Megalomanía y ultramontanismo
Desatinos de Milei en España y desvaríos de una política exterior extravagante
En el comienzo de su magnífica obra Conversación en la catedral (1969), Mario Vargas Llosa pone en boca de su alter ego ficticio, Zabalita, una célebre pregunta que busca condensar la obsesión nacional con el origen de las frustraciones colectivas: ¿En qué momento se había jodido el Perú? La novela, un vívido retrato de la represión política que vive el país andino bajo la dictadura del general Manuel Odría (1948-1956), se estructura en torno a la vida de Santiago Zabala (Zabalita), un joven de familia pudiente, estudiante de la Universidad de San Marcos y militante de izquierda, quien se formularía aquella pregunta algunos años después, cuando su espíritu revolucionario había quedado atrás y ejercía como periodista en el diario La Crónica.
La última semana de la política exterior argentina –con el viaje del Presidente Milei a la cumbre ultraderechista Europa Viva 24 como epicentro– ha sido pródiga en desatinos. Parafraseando a Zabalita, y frente al extravagante espectáculo del primer mandatario ante las tribunas de la extrema derecha global, nos podríamos interpelar del mismo modo: ¿Cuándo se jodió nuestra política exterior?
Cualquier analista del comportamiento externo de la Argentina podría aducir que la polarización de sus élites ha tenido efectos contraproducentes durante los últimos 40 años, con impacto en los niveles del desarrollo nacional. Sin embargo, también es posible rastrear a lo largo de esta etapa de recuperación democrática una serie de continuidades que –hasta el inicio del “experimento Milei”– constituían un núcleo de coincidencias básicas. Nos referimos a aquellos asuntos de la agenda externa que, con mayor o menor énfasis según la política de cada gobierno, habían logrado trascender a lo largo del periodo, tales como el fortalecimiento del multilateralismo, la promoción de la paz y la seguridad internacionales, la forma democrática de gobierno, la no injerencia en los asuntos internos de otros Estados, el respeto y promoción de los derechos humanos, la no proliferación nuclear, la integración regional y el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos correspondientes.
Invitado por el líder de la ultraderecha española Santiago Abascal (del partido Vox), Milei ha logrado –con toda su excentricidad– el privilegio del estrellato entre figuras del conservadurismo global como Marine Le Pen (Francia), André Ventura (Portugal), José Antonio Kast (Chile), Viktor Orbán (Hungría) o Georgia Meloni (Italia). Al regreso de su viaje, entrevistado por Jonatan Viale y en ausencia de las más elementales repreguntas, el Presidente argentino afirmó en clave auto-celebratoria: “La gira ha demostrado nuevamente que soy el máximo exponente de la libertad a nivel mundial, le guste a quien le guste. Y la verdad es que la agenda de los políticos argentinos es la agenda de los liliputienses, digo, es otra liga. Y eso los irrita porque muestra la insignificancia de los políticos argentos, de lo berreta que son, de lo poco que son”. No hace falta aclarar que, en medio de este rapto de megalomanía, no hizo mención alguna a los elementos de continuidad de la política exterior argentina de las últimas cuatro décadas. Tampoco ello fue objeto de ponderación en su alocución en Europa Viva 24.
La política exterior de “occidentalización dogmática” de Milei, que reúne además la particularidad de centrarse en sus viajes en eventos partidarios o actividades privadas sin mantener contacto –la mayoría de las veces– con sus pares jefes de gobierno [1], tiene como uno de sus rasgos centrales la sobrecarga ideológica. Así lo dejó en claro el Presidente anarco-capitalista al efectuar una serie de declaraciones que trajeron como correlato la decisión de España, a través de su ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, de retirar a su embajadora en Buenos Aires, María Jesús Alonso Jiménez, tras la negativa de Milei a pedir disculpas por sus polémicas declaraciones sobre el Presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, y su esposa, Begoña Gómez.
Empezando por las afirmaciones de Milei sobre el matrimonio Sánchez, se repasan algunos contenidos de su discurso en la reciente “Internacional” de ultraderecha celebrada en Madrid:
- Mientras refería a las tareas del Estado y al peligro del socialismo, sostuvo: “Las élites globales no se dan cuenta de lo destructivo que puede llegar a ser implementar las ideas del socialismo porque lo tienen demasiado lejos: no saben qué tipo de sociedad y país pueden producir, qué calaña de gente atornillada al poder hay y qué niveles de abuso puede llegar a generar. Aun cuando tenga a la mujer corrupta, se ensucia, y se tome cinco días para pensarlo”. De esta forma, Milei hizo alusión directa al Presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, quien había anunciado la cancelación de su agenda pública para reflexionar si debía o no renunciar ante “la campaña de acoso y derribo” contra su esposa iniciada por el pseudo-sindicato “Manos Limpias”, una organización conducida por el político de derecha Miguel Bernad Remón, quien en 2016 fue detenido por la Policía Nacional en el ámbito de una investigación de la Audiencia Nacional sobre posibles extorsiones. A diferencia de Begoña Gómez, sobre quien no pesa ningún procesamiento judicial, el juez Santiago Pedraz en su momento dictó prisión incondicional y sin fianza para Bernad, por los presuntos delitos de extorsión, organización criminal, fraude contra la hacienda pública, falsedad documental y fraude en subvenciones.
- “Nuestras ideas necesitan ser defendidas del asedio del maldito y cancerígeno socialismo: esa ideología que esconde lo peor del ser humano, la envidia, el odio, el resentimiento y, si es necesario, el asesinato. No se olviden de que los malditos socialistas asesinaron a 150 millones de seres humanos”.
- “La justicia social siempre es injusta porque implica un robo y un trato desigual ante la ley”.
- “¿Saben qué es lo mejor para las mujeres? Dejar de tratarlas como víctimas que necesitan cuidados especiales. ¿Las consideran inferiores para otorgarles privilegios? ¿No alcanza con ser iguales ante la ley?”
- “El socialismo conduce a la pobreza y a la muerte, el que diga lo contrario es un ignorante y un mentiroso. No podemos dejarnos correr por los zurdos, aun cuando parezca que tienen razón, porque nunca la tienen. Me importa un rábano lo que opinen los zurdos”.
En adición a los eufemismos y circunloquios del mensaje presidencial, la representación argentina en Europa Viva 24 contó con la presencia del secretario de Culto, Francisco Sánchez, ex diputado nacional (PRO-Neuquén) y actual subordinado de la ministra de Relaciones Exteriores, Diana Mondino. Conocido por haber solicitado la pena de muerte para la ex Presidenta Cristina Fernández, Sánchez –también autor de leyes para la libre portación de armas– encaja perfectamente en el rol que se espera de un funcionario que tiene como responsabilidad primaria impulsar el diálogo interreligioso. Esta capacidad para tender puentes entre los que piensan diferente también fue desplegada en la cumbre madrileña:
- “En la Argentina, desde que nací hace 50 años, nuestras tradiciones han ido retrocediendo. En 1987, en plena crisis económica, en un pésimo gobierno radical alfonsinista, se promovió el debate por el divorcio vincular y se aprobó. Y uno decía que era el peor momento para plantear un tema como ese en una Argentina en crisis económica”.
- “Más adelante, Cristina Kirchner promovió junto a su gobierno el matrimonio homosexual. Muchos creíamos que no era el momento en la Argentina, en plena crisis, como vivimos casi siempre, pero lo promovieron y lo aprobaron”.
- “En 2020, en plena crisis gravísima, no solamente económica, sino también por el Covid, ese gobierno [en referencia al de Alberto Fernández] promovió una ley para (…) promover el aborto, no solamente hacerlo legal sino promoverlo, y lo aprobaron”.
- “También se aprobaron leyes para que la ideología de género sea obligatoria en las escuelas, para pervertir a nuestros hijos, para hacer daño en nuestra sociedad”.
Más ultramontanismo no se consigue. O habría que buscarlo buceando en las profundidades de la pileta presidencial de Olivos, sitio de un encuentro memorable entre Milei y su homofóbico biógrafo Nicolás Márquez, el mismo que hace unas semanas –entrevistado por Ernesto Tenembaum– señaló que los homosexuales son “invertidos” y despliegan “conductas insanas y autodestructivas”. Pero Márquez no se detuvo allí. Días después, en un intercambio en la red X entre biógrafos presidenciales, se cruzó con Olga Wornat, recordada por ser la autora del best-seller Menem, la vida privada. Wornat sentenció: “Las mataron por lesbianas: el asesinato de tres mujeres quemadas vivas conmociona a Argentina”, refiriendo a una noticia publicada por el diario El País, relativa al ataque lesbofóbico contra cuatro lesbianas que fueron quemadas en la habitación que compartían en un hotel de Barracas. Márquez respondió: “Entonces no te hagas lesbiana así no te matan. Buen motivo para reivindicar la heterosexualidad”.
El anfitrión
Santiago Abascal, anfitrión de Europa Viva 24, líder de Vox y miembro del Congreso de los Diputados por Madrid desde 2019, defendió las extravagancias de Milei. Entrevistado por Eduardo Feinmann, señaló de modo indulgente: “Lo que ha hecho Milei es responder a unos ataques permanentes de naturaleza personal y durísimos durante muchos días por parte de distintos miembros del gobierno español”.
Ahora bien, conviene repasar brevemente cuáles son las ideas centrales de Abascal con las que comulga Milei. El dirigente ultraconservador, nacido en Bilbao (País Vasco), aboga por una Unión Europea que cambie sus fronteras e impulsa el Foro de Madrid, una alianza de partidos políticos y organizaciones iberoamericanas de derecha y extrema derecha que busca unificar a todas las fuerzas que se oponen al comunismo y al socialismo en la región.
Vox resume su proyecto en “la defensa de España, de la familia y de la vida” e impulsa, a través de su líder, la derogación de la ley que busca garantizar la igualdad de las personas LGTBQ (lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros y queers).Además, así como Milei cerró el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) y suprimió del organigrama nacional el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, Abascal se propone el cierre del Ministerio de Igualdad. Las coincidencias no se detienen allí, sino que se extienden a una multiplicidad de temáticas de la agenda pública. Por cuestiones de espacio, nos ceñiremos solamente a un último tema, íntimamente relacionado con la política exterior de los Estados: la inmigración.
Abascal se muestra abiertamente en contra de la inmigración, especialmente contra los inmigrantes originarios de países de mayoría musulmana que, desde su perspectiva, causan “un gravísimo problema de seguridad”. Es por ello que Vox ha presentado en el Congreso de los Diputados una iniciativa para levantar muros en las fronteras de Ceuta y Melilla (dos enclaves españoles en el norte de África, que son reclamados por Marruecos desde su independencia en 1956) para contener lo que ha calificado como una “auténtica invasión migratoria”. La propuesta de Vox es reemplazar las “ineficaces alambradas y concertinas” por una construcción de hormigón que por su “grosor, resistencia y altura” convierta en “impenetrables e infranqueables” las fronteras. Según Paloma Román Marugán, catedrática de la Universidad Complutense de Madrid, el de Abascal es un “discurso que arropa el temor, sobre todo de la clase media empobrecida y de las clases bajas que piensan que la inmigración es una amenaza”.
Por su parte, Milei –aunque no ha hecho de la cuestión migratoria un tema central de su discurso de gobierno– comparte las premisas de Abascal. Sus invectivas contra el Estado de bienestar incluyen su caracterización como un imán “que atrae a migrantes indeseables e innecesarios”.Por lo tanto, como interpretan los especialistas Leiza Brumat y Diego Acosta, “eliminar el Estado de bienestar y los servicios públicos daría lugar a una auto-selección de los emigrantes, atrayendo sólo a los que ‘vienen a la Argentina a trabajar’”. Sin embargo, los mismos autores destacan que “en la Argentina el porcentaje de inmigrantes con empleo es superior al de ciudadanos nativos. En otras palabras, los emigrantes ya vienen a la Argentina a trabajar”. En definitiva, Milei se encuentra –vía la recesión económica autoprovocada que podría alcanzar más del 4% anual– en camino de reducir la inmigración, ya que la pulverización de la economía y la reducción migratoria van de la mano. Como expresa el sociólogo holandés Hein de Haas, uno de los máximos expertos mundiales en la materia, “los niveles migratorios tienden a estar directamente relacionados con los ciclos económicos (…) en épocas de sólido crecimiento económico, es más probable que los inmigrantes encuentren trabajo y obtengan así permisos de trabajo. La inmigración económica está fuertemente motivada por la demanda laboral, y cuestiona la idea popular que afirma que se trata de un fenómeno sin control motivado sobre todo por la pobreza y la violencia en los países de origen”.
Como le gusta decir al Presidente Milei, la “evidencia empírica es incuestionable” también para el caso español. El informe “La inmigración en España: efectos y oportunidades”, elaborado por el Consejo Económico y Social (CES), da cuenta de que, durante las etapas de prosperidad económica, el aporte de los inmigrantes resulta fundamental. La inmigración no quita puestos de trabajo. Por el contrario, asume posiciones peor retribuidas para que los españoles puedan tener los empleos mejor remunerados. Asimismo, el CES señala que la incorporación de las mujeres al mercado laboral se ha visto beneficiada por el hecho de que los colectivos inmigrantes –por ejemplo, magrebíes o colombianos– asumen mayormente las funciones de cuidado de niños o de adultos mayores.
En esta misma inteligencia, un muy documentado informe de Javier Ruiz, jefe de Economía de la Cadena SER, desenmascara las falacias de Abascal en relación al tema “inmigración y sanidad”. Según el periodista, en base a datos del Ministerio de Salud y del INE (Instituto Nacional de Estadísticas), “las consultas sanitarias son fundamentalmente de españoles y mucho menos de extranjeros. Lo mismo pasa en las consultas a especialistas. Frente a los más de 15 millones de visitas de los españoles al médico, los extranjeros hicieron 1,7 millones”.
Liberales eran los de antes
Immanuel Kant, filósofo prusiano de la Ilustración e inspirador de la escuela liberal de las modernas Relaciones Internacionales, escribió en 1795 su opúsculo Sobre la paz perpetua. En su tercer artículo definitivo para la paz, Kant arguye: “Trátase aquí, como en el artículo anterior, no de filantropía, sino de derecho. Significa hospitalidad el derecho de un extranjero a no recibir un trato hostil por el mero hecho de ser llegado al territorio de otro”. Bien podría Milei tomar nota de este venerable deber de hospitalidad universal prescrito por uno de los liberales más connotados de la historia.
Asimismo, y atento a la fascinación que despiertan los textos bíblicos en el Presidente argentino, cabe advertir que la cuestión del trato justo con los inmigrantes no se limita a los liberales del “Siglo de las Luces”. Una prescripción similar es recogida –como recuerda Juan Carlos Velasco– tanto en el libro del Éxodo (22, 21) como en El Levítico (19, 33): “El extranjero que reside con vosotros será tratado como uno de vuestros compatriotas y lo amarás como a ti mismo, porque también vosotros fuisteis extranjeros en tierra de Egipto”.
Como en tantas otras cuestiones, es probable que el gobierno que conducen Javier Milei y Victoria Villarruel, más que inspirarse en estos admirables antecedentes liberal-republicanos o religiosos, esté pensando la cuestión migratoria con el espejo retrovisor de la historia. Allí se ubica el Decreto-ley 22.430 de 1981, establecido al final de la dictadura cívico-militar (1976-1983), denominado Ley General de Migraciones y Fomento de la Inmigración, que institucionalizó ciertos aspectos de la Doctrina de Seguridad Nacional y redujo al mínimo los derechos de las personas migrantes.
En 1984, el gobierno de Raúl Alfonsín estableció una amnistía general que implicó un proceso masivo de documentación de inmigrantes en situación irregular. Sin embargo, algunos años después, con el argumento de la grave situación económica, la Dirección Nacional de Migraciones (DNM) volvió a instalar una política restrictiva. Como recuerda Lelio Mármora: “A partir de ese momento la normativa migratoria dependió de reglamentaciones y fue aprovechada para implementar medidas irregulares y cuestionadas alrededor de la documentación y control migratorio”. En este contexto, Carlos Saúl Menem firmó en 1992 un decreto endureciendo la normativa: se estableció que los inmigrantes debían presentar un contrato formal como exigencia para ingresar al país (algo poco factible para personas que, en gran medida, trabajan en condiciones irregulares).
El panorama cambiaría sustancialmente en 2003, con la sanción de la nueva Ley de Migraciones (ley 25.871). Tras varios años de consultas y reuniones con diferentes sectores de la sociedad civil, la norma sancionada durante el inicio del gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) fue la primera en el mundo en incorporar en su articulado los principales contenidos de la Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares, constituyéndose en un punto de referencia para la legislación migratoria de varios países de la región.
Como precisa José Natanson, la norma apuntó “a promover la integración socio-laboral de los migrantes manteniendo la ‘tradición humanitaria’ de la Argentina, [garantizando] igual trato para los extranjeros y [asegurando] el acceso igualitario a los servicios sociales. Se reconoce el derecho a la reunificación familiar y al debido proceso en situaciones de detención y expulsión. Basada en la idea del migrante como sujeto de derechos, se trata de una norma inclusiva que recoge las ideas más modernas de ‘ciudadanía comunitaria’ y ‘pluralismo cultural’ y que sintoniza con otros cambios de avanzada, como la Ley de Matrimonio Igualitario”.
Habiéndose cumplido recientemente el vigésimo aniversario de la sanción de la democrática Ley de Migraciones, y frente al ultramontanismo exhibido por Javier Milei, Santiago Abascal y Francisco Sánchez en Europa Viva 24, urge retomar nuestra mejor tradición reformista. Que la recurrente pregunta de Zabalita en Conversación en La Catedral no se convierta en el leit motiv de nuestro futuro próximo. Estamos a tiempo de corregir los desvaríos de una política exterior extravagante.
* El autor es doctor en Ciencias Sociales (UBA). Profesor de Relaciones Internacionales (UBA, UTDT, UNDEF, UNQ, UNSAM).
[1] Además de la cumbre Europa Viva 24, cabe mencionar sus viajes a Estados Unidos en los que no tomó contacto con el Presidente demócrata Joseph Biden; en febrero, para asistir a la Conferencia Política de Acción Conservadora (en donde se encontró brevemente con el ex Presidente Donald Trump); en abril, para ser condecorado como “embajador internacional de la luz” en la sinagoga The Shul de Miami y para encontrarse con el multimillonario Elon Musk en Texas; y en mayo, para participar en Los Ángeles del foro del Milken Institute, conducido por el empresario Michael Milken, quien en la década de 1980 se declaró culpable de fraude, manipulación de precios y evasión de impuestos, y fue sentenciado a diez años de prisión (posteriormente sería conocido como “el rey de los bonos basura”, convirtiéndose en mega-millonario como ejecutivo del banco Drexel Burnham Lambert).
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