este encuentro son nada menos que dos de los fondos buitre más importantes del mundo: Templeton y Black Rock, que tuvieron participación destacada al inicio de la corrida cambiaria en abril de este año. Uno de sus representantes es hoy vicepresidente del Banco Central. Este viaje urgente de Macri indica a qué ritmo se deteriora la credibilidad de este gobierno potenciada en las últimas semanas por el impacto de los gloriosos cuadernos de la corrupción empresaria sobre el precio de las acciones y bonos argentinos en Wall Street y en la bolsa local. Esta caída alcanza ahora a los propios bancos argentinos, que hoy cotizan en Wall Street al mismo valor que tenían en 2015. Esto se explica por la amenaza de juicios por parte de los tenedores de acciones, si es que se comprueba que han participado de alguna actividad ilícita, ante la supuesta falta de cumplimiento de las normas legales a las que están obligados bajo la ley en Nueva York,

Ahora bien, ¿como se explica la súbita importancia adquirida por los cuadernos de la corrupción empresaria, y por qué ocupan hoy el centro de la escena política? Encontrar una explicación a este fenómeno requiere trascender el mundo de las intenciones subjetivas de los actores involucrados, e internarnos en la trama de intereses económicos y de poder que subyace bajo las políticas económicas del momento actual. Para encontrarla es necesario detenerse por un momento y enfocar la mirada sobre un escenario que nos incluye y al mismo tiempo nos trasciende: la coyuntura económica internacional. Esto permite resignificar la índole de la crisis económica que vivimos, y sus circunstancias políticas.

La frágil coyuntura financiera internacional está plagada de burbujas en los mercados de bonos, acciones y monedas, que amenazan con detonar una crisis del sistema financiero internacional. La política de la Reserva Federal norteamericana se explica por la necesidad de recrear mecanismos financieros que le permitan contener y postergar esta crisis, mecanismos que paradójicamente impactan sobre las finanzas de los países emergentes severamente endeudados en dólares, y al provocar la salida de capitales y el aumento del riesgo de default en estos países ponen en riesgo de contagio al propio sistema financiero internacional. En este torbellino las corridas cambiarias y la especulación con las monedas de algunos países emergentes (i.e Turquía y Rusia e Irán ) han permitido que salga a la luz la creciente utilización de las finanzas norteamericanas como un arma letal destinada a provocar cambios económicos que aseguran la consolidación de la estrategia geopolítica del capitalismo global monopólico.

Algo semejante ocurre por estos días con la política comercial norteamericana. Desde que asumió el gobierno, Trump se ha embarcado en una dura política comercial, supuestamente destinada a terminar con el déficit comercial norteamericano. Busca así poner fin a la hemorragia de la grandeza norteamericana, supuestamente erosionada por políticas comerciales que no han tenido en cuenta en forma adecuada al interés de los Estados Unidos y han redundando en la apertura indiscriminada de fronteras, el déficit comercial creciente, la perdida de inversiones en el país y de fuentes de trabajo. Trump ha desarrollado una agresiva política de amenazas y acciones unilaterales destinadas a imponer tarifas arancelarias y sanciones financieras tanto a países amigos como a adversarios que no acepten los objetivos que el gobierno norteamericano propone, desde la apertura de mercados a la inversión norteamericana y el comercio de bienes made in USA, hasta el acceso a recursos naturales no renovables de importancia estratégica. Estas amenazas han derivado en los últimos meses en una incipiente guerra comercial con China.

Esto ocurre en mundo caracterizado por una creciente integración de la producción mundial en cadenas de valor global dominadas por el control monopólico de tecnología por parte de grandes corporaciones multinacionales, en su mayor parte norteamericanas. Hoy esta integración productiva mundial ha dado lugar a una integración del comercio y la inversión en redes corporativas, que se desarrollan dentro del propio complejo multinacional. Estas redes intra-empresa están constituidas por filiales y proveedoras que operan bajo el liderazgo de grandes corporaciones multinacionales.

Hoy día dos tercios del comercio mundial de bienes intermedios y casi tres cuartas partes de los servicios intercambiados en el mundo se realizan dentro de estas redes intra-empresas. Las cadenas de valor no solo definen cómo hacen sus negocios las corporaciones sino cómo se estructura el comercio mundial. Aproximadamente un tercio del total de exportaciones estadounidenses son transacciones intra-empresa, es decir al interior del complejo corporativo multinacional, y por lo tanto entre empresas ubicadas en distintos países. Asimismo, cerca de la mitad del total de importaciones norteamericanas obedecen al comercio intra empresa y más de la mitad de todas las importaciones intra empresas provienen de proveedores chinos que funcionan bajo el control operativo de una multinacional norteamericana. Así, por ejemplo, China es el principal proveedor de bienes de consumo de alta tecnología (teléfonos celulares y computadoras), la mayoría de los cuales son manufacturados por compañías operando en China, bajo acuerdos establecidos y controlados por Apple, la corporación multinacional norteamericana, líder en este rubro. (World Bank, Global Economic Prospects, special focus,  2 June 2017.)

 

 

China es responsable del 20% del total de las ventas de las corporaciones más grandes de los Estados Unidos, entre las que se destacan las de alta tecnología.(zero hedge 14. 2. 2018). A su vez, las acciones de las 10 empresas de alta tecnología del S&P500 (índice bursátil que aglutina a las corporaciones más grandes) son responsables por 122% del rendimiento total del S&P en la primera mitad de este año (zero hedge 16.7. 2018). Cualquier problema de las empresas de alta tecnología con producción y ventas en China afectaría inmediatamente el precio de sus acciones en el mercado norteamericano y repercutiría negativamente sobre otros mercados financieros. Hasta ahora, más allá de veladas amenazas chinas, esto no ha ocurrido.

 

Una guerra tecnológica y armamentística

La guerra comercial con China esconde algo más que un intento de terminar con el déficit comercial: busca aumentar la penetración tecnológica y financiera del mercado chino. Es una guerra tecnológica que cada vez más implica una creciente carrera armamentista. El plan made in China 2025  detalla la estrategia china de expansión futura basada en la transformación de su base industrial en un poder industrial inteligente que permita erosionar el liderazgo tecnológico industrial de sus rivales : Estados Unidos, Alemania y Corea del Sur. Un estudio del Bank of América (BOFA) llega a la conclusión de que esta guerra comercial es la primera etapa de una carrera armamentista de tipo nuevo, entre China y los Estados Unidos, donde lo central es alcanzar superioridad tecnológica en el largo plazo vía computación cuántica, inteligencia artificial, aviones hipersónicos, vehículos electrónicos, robótica y seguridad cibernética (zero hedge 25 5 2018). De ahí que el objetivo de la administración Trump sea ahora “matar en el huevo” este desarrollo tecnológico chino, y la posibilidad de su implementación en la guerra.

China tiene recursos para contraponer a la ofensiva arancelaria de Trump. Los aranceles a las importaciones de productos norteamericanos ya han sido implementados. China también tiene políticas financieras que pueden impactar sobre la economía norteamericana: entre ellas la venta masiva de las letras del Tesoro norteamericano que ha acumulado a lo largo del tiempo, la devaluación de su moneda, el yuan, y la intensificación del alejamiento del dólar como moneda de reserva en las transacciones económicas y su sustitución por el “petro-yuan”. Sin embargo, el sistema financiero chino esta hoy altamente endeudado, plagado de burbujas financieras y progresivamente integrado a las finanzas internacionales. Pese a la intervención estatal, este sistema financiero no es impermeable a los ataques especulativos, las corridas cambiarias y la salida de capitales. En los últimos tiempos China se ha visto afectada por la salida de capitales y la corrida cambiaria provocadas por la suba de las tasas de interés de la Reserva Federal. Su capacidad para frenar estos ataques es relativa. Esta situación ha contribuido a depreciar su moneda y paradójicamente, a mitigar por esta vía el impacto de las tarifas impuestas por Trump a sus exportaciones.

 

 

Así, el enorme poder financiero y económico de las corporaciones multinacionales, grandes bancos y fondos financieros norteamericanos impulsa un estrechamiento de la integración productiva y financiera internacional. Al mismo tiempo, esto hace posible una creciente militarización de la política económica y financiera de los Estados Unidos con el fin de consolidar su poderío geopolítico, económico y militar. Asimismo esta integración productiva y financiera global hace posible el efecto contagio de los mercados globales y el peligro de una crisis económica generalizada. La política de ajuste del FMI en la Argentina adquiere así un nuevo significado: por un lado consolida la integración de la economía argentina al sistema financiero internacional a través del endeudamiento creciente. Por otro, al imponer la paz de los cementerios en la estructura productiva argentina, crea las condiciones para el avance del capitalismo monopólico global sobre los recursos naturales no renovables y sobre la propia estructura productiva del país. Estos fenómenos se potencian por el impacto económico de los gloriosos cuadernos de la corrupción empresaria.

Para comprender el significado político de estos cuadernos de la corrupción empresaria, es necesario referirnos a lo que ha ocurrido en las instituciones políticas del mundo occidental a lo largo de las últimas décadas. El Minotauro del capitalismo global monopólico no sólo intenta reafirmar su poder económico y militar y su control geopolítico global. También intenta aggiornar el laberinto institucional que lo oculta. Desde los orígenes del tiempo, la humanidad ha enfrentado el drama de la desposesión buscando gobernabilidad social a través de distintas formas de organización social, política y cultural. En el mundo occidental las instituciones democráticas hicieron posible desde hace mucho tiempo, una gobernabilidad asentada en el principio del “gobierno del pueblo y para el pueblo”. Hoy sin embargo, un sismo político sacude a la civilización occidental y expresa el malestar social en un presente dominado por el control del capital monopólico sobre todos los ámbitos de la vida social: económico, político y cultural. Desde la elección presidencial en los Estados Unidos en 2016 hasta la salida de Inglaterra de la Comunidad Europea, un populismo de distintos signos ideológicos agrieta las instituciones republicanas reclamando autonomía nacional, representación política y bienestar económico.

 

La desintegración de la gobernabilidad democrática

El capital monopólico global se expande por el mundo generando estancamiento de la producción global y creciente desigualdad social. Las instituciones de la democracia liberal no pueden digerir estos fenómenos. En consecuencia, la progresiva obstrucción de la participación y representación popular está a la orden del día. El bloqueo del gobierno del pueblo y para el pueblo desnuda la creciente desintegración de la gobernabilidad democrática y un orden social nuevo emerge y se globaliza. Formas de organización subterráneas, corruptas, de tipo mafioso y operando en abierta contradicción con las normas y valores de la democracia se ramifican dentro de las instituciones existentes, las vacían de sentido y cooptan su cáscara. Constituyen un entramado que, desde las sombras, cultivando la coerción y la corrupción, buscan el control absoluto del poder y del dinero. Rastros de la existencia de este entramado institucional aparecen, en mayor o menor grado, tanto en el primer mundo como en la periferia.

En los Estados Unidos, centro del capitalismo global monopólico, las transformaciones económicas ocurridas en las últimas décadas han impactado sobre su sistema institucional generando un Estado de Seguridad Nacional con un núcleo de poder cada vez más concentrado: un Estado en las Sombras que hoy conduce un “golpe blando” en el propio centro del capitalismo monopólico global. El objetivo de este golpe es la destitución del Presidente Trump (M.P.R “El laberinto del Minotauro: Trump y el Estado en las Sombras” IADE Realidad Económica. No. 309) Esta situación política se ha tensado en los últimos meses ante las elecciones de medio término que se aproximan.

La integración de la estructura económica y financiera mundial a partir del dominio del capital monopólico global sobre la tecnología de punta y sobre todos los aspectos de la vida en sociedad ha dado origen en los Estados Unidos a una estructura institucional, basada en el espionaje global y la manipulación estratégica de la opinión pública mundial. Estos fenómenos han engendrado un nuevo ordenamiento mundial basado en la militarización creciente de la inteligencia artificial y de la robótica aplicadas a la integración en profundidad del espacio aéreo y del ciberespacio. El estallido de movimientos populares que cuestionan a “la autoridad establecida” en “todos los países del mundo” es reconocida como una de las principales amenazas a este nuevo orden mundial.

Al mismo tiempo, que esto ocurre en el centro del capitalismo, golpes blandos jaquean al populismo en América Latina e imponen los intereses de los más poderosos. Su brazo ejecutor es el Poder Judicial que, articulado con los medios de comunicación altamente concentrados, ha provocado operaciones mediático/ judiciales con el objetivo de destituir a gobiernos populistas y encarcelar y/o proscribir a sus líderes políticos, intentando consolidar así a gobiernos neoliberales abiertamente corruptos y afines a la política norteamericana. Los golpes blandos ocurridos en Paraguay, Brasil y Ecuador ejemplifican este fenómeno.

En la Argentina, la caída del Terrorismo de Estado inauguró un periodo democrático caracterizado por una enorme fragilidad institucional. A pesar de la política de derechos humanos, del enjuiciamiento del terrorismo de Estado y de otros importantes cambios ocurridos en democracia, una trama de relaciones mafiosas, corruptas y clandestinas impregna a las instituciones del país. Hundiendo sus raíces en lo más recóndito del poder económico concentrado y escondiendo su cabeza en el tenebroso mundo de la inteligencia, este entramado mafioso ocupa hoy el primer plano del escenario político. Macri y su alianza Cambiemos llegaron al gobierno través del ejercicio libre del voto popular. Sin embargo, desde un inicio este gobierno ha desvirtuado el funcionamiento democrático y el Estado de Derecho con operaciones mediático-judiciales cuyo único objetivo ha sido blindar su política económica y perpetuarse políticamente en el poder. Entre estas operaciones se destacan los gloriosos cuadernos de la corrupción empresaria. Estos constituyen tal vez la versión más acabada del intento de eliminar a CFK y al populismo de la escena política argentina.

Este cuadernazo también busca barajar y dar de nuevo dentro del mundo empresario. Por un lado, deja vislumbrar la lucha entre las empresas más poderosas de capital local por la repartija de los negocios en un área de importancia estratégica para la producción: la generación transporte y distribución de energía y la explotación de recursos naturales vinculados a la misma. Por el otro lado, la forma arbitraria en que se ha llevado a cabo el operativo desde el comienzo, violando procedimientos legales, “apretando” a empresarios para que “canten” a cambio de su libertad, dejando a otros presos por motivos inconfesables; no llamando a declarar a destacados amigos y miembros del grupo de empresas del Presidente Macri que figuran en los gloriosos cuadernos, ha puesto en evidencia tanto la índole autocartelizada y corrupta de la actividad empresaria en el país como el carácter arbitrario e impune de un sector del poder judicial que continuamente violenta las reglas de procedimiento y el estado de derecho.

El cuadernazo ha derivado hoy en una escalada del circo mediático y en algo que se parece un ajuste de cuentas dentro de la histórica patria contratista a la cual pertenecen desde hace décadas el Presidente y su grupo empresario. Esta vorágine ha repercutido inmediatamente sobre el valor de las de las empresas involucradas en los cuadernos que cotizan tanto en Wall Street como en la bolsa local. Las posibles sanciones en contra de estas empresas por parte de la SEC norteamericana y otros organismos de control financiero internacional; la pérdida del financiamiento ya otorgado, la paralización de las obras en curso, abren la posibilidad de que estas empresas sean compradas a valores ínfimos, por parte de otras de capital local o extranjeras. Más aun, las esquirlas se han expandido e involucran a empresas vinculadas, tanto en el pasado como en el presente, a la obra pública y amenazan con incluir a empresas vinculadas al transporte, e incluso a empresas que han recibido subsidios del Estado en el pasado.

Así, más allá de las intenciones de los protagonistas, esta operación potencia el debilitamiento de la estructura productiva argentina, facilita la expansión local del capital extranjero, contribuye a desarticular la estructura industrial y se inscribe dentro de una estrategia geopolítica que busca eliminar al populismo de la escena política en América Latina. Al mismo tiempo, al exponer el carácter corrupto y cartelizado de la patria contratista contribuye a darle un contenido nuevo a la crisis política, cuyo desenlace es por el momento imposible de predecir.

 

 

 

 

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