NEOLIBERALISMO O DEMOCRACIA
Las claves de CFK para una alternativa democrática, nacional y popular en 2023
El acto del viernes 4 de noviembre en la UOM produjo un salto en el avance hacia la instalación de la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner para una alternativa democrática, nacional y popular en las elecciones de 2023. La importancia de la apertura del camino de esa decisión quedó completada con el lugar clave que en su discurso ocupó la cuestión central de un programa de gobierno para el movimiento popular: la distribución del ingreso.
En el discurso de la lideresa se destacaron algunas referencias clave sobre el tema:
- El retroceso de la participación en esa distribución de los trabajadores en el período posterior a su presidencia, como así también el modo en que se recuperó durante los tres períodos de gobierno nacional, popular y democrático que se sucedieron de 2003 a 2015.
- Destacó que el mejor nivel se alcanzó en el año 2015, criticando a quienes se dedican a separar ese proceso de doce años en tres períodos, refiriéndose críticamente al tercero.
- Mostró la evolución comparativa entre salarios y productividad en el período posterior a su gobierno, siendo que la productividad creció mucho más que las remuneraciones en ese tiempo.
- Refutó la concepción por la cual los salarios deben ser definidos por el mercado, indicando la necesidad de la participación del Estado en determinar su nivel. En tal sentido reclamó una decisión gubernamental de otorgar un aumento de suma fija como una de las medidas necesarias para recomponer el poder adquisitivo de los sectores de ingresos fijos.
- También criticó la presión ejercida por empresarios posicionados en dólares para provocar una devaluación, ejercida mediante una conducta permanente de aumentos de precios, crítica que conlleva la necesidad de la intervención pública para contrarrestarla.
- Señaló que la inflación es el resultado del comportamiento empresarial con los precios y que no proviene de la suba de costos por el lado salarial.
- Planteó la necesidad de que los ingresos de los trabajadores recuperen lo perdido en su participación en la renta nacional y que los salarios crezcan para permitir que los trabajadores lleguen a fin de mes sin aprietos, e inclusive, para que su nivel les permita ahorrar.
- Expresó la necesidad de que las organizaciones de los trabajadores participen en política no sólo en defensa de sus reclamos sino en la definición de un proyecto político para la Nación.
Esta última referencia articuló con el muy buen discurso que la precedió, pronunciado por el Secretario General de la Unión Obrera Metalúrgica Abel Furlán, quien subrayó la consigna que presidió el Plenario de Delegados de la UOM: que la solución gremial depende de la solución política. Por otro lado Furlán criticó la prédica empresarial respecto del salario que declama que el mejor es el que se puede pagar, sosteniendo que –en cambio— su nivel debe ubicarse para garantizar la vida digna de los trabajadores. También expresó que actualmente el gobierno peronista tiene dificultades para lidiar con los problemas planteados por la puja distributiva.
Polarización política y proyectos antagónicos
Las elecciones de Brasil y la Argentina, y las que se llevaron a cabo en otros países de América Latina, tienen como característica un alto nivel de polarización. Estas disputas no son entre alternativas políticas para administrar determinados proyectos de país, sino que enfrentan a proyectos antagónicos respecto de los futuros nacionales.
En Nacimiento de la Biopolítica Michel Foucault señala que en el nacimiento del capitalismo existieron “dos concepciones absolutamente heterogéneas de la libertad, una concebida a partir de los derechos del hombre y otra percibida sobre la base de la independencia de los gobernados… En relación con el problema actual de lo que se denomina derechos humanos, bastaría ver dónde, en qué país, de qué manera, en qué forma se los reivindica para advertir que, de vez en cuando, se trata en efecto de la cuestión jurídica de los derechos del hombre, y en otros momentos se trata de esa otra cosa que, con referencia a la gubernamentalidad, es la afirmación de la independencia de los gobernados… [Son] dos caminos para constituir en el derecho la regulación del poder público, dos concepciones de la ley, dos concepciones de la libertad”. Foucault se expide respecto a cuál predominó y “fue fuerte” siendo “el que consistía en procurar la limitación jurídica del poder público en términos de la gubernamentalidad de la sociedad”.
El texto citado menciona más adelante dos puntos de anclaje de la razón gubernamental que predominó. Uno era el mercado como mecanismo de los intercambios y el otro la utilidad como lógica de acción de las intervenciones públicas. “El intercambio que es preciso respetar en el mercado porque este es veridicción [criterio de verdad], [y la] utilidad para limitar el poder público, porque este sólo debe ejercerse donde es positiva y precisamente útil”. La heterogeneidad planteada por Foucault entre los derechos humanos y la independencia de los gobernados es un verdadero antagonismo entre la democracia y el liberalismo. El predominio de la segunda concepción implicó que la esfera económica fuera gobernada por el mercado y no por el gobierno.
El régimen de limitación de la democracia que impuso el triunfo de la lógica liberal fue metamorfoseado y radicalizado por el neoliberalismo que no significa sólo una profundización y/o reinstalación del primero, sino su transformación en otro que se propone el vaciamiento de la democracia mediante la construcción de una institucionalidad que se plantea un objetivo diferente. Para este liberalismo neo, el problema planteado no es “para nada saber –como en el liberalismo del tipo Adam Smith—…cómo podía recortarse, disponerse dentro de una sociedad política dada, un espacio libre que sería el del mercado. El problema del neoliberalismo, al contrario, pasa por saber cómo se puede ajustar el ejercicio global del poder político a los principios de una economía de mercado. En consecuencia no se trata de liberar un lugar vacío sino de remitir, referir, proyectar en un arte general de gobernar los principios formales de una economía de mercado”. Así, el neoliberalismo instituye una economía de mercado “sin laissez faire, es decir una política activa sin dirigismo… sino bajo el signo de una vigilancia, una actividad, una intervención permanente”, o sea que el problema no es la cantidad de intervenciones sino la naturaleza de las mismas. Los neoliberales se proponen una intervención y el desarrollo de un dispositivo legal que promuevan la expansión de una sociedad de mercado.
Las claves de la política neoliberal son los precios y el crecimiento. La cuestión de la libertad de precios es fundamental para este proyecto. Es el mecanismo desde el cual se organiza todo el proceso económico. Las regulaciones y leyes respecto a los mismos deben ser hechas en función de evitar cualquier intervención extramercantil que los afecte, especialmente la pública.
Respecto al tema distributivo, Foucault expresa que para los liberales neo “la distribución equitativa en el acceso a cada uno de los bienes de consumo, no puede en ningún caso constituir un objetivo. No puede constituir un objetivo en un sistema en el cual… la regulación económica, es decir, el mecanismo de los precios, no se obtiene… a través de los fenómenos de igualación sino por un juego de diferenciaciones que es característico de cualquier mecanismo de competencia y se establece a través de oscilaciones que sólo cumplen su función y sus efectos reguladores siempre que… se las deje actuar… mediante las diferencias”. Esto conduce a excluir cualquier política de igualación y también cualquier política de transferencia de ingresos de unos a otros y, sobre todo, las destinadas a quitar ingresos a los sectores pudientes que ahorran e invierten para volcarlos en sectores de menores ingresos que la destinarían al consumo.
Por este camino arriban a la conclusión respecto a la cuestión de la política social que se esboza en el liberalismo neo. “Sólo hay una verdadera y fundamental, a saber, es el crecimiento económico… La forma fundamental de la política social no debe ser algo que contrarreste o compense la política económica, la política social no debería ser más generosa cuanto más grande sea el crecimiento económico. Es este el que, por sí solo, debería permitir a todos los individuos alcanzar un nivel de ingresos suficiente para tener acceso a los seguros individuales, la propiedad privada, la capitalización individual o familiar, para poder enjugar con ellos los riesgos.”
Entonces el activismo estatal está en la construcción de una sociedad de mercado, que no sería fruto del estado de naturaleza, sino un objetivo supuestamente maximizador del bienestar a lograrse mediante ese activismo, que procurará que la política social sea una política social individual que supone un sistema jubilatorio de capitalización, un sistema de salud soportado por seguros individuales y operado por el sector privado, e igual criterio para la educación. El activismo público es para la construcción de esa lógica regulatoria y de una legalidad que blinde a la actividad económica de cualquier intervención del Estado. Activismo que se dedica a la permanente construcción de mercados y la destrucción de instituciones que no se condicen con la construcción en donde todas las personas, familias, organizaciones se comporten con la lógica empresarial de la competencia. Es una sociedad de desiguales que actúan mediante el móvil del beneficio, no sólo en la esfera productiva y del intercambio sino también en la del consumo y en las actividades sociales y de convivencia y sobrevivencia. Todo es competencia. Todos y siempre estarán compitiendo. Los sindicatos son indeseados para esta lógica social, por eso la flexibilización laboral y las reformas que tienden a debilitarlos constituyen parte del objetivo intervencionista neoliberal.
Los precios son el eje de la regulación de la actividad económica y el crecimiento es el objetivo unidimensional de la política económica.
Las líneas programáticas de Cristina Fernández
Las enunciaciones de la Vicepresidenta en el acto del viernes recogen la línea democrática que no fue hegemónica en el principio de la modernidad, pero que en el siglo XX tuvo expresión en gobiernos populares de la periferia, y particularmente en América Latina. El primer peronismo lo expresó en la Argentina con sus políticas de intervención del Estado para redistribuir el ingreso y plantear un proyecto de desarrollo nacional, en el cual el crecimiento era una variable más y no la única ni la principal. El ciclo kirchnerista retoma ese rumbo, por eso la crítica al segundo gobierno de Cristina Fernández se vincula a la intransigencia de sus respuestas políticas respecto del cumplimiento de las metas de soberanía política, independencia económica y justicia social, siendo el tratamiento del tema de los Fondos Buitre un punto clave de su última etapa. Otro fue el sostenimiento de la política de redistribución progresiva del ingreso. El subrayado de esta fase de su segundo gobierno que Cristina Kirchner hizo en la reunión metalúrgica constituye un verdadero manifiesto de su pensamiento para el futuro. También el planteo de la politización de la vida sindical resulta, inequívocamente, movilizante de la tradición popular, nacional y democrática.
Sus reflexiones sobre la inflación y la necesidad del activismo para enfrentar a las conductas que promueven su permanencia y ascenso también constituyen un posicionamiento antagónico respecto del neoliberalismo.
Su concepción de un campo del movimiento popular, nacional y democrático que incluya al peronismo pero que se ensanche más ampliamente responde a la necesidad de derrotar a las opciones políticas que se proponen desplegar el dispositivo del liberalismo neo. Tanto Juntos por el Cambio como Avanza Libertad se alinean con esta programática de vaciamiento de la democracia. Pretenden la construcción de una sociedad de competidores, no de ciudadanos.
El acto de cierre del Plenario de Delegados de la UOM permitió que asome la construcción de una alternativa político-electoral para el año 2023, en la época de avance en América Latina de triunfos electorales de fuerzas que resisten a la derecha neoliberal y que se plantean transformaciones de los países y las sociedades de la región en pos de la consecución de igualdad social y autonomía política. El triunfo de Lula en Brasil constituyó un aliento para que Cristina Fernández encabece esa alternativa, para abrir un camino común entre estos dos países clave que junto a otras experiencias populares que ya gobiernan retomen las políticas de construcción de la Unidad Latinoamericana.
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