Ni gesta ni héroes, víctimas

El reclamo de justicia de los ex combatientes de Malvinas

 

Las palabras “gesta” y “héroes” se repiten cuando se habla de la guerra de Malvinas. Pero desde hace mucho tiempo hay quienes se animaron a ponerlas en discusión, revelando los tormentos y torturas padecidas por soldados conscriptos por esa dictadura cívico-militar, eclesiástica y empresarial, que lejos estuvo de defender la soberanía nacional. A los que hoy se los recuerda como héroes, la dictadura les tejió “un proyecto de muerte”, señala con su claridad habitual Ernesto Alonso. El ex combatiente que impulsó persistentemente las causas judiciales por violaciones a los derechos humanos durante la guerra y secretario de Derechos Humanos del Centro de Ex Combatientes de Islas Malvinas (CECIM) de la ciudad de La Plata dialoga y reflexiona con El Cohete a 43 años de aquel 2 de abril de 1982.

“A los 18, 19, 20 años, no estás preparado para morir, estás preparado para vivir. Y la dictadura fue un proyecto de muerte para todos los jóvenes”, señala Alonso para aquellos que olvidan que  la guerra de Malvinas fue en el marco de los siete años que duró la dictadura que empezó el 24 de marzo de 1976. “No fue el ejército de San Martín, sino el de Videla, Galtieri, Anaya y Lami Dozo; los mismos que secuestraron, torturaron y asesinaron a los 30.000 compañeres”, señala habitualmente el CECIM en sus comunicados. El acto en homenaje que realizaron a los ex combatientes el día miércoles tuvo lugar en la plaza Islas Malvinas de la ciudad de La Plata. Estuvieron presentes el gobernador Axel Kicillof, sus ministros y el intendente local, Julio Alak. Ernesto Alonso expresa que la jornada de reflexión “se pensó en términos de faro, lo que representa Malvinas en toda la soberanía que nos falta”.

Cree en la importancia de comenzar a hablar “del costo que tuvo la decisión de la dictadura militar con la guerra”. Alonso sostiene: “Acá se pone en tensión la mirada de reivindicación en términos de gesta de esa decisión o la mirada en perjuicio de una dictadura, que después de la derrota militar del 14 de junio de 1982, le permitió al imperialismo desarrollar un plan de consolidación geopolítica en el Atlántico Sur y en América del Sur”. Poco se habla de “cómo la Argentina perdió capacidad militar en cuanto a ir renovando las nuevas tecnologías. Ese fue un condicionamiento directo producto de la guerra de Malvinas. A partir de ahí nos intervinieron política, económica y militarmente en forma indirecta”.

Destaca la pérdida de política soberana. Oportunidad que la geografía ofrece, “por el territorio que tenemos, por las oportunidades de contar reservas de agua dulce, minerales, tierras raras, la mirada estratégica de ocupar en un modelo socio-productivo el Atlántico Sur, la pampa sur”. Pero eso contrasta con un gobierno nacional “que está llevando adelante un plan sistemático de entrega”, califica Alonso. “Esto se está viendo en todas las acciones del gobierno y la destrucción del Estado. El desfinanciamiento de la producción de conocimiento, los polos científico-tecnológicos, el desarrollo satelital. Cada vez menos soberanía y traslado directo a las empresas multinacionales”.

El acto del CECIM tuvo reconocimientos para quienes asumen un compromiso con la memoria, la verdad y la justicia. Por su labor periodística sobre las torturas, tormentos y abusos que sufrieron los conscriptos enviados por los dictadores a la guerra, fue reconocida Luciana Bertoia. También fue distinguida la profesora de Historia Soledad Reyes, que el año pasado fue invitada a hablar en el acto municipal de la localidad de Verónica, del partido Punta Indio, y que, al contextualizar el período de siete años de dictadura en el que tuvo lugar la guerra de Malvinas, produjo el retiro de oficiales en actividad y de veteranos invitados. Los defensores de aquella etapa intentaron interrumpirla, pero Reyes continuó con su discurso. Luego del acto vino la tergiversación mediática de lo ocurrido, que derivó en amenazas hacia la docente de personajes defensores acérrimos de la dictadura que se enmascaran de malvinenses, como narramos en El Cohete.

 

Alonso, Reyes y Bertoia.

 

“Reconocimos el compromiso de esas personas que con su labor y su trabajo tienen por objetivo fortalecer la memoria, la verdad y la justicia (nosotros le sumamos la soberanía y la paz). Bajo ese concepto no puede haber soberanía sin derechos humanos y no puede haber defensa de los derechos humanos si no tenemos soberanía”, plantea Ernesto Alonso. Para el ex combatiente, “si el plan de entrega sigue avanzando tenderemos a ser un territorio de conflictos”. A la obra del padre Carlos Cajade —fallecido en 2005— también fue otro de los reconocimientos.

Alonso explica que “la dictadura, antes de la derrota del 14 de junio, no reforzó con mayor armamento, sino que puso todo su esfuerzo presencial en el destacamento de inteligencia en Puerto Argentino para empezar a tabicar a los pibes que volvían heridos. Como comenzaba a pasar que eran derivados a un centro de salud y tenían contacto con los medios de comunicación y empezaban a contar lo que habían vivido, los milicos reforzaron ese procedimiento para impedirlo. Eso está todo por escrito en los documentos desclasificados de los archivos de las Fuerzas Armadas”.  El secretario de Derechos Humanos del CECIM planteó en su momento “desconfigurar la efigie del ‘héroe’ que nos dejó la dictadura. Un ‘héroe’ deshumanizado para tratar de edulcorar lo peor que le puede pasar a un ser humano, que es la guerra”.

Ernesto Alonso explica la dificultad que tienen ex combatientes para salirse del libreto dictatorial. “No tenés que olvidarte de que nuestra generación hizo la primaria con la dictadura de (Juan Carlos) Onganía, después tuvimos la secundaria con algo de gobierno democrático pero la mayor parte con dictadura de Videla. De ahí, con Galtieri, fuimos a la guerra”. Todo fue muy difícil para comenzar a desandar, cuando la dictadura los escondió, tuvieron que luchar por sus derechos, y desde el CECIM fueron haciendo todo un camino —muy complejo— para llevar adelante hoy un reclamo de aquellos que sufrieron torturas y vejámenes por parte de sus superiores.

En su posición, Alonso establece la diferencia con los dictadores. “Nosotros no somos veteranos de guerra, no tenemos nada que ver con estos tipos. Con ‘El Tigre’ (Jorge Eduardo) Acosta; (Alfredo) Astiz, (Aldo) Rico; (Mohamed Alí) Seineldín. Ellos eran militares de carrera, nosotros fuimos cumpliendo un servicio militar obligatorio. Eso de que fueron voluntariamente, es mentira. Si uno no hacía la colimba ('corre, limpia, barre', así se le decía al servicio militar obligatorio) te metían en cana. Y en ese momento desaparecías”, explica. En su reflexión, profundiza sobre lo complejo que fue, dado que después de Malvinas lo que existió como plan dictatorial deliberado fue “desaparecer de la escena al soldado conscripto”. 

Por eso, el discurso de la Vicepresidenta Victoria Villarruel, tan al unísono con ese plan, en el acto en Tierra del Fuego, reivindicó el rol de las Fuerzas Armadas, expresando que no eran chicos, sino “hombres de armas”. Ernesto Alonso explica que esa mirada recargada de Villarruel es la de volver con lo “de ‘héroe’ deshumanizado, aquel que no llora, no grita, no padece ningún tormento (...). No hubo pacto de silencio, hubo una imposición de silencio”, remarca. “Hay flacos que no hablaron”, revela, refiriéndose a los casos de conscriptos torturados en Malvinas.

Sobre lo expresado por el Presidente Javier Milei, analiza que “nuevamente viola la Constitución al no respetar la defensa y el reclamo de un territorio usurpado”. Alonso indica que plantear el derecho de la autodeterminación es conceder el territorio a quienes hoy habitan las Islas Malvinas. Y con énfasis remarca: “Sus pobladores no son originarios. Es muy preocupante la no defensa territorial que realizó. (...) Viola la Constitución nacional, y entendemos que el camino que le queda es el juicio político”. Claro que no están dadas las condiciones necesarias para hacerlo y, sobre todo, no evalúa que lo sucedería Victoria Villarruel, todo un canto militar a la gesta patriótica sagrada de la guerra de Galtieri, como reivindicó.

El avance de tanto batallar en el Poder Judicial “los hizo poner como locos”, expone Alonso con relación a los nervios que tienen quienes se escondieron detrás de Malvinas para aparecer como “héroes”. Son aquellos que se presentan con medallas colgadas, casi como infiltrados en una democracia que les queda grande, pero se aprovechan de que no los distingan de dinosaurios, hacen una reivindicación de la guerra de Galtieri y ahí se refugian. En algunos casos para esconder su rol de torturadores y en otros para custodiar que la verdad no emerja. “Este avance que obtuvimos, con el cambio de temperamento de la Cámara de Casación Penal los puso como locos”, reitera. 

Con el voto de los jueces Alejandro Slokar, Carlos Mahiques y Diego Barroetaveña, la sala I de Casación Penal dio lugar a los recursos extraordinarios que habían interpuesto el fiscal general Javier de Luca, el CECIM de La Plata, la Comisión por la Memoria (CPM), la Subsecretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires y el abogado Miguel Ávila, también representando a excombatientes. “Slokar plantea que acá está en juego el derecho de gentes. Y después Casación hace un comunicado de prensa, esto pasó la semana pasada. Entonces hoy no tienen margen en la Corte (Suprema de Justicia de Nación)”, expresa Alonso. El juez invocó “el alcance del derecho de gentes y los crímenes de lesa humanidad y de guerra” para decidir que la causa continúa abierta y ahora en manos de la CSJN que tiene once recursos extraordinarios, en los que debe decidir si los delitos constituyen o no crímenes de lesa humanidad.

El Poder Judicial goza de no tener plazos para dar tratamiento a un tema —y lo que sucede con el poder supremo, más desprestigiado que nunca, con jueces entrando por la ventana del Poder Ejecutivo por decreto y rechazados por el Senado, habla de su podredumbre—, y aunque este es de interés primordial para la democracia, todo puede tardar lo que los supremos quieran. La Corte tuvo el caso en sus manos, pero decidió su rechazo y aplicó el artículo 280 (la CSJN dicta fallos sin expresar fundamento basados en ese artículo del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación que así se lo permite), convalidando el fallo de Casación a favor del imputado Jorge Taranto. 

Fue así que en 2015 el caso llegó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que admitió en 2023 el pedido del CECIM y la CPM para que se declare la responsabilidad del Estado argentino por no investigar ni juzgar las torturas en Malvinas. Las investigaciones por estaqueamientos a la intemperie, enterramientos, sumersión de cabeza en agua helada, golpizas, pasaje de corriente eléctrica, hambre y demás torturas aplicadas contra soldados conscriptos en Malvinas se iniciaron en 2007. Más de 200 testimonios existentes de víctimas en distintas causas que tienen a un centenar de imputados.

La pelea judicial llevada adelante los consolida más que nunca, dice Ernesto Alonso, dejando en claro que ese peregrinar en busca de memoria, pero siempre de una memoria acompañada de verdad y justicia, tiene sentido. La esperanza la tiene en que “si esto termina con juicio penal y público, será una acción reparatoria”. “Y las reparaciones que producen los juicios de lesa humanidad cambian el libreto. El discurso ‘de la gesta sagrada’ se desvanecería; gran parte de la sociedad ya lo sabe, pero está instalado en el poder y en ciertos medios que acompañan”.

 

 

 

 

 

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