"Mi calificación para este gobierno sería pésima"

Con la excusa de presentar su nuevo disco, el Indio Solari habló de lo que lo desvela

 

Después de un año de silencio, y en ocasión de la salida de su quinta obra solista, El ruiseñor, el amor y la muerte, el Indio Solari decidió hablar. Pero no lo hizo ante cualquiera, ni ante cámaras. Prefirió la distancia relativa que suponen medios tradicionales como la radio y la gráfica. Y además eligió medios independientes de verdad, esfuerzos autogestionados como FM La Patriada, Somos Radio —de las Madres—, La Garganta Poderosa y Redonditos de Abajo. De algún modo supuso un regreso a las fuentes, aquella época en que Patricio Rey se comunicaba con sus fieles a través de pasquines alternativos.

Muy tranquilo, bebiendo agua y pitando del cigarrillo ocasional, recibió a los periodistas en un salón del estudio de grabación que existe en un anexo de su casa de Parque Leloir. (Que a pesar de los infundios —como aquel otro que le achaca propiedades en  Nueva York que nunca tuvo— no forma parte de ningún barrio privado,) Lo que sigue es un extracto de la charla en la cual se paseó cómodo, a pesar de emociones momentáneas, por los temas que se le fueron planteando.

 

–¿Cómo estás en términos de salud y respecto de tu estado de ánimo?

–Mi estado de ánimo está inquieto, como el de todo el mundo, más ahora que están pasando cosas muy graves. La salud está como la ve mucha gente… Tengo un problema con la medicación que no me cubre las tres horas de mi ingesta, por lo que hay momentos en que no estoy bien; y otros, como ahora, en que me siento relajado. La enfermedad nunca trae buenas noticias, hay que asumirla. La inquietud sobre lo otro es lógica: el país está pasando por un momento muy desordenado, caótico, muy grave y se hace difícil apartarse de las circunstancias en las que uno está metido.

–¿Cuán difícil es asumir la responsabilidad de ser una figura de culto?

–Es muy difícil hacerse cargo físicamente del cariño de tanta gente. Entonces hay un quiebre. Uno no termina de entender por qué sucede. Hay una famosa contestación que refiere a una serie de malentendidos para llevarte a un lugar donde te adjudican virtudes que no tenés. A partir de ese momento, se trata pura y exclusivamente de soportar la presión, a favor y en contra también.

—¿Cómo es tu cotidianeidad?
—En este momento de mi vida, bastante regular. Me levanto muy temprano tipo a las 5 de la mañana, leo alguna cosita que ha quedado por ahí dando vueltas, después hago los desayunos para mi familia, que se va al colegio y todo eso, y yo me quedo acá pelotudeando. Y después me vengo a eso de las 8 acá al estudio a jugar, eso que otros llaman trabajar. Aunque "trabajar es otra cosa", como dice mi kinesiólogo. Gracias a Dios, tengo la posibilidad de venir a hacer lo que quiero. En este lugar puedo pintar, grabar, escribir, hacer música... Tengo la suerte de hacer lo que quiero en cada momento. Cuando uno tiene compromiso con una compañía, la compañía es la que dictamina tus tiempos. En el caso mío, me levanto y me pregunto qué tengo ganas de hacer. ¿Tengo ganas de dibujar? Dibujo. ¿Tengo ganas de tocar la guitarra? Toco la guitarra; pero siempre dedicado a eso. Entrego toda la otra parte, la más difícil creo yo, la parte administrativa o que regula la relación con el público, en otras personas. En este caso en Virginia (su compañera) que me está dando una mano muy grande. Voy, almuerzo y vuelvo acá. A la noche escucho el programa de la Jabonería (así le dice a la FM La Patriada), en el cual colaboro de vez en cuando.

–En la tapa de tu nuevo disco, El ruiseñor, el amor y la muerte, están tus padres. ¿Qué influencia y valores dejaron en vos y cómo te marcaron, además de las otras personas que aparecen retratadas como parte del arte?

–En el caso de mi viejo, una especie de nobleza y honestidad que ha quedado en el pasado. Los hombres de esa época, quizá con alguna rudeza o rigidez familiar, marcaban una conducta. Y mi vieja, todo lo contrario, era un cascabel. Esa gente me ha llevado a hacer esto, no vine a este mundo conociendo: uno lo hace a través del tiempo.

—En uno de los temas del disco nuevo citás el último discurso de Eva Perón, aquel donde hablaba de "jirones de su vida". ¿Cuán grabado tenés ese discurso, cuán importante es ella para vos?
—Te la voy a hacer muy fácil: si Eva no está en la tapa, es porque están mis viejos.
—¿Cómo fue eso de que Eva te tuvo en brazos? 
—Evita y Perón recorrían el país. Yo no recuerdo si fue para algún fin de año, cuando el Correo se encargaba de repartir sidras y pan dulce entre la gente. Y Evita estuvo en el Correo de Santa Fe, que fue el segundo destino de mi viejo cuando ya había llegado a jefe; ¡empezó en el correo como guardahilos! Y simplemente estaba mi vieja cuando yo era un bebé, no sé si en un palco o dónde. Yo no puedo recordarlo, es algo que me ha contado mi familia. Y en un momento Evita, naturalmente, me agarró y me tomó en brazos. Simplemente eso.
—¿Aborto legal?
—Sí, por supuesto. Para que no tengan ese riesgo, como cuando están siendo atendidas por una señora fefa del barrio, con un perejil y un alambre. ¿Quién puede tolerar eso? Por supuesto que tiene que ser legal.

–En los tiempos que corren, así como en el disco, el amor y la crueldad conviven de alguna manera.

–Eso es eterno. La crueldad y el amor existen desde la noche de los tiempos y hay una pugna ahí. El asunto de la grieta de la que se habla hoy, no es novedad: es la grieta entre los que tienen poder y los que no.

–En La Garganta Poderosa la base periodística siempre tiene que ver con los “porqués”. ¿Por qué el título de esta obra?

–Sinceramente no lo sé. Yo creo que la gente que escribe la lírica de las canciones, como los poetas, se va enterando de qué se trata cuando lo va escribiendo. No está para ser entendido lo que yo digo, sino para imaginar. Tengo que presentar un puzzle, un mandala, un oráculo. El que está explorando el territorio es uno, no el mandala ni el oráculo ni el poeta ni el escritor de canciones. A mí me interesa detonar la imaginación de la gente para que imagine el territorio que está explorando.

–De 0 a 10, ¿cómo calificás la gestión de este gobierno nacional?

–Para mí es un gobierno que está obrando con mucha desidia, intereses previos… No me alcanzaría el día para ponerte adjetivos que no son fastos. La mayoría de la sociedad, a excepción de los beneficiados, está sufriendo de una manera muy grande. Mi mayor temor atraviesa el haber pasado momentos similares en mi vida que terminaron muy mal, ¡muy mal! No es un gobierno que me conforme, en absoluto y temo por lo que hacen cada día. Mi calificación sería pésima.

–A pesar de todo, fueron electos por el voto popular…

–Elegimos alguna gente, en realidad. Dentro de las listas hay algunos que ni sabemos quiénes son. Este es un momento muy extraño en el que espero de la oposición un avance más importante. Yo no sé porqué están todos tan callados… Quizá cuidan su candidatura y no se la quieren jugar en este presente de desequilibrio social.

–Hace no demasiadas semanas, casi asombrado, anotabas la cantidad de menciones a la muerte que hay en las nuevas canciones.

–Me di cuenta recién cuando estaba terminado el álbum. La muerte, cuando uno tiene mi edad, empieza a estar medio cerquita. Cuando sos joven ni se te ocurre, por más que estés sujeto a la ley de accidentes o de sorpresas que la vida te da, o que la muerte te da en este caso. Por ahí el dolor te jode más, porque la muerte es entendible, uno acepta el juego en el que está metido porque no queda otra alternativa. No sé si me gustaría vivir para siempre en el pellejo del Indio Solari. Es muy incómodo muchas veces.

–¿Qué son los medios de comunicación en la actualidad?

–No son el cuarto poder: son el arma fundamental de los poderosos del mundo. Por ejemplo, hay que tener en cuenta al respecto que el Mercosur desapareció en pocos meses; en su momento estaba Barack Obama mirando el petróleo, le tocaron el hombro y le dijeron: “Mirá lo que está pasando acá. ¡Hay agua!”. Entonces, la manera que tienen de aprender geografía los americanos es invadiendo. Que haya tierras y terratenientes americanos en el sur es la excusa que necesitan para mandar a los marines. Y los medios de comunicación han sido el arma que han tenido… Si uno ve las empresas de prensa que hay en toda Latinoamérica, se da cuenta que quien ha volteado a los gobiernos fue la prensa hegemónica. Por eso es tan necesario que siga existiendo una voz disonante.

–En el tránsito de la enfermedad, ¿cantar en vivo es un refugio para vos?

–No hay lugar más cómodo sobre la faz de la tierra que el escenario, quizá porque fue creciendo paulatinamente lo que me pasó. No es que un productor me puso de moda, es sorprendente hasta para mí, porque no tengo las razones. Ese rectángulo de madera me ha curado de cosas muy importantes y también de tonteras como algún dolor de muelas y otitis: en esas dos horas y media se me olvida todo.

–¿Habrá una próxima misa?

–Vamos a ver, probablemente haya una despedida. Lo primero que haré será un streaming, para ver en qué condiciones estoy y corroborar si puedo estar tres horas seguidas arriba del escenario. Por supuesto que presionan las ganas de volver a tocar. Es como a un jugador de fútbol, no le podés sacar la pelota. Es la sal de mi vida.

–En el preestreno del documental sobre Santiago Maldonado hubo un atentado. Hay un estilo muy violento que baja desde arriba en estos tiempos, y no sólo porque tienen todos los fierros, sino porque es su manera de generar poder.

–No son valientes. Deben sustentar su accionar en fuerzas bien poderosas, están jugando una carta con mucha seguridad. Y en ese sentido también le reclamo a la oposición: están preocupados por los cargos, por lo que va a pasar, por si conviene agarrar esta manija caliente o no, todos medio resguardados. Hay un 30% de gente que sigue esperando que este gobierno les dé lo que les iba a dar y entonces dicen “denle más tiempo”. Bueno, yo no tengo tanto tiempo, soy un hombre grande. La economía de un país hoy en día es su independencia. ¿Alguien puede tener en la cabeza la idea de 400.000 millones de dólares, de cuánto es eso? Es un disparate. ¿Cómo se va a devolver? ¿O no se va a devolver?

–El joven es el enemigo al que el poder apunta siempre. Simplemente se le cambia la etiqueta, para justificar el ataque: o son terroristas, o son chorros, o son militantes, o son mujeres jóvenes. ¿Por qué para el gran poder es así?

–Y, es como dice el poeta (ríe, porque está haciendo referencia a una canción suya): lo nuevo no nace y lo viejo no termina de morir. Los jóvenes son eso: los que vienen empujando de abajo con ideas nuevas y heroísmo incontrastable. No es fácil cuando vos estás cómodo en tu sillón ver que viene la juventud diciendo: “Mirá, tenemos una instancia superadora”. Hay que ser un poco más honesto.

–¿Por qué seguís eligiendo este camino?

–Es inevitable. La vida es cíclica, yo no creo que hoy tengamos un conocimiento mayor que en la época de Platón. Cada librepensador tiene su visión de un momento histórico, son convenciones que tenemos, juicios que compartimos con esa sociedad para no matarnos. Hay detalles que no se piensan: por ejemplo, el bienestar que tienen países del Primer Mundo no puede ser general, por el simple hecho de que entrañaría un despilfarro muy grande. La ecuación ecológica está sobrando desde hace mucho tiempo y la transferencia de capitales es la que está negándonos un aire más limpio. A medida que abrimos las puertas nos entran más incógnitas y políticamente también es lo mismo. Siempre están los poderosos en lugares privilegiados, para decidir cuál es la vida que vos y yo vamos a hacer. Espero que la gente se dé cuenta que puede tener algo más, uniéndose a otro que también sufre la paternidad de esta gente a la que no les importa una mierda. ¡Piensan para ellos y por ellos, y las migajas también para ellos!

 

 


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