LOS TRES CHANCHITOS

Las casas que derriba de un soplido el Lobo Feroz y la única que aún resiste

 

Hace 91 años, Walt Disney inmortalizó en un cortometraje una historia con siglos de antigüedad: la de los tres chanchitos y el lobo feroz. Las tribulaciones económicas y financieras del gobierno de los Hermanos Milei tiene reminiscencias de aquel cuento dedicado a inculcar en los niños el rigor por el trabajo duro y la previsión de contrariedades imprevistas e inevitables. El primer chanchito hizo su casa de paja y se fue a jugar. El segundo se esforzó algo más y la levantó con troncos y tablas de madera antes de sumarse al jolgorio de su hermano. Mientras ellos cantaban y bailaban, el tercero dedicó tiempo y esfuerzos a construir una sólida morada de ladrillos. El lobo feroz que quería almorzárselos derribó de un soplo las dos primeras casas. Pero no pudo con la de ladrillos, donde se refugiaron todos. Y allí cantaron el clásico "¿Quién le teme al lobo feroz?"

El lobo feroz que acecha a la Argentina desde hace medio siglo es la insuficiencia de dólares genuinos para mantener en buen pie de funcionamiento la economía. Los malabares realizados para atenuar el problema son las viviendas erigidas por los chanchitos como protección.

Vamos a recordar algunos hechos de ese lapso que te sonarán familiares. La apertura financiera reclamada por organismos auditores como el FMI, que en la Argentina se produjo a partir de 1977, generó un enorme endeudamiento privado. Cuando llegó el momento de pagar, los beneficiarios llamaron a la puerta del Estado.

El incremento de las tasas de interés dispuesto por Estados Unidos a partir de 1979 por razones de política interna tornó esas deudas impagables. México, que era el segundo deudor del mundo, declaró la moratoria de sus pagos en agosto de 1982. El mismo año, la Argentina, derrotada un mes antes en la guerra por Gran Bretaña y su oculto aliado estadounidense, estatizó 6.200 millones de dólares. La deuda total al retirarse la última Junta Militar ya era de 43.000 millones de dólares. Esa fue la casa de paja del primer chanchito, que el Lobo volteó de un soplido.

 

El club que no fue

Por una iniciativa de Ecuador, 26 países latinoamericanos elaboraron el proyecto de creación de un club de deudores, para negociar con Estados Unidos, Europa y Japón. Pero ese club de acreedores, reunido en Gran Bretaña respondió que las negociaciones debían ser país por país, con la auditoría del FMI y para adoptar planes de ajuste. Durante un encuentro del que llegó a denominarse Consenso de Cartagena, los deudores pidieron una reducción en las tasas de interés, una revisión de las duras condicionalidades que imponía el FMI y que la renegociación de las deudas comprometiera sólo una parte de los ingresos por exportaciones.

México logró una buena renegociación, pero a partir de allí los bancos restringieron la renovación de créditos a los países de Latinoamérica y exigieron el cobro puntual de cada vencimiento, sin aceptar la corresponsabilidad de deudores y acreedores que les reclamaban los cartagineses. En vez de reducir las tasas, los bancos las incrementaron.

Fue Henry Kissinger el primero en advertir que era imposible seguir cobrando los intereses de esas deudas (la tasa real llegó a ser del 9%, decuplicando la de las décadas de 1960 y 1970) y concibió la idea de canjearla por activos físicos, lo cual remodelaría la política y la sociedad de la región. Ése fue el origen del programa que en la Argentina implicó el remate a precio vil del capital social acumulado por generaciones en las empresas públicas.

 

Kissinger, por David Levine: que paguen todo.

 

El ideólogo liberal francés Guy Sorman, escribió en 1991 que no compartía "la euforia que reina en Buenos Aires. Riesgo: la bipolarización de la sociedad. Es inquietante el muy considerable aumento de trabajadores que salen del mercado legal para entrar en el mercado negro", donde las remuneraciones son menores y la inseguridad más grande, y exhortó a "evitar que la liberalización de la economía origine la fractura en dos del mercado de trabajo, susceptible de acarrear la aparición de una especie de subproletariado cautivo de la economía paralela (...) , que con el tiempo, puede desestabilizar la vida política".

En 1993, cuando por primera y única vez los capitales fluían en dirección contraria a la fuga para aprovechar el enorme negocio que ofrecían las privatizaciones, Sorman agregó que "el triunfalismo imperante puede hacer frágil el sistema. (…) Hasta ahora, el ajuste económico conducido por la pareja techno-pop Menem-Cavallo sigue siendo un ajuste ". A la Argentina le aguarda "un despertar doloroso, si resulta que la política de liberalización no era en el fondo más que una fiesta financiada a crédito". El Lobo también derribó sin dificultad la casa de madera del segundo chanchito.

Gracias al cepo

Mientras proclama la liquidación del Estado y hasta ha creado un ministerio de Desregulación, el gobierno libertario se jacta de que su política es la casa de ladrillos contra la que nada podrán los esfuerzos del Lobo. Su política es una manera cómoda de decir, ya que si algo impide que la nueva turbulencia en los mercados mundiales deje tierra arrasada en la Argentina es el denominado cepo, que se debe a los anteriores gobiernos peronistas, cuyo levantamiento es el punto de acuerdo entre los Hermanos Milei y el FMI. Otra cosa es cómo y cuándo.

Habrá que esperar semanas o meses para saber si ese control de cambios, asociado aquí con Amado Boudou, Axel Kicillof y Sergio Tomás Massa, tiene la consistencia del ladrillo y resiste el soplido del lobo. Pero cualquiera sea esa respuesta, ya se incrementaron el riesgo crediticio del país y la brecha entre el aún denominado sin pizca de humor Mercado Único y Libre de Cambio, que arrastra el ancla que le colocó Milei, y las cotizaciones paralelas que han pegado un respingo. De hecho, hace ya seis años que el país no tiene acceso al mercado voluntario de crédito. La nueva situación pone en duda incluso el préstamo usurario que con el elegante nombre de repo estaba tramitando el ministro Caputo, con la urgencia por evitar un impago de los vencimientos que avanzan implacables como una ciclogénesis.

Por supuesto, el derrumbe de los mercados globales, que comenzó en Tokio y se propagó de inmediato a Wall Street no es algo que pueda reprochársele a la menguada economía libertaria. Comenzó con un incremento de la tasa de interés japonesa y la liquidación de operaciones de carry trade en Estados Unidos, que se financiaban con el dinero barato de Japón. A eso se sumó una creación de empleo en Estados Unidos inferior a lo previsto, con lo cual al aumento en la tasa de interés de la potencia asiática se sumó la perspectiva de descenso en Estados Unidos. La nueva caída del precio de la soja y la devaluación de Brasil agregan un componente local al contratiempo. El atraso cambiario al que se aferra el gobierno también ha reanimado el turismo emisor.

 

Las uvas siguen verdes

Con la misma frescura que usó Adormi el mes pasado para decir que no le preocupa el precio del dólar, el ministro Caputo dijo ahora que no le interesa el riesgo país porque las uvas están verdes. Quiero decir, porque no se propone emitir bonos, sino obtener un crédito directo, y ahora identificó al prestamista que se quedaría con las joyas y los cubiertos de la abuela, el Banco Santander. Sólo si eso se concreta, los Hermanos Milei podrían honrar sus abundantes palabras sobre la santidad de la propiedad privada (la de los acreedores, porque la de los trabajadores la avasallaron desde el primer día). La turbulencia global no los ayuda.

Por más labia que active Caputo, será imposible evitar las consecuencias aquí. Por lo pronto, consultores están revisando a la baja la prevista caída de la actividad de -3,5% (el FMI acababa de fijar ese porcentaje, casi un punto por encima del cálculo previo). Ya se sabe que será aún peor.

Además, el índice de inflación de la Capital Federal, que ya lleva dos meses de repunte, hace prever un dato similar para la medición nacional que se conocerá a mediados de la semana entrante. Ya había serias dudas sobre el apoyo que Milei podría recibir si Donald Trump regresara en enero a la presidencia de Estados Unidos. A la advertencia en contrario de su colaborador Mauricio Claver-Carone se agrega ahora el pánico entre los republicanos ante el avance en todas las encuestas de la candidata demócrata Kamala Harris. Trump intentó retomar la iniciativa, y en una conferencia de prensa descalificó a Harris afirmando que no sería capaz de enfrentar un cuadro global que describió de modo aterrador: la inminencia de una deflación como la de hace casi un siglo, de la que su país tardaría años sino décadas en recuperarse, y una guerra nuclear. No es una perspectiva alentadora, menos que menos para la Argentina, que tiene su cuota de inestabilidad completa, sin necesidad de importar la ajena.

Sólo los Hermanos Milei, los Caputo, el vocero Manuel Adormi y algunos amigos y asesores siguen afirmando que ya ha comenzado la recuperación económica y que será rápida y pronunciada. Por el contrario, comienza a analizarse el impacto negativo que su desempeño podría tener en la campaña electoral del año próximo, y sobre todo en su resultado. Las presiones para una nueva devaluación han crecido con estas novedades. Pero esa es una tentación que Milei no puede permitirse sin comprometer su único activo, en un pésimo momento.

 

Las tentaciones de San Antonio, de Joos van Craesbeeck, intervenido por Navaja.

 

En el Congreso el viento sopla con más fuerza en contra del gobierno. Con un inesperado dictamen de comisiones en el que se sumaron votos peronistas y radicales, el Senado tratará la semana que comienza el proyecto aprobado en Diputados que actualiza las jubilaciones bien por encima de las previsiones oficiales (y de sus acuerdos subterráneos con el FMI). Establece un incremento del 8,1% para compensar el desfasaje entre la inflación y el 12% que se pagó como aumento en enero. Además, lo hace retroactivo al mes de abril, manda su actualización mensual según el IPC y dispone un refuerzo anual cada marzo, equivalente a la mitad del diferencial entre los salarios privados registrados y la inflación del año. La jubilación mínima deberá superar en 9% a la canasta básica total de un adulto. Por último, la ANSES deberá pagar sus deudas con las cajas previsionales provinciales y las sentencias firmes a favor de jubilados. Sancionado en Diputados la primera semana de junio, al gobierno no le bastaron dos meses para impedir que avanzara también en la otra Cámara, a pesar de las concesiones que realizó y que se reflejan en el dictamen de minoría. Cuando la media sanción, Milei con su habitual elegancia les advirtió a "los degenerados fiscales de la política" que si intentan "romper el equilibrio fiscal, les voy a vetar todo, me importa tres carajos".

El Secretario de Hacienda, Carlos Guberman, dijo ante las comisiones del Senado esta semana que de aprobarse y aplicarse el proyecto tal como salió de Diputados, lo que llama gasto se incrementaría el 1% del PIB este año y el 1,2% el próximo, con lo cual las cuentas públicas volverían a ser deficitarias. Guberman marchó del Senado a la Casa Rosada, donde había una reunión con los gobernadores de JxC, a quienes intentó convencerlos para que a su vez persuadieran a los legisladores. Lo único que cosechó fue la advertencia de que varias provincias están dispuestas a recurrir a la Corte Suprema de Justicia. Es lo que analizan hacer dos gobernadores con tan poco en común como Jorge Macrì y Axel Kicillof por el recorte al subsidio al transporte colectivo.

La decisión de Milei de vetar algunos artículos no está en duda, pero se insinúa la hipótesis de que el Congreso consiga los dos tercios de cada cámara para insistir, lo cual provocaría una crisis política de magnitud. "Si al Peluca le sacás la motosierra no queda nada", chanceó un senador, de los amigables pero con la paciencia agotada.

También es posible que una mayoría similar logre impedir que la nueva SIDE manejada por Caputo El Joven, reciba 100 millones de dólares para gastos reservados, y Micky Vainilla ya anunció que su bloque que ahora se llama Encuentro Federal, endurecerá sus posiciones frente al gobierno, que necesita sus votos pero no para de insultarlos. La calle no es más acogedora para el gobierno, que esta semana no pudo hacer nada para impedir la marcha desde una Iglesia de Liniers hasta la Plaza de Mayo y una gran concentración de cuentapropistas y representantes de todas las centrales sindicales.

 

 

 

 

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