Neoliberalismo y educación
Así en las calles como en las aulas, el gobierno porteño se rige por una filosofía política autoritaria
Las vallas con que el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires cercó el domicilio de la Vicepresidenta de la Nación, el accionar represivo de la Policía de la Ciudad y el hecho de que la Capital Federal fuera anfitriona de la que pudo ser una de las peores tragedias argentinas han quedado como testimonios. Son ya documentos que ponen en tela de juicio la posibilidad de que en la Ciudad funcionen permanentemente las garantías constitucionales.
Todo ello se suma a una prédica discursiva que entiende al otro como sujeto amenazante, al que hay que cambiarle el chip. Se trata sin más de una filosofía política autoritaria y violenta a la vez.
Para el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta el contrincante político es un enemigo, no un adversario. Por momentos, el proceso abierto hace 39 años con el retorno a la democracia parece haberse interrumpido en su jurisdicción.
El Estado porteño responde a un tipo de sujeto cuyas características se encuentran directamente asociadas a la acción de dominar y someter. Sus mensajes van en dirección contraria al pensamiento democrático. Buscan derrotar al otro, por todos los medios posibles. Por eso las vallas, los machetes y el negacionismo.
En dicho contexto, imaginar que la educación pública de la jurisdicción puede responder a un modelo abierto, inclusivo, favorecedor de una justa distribución del conocimiento, las tecnologías y los procesos que llevan a la formación del pensamiento crítico, es una utopía.
La recurrencia del Ministerio de Educación a implementar iniciativas autoritarias y confiscadoras de derechos y libertades de niños, jóvenes y docentes constituye una muestra del ejercicio autoritario del poder.
Se traduce en hechos como, por ejemplo, la negación de la participación de lxs alumnxs en el proceso educativo del que son co-protagonistas; la obligación de realizar “prácticas educativas”, que consiste en enviar alumnxs a trabajar sin fundamento pedagógico alguno; la quita de planes sociales para quienes no asisten a clase y la sanción unilateral de leyes limitativas a los derechos de lxs docentes, entre otras. Podríamos citar también la escasa cantidad y calidad de los alimentos distribuidos en los comedores escolares y/o en viandas, y la escasez de vacantes ofrecidas a la población en el Nivel Inicial.
Párrafo aparte para el desfinanciamiento de los servicios relacionados con el cuidado, detección, y derivaciones pertinentes por posibles enfermedades de lxs alumnxs, limitación que acaba de causar una víctima fatal, cuyo deceso pudo haberse evitado de contar las escuelas con un Estado presente.
Sometimiento y burocratización
La formación de los ciudadanos en las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires se define a partir de una política educativa autoritaria, que se desentiende de los sectores más vulnerables de la población. El Ministerio del área lleva a cabo también una práctica de sometimiento, burocratización y distanciamiento de lxs docentes.
Así, la Educación responde a un impulso homogeneizador, negador de diversidades, que hasta llega a interpretar a su antojo el concepto de “sujeto de derecho”, poniéndolo a disposición del arsenal ideológico del neoliberalismo.
El mensaje educativo apunta a una estrategia de sobrevivencia para niñxs y jóvenes estudiantes, direccionada hacia la aceptación natural de la centralidad del mercado como institución rectora de la vida ciudadana.
De esta manera, pone de evidencia una filosofía de la educación tendiente a una transformación ciudadana, gradual, de cualquier sujetidad y/o identidad que no responda a los principios del neoliberalismo. Pretende crear dentro del otro formas que aquel no conoce, y que lo sitúan en un espacio de espectador que espera que la “mano invisible del mercado” resuelva sus carencias fundamentales.
Formas de entender la vida, exaltación de unos valores en detrimento de otros. Naturalización de la desinformación pública y monopólica. Conocimientos, reglamentaciones, formas de evaluación, normas de conducta, sistemas de inasistencias y regularidad para lxs alumnos. Todo un conjunto de herramientas para una educación profundamente segmentada y desigual, diferente según a qué sectores sociales va dirigida.
El ajuste, en este caso la desinversión en la educación pública, le proporciona el escenario a las políticas públicas.
Frente a esta situación, nos parece que existen razones suficientes como para que la Nación se anime a atravesar los límites jurisdiccionales. El federalismo puede también ser respetado y promocionado, garantizando que los derechos de todxs los ciudadanxs de una República sean respetadxs. Formar a generaciones de alumnxs en los principios de Libertad, Igualdad, Solidaridad y Justicia no parece ser una demanda extemporánea, descontando además que son parte de los estándares básicos acordados en el Consejo Federal de Educación.
En la Ciudad de Buenos Aires, política y educación van de la mano. Su escaso respeto por los derechos es el denominador común de un poder que por ahora no reconoce límites.
* El profesor Raúl Moroni es supervisor (jubilado) de Educación Media y Técnica. Integra el Grupo “Rescate” de Educadores de la Ciudad Autónoma de la Ciudad de Buenos Aires.
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