Memoria, en italiano
La experiencia de la prisión durante la dictadura argentina, recreada en Suiza e Italia
"¿Puedo abrazarlos fuerte?" Con palabras entrecortadas por la emoción, Milena, una jovencita de 18 años y cabellos teñidos de rojo “punk”, se acercó a los tres ex presos políticos de la Cárcel de Coronda. Sus raíces mexicanas y su identidad suizo-italiana hicieron que el abrazo fuera casi interminable.
Acababan de transcurrir 120 minutos de intercambio en la Escuela Comercial (un secundario preuniversitario) de la ciudad de Bellinzona, capital del Cantón de Tesino, el único de Suiza donde el italiano es lengua mayoritaria y oficial. Tres ex presos argentinos, todos rondando los setenta, con un centenar de jóvenes de no más de 18 años y una decena de profesores apenas un poco mayores que sus estudiantes.
Era el 15 de septiembre, primera presentación pública de Grand Hotel Coronda, versión italiana de Del otro lado de la mirilla, un libro anónimo, colectivo, escrito por setenta ex prisioneros políticos argentinos, y ahora publicado por la prestigiosa editorial romana Albatros. Y en la bella sala de conferencias de la escuela tesinesa no voló ni una mosca. No hubo WhatsApps molestos ni miradas de reojo a los celulares, como suele ocurrir cuanto el aburrimiento se impone al interés.
¿Es posible aproximar generaciones separadas por más de cincuenta años? ¿Podemos imaginarnos que el ciudadano común europeo se interese hoy por hechos vividos medio siglo atrás a más de 10.000 kilómetros? Con estas preguntas existenciales, los corondaes —como se autodefinen los que pasaron por las mazmorras de la dictadura en esa ciudad santafesina— arrancaban un periplo desconocido portando consigo, con olor a tinta fresca y piel acartonada, el nuevo hijo recién nacido.
La emoción se impuso. La fuerza del relato sobre la brutalidad dictatorial argentina regó en ese anfiteatro suizo un diálogo casi sublime: los estudiantes bombardearon a los “expositores” con un interrogatorio tan fino como pertinente. “¿Cómo entender que la lucha por la democracia y por un país más justo, pueda llevar a jóvenes de nuestra misma edad a situaciones límites como las vividas en la cárcel de Coronda y en tantos otros centros de detención argentinos y latinoamericanos? ¿Por qué los detuvieron? ¿Pensaron mucho en la posibilidad de morir allí mismo? ¿Qué hicieron el primer día de libertad?” Intercalada, alguna reflexión que no esperaba respuesta: “Nos conmueve que vengan a compartir todo eso que para nosotros es tan desconocido, pero que es tan vital para cualquier sociedad humana”.
Un equipo de periodista, sonidista y camarógrafo de la TV pública suiza italiana cubrió las dos horas de intercambio. Era el Día Internacional de la Democracia: oportunidad ideal para un servicio especial. El reportaje de cuatro minutos difundido en el telediario esa misma tarde resultó impactante. El micrófono se abrió tanto a los viejos corondaes como a los jóvenes estudiantes. La cámara enfocó también a Bárbara, la profesora que organizó el encuentro, y repicaron sus palabras finales: “En nombre de nuestro colegio y de nuestros alumnos, queremos agradecerles por habernos dedicado su tiempo y, sobre todo, por haber compartido un pedacito de sus vidas con nosotros. Su relato nos ha abierto una página de historia dolorosa, pero igualmente nos mostraron lo importante que es creer en un proyecto por el que hay que luchar en este Día Internacional de la Democracia, lo importante que es enfrentarse a todo aquel que quiera destruir esas ideas y los derechos esenciales que le dan sentido y la fundamentan”.
Maratón
“Carrera de posta entre las generaciones argentinas que siguen pasándose el testimonio de la memoria”, argumentaron los canosos ex prisioneros, apenas algunas horas después, ahora en las instalaciones de la Casa del Pueblo, sede de sindicatos y organizaciones sociales. Pero el mismo escenario: una nueva oleada de gente que escuchaba atentamente, con emoción contenida. “Su periscopio, que les permitió controlar a los guardias en Coronda, es, también, una especie de espejo de nuestra propia alma solidaria en estas latitudes. Refleja dolores, pero también la fuerza de la resistencia humana para sobrevivir y existir”, reflexiona Denise, una joven con capacidades diferentes, desde su silla de ruedas y con voz apenas audible. Sus palabras con acento europeo y desde su misma alma sufriente llegaron como una caricia.
Los 60 ejemplares de Grand Hotel Coronda previstos para las próximas cuatro presentaciones se evaporaron en segundos apenas finalizada la primera actividad pública. Todo explota. Todo conmueve. La historia argentina flota. Y los viejos corondaes junto con ella.
Al testimonio en Bellinzona le siguieron Biasca, Lugano y la Biblioteca Popular LaFilanda de Mendrisio, ciudad en el sur helvético, casi rozando la frontera italiana.
La carrera de postas que se convierte en verdadero maratón. Recorre la Casa Comunale de Parma; el Instituto Histórico Parri de la resistencia partisana de Bolonia; la sede central de la Confederación de Trabajadores (CGIL) de Pavia; el Negocio del Tercer Mundo de Livorno; el Círculo Cultural ARCI de Pontasserchio, al ladito mismo de Pisa, y por último una librería solidaria de Sassari en la lejana Cerdeña.
Espacios todos donde se encadenan más relatos, más testimonios, más memoria-verdad-justicia. Pasión u obsesión, poco importa cómo definirlo. Una gota más de ese enorme y esforzado caudal de trabajo colectivo que se viene haciendo en Argentina desde hace décadas y de la mano de Madres y Abuelas. Y que tanta sana envidia crea en muchos de los centenares de participantes que acompañaron el nacimiento de Grand Hotel Coronda en la Europa de lengua italiana.
Construcción anónima
Todos los caminos conducen a Roma, dice el refrán. Y el periplo de Grand Hotel Coronda en esta primera fase de presentaciones —que continuará en octubre por diversas ciudades toscanas y de Cerdeña, y a inicios del año que viene en Pisa y alrededores, en la sureña Bari, así como en el norte peninsular— no podía dejar de transitar por la Ciudad Eterna.
Allí, en la Casa Argentina de la capital italiana cayó el telón de esta primera posta, arropada por militantes argentinas/os e italianas/os de la solidaridad, ex presas políticas de la cárcel de Villa Devoto residentes en Italia y defensoras/es de derechos humanos. Presentes, también, casi la mitad de las 30 personas que, desde Argentina, Suiza, Francia e Italia, juntamente con la Asociación Civil El Periscopio, fueron las artífices del libro y promotoras de su lanzamiento.
“Mucha emoción, enorme gratitud, incondicional reconocimiento”, expresó desde la tarima Enrico Calamai, que en los años '70 se desempeñó como diplomático italiano en Buenos Aires, y desde su cargo, corriendo ilimitados riesgos, salvó la vida de centenares de militantes perseguidos por la dictadura.
“Es una gran lección de humanidad. Siento mucho calor humano y la fuerza de una obra colectiva que me recuerda las catedrales románicas, construidas por seres anónimos, esforzados”, enfatizó Calamai, a quien el gobierno argentino le otorgó en 2004 la Cruz de la Orden del Libertador San Martín en el grado de Comendador.
Vibra Calamai. Interpreta, cuestiona y dialoga el público. De nuevo la emoción que acerca testimonios que necesitan seguir existiendo y que siempre exigen hacerse palabra. Este nuevo hijo de la memoria ya empieza a caminar. Una tarea más de los ex presos políticos argentinos, con el eco de la reflexión y la construcción colectivas. Como ellos lo dicen: “Nuestros relatos son una gota de agua en el gran mar de la memoria del combate humano, único, por Otro Mundo Posible. Un mundo donde quepan todos los mundos. Esa lucha imprescindible, que abarque todos los sueños y utopías”.
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