No puedo respirar. Tres palabras. Un nuevo afroamericano en la lista de muertos por brutalidad policial (racista) en los Estados Unidos. Esta vez en Minneapolis, una ciudad de 400.000 habitantes en el noreste del país. La gente salió a la calle y no se movió de ahí. El resultado es esperanzador: hoy esta abierta la posibilidad de transformar drásticamente a las fuerzas policiales. ¿Algo de lo que podamos nutrirnos desde Argentina? Veamos el detalle.
Dieciocho días después del asesinato de George Floyd , las movilizaciones articularon su reclamo detrás de una consigna concreta: “Desfinanciamiento de la policía”. ¿Qué significa eso? Que parte del presupuesto asignado a la policía poco tiene que ver con temas de seguridad y el resultado sería menor violencia y mayor eficacia si la plata fuese donde corresponde. Esto incluye, por ejemplo, presupuesto policial para hacerse cargo de las personas en situación de calle, cuando ese dinero podría ir al Ministerio de Desarrollo Social para dar casa en vez de palos a los que no tienen dónde vivir. El otro tema caliente es la salud mental. No tenemos cifras locales, pero las estimaciones en los Estados Unidos dicen que la policía usa el 21% de su tiempo interviniendo en casos de salud mental sin tener la formación ni la capacidad para ello. El “desfinanciamiento” plantea que la policía no sea entonces la que intervenga en estos casos, sino equipos interdisciplinarios de salud mental con la capacitación suficiente para responder a la problemática como corresponde. Simple.
En el marco de esta consigna y con la gente aun en la calle pese a la pandemia, el viernes 13 de junio la municipalidad de Minneapolis aprobó por unanimidad una resolución que reemplaza al departamento de policía local por una policía comunitaria. En palabras de la consejera Alondra Cano: “Admitimos que el sistema actual no se puede reformar y que queremos terminar con el sistema policial tal como lo conocemos”. Para eso, la ciudad se dio el plazo de un año para que todo habitante interesado de Minneapolis pueda participar de las discusiones sobre el cambio de modelo. La reforma involucrará control civil de la policía, desmilitarización (fin del armamento militar, uso de gas pimienta y vehículos blindados), mejor entrenamiento para aplacar situaciones de violencia, prohibición de métodos violentos durante las detenciones y obligación de intervenir si un compañero incumple cualquiera de estas disposiciones. ¿Funciona? Ya lo probó New Jersey en 2003. Era la ciudad más peligrosa de los Estados Unidos y, luego de esos cambios, las denuncias por uso excesivo de la fuerza policial cayeron un 94%.
La conversación está abierta y debemos plantearla en nuestras tierras. En el Chaco, las familias Qom violentadas, manoseadas y golpeadas por fuerzas de seguridad viven en viviendas precarias. ¿Mal haría derivar parte del presupuesto policial a políticas de vivienda? Mas baños y menos palos.
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