El 47,66% cosechado por la fórmula doble Fernández frente al 32,09% de la Alianza Cambiemos evidencia un mensaje hacia estos cuatro años de gobierno de Mauricio Macri: la sociedad quiere salir del círculo de la violencia. La primera reacción del todavía Presidente ante la derrota fue mandarnos a dormir y al día siguiente echarnos la culpa y hasta amenazarnos. El discurso del macho golpeador, patrón de estancia blanco, encarnado en Macri. Del gato al macho.
¿Te amenaza y te dice que sin él no vas a poder? ¿Te dice que si se vuelve loco te puede hacer mucho daño? ¿Menosprecia tus decisiones? ¿Te dice que nadie te quiere y que él vino para cuidarte? ¿Te dice que si volvés con él ahora sí vas a estar bien a pesar de que en los años de relación no hizo más que dañarte? ¿Es agobiante con sus injurias? ¿Muestra enojo porque querés una nueva relación? ¿Con sus acciones te priva de tus propios recursos? ¿Te dice mirá cómo me ponés? Estamos todxs ante un macho agresivo que ejerce violencia psicológica, simbólica y económica. Y como sabemos, un macho no es un caso aislado, opera en pacto, es parte de un sistema planificado para ejercer violencias.
La conferencia de prensa de Mauricio Macri después del resultado de las PASO —que demostró un masivo rechazo a su gobierno Ceomachista— ratifica aquello que los feminismos populares vienen señalando hace tiempo: el “feminista menos pensado” nunca lo fue. Aunque lo apoden GATO, estamos ante un macho que poco tiene que ver con los tiernos felinos.
La reacción de Macri ante los 15 puntos de diferencia que pueden terminar con las posibilidades políticas de su partido revelan el rostro de patrón de estancia blanco, que no respeta la determinación del pueblo ni, por tanto, la democracia.
La falta de reacción ante la crisis, la demora en convocar a una reunión de gabinete entrada ya la tarde y con la devaluación del peso subiendo acelerada, parecen ser un castigo al pueblo que dijo que no. Una respuesta a la desobediencia de no elegir.
El terrorismo y la extorsión fueron también recursos de los que se valió en su discurso después del Albertazo, después de la celebración en las calles por el resultado en las urnas.
Su discurso es réplica de las historias de violencias machistas que mujeres, lesbianas, travestis, trans, maricas, conocemos de cerca en nuestros espacios domésticos, laborales, interpersonales. Los círculos de violencia machista en los que muchas nos vimos inmersas y decidimos romper en algún momento. Aquellos frente a los que nos plantamos cuando dijimos Ni Una Menos.
Si la deuda es un pacto de caballeros, la inestabilidad política, la crisis financiera, económica y social que atraviesa la Argentina es consecuencia de ese acuerdo que beneficia a unos pocos.
Aliado primero con “los mercados”, es decir, amigos suyos a los que permitió y alentó especular con los fondos y recursos argentinos. Una manada saqueadora sin marco legal que se lo impida. Hoy vuelve a aparecer el “pacto de caballeros” del que habló en su momento el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, el pacto es amenaza y los caballeros son CEOs con cuentas en el exterior y capacidad para devaluar la moneda en una hora.
No es una relación interpersonal. Es el Presidente de un país. ¿El alcance masivo de esas características son la definición de heteropatriarcado o de neoliberalismo? Para que quede claro, lo de Macri no es patológico, es un agente del programa económico que quedó revelado en una escena de treinta minutos ante la prensa.
La analogía con la violencia machista aplica también para encontrar puntos de fuga a esta crisis. De las violencias machistas no se sale sola, de un gobierno como el que propone Cambiemos, tampoco. Ya lo demostraron las urnas el domingo y no cabe dudas que en octubre el mensaje será el mismo: no es no.
Foto: Mariano Sánchez--------------------------------
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