LOS OJOS DE IDA LUPINO
Una realizadora independiente que se atrevió con temas incómodos y problemas de gente común
Según Ida Lupino, fueron dos veces las que el azar marcó su camino artístico.
La primera fue en Londres, cuando rondaba los 15 años de edad y acompañó a su madre a una convocatoria para una película a filmarse bajo la dirección de Alan Dwan, que buscaba a alguien para interpretar el papel de una ingenua mujer. Connie Emerald, la madre de Ida, ya era actriz de profesión pero rara vez pudo acercarse a las grandes carteleras cinematográficas. Cuando parecía que aquella jornada terminaría como tantas otras, con un “muchas gracias, luego la llamamos”, alguien puso el ojo en la joven Ida, en su belleza con ligero aire mediterráneo, sus ojos claros y su singular desenvoltura. Esta película inglesa titulada Her First Affaire fue el verdadero comienzo de la carrera cinematográfica de la Lupino, que –si bien jugó un poco el azar– uno supone que sucedería tarde o temprano porque toda su familia se dedicaba a las artes escénicas e incluso alguno de sus integrantes (como Lupino Lane, su primo) ya estaba metido en el cine.
Poco tiempo después Ida Lupino se mudaría a Hollywood. No tardaría en ganarse un lugar en los grandes repartos y firmaría un contrato para ponerse al servicio de la Warner. De entre muchos papeles importantes hay dos protagónicos que resultan muy significativos. En They Drive By Night (1940) y High Sierra (1941), en ambas acompañada por Humphrey Bogart bajo la dirección de Raoul Walsh, encontraremos a la Ida Lupino popular, la barrio bajera, la que de ser argentina vestiría de percal. La que aceptaba ser llamada la “Bette Davis de los pobres” ya que le ponía el cuerpo a los papeles que la Davis solía rechazar y que serían la materia primordial de su futura carrera como realizadora.
La segunda vez que el azar metió la cola en la vida artística de Ida Lupino fue en 1949. El director Elmer Cliffton tuvo un infarto mientras rodaba Not Wanted, la primera de las películas de la productora Emerald (sí, el nombre de la madre de Ida) que la Lupino había creado junto a su marido para realizar sus propios proyectos. Y nuevamente, aun contradiciendo a Ida Lupino, no hubo nada de casual en su desembarco a la dirección de cine.
Ida Lupino había observado y aprendido mucho trabajando bajo las órdenes de Raoul Walsh, a quien admiraba y apreciaba. Ella tenía sus inquietudes profesionales y artísticas, y sabiendo que bajo la órbita de la Warner no iba a progresar canceló su relación contractual no sin antes ser multada en alguna que otra ocasión al no aceptar ciertos papeles. Esto era bastante normal durante los años de oro de las grandes productoras de Hollywood, que así como trajeron obras cinematográficas monumentales y generaron una cuasi mitología de galanes y mujeres fatales también eran bastante tiranas. Y fue así como Lupino decidió continuar su carrera independientemente, con recursos escasos y aún sacrificando su popularidad, pero teniendo muy claro qué es lo que quería contar y mostrar, es decir todo aquello que para Hollywood no valía la pena observar.
En total, Ida Lupino estuvo en la dirección de ocho largometrajes, siendo para su época una de las pocas mujeres que ejercitó regularmente un oficio reservado para los hombres. Mayor aún fue la cantidad de piezas que dirigió para TV, entre ellas algunos capítulos de la legendaria The Twilight Zone, aunque debe decirse que aquí su fuerza expresiva se fue diluyendo. Aquellas ocho películas dan cuenta de un cine moldeado tanto por su afán de veracidad como por sus limitaciones presupuestarias, con un abordaje inteligente y atrevido de los temas más incómodos y una gran capacidad de observación e interpretación de los problemas de la gente común. Dejó de ser la “Bette Davis de los pobres” para hacer de esos pobres los protagonistas de sus películas. Fue una verdadera realizadora independiente en tiempos en que esto no era nada fácil ya que eran escasas las posibilidades de difusión de su obra, que obviamente fue poco vista en su momento pero revalorizada con el correr de los años.
Dos de sus cintas más apreciadas son Outrage (1950), acerca de una mujer que busca recomponer su vida luego de haber sido violada, y The Hitch-hiker (1953), tremendo film-noir rutero por el desierto de México, casi un western sobre ruedas con tan sólo tres personajes. Hay una tercera película muy destacada llamada The Bigamist (1953), que para mí es la más importante de todas porque en varios aspectos, y principalmente por una escena en particular, revela la estatura artística, intelectual y humana de Ida Lupino.
En esta película tenemos al matrimonio Graham (Harry y Eve) exitosos empresarios de San Francisco, que inician los trámites para adoptar a un niño. El encargado de la agencia de adopciones rápidamente descubre que Harry (Edmond O’Brien) es bígamo, que tiene otra mujer y un hijo en Los Ángeles. Entonces, sin jugar al misterio y lejos de proponer un pasquín condenatorio o una defensa de las buenas costumbres americanas, lo que hace la película es indagar por qué se dio esta situación, qué es lo que llevó a Harry a armar una familia paralela, y la respuesta es mucho más compleja de lo esperado.
En TheBigamist, Ida lupino nos muestra a través de las oscilaciones de Harry que en la moderna sociedad que se está construyendo en Occidente la posibilidad de crecimiento de las mujeres, pertenezcan a una u otra clase social, tendrá muchos obstáculos. Eve, la esposa de Harry interpretada por la refinada Joan Fontaine, logró convertirse por mérito propio en una sofisticada mujer y ha ido acrecentando su importancia en la empresa que tienen en común, algo que no estaba en los planes de su marido y que le será difícil aceptar, no sin dolor. Por otro lado Phyllis, su amor clandestino, es una mujer luminosa e inteligente pero que se las arregla como puede trabajando como mesera y carga con un pasado muy doloroso.
Y nuevamente, no hay nada de casual en que este personaje haya sido interpretado por la misma Ida Lupino. Su primera aparición, que es cuando conoce a Henry, constituye la escena más jugosa, más cáustica, más penetrante, más Lupino de toda su filmografía. La misma transcurre en Los Ángeles a bordo de uno de eso autobuses que llevan a los turistas a recorrer los barrios más ricos, allí donde viven las estrellas. Harry nota que a su lado hay una hermosa mujer y se dispone a conquistarla, pero ella simplemente duerme indiferente al lujo del vecindario de las estrellas de Hollywood. Es aquel mismo Hollywood que ella conoció perfectamente para luego emanciparse y trazar su propio camino. Para Ida Lupino, en ese imperio de la ostentación ya no hay nada interesante para ver, mejor cerrar los ojos y seguir durmiendo.
FICHA TECNICA: EL BÍGAMO
Título original The Bigamist / Año 1953 / Duración 80 minutos / País Estados Unidos / Dirección Ida lupino / Guión Lawrence Marcus, Lou Schor / Música Leith Stevens / Fotografía George Diskant / Reparto Ida lupino, Joan Fontaine, Edmond O’Brien, Edmund Gween.
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