Militante desde la panza de mamá
Entrevista a Victoria Onetto, actriz y Secretaria de Cultura de Avellaneda
Sostiene la actriz de stand up Victoria Grigera Dupuy, desde su personaje Montonerísima, que muchas parejas de militantes de los años '70 llamaron Victoria a sus hijas, casi como un acto de afirmación. Ella le puso humor a su drama personal, porque su padre está desaparecido. La protagonista de esta historia singular también es actriz y —como se verá— muchas cosas más. Se llama Victoria, un nombre de pila que en su vida fue estigma, secreto, modo de acción y símbolo de reconocimiento y militancia. Cuando nació, en junio de 1971, su papá, Manuel Belloni, ya no estaba en este mundo. Tres meses antes había caído en una temprana acción de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP).
“A él y a otro compañero, Diego Ruy Frondizi, los asesinó la policía. En condiciones muy precarias intentaron la toma de una comisaría en Rincón de Milberg, Tigre. Era la dictadura de Lanusse, y, por lo que se sabe, alguien los batió”, rememora Victoria Onetto, actriz con 35 años de trayectoria muy nutrida y variada en teatro, televisión y cine y actualmente secretaria de Cultura y promoción de las artes de Avellaneda. Desde ese cargo, entre muchas otras cosas, tiene el manejo del precioso e histórico teatro fundado hace 116 años por la Sociedad Italiana de Mutuo Socorro y Providencia Barracas al Sud. “Mi papá tenía 23 años: un nene. Eran los tiempos en que arrancaba todo. Como solía ocurrir, el caso fue presentado como un enfrentamiento. Nada de eso. En realidad fue una masacre. Mi papá recibió más de 20 tiros”, dice, y añade: “Primero con mi mamá (Valentina Onetto) y mi hermana, dos años mayor, nos fuimos a vivir a Uruguay. Más adelante, ya de vuelta en la Argentina, ella volvió a casarse y tuve una infancia feliz, de esas en la que nunca me faltó nada”. Claro: excepto su padre.
Anticipándose a la condición actoral, la habían instruido para que, si alguien le preguntaba por su papá, debía responder que se había muerto en un accidente de tránsito. “Eran ya los tiempos de la dictadura del '76. Nadie sabía si tu compañerita de banco no era una pariente cercana de Massera”, cuenta quién cumplió con ese papel, hasta que de a poco, especialmente a partir del restablecimiento de la democracia, empezó a buscar y a decir la verdad. Como tantos otros hijos e hijas de militantes o desaparecidos, se siente “una sobreviviente. Fui víctima del terrorismo de Estado que me impidió conocer a mi papá. Pero también soy una artista y una mujer que aprendió que estamos de paso en todo. Por eso no me la creo. Ni un poco”, afirma. Sub cincuenta, activísima y bella, Victoria está casada con el productor musical Juan Blas Caballero con quien tiene una hija de 12 años, nada casualmente llamada Eva.
En su despacho en Avellaneda tiene enmarcado un afiche con uno de los escasos registros fotográficos de su padre, un homenaje a dos compañeros caídos en acción que contiene una frase de Eva Perón: Mejor morir de pie que vivir de rodillas. En su celular conserva un discurso de la mamá de su padre, la activista social y dirigente montonera Lili Masaferro, su abuela, a quien en la charla con El Cohete a la Luna define como “revolucionaria e insolente”. En el libro de investigación Buscada: Lili Masaferro, de los dorados años '50 a la militancia montonera, de Laura Giussani Constenla, se revela el hecho de ese notable clásico de madres y abuelas de desaparecidos, mujeres paridas a partir de la pérdida de sus hijos. Sobre esa abuela tan particular, que con la identidad clandestina de Pepa llegó a liderar la rama femenina de Montoneros, Onetto tiene el propósito de seguir conociendo más de su vida, incluso para recrearla en términos teatrales.
La muerte de Manuel, su padre, también tuvo consecuencias definitivas en Victoria. Reconstruida desde el dolor, le cabe una frase de Jean-Paul Sartre en El ser y la nada (1943): No importa lo que hicieron con uno, sino lo que uno pudo hacer con lo que hicieron de uno. Su papá tendría 73 años. Victoria lo imagina como “alguien involucrado con la realidad, comprometido con el cambio que buscó en su momento. ¡Qué lástima! Me lo perdí”, concluye y llora, por única vez en la charla.
Aquella niña
Vuelve una y otra vez a su infancia y se describe como “una niña hiperkinética, super estimulada y competitiva, rasgo que todavía conservo”. Estudió danza, prácticó gimnasia y avanzó mucho en la práctica del tenis, deporte en el que llegó a estar federada. La separación matrimonial de su mamá (“en malos términos”, avisa) terminó con toda opulencia y apenas superada la adolescencia salió a trabajar: instructora de tenis, vendedora de ropa, camarera de bares “y lo que viniera, porque lanzada y atrevida fui siempre. La falta propone a la acción y, desde chica, yo accioné. Más adelante fui la encargada del VIP del boliche Palladium”.
A la actuación llegó de casualidad. Su biografía dice que acompañando a su novio en el entonces Canal 7, un productor la tentó para probarse frente a las cámaras y quedó. La repercusión inicial la obtuvo integrando, en el papel de María, el elenco de la comedia juvenil Clave de sol en Canal 13. En esa tira, escrita por Jorge Maestro y Sergio Vainmann, que se extendió de 1987 a 1991, compartió el elenco con los igualmente jóvenes Pablo Rago, Carolina Fal, Leonardo Sbaraglia, Millie Stegman, Florencia Peña. Guido y Emiliano Kaczka y Julián Weich, entre muchos otros de estatura hoy estelar. Sin embargo, no fue esa su aparición televisiva más recordada. Tiene un gran recuerdo de ese hitazo que fue Muñeca brava y que consagró a Natalia Oreiro. Allí Onetto compuso a Lina, una mucama que cambió el clásico delantal blanco por un uniforme rosa de día o negro de noche repletos de mariposas. “Esa telenovela se vendió a más de 80 países y muchos nos hicimos conocidos en Rusia, en Grecia o en Portugal”, apunta.
Desde entonces apostó a su formación con muchos maestros. Entre ellos considera su “mentora” a Cristina Banegas. En sesiones de estudio y otras introspecciones, le pasó por encima la certeza de que “las mujeres lindas nunca podrían ser buenas actrices. Entonces me afeaba”. Por suerte dejó de hacerlo. Otros acontecimientos fuertes de su carrera fueron en teatro un Don Fausto versionado por Pedro Orgambide, donde hizo su primer desnudo; luego su participación en La mujer justa, de Sandor Marai, “con la cual nos cansamos de viajar”, y su inicial experiencia de autogestión, con otras dos actrices: Laura Azcurra y la recordada Silvina Bosco, madres recientes, como ella. “Con Posparto anduvimos cuatro años llevando la obra a todos lados. En el 2006 nació mi hija y ese fue un clic decisivo, porque me convertí en mamá full timé “, describe. Y como para confirmar que la vida del artista, en especial si es mujer y madre, no es sencilla, afirma: “Si una decide no hacer televisión porque no querés pasar 14 horas por día encerrada en un camarín de 2 por 2 es como que desaparecés. Permanentemente uno tiene que estar probando que no se alejó”, se ríe y gesticula como diciendo aquí estoy.
Su modo de estar
“Encima llega lo de diciembre del 2015, cuando perdimos. Supe enseguida que lo que se venía iba a ser malísimo. Pero no me imaginé que los que empezaron a gobernarnos serían tan cínicos y mentirosos. Apenas iniciado el macrismo nos contrataron en Canal 9 a Georgina Barbarrosa y a mí para conducir un magazine llamado Desgeneradas. El programa no anduvo bien, apenas duró un mes, pero cumplieron el contrato, íntegro. Esa inesperada beca me alentó para dejar un poco de lado la bronca y me puse a estudiar”, recuerda, como quien dice no hay mal que por bien no venga. Durante el 2016 cursó 160 horas en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (la FLACSO), hasta titularse en el posgrado internacional en Gestión y Política en Cultura y Comunicación. ¿Buena alumna? “Aplicadísima, no falté a una clase. Conocí a tipos brillantes como (Rubén) Szuchmacher, (Darío) Sztajnszrajber, (Alejandro) Grimson, el artista plástico (Daniel) Santoro. Su tesis giró alrededor del tema El teatro como herramienta de transformación social.
Un (buen) día se decidió y pidió una entrevista con el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, al que le propuso el proyecto Bien de mujeres del que participaron actrices como Valeria Lois, Natacha Córdova, Belén Pasqualini, Natalia Cociuffo, Graciela Dufau y Cristina Banegas, entre otras. Evoca que cuando pasó por primera vez por el Roma, que entre 2014 y 2015 la gestión de Ferraresi había puesto en valor histórico, patrimonial y artístico, se volvió “loca. ¡Como no! Después del Colón es el otro teatro con mejor acústica de la Argentina. Allí primero me encargué de los contenidos, hasta que, en julio de 2018, el intendente le contó que planeaba elevar de rango a la entonces Dirección de Cultura transformándola en secretaría y le ofreció el cargo. “En ese momento, Jorge me dio un traje que me quedaba grande. Apenas me lo propuso le dije que no. Pero pasó el tiempo y ahora siento que ese traje me queda bien”, cuenta quien juró por la Patria, por las vecinas y por los vecinos de Avellaneda y por Manuel Belloni, su papá.
El teatro Roma es un espacio cultural que sirve a los 400.000 habitantes de ese municipio: unos 85.000 espectadores de la zona e inmediaciones colmaron las 550 localidades (480 plateas más la capacidad de los palcos) durante la temporada 2019. En ese espacio y en el Salón de los Encuentros (más pequeña, ubicada en el primer piso) se representaron más de 70 espectáculos de todo tipo. “Ver ese teatro lleno, con entradas a precios muy populares, es una experiencia única. Sé que, para muchos artistas, a veces sin lugar en Buenos Aires, el teatro ofreció un lugar de resistencia “, menciona Onetto. En ese lugar, tan cercano a la Capital, colmado de barrios representativos por historia e identidad, como Piñeiro y Villa Corina, Wilde y Villa Domínico, Sarandí, Villa Tranquila e Isla Maciel, la Secretaría cumple una tarea social importante en términos de democratización de usos y servicios y en reconstrucción del tejido social que el macrismo desgajó con prisa y sin pausa. Además del teatro, la Secretaría gestiona otras áreas importantes: Arte y Patrimonio, institutos de formación artística y pedagógica y Ciudadanía Cultural. “Es conmovedor cuando te cuentan que, a través de una actividad organizada por un Estado muy presente, a alguien que aprende artesanías, bailes folklóricos o actuación se le transformó la vida”, plantea.
Para este año preparan actividades recordatorias de aniversarios sobre Manuel Belgrano (250 años de su nacimiento y 200 años de su muerte) y Néstor Kirchner (una década de su fallecimiento). Para marzo el Roma ya puede encender cartelera: las presencias de Bruno Arias (viernes 6), de Alejandro Dolina y equipo (sábado 7), una semana después el espectáculo Juana vive, sobre Juana Azurduy, protagonizado por Luisa Kuliok. En otras fechas la convocatoria estará a cargo de Teresa Parodi, Susana Rinaldi y la Bersuit. Como continuación del utilísimo libro Evita en 100 preguntas, ahora preparan La dictadura militar en 100 preguntas. “La cultura subvierte los órdenes establecidos y genera cabezas libres”, define, orgullosa, quien se siente “militante desde la panza de mi mamá”.
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