Nazional tecnológicos

El “saludo del corazón” de Musk, a 80 años de la liberación de Auschwitz

 

Cuando se conmemore, dentro de algunas horas, otro aniversario del día en que tropas de un país de izquierda liberaron a los retenidos en el mayor campo de exterminio de la historia, no se hará mención a la complicidad con el genocidio por parte de empresas tecnológicas.

Un recuerdo muy concreto proviene del campo de trabajo forzado en Bergen-Belsen, donde el secuestrado Rudolf Martin memorizó lo que veía en la Oficina de Servicios Laborales, donde procesaban unas tarjetas de 13 x 8 centímetros, divididas en columnas numeradas con agujeros perforados.En ellas consignaban los ingresos de esclavos: su nacionalidad, nacimiento, estado civil, hijos, habilidades laborales u otras condiciones: el agujero 3 significaba homosexual; el 8, judío; el 12, gitano. También la muerte merecía cuantificación, en la columna 34; si lo transferían, se perforaba el código 2; si moría, el 3; si se suicidaba, el 5; si lo ejecutaban, el 4; pero si iba a la horca o la cámara de gas, el código era 6.

 

 

 

El número de tarjeta es el que se tatuaba sobre la piel. Sin el aporte de IBM hubiera sido imposible la eficacia de la maquinaria genocida. Su colaboracionismo comenzó antes que la masacre, porque hacía falta saber a quién y dónde secuestrar.

Los nazis invadían un país, convocaban a los judíos a entregarse y, si bien muchos apelaron a las denuncias de los vecinos, estaban al tanto de cuántos judíos debían secuestrar en cada barriada. ¿Cómo sabían? Habían procesado los datos de los Registros Civiles y otras fuentes burocráticas.

Así lo reveló la investigación de Edwin Black, IBM and the Holocaust (2001 y 2012), libro subtitulado La alianza estratégica entre la Alemania nazi y la más poderosa corporación norteamericana.

 

Memoria

Cuando soldados estadounidenses liberaron algunos campos de concentración, Naftali Fürst tenía 12 años. Aparece en una foto entre supervivientes, cerca de Elie Wiesel, Nobel de la Paz 1986. Hoy preside la Asociación de ex Prisioneros de Buchenwald.

El 7 de octubre de 2023, Fürst estaba en su casa, al norte de Israel. En la ofensiva sorpresa de Hamás, su familia permaneció 12 horas en un refugio, y aunque sobrevivió, los suegros de su hija murieron. “Mi nieta y su familia son supervivientes como yo”, dijo Fürst a AFP, pero sin comparar: “No es la Shoah”.

 

Fürst con la foto en la que aparece también Wiesel, en Buchenwald. Foto: Menahem Kahana (AFP).

 

Otro liberado por estadounidenses es Dan Hadani, quien hace poco cumplió 100 años. De regreso a casa, cuando descubrió que no le quedaban familiares, emigró al nuevo Estado de Israel, en cuyo ejército se alistó. Luego, halló su modo de guardar la memoria a través del fotoperiodismo, para lo que fundó una agencia, a la que dedicó el resto de su vida. Aunque es un férreo opositor a Benjamin Netanyahu, lamenta que desde el 7 de octubre se confirme la condición bestial de parte de la condición humana.

Un año más tarde de aquel día nefasto, un misil de Hezbolá cayó en el vecindario donde vive Abraham Wassertheil, de 96 años, quien debió recluirse en un refugio. Venía de pasar por media docena de campos nazis.

Quien se negó a refugiarse durante las 600 alarmas que sonaron cerca de Gaza es Eva Erben, de 94 años, sobreviviente de Auschwitz. “No ignoramos la Shoah, una sombra en nuestras vidas, pero ya la cruzamos”. Da charlas sobre aquello, aunque prioriza su apoyo a Israel después del 7 de octubre de 2023. “Decepcionada por la forma como se percibe a Israel hoy”, plantea que ahora “hay que respetar y aceptar a Israel”.

Otra de las 130.000 supervivientes del Holocausto o el antisemitismo que viven en Israel es Mirjam Bolle, quien este año espera cumplir sus 108. Había sido secretaria del Consejo Judío de Amsterdam, creado por los nazis para controlar la comunidad durante la guerra, en la que perdió a seres muy cercanos. Hoy observa con preocupación el aumento del antisemitismo en Europa. “Me cuesta entender por qué los judíos son tan importantes”, le dijo a AFP la también ex secretaria de la embajada de los Países Bajos. “Israel es el lugar más seguro para nosotros a pesar de las dificultades”, evalúa.

 

De aniversario

Para este Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto, a 80 años de la liberación, asistirá a Auschwitz el monarca del Reino Unido, Carlos III, un gesto cuya mayor cercanía data de hace una década, cuando su madre, la reina Isabel II, visitó Bergen-Belsen, el lager liberado por canadienses e ingleses.

En la Argentina, el pro británico Javier Milei –que persiste en intentar conciliar su repudio a lo humanitario con su defensa de las víctimas judías, como cuando quiso presidir la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto– viene de dar una muestra de intolerancia al amenazar a quienes piensan distinto: “Zurdos hijos de puta, tiemblen. Los vamos a ir a buscar al último rincón del planeta”. Eso motivó una declaración del Llamamiento Argentino Judío en el que advierten acerca de “el pasado que quiere volver”.

Con la firma de Marcelo Horestein y Pablo Gorodneff, el comunicado del jueves ubica la bravuconada “en la defensa de su nuevo amigo, Elon Musk, cascoteado por hacer un ‘saludo del corazón’ demasiado parecido al clásico saludo nazi. El multimillonario tecnológico acaba de entrevistar a la candidata de Alternativa por Alemania, el partido ultraderechista xenófobo, en la que destaca que el error ‘después de esa terrible época fue etiquetar a Adolf Hitler como de derechas y conservador; era lo contrario’ y pasa a definirlo como ‘socialista’”.

 

Dos símbolos, por arriba y por debajo de la línea del atril.

 

El Llamamiento se preguntó: “¿Cuánto tiempo le llevará a la tecnología de la comunicación invadir la lógica de nuestras conciencias?”.

No es un interrogante desatinado si se considera que refiere al hombre más rico de la historia planetaria que, no en vano, compró una red digital desde la que aumenta la circulación de falsas noticias y operaciones depropaganda política.

Ya hace un lustro, en su nota La insoportable sensatez neoliberal (El Cohete a la Luna, 14-6-20), Gonzalo Basualdo cuestionaba: “¿No hay suficientes experiencias humanas sobre el uso de la técnica a las que se haya pensado en un primer momento como un avance por el solo hecho de aparecer y brindar una nueva perspectiva o respuesta, y que culminaran en formas de explotación más sofisticadas, por no hablar de la técnica con el objetivo del exterminio, como fue el caso de la relación entre IBM y Adolf Hitler estudiada por Edwin Black?”.

El Llamamiento propone “dar vuelta la lógica de normalizar lo inconcebible y dejar de aceptar la razón de lo fantochesco”.

Desde Israel, Naftali Fürst se carga al hombro un deber: “Muchos de los que vivieron los horrores no están más para hablar de ellos, es mi responsabilidad dar testimonio; pero temo que en 50 ó 100 años, el Holocausto se convierta en una simple página de la historia, y se olvide a qué punto fue único y trágico”.

“Dar testimonio” para mantener la memoria. Ninguna otra pretensión motiva estas líneas.

 

 

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