Los padres del borrego
Las claves de la decadencia: ingresos bajos, precios altos y concentración económica
Mucho se habla del estancamiento de la economía argentina en las últimas décadas. También mucho y falsamente se acusa al peronismo como culpable del problema, mientras detrás de esos discursos se ocultan a la opinión pública sus causas más profundas. La ignorancia resultante imposibilita las soluciones de fondo necesarias para poner fin a nuestra falta de desarrollo social y económico sustentable y sostenible, que afecta a los sectores más vulnerables de nuestra sociedad.
Cristina Fernández de Kirchner, en su encuentro del pasado 4 de noviembre en Avellaneda con MiPyMEs, cooperativas y actores de la economía popular que integran el Movimiento Productivo 25 de Mayo, denunció la creciente deshumanización de la economía y su correlato en la deshumanización social.
Con Milei estos procesos han quedado expuestos en carne viva con sus discursos de odio y su cruel regodeo ante la opinión pública por los despidos, la reducción de jubilaciones, prestaciones de salud y de planes sociales, y la destrucción del Estado nacional que viene llevando adelante, ante la impávida mirada de los poderes fácticos que le dan sustento.
Las consecuencias de esta deshumanización comienzan a ser visibles: el desinterés por los demás, la desaparición del bien común como valor político, el auge de la pobreza y el aumento de la criminalidad y del narco. Una deshumanización que sólo conduce a la pérdida de los valores que dieron y que todavía dan sustento a nuestra nacionalidad y que nos exige respuestas efectivas y eficaces que permitan reencauzar nuestro destino y el de nuestros hijos.
El diagnóstico
La Argentina adolece de múltiples causas estructurales que limitan su desarrollo, como la escasez de divisas que resulta de la diferencia del valor entre lo que exportamos (en promedio unos 800 dólares por tonelada) y lo que importamos (en promedio 1.600 dólares por tonelada) y en especial una elevada concentración económica que da lugar a precios domésticos que no toman en cuenta nuestros costos productivos sino que están automáticamente acoplados con los precios internacionales.
Como resultado, los precios en nuestro propio mercado de la energía, los alimentos y demás componentes de la canasta básica alimentaria y de la canasta básica total son frecuentemente superiores a los que rigen en muchos de los países a los que exportamos esos mismos productos, lo cual finalmente se traduce en los niveles de pobreza y de indigencia.
En el gráfico que sigue se muestra la evolución de la pobreza y la indigencia en nuestro país a lo largo de los últimos 21 años. Los valores del gráfico son los informados en la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC para el segundo semestre de cada año. Por falta de datos publicados en 2015, se muestran los promedio de 2014 y 2016, mientras que para 2024 se muestran los valores publicados por la EPH para el primer trimestre del año.
Impresiona el abrupto incremento del último salto del nivel de pobreza, que pasó de 42,5% en el último trimestre de 2023 al 52,9% en el primero de 2024, mientras los niveles de indigencia más que se duplicaron: del 8,3% al 18,1%. En el primer trimestre de 2024 la cantidad de pobres totalizó 15,7 millones de personas y la de indigentes 5,4 millones.
También alarman los desagregados etarios de estos indicadores, toda vez que la pobreza total para personas de hasta 14 años es del 66,1% y para las de 15 a 29 años del 60,7% y la indigencia para menores de hasta 14 años es del 27% y para las de 15-29 años del 60,7%.
Si bien la explicación de este decepcionante desempeño es multicausal, creo fundamental la concurrencia de dos causas estructurales que en mucho anteceden al gobierno de Milei y que en sus primeros 10 meses de gobierno han empeorado hasta niveles históricamente inéditos: la primera es el muy bajo nivel de los ingresos de los sectores populares y la clase media; la segunda causa son los niveles de precios domésticos de los productos que integran la canasta básica.
Para tener una referencia de los niveles de ingresos y los niveles de precios que rigen en nuestro país para los productos de primera necesidad y de los insumos difundidos que integran las diferentes cadenas productivas, agregaré los valores que en cada caso se verifican en Brasil, España y Estados Unidos.
Los ingresos de los sectores populares
En el cuadro que sigue se muestran las remuneraciones promedio informados a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) por los gobiernos de la Argentina, Brasil, España y Estados Unidos para los años 2014, 2019 y 2023. Las estadísticas incluyen a los 187 Estados miembro de la OIT y muestran otras categorías no incluidas en la tabla, como el personal dedicado a tareas agropecuarias, pesca, prestación de servicios, comercialización, elaboración de artesanías, etc. Los valores promedio incluyen las categorías de la base de datos de la OIT que aquí no se muestran.
Mi intención fue mostrar los promedios correspondientes a los años de inicio de los gobiernos de Mauricio Macri, Alberto Fernández y Javier Milei; la falta de datos para el año 2015 me obligó a mostrar en su reemplazo los valores correspondientes a 2014.
Como se desprende de la tabla, el promedio de los tres años para todas las categorías de la Argentina resulta un 8,6% superior al de Brasil, pero equivale a un 41% del promedio de los españoles y un 15% con respecto al de Estados Unidos.
La tabla también muestra los niveles de desigualdad en cada país. Las remuneraciones gerenciales de la Argentina y Brasil son 4,7 veces mayores que las de los trabajadores no calificados, mientras esas mismas relaciones alcanzan a 3,8 veces en el caso de España y 2,6 veces en el de Estados Unidos.
En la Argentina hay que sumar la real situación de los desocupados y subocupados, que entre el segundo trimestre de 2023 y el primero de 2024 se incrementaron del 6,2% al 7,6% y del 10,6% al 11,8%, respectivamente.
Resulta evidente que las comparaciones entre los niveles de remuneraciones poco indican, a menos que las relacionemos con los niveles de precios en los mercados internos de cada país.
Los precios, el ignoto padre del borrego
La tabla que sigue muestra precios unitarios para nafta y energía y una lista de productos de primera necesidad, obtenidos al 4 de noviembre último en supermercados de primera línea de cada país, y expresados en dólares estadounidenses al tipo de cambio oficial; la capacidad de compra para cada producto muestra la cantidad de unidades que es posible comprar con la remuneración promedio de cada país; finalmente, su poder de compra resulta del promedio simple de las capacidades de compra de los productos que integran la tabla.
Como se observa, el poder de compra de esa canasta de productos para la Argentina equivale al 85% del poder de compra que rige en Brasil, al 25% del poder de compra de España y al 34% del vigente en Estados Unidos.
Afinando el diagnóstico
Hasta aquí creo confirmadas las hipótesis sobre las razones primarias del bajo dinamismo de nuestra economía: una combinación de bajos ingresos con precios elevados en productos de consumo masivo. Para profundizar el diagnóstico consideré el impacto de los niveles de precios de la energía y de los insumos difundidos, así como otras razones que afectan nuestro nivel de desarrollo económico y social.
1. El costo de la energía
Los precios de la energía tienen un elevado impacto sobre el consumo de los hogares y se trasladan a los costos y precios de los productos de todas las cadenas productivas en cada uno de sus eslabones. La tabla siguiente compara los valores para la nafta, el gas oil, el gas natural por redes y la energía eléctrica en nuestro país, Brasil, España y Estados Unidos.
Esos precios muestran varias cuestiones que hacen a nuestro diagnóstico. En primer lugar, que los precios de los combustibles y el gas en la Argentina son superiores a los que rigen en Brasil y en Estados Unidos; asimismo que el precio del gas oil en la Argentina penaliza el costo del transporte, a diferencia de Brasil y España en los que su menor costo lo promueve; similar situación rige en nuestro país para los precios de la energía eléctrica para hogares y comercios, penalizando a los últimos.
En definitiva, se verifica que la Argentina, siendo un país autosuficiente y exportador de energía, detenta precios superiores a los internacionales, y que los precios energéticos castigan al consumo de las personas y a la competitividad de sus producciones y de los productos finales al consumidor.
2. Los precios de los insumos difundidos
Un análisis de la formación de precios de los insumos difundidos en nuestro país en noviembre de 2023 muestra que los grupos empresarios que operan en el país concentran más del 90% de la facturación anual, lo que les permite fijar condiciones económicas y laborales y regular la oferta de bienes y servicios según su propio interés, cuestión que se viene profundizando en la era Milei.
Los principales insumos difundidos son: acero, aluminio, cemento y petroquímicos y plásticos.
Las producciones locales de acero son monopólicas o se encuentran altamente concentradas en manos de Ternium Siderar (produce hojalata, chapa en rollo, flejes, bobinas, perfiles y barras); Tenaris Siderca (produce tubos con y sin costura y varillas de succión); Acindar (alambre, alambrón, barras, mallas, perfiles y planchuelas); Sipar Gerdau (alambre, alambrón, barras, clavos, mallas y perfiles); Acerbrag (alambre, alambrón, barras, clavos y mallas) y Aceros Zapla (barras, discos y planchas); cada una con capacidades productivas de 3,2; 1,3; 1,7; 0,65; 0,35 y 0,15 millones de toneladas anuales.
La producción de aluminio se encuentra 100% en manos de Aluar, con una capacidad instalada de 460.000 ton/año.
La cadena de valor petroquímica plástica se caracteriza por la monopolización total en la producción de polímeros primarios y una elevada competencia en sus procesamientos por la industria plástica. El etileno y los polietilenos son producidos sólo por PBB Polisur, el polipropileno por Petroquímica Cuyo; el PVC por Unipar Clarbocloro (ex Solvay Indupa) y el polietilentereftalato (PET) es producido por DAK Américas Argentina. Por su parte, la industria transformadora plástica está compuesta mayormente por pequeñas y medianas empresas de capitales nacionales, con un total de 2.795 plantas, de las cuales el 70,5% tienen menos de diez empleados, mientras un grupo reducido (5,5%) de empresas medianas de capital nacional y las transnacionales emplea a más de 50 trabajadores.
La producción de cemento está concentrada en cuatro empresas: Loma Negra, con nueve plantas en distintas provincias con 10,03 millones de toneladas de capacidad instalada nacional; Holcim, con cinco plantas, totaliza 5,13 millones de toneladas de capacidad instalada; Cementos Avellaneda, dos plantas y 253.000 toneladas capacidad, y Petroquímica Comodoro Rivadavia, con dos plantas, totaliza 435.000 toneladas de capacidad instalada.
La concentración empresarial no se limita a los insumos difundidos y también alcanza a los servicios y bienes de consumo final.
El servicio de telecomunicaciones es abastecido en su totalidad por sólo tres empresas: Telefónica, Telecom y Telmex, mientras que el 70% de la televisión por cable corresponde a Cablevisión.
En el mercado de bebidas y productos alimenticios se destacan las cervezas, que con dos empresas abastecen al 82% del mercado (Quilmes con sus marcas Palermo, Andes, Norte y Bieckert concentra el 66% del mercado, mientras Brahma abastece al 16%); el 78% de las galletitas son producidas por tres empresas (Kraft, Arcor y Danone); y el 80% del pan elaborado corresponde a una sola empresa (Fargo/Bimbo).
3. Otras razones que afectan nuestro desarrollo social y económico
Los abusos de posición dominante existentes en las diferentes etapas de las cadenas productivas, incluyendo las producciones de insumos difundidos, productos de consumo final y sus etapas de comercialización, generan enormes perjuicios al conjunto la economía nacional y a los consumidores.
Uno de los más importantes es que habitualmente los precios se establecen en base a las expectativas inflacionarias, provocando que frecuentemente los aumentos superan al nivel inflacionario del conjunto de la economía.
Otro impacto relevante es la generación de rentas extraordinarias de quienes pueden fijar precios más allá de sus costos de producción y márgenes razonables de beneficios, dando lugar a la bicicleta financiera, a la fuga de divisas y al endeudamiento externo; para tomar una idea del impacto de la fuga de capitales y el endeudamiento, se estima que la fuga de capitales durante el gobierno de Mauricio Macri alcanzó un promedio de 22.000 millones de dólares anuales.
Por su importancia para la economía nacional, el impacto de los bajos ingresos y de los precios en nuestro mercado doméstico sobre nuestra capacidad de desarrollo social y económico merece un análisis mucho más detallado del que pude ofrecer en este trabajo.
Cómo deshacernos de los padres del borrego
El primer paso es difundir masivamente las causas y efectos de los bajos ingresos y los altos precios que afectan a los sectores populares, mostrando cómo evolucionaron durante los gobiernos peronistas y los neoliberales.
La segunda cuestión es encarar el estudio y perfeccionamiento de las herramientas disponibles para evitar los abusos de posiciones dominantes, la Ley de Abastecimiento 20.680 y sus modificatorias, como la ley 26.991 sobre Nueva Regulación de las Relaciones de Producción y Consumo vigente desde 2014, que establecen regulaciones sobre la compra, la prestación y la venta de productos o servicios destinados a satisfacer necesidades básicas, así como la ley 25.156 de Defensa de la Competencia.
Con el gobierno ya recuperado tendremos que recomponer inmediatamente el poder de compra de los argentinos, desacoplar los precios de la canasta básica de los internacionales, incluyendo el establecimiento de impuestos a las empresas que generen renta extraordinaria mientras subsista ese abuso.
Priorizando la producción, el trabajo y la soberanía podremos retomar el camino del que nunca debimos desviarnos para lograr la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación.
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