Monopolios: el sonido y la furia
Plantarse ante los poderosos conduce a la salida del laberinto
El mundo avanza hacia la post-pandemia sin haber eliminado a Covid-19. El virus persiste y, mutando constantemente, amenaza a vastos sectores de la población del planeta que aún no han sido vacunados. Un puñado de monopolios farmacéuticos se apropia de ganancias extraordinarias al controlar las patentes de las vacunas que, sin embargo, fueron financiadas por los Estados de los países centrales con los aportes tributarios del conjunto de sus habitantes. Estas pinceladas desnudan algunas de las contradicciones de un presente caótico y doloroso. En los tiempos que vivimos, los excluidos constituyen un fenómeno natural y cuando sus quejas rasguñan el presente se convierten en una amenaza para el status quo. Es entonces que los discursos oficiales apelan frenéticamente al miedo y al odio e inundan de noticias falsas a las redes sociales y a los medios de comunicación. Los intereses colectivos, la solidaridad, la cooperación y el bien común son sustituidos por la guerra de todos contra todos. Al amparo de esta vorágine, unos pocos concentran cada vez más poder. No obstante, al desatar profundos conflictos sociales y geopolíticos, esparcen las semillas de las grandes transformaciones sociales y políticas.
Una escalada belicista agita al escenario internacional, pero nadie escucha el rumor de la guerra. Al asumir la presidencia de los Estados Unidos, Joe Biden prometió a Ucrania protección militar y futura participación en la OTAN. Desde ese entonces, la tensión con Rusia fue creciendo y derivó en vastos ejercicios militares rusos, con despliegue de armamento nuclear en sus fronteras con Ucrania y Bielorrusia. Al mismo tiempo, Rusia advirtió que responderá “por cualquier medio” si tropas norteamericanas o de la OTAN se aproximan a sus fronteras [1]. Esta situación se ha agravado en las últimas semanas. Luego de que la OTAN expulsara de su sede central a ocho diplomáticos rusos acusándolos de espionaje, Rusia cortó relaciones diplomáticas con esta organización. Escalando el conflicto, la OTAN anunció un “plan mayor de operaciones” para defenderse de un ataque ruso que podría ocurrir simultáneamente en distintos frentes, y la ministra de Defensa de Alemania, Annegret Kramp-Karrenbauer, respondió que la OTAN “está preparada y lista para activar su arsenal nuclear como estrategia disuasiva” para prevenir un posible ataque ruso [2].
La tensión militar también crece en la región del Indo-Pacífico, donde por primera vez se realizaron ejercicios militares de China y Rusia. Durante varios días, buques y aviones de guerra de ambos países recorrieron miles de kilómetros bordeando las costas de Japón. Según la prensa china, el patrullaje pretendió advertir a los Estados Unidos y a sus aliados que China y Rusia que están dispuestos a impedir, por cualquier medio, la desestabilización política y militar de la región [3].
En paralelo, se agudiza la dislocación de las cadenas de valor global que analizamos en otras notas, y los cuellos de botella en la logística, la distribución, la producción y el comercio de todo tipo de bienes impactan sobre los precios internacionales en un mundo cada vez mas polarizado por la desigualdad económica y social. El proteccionismo cunde en las esferas vinculadas a la seguridad nacional norteamericana mientras se profundiza la pelea entre monopolios por consolidar su expansión global y acrecentar su control sobre las finanzas estadounidenses. Esta situación engendra contradicciones y conflictos de nuevo tipo y, paradójicamente, brinda una oportunidad para que los países de la periferia miren hacia dentro de sus fronteras e inicien los cambios en su matriz productiva necesarios para generar un crecimiento económico más independiente e inclusivo.
Proteccionismo y conflicto social en Estados Unidos
La dislocación de las cadenas de valor global ya afecta a la producción de muchas empresas norteamericanas, al tiempo que proliferan las demandas de distintos sectores sociales por mejores condiciones de trabajo y salarios más dignos. Entre la multiplicidad de conflictos, se destaca el protagonizado por 10.000 obreros de la fabricante de maquinaria agrícola John Deere, donde –a diferencia de lo que sucede en otros sectores de la economía– sus trabajadores están sindicalizados. La intransigencia de la empresa y la incapacidad de los dirigentes de uno de los sindicatos más importantes del país para defender las demandas obreras llevó a los afiliados a votar masivamente en contra de lo acordado y “a ir a la huelga para obligar a ambas partes a que nos escuchen (…) He trabajado 14 años en la empresa (…) y recién ahora entiendo en cada uno de mis huesos el significado de la palabra solidaridad” [4].
Esta ola de conflictos ha llevado a grupos del establishment vinculados a la seguridad nacional a exigir “desacoplarnos de China con urgencia y traer al país las cadenas de abastecimientos que son críticas” [5], y a reclamar la urgente construcción de “una flota mercante de propiedad norteamericana, operada comercialmente por el país” [6]. En este contexto, el proyecto Reconstrucción Nacional (Build Back Better) de Biden languidece en el Congreso. Los fuertes estímulos destinados a reavivar la demanda de los sectores de menores ingresos y a promover inversiones en infraestructura y en el cambio climático han sido rechazados por los lobbistas de las corporaciones, los republicanos y dos demócratas conservadores. Esta oposición ha logrado eliminar importantes subsidios sociales y recortar los impuestos a los ricos, que constituyen la principal fuente de financiación de los proyectos.
Este jueves, el Presidente convocó a sus diputados y senadores a aprobar rápidamente los proyectos, advirtiendo que con ellos se juega el futuro de su gobierno. Aceptando los recortes que ya se han hecho, interpeló a “los más ricos” al postular que la nación enfrenta un punto de inflexión: el liderazgo del país en el mundo se ha debilitado y hay que reconstruirlo “invirtiendo en la gente”. Recordó que el 1% más rico evadió impuestos el año pasado por valor de 120.000 millones (billions) de dólares y que las 55 corporaciones más grandes del país no pagan impuestos desde hace varios años. Finalmente, sostuvo que el crecimiento no se produce de “arriba hacia abajo”, sino incluyendo a los sectores medios y de bajos ingresos y que “los más ricos” deben contribuir a la reconstrucción nacional “pagando lo que corresponde” [7]. Esta exhortación expone la debilidad del Presidente frente al poder económico y político de un núcleo pequeño de corporaciones que, como ya hemos señalado anteriormente, han aprovechado la política monetaria de la ultima década para acumular aceleradamente porciones cada vez más grandes de los ingresos producidos, al tiempo que manipulaban a las regulaciones existentes para evadir con total impunidad el pago de impuestos. Paradójicamente, este núcleo de corporaciones contribuyó financieramente al éxito de Biden en las últimas elecciones.
Las finanzas y la puja entre monopolios
Los vientos del proteccionismo también soplan en el mundo de las finanzas. El magnate financiero George Soros [8] ha acusado al fondo de inversión BlackRock de invertir miles de millones de dólares en China, poniendo en riesgo el dinero de sus clientes y “dañando la seguridad y el interés nacional de los Estados Unidos y de otras democracias del mundo” [9]. Para impedir que el mal ejemplo cunda, Soros presiona al Congreso para que restrinja los flujos financieros hacia China. Frente a este ataque, el vocero de BlackRock se limitó a destacar la importancia de sus actividades financieras en China para “asegurar la compleja interrelación entre las dos economías más grandes del mundo” [10].
BlackRock no es el único interesado en penetrar las finanzas chinas. Ray Dalio, titular de Bridgewaters Associates –el fondo de inversión más grande del mundo–, dice que hay que aprovechar las oportunidades que brinda la reforma capitalista en China, uno de los fenómenos más importantes del presente [11]. Recientemente, el gobierno chino ha alentado a instituciones financieras extranjeras a invertir en las finanzas chinas. Para ello, otorgó a dos de los principales bancos norteamericanos, Goldman Sachs y J. P. Morgan, control total sobre todas sus inversiones financieras en China. Asimismo, reconoció a BlackRock como el primer fondo privado extranjero con fuertes inversiones destinadas a captar los pequeños ahorros chinos. Este nuevo status adjudicado a las entidades financieras norteamericanas les permite ahora expandir sus operaciones al conjunto del sistema financiero chino e integrar estas inversiones con el resto de sus operaciones financieras en el mundo [12].
La expansión global de estos monopolios financieros se da al mismo tiempo que el gobierno refuerza el control regulatorio de la SEC (Securities and Exchange Commission) sobre las criptomonedas [13] y, especialmente, sobre aquellas que se referencian con el dólar (stablecoins), pues el Tesoro las considera un peligro para la estabilidad de la moneda y de las finanzas norteamericanas [14]. Estas regulaciones apuntan, además, a controlar las actividades futuras de Diem, la criptomoneda que Facebook quiere emitir a pesar de la oposición oficial. De concretar este proyecto, Facebook tendrá una enorme capacidad para disputar la emisión de dinero. Por otra parte, el gobierno intenta dar otro paso de gran envergadura: con la nominación de Saule Omarova como titular de la Oficina del Contralor de la Moneda, OCC (Office of the Comptroller of the Currency) [15], el gobierno busca concretar una transformación radical de la arquitectura financiera del país.
En un artículo reciente, Omarova propone la emisión del dólar digital controlado por la Reserva y el reemplazo de los depósitos de los bancos privados comerciales por cuentas en la Reserva Federal (fed-accounts) con el objetivo de “democratizar” las finanzas. Sin embargo, esta reforma dará mayor autoridad y control a un puñado de funcionarios que no son elegidos democráticamente, al tiempo que asegurará la pérdida total de privacidad e independencia financiera de los usuarios de estas cuentas. Incluso permitirá que “en raras y extremas circunstancias, cuando la Reserva sea incapaz de controlar a la inflación aumentando las tasas de interés, esta pueda confiscar depósitos de las cuentas privadas con el objetivo de restringir la expansión monetaria”. Asimismo, en circunstancias extremas, cuando “la suba del valor de mercado de las acciones sugiere la existencia de una burbuja financiera” –como ocurre con las acciones tecnológicas–, la Reserva Federal podrá intervenir en el mercado para bajar el precio de las mismas. Por último, la reforma incluye la eliminación de la garantía oficial sobre los depósitos y la consolidación de todas las funciones regulatorias en la propia OCC [16].
Así, esta propuesta apunta a reforzar el control que tiene la Reserva –y de los seis bancos más grandes del país que la controlan– sobre la arquitectura del sistema financiero. Al mismo tiempo, otorga a la autoridad monetaria un mecanismo para enfrentar la crisis financiera que se avecina, que consiste en la intervención directa en las cuentas privadas, sin autorización de sus titulares, para imponer la restricción monetaria, o la liquidez, según las circunstancias lo indiquen. Más aún, la reforma implica un avance de la Reserva (y de los bancos que la controlan) sobre el territorio de un puñado de monopolios tecnológicos y sobre el mecanismo que nutre su poder de fuego financiero: es decir, sobre el valor de sus acciones y sobre la recompra de las mismas para incrementar su valor.
Poco a poco, se va delineando el escenario donde se juegan los principales conflictos que definen a la actual estructura de poder global y a la posibilidad de cambiarla.
Argentina y el rugido de los monopolios
En 1876, Juan Bautista Alberdi reconocía en sus Escritos económicos el papel ejercido por el Banco y por la Aduana en la consolidación de la hegemonía de Buenos Aires sobre el resto de la República. Veinte años después, Ernesto Quesada iluminaba las raíces del problema: “La cuestión del Tesoro es, en el fondo, el eje de toda la política argentina desde la emancipación (...) las luchas civiles, las disensiones partidistas, las complicaciones políticas, el enardecimiento de unitarios y federales, de porteños y provincianos, el caudillaje mismo, todo ha nacido de ahí y ha gravitado a su derredor. Tocar esta cuestión es ‘pisar arena candente’; aclararla, es encontrar el hilo de Ariadna que nos guía en el laberinto de la política argentina” [17].
Más de un siglo ha transcurrido desde ese entonces, y la “cuestión del Tesoro” se encarna en una estructura de poder monopólica recorrida por la voracidad de ganancias sin límites y por el rechazo del bien común y de los intereses de la nación. Hoy, un pequeño núcleo de monopolios controla los sectores claves de la economía, las divisas que el país genera y la información que circula, y utiliza con impunidad este enorme poder para desplumar a la Argentina, fugando divisas y recursos y desestabilizando al gobierno con corridas cambiarias y remarcación de precios. La incapacidad de los poderosos de hacer concesiones e incluir a los que menos tienen nos encierra en un laberinto del cual sólo se puede salir introduciendo cambios en la matriz productiva tendientes a desatar a los monopolios, y crear nuevas instituciones y nuevas formas de organización social que aseguren la participación de la ciudadanía en las políticas que se deciden y en el control de sus representantes.
A diferencia de otras épocas, hoy los monopolios tienen nombre y apellido, actúan a cara descubierta, amenazan explícitamente con el desabastecimiento, el desempleo y el caos social y convierten al hambre y a la miseria en fenómenos naturales. Algunos anticipan que el gobierno no terminará su mandato y otros admiten que no importa si se firma o no el acuerdo con el FMI, porque “a los cuatro meses habrá una corrida cambiaria” [18]. Mientras tanto, Mauricio Macri y sus tribus manipulan e incendian las instituciones, bloquean la actividad del Congreso, instan a un mayor endeudamiento y flexibilidad laboral e infunden miedo y odio hacia los que menos tienen. Nunca se llegó a erosionar tanto a las instituciones en democracia, nunca estuvieron tan abiertamente definidos los intereses y los objetivos de los poderosos. Como dice el Presidente, hay que plantarse ante ellos y no hay que arrodillarse ante el FMI [19]. Esto ilumina la salida del laberinto.
[1] zerohedge.com, 11/09/2021 y 28/10/2021.
[2] zerohedge.com, 23 y 27/10/2021.
[3] zerohedge.com, 02/10/2021.
[4] nakedcapitalism.com, 30/10/2021.
[5] Decano del Colegio Internacional de Estudios de Defensa Nacional, Marshall Center y ex comandante general de las fuerzas norteamericanas en Europa, zerohedge.com, 21/10/2021.
[6] forbes.com, 08/10/2021.
[7] cnbc.com, 28/10/2021; zerohedge.com, 28/10/2021.
[8] Soros tuvo una conspicua actuación en las “revoluciones de colores”, impulsadas por los organismos de inteligencia norteamericanos en Europa y Medio Oriente para terminar, en un caso, con la Unión Soviética, y en otros, con gobiernos considerados díscolos por Estados Unidos.
[9] ft.com, 30/08/2021; wsj.com, 06/09/2021.
[10] zerohedge.com, 08/10/2021.
[11] bloomberg.com, 07/10/2021.
[12] reuters.com, 17/10/2021.
[13] zerohedge.com, 11/09/2021 y 28/10/2021.
[14] zerohedge.com, 14/10/2021.
[15] La entidad federal que regula y supervisa a todas las entidades financieras locales y extranjeras que operan en el país.
[16] zerohedge.com, 20/10/2021; wallstreetonparade.com, 26/10/2021.
[17] Ernesto Quesada, La época de Rosas, Editorial Urbanita, 2011.
[18] Alejandro Werner y Ricardo Arriazu en lapoliticaonline.com, 27/10/2021.
[19] infobae.com 27/10/2021.
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