LOS OBJETIVOS DEL IMPERIO

El petróleo ha sido la causa de las guerras del siglo XX y de las dos primeras décadas del actual

 

Tanto las dos guerras mundiales 1914 -1918 y 1939-1945, como el conflicto actual entre las naciones más desarrolladas, se deben fundamentalmente a la cuestión del petróleo y las reservas energéticas y/o la capacidad de generar energía, considerando a los demás países como colonias o semi colonias, funcionales a sus necesidades e intereses

La República Bolivariana de Venezuela es la Nación que cuenta, en la faja del Orinoco, con la mayor reserva de petróleo crudo en el planeta, estimada en 290.000 millones de barriles (de 161 litros cada uno). En el año 2018 el petróleo y sus derivados representaron el 93% de las exportaciones del país. El 20% de esas exportaciones van a los Estados Unidos, cuando antes del gobierno de Hugo Chávez, quien asumió la presidencia el 2 de febrero de 1999, iba el 80%. En el año 2008 Venezuela producía 3 millones de barriles diarios, diez años más tarde solo 1,2 millones de barriles por día. En 2008 las exportaciones de petróleo fueron por un total anual de 51.000 millones de dólares y en 2018 solo de 11.000 millones. Poco a poco, los perros que persiguen al jabalí lo van desgastando, desangrando, deteniendo su andar hasta que el cazador lo alcanza.

Conociendo la estrategia del capitalismo estadounidense, Venezuela acuerda comercialmente y favorece las inversiones de China y Rusia. En el caso del primero de los nombrados, su talón de Aquiles es el energético: China es un gran importador de petróleo y su matriz productiva actual depende del carbón mineral.

El modus operandi y los intereses de los Estados Unidos en Venezuela son los mismos que ejecutó y tiene en Irak y en Libia, pero la gran diferencia es que el mundo ha cambiado. Siria lo demuestra. Estados Unidos quiso generar allí algo semejante (Siria es el paso obligado de gas y de petróleo de Oriente a Occidente) y ahora tiene que irse. El gobierno sirio se mantuvo en pie: tras los bombardeos a escuelas y hospitales ha logrado que las fuerzas armadas estadounidense comiencen su retirada y abandonen a su suerte a sus aliados, el Ejército Islámico y sus secuaces mercenarios. El gobierno sirio contó durante todo el conflicto con el apoyo de su pueblo bajo el bombardeo, y también con el aval del pueblo árabe, de Rusia, de Irán y de Turquía.

China y Rusia son socios en la ANSEAN, fundadores de BRICS y promotores de la expansión de la OCSh (Organización de Cooperación de Shanghái) [1]. En el otrora poderoso G7 (grupo de los países industriales Estados Unidos, Canadá, Alemania, Inglaterra, Francia, Italia y Japón), los otros seis tienen problemas con la administración de Donald Trump. Y hasta la conformación del G20 demuestra que reconocen el poder de China y Rusia, que imponen la agenda en las reuniones, como fue el caso de la de Buenos Aires.

El gran capital de los Estados Unidos sabe que tiene dos puntos fuertes: lleva la delantera en la tecnología, sobre todo la de las llamadas industrias inteligentes, y cuenta con la capacidad de producir energía de todo tipo. La principal es la petrolera. En 2018 Estados Unidos produjo 10,9 millones de barriles de petróleo crudo por día, en una parte importante por el sistema de shale, y consume 19,4 millones de barriles diarios, por lo que debe importar de Arabia Saudita, México, Canadá, Nigeria y Venezuela.

Es más, una de las formas que China y los Estados Unidos habían acordado para reducir el déficit comercial norteamericano era que China le comprara cada vez más petróleo crudo, tratado que se frenó con la administración de Trump

Y la razón por la que se apropia del petróleo de Irak y de Libia, acuerda con Arabia Saudita, con los Emiratos Árabes y con Kuwait y trata de invadir a Venezuela, es para tener amplia primacía en energía y evitar que China y Rusia cuenten con tal vital elemento.

Toda su estrategia pasa por asegurarse para los próximos cien años el abastecimiento e impedir que lo haga China.

Winston Churchill  se congratuló con el derrocamiento de Perón en 1955. Según la versión taquigráfica de la Cámara de los Comunes Británica, dijo que “la caída del tirano Perón en la Argentina es la mejor reparación al orgullo del imperio y tiene para mí tanta importancia como la victoria de la Segunda Guerra Mundial”.

 

 

Son capaces de ahogar económicamente a un pueblo, hacerle faltar lo más indispensable, alimentos, medicamentos; de llevar adelante una guerra cobarde sobre los civiles, de crear ejércitos paralelos o paramilitares financiados por las grandes corporaciones y sus Estados, de bombardear a la población para desalentarla. Toda ignominia es poca con tal de lograr sus objetivos

 

Qué destino le queda a la Argentina

Si ese es el marco internacional,  ¿qué destino le espera a la Argentina?.

Solamente hay dos posibles:

  1. Cumplir con los designios del FMI, desindustrializando al país para proveer el mundo de extracciones de nuestro suelo y su cultivo y cría de animales, condenando a su población a una economía de subsistencia, a mendigar trabajo que va a ser cada vez menos y con menos derechos laborales, con una jubilación y pensión paupérrima que es la que hace que un jubilado no llegue al día 15 del mes.
  2. Organizarse y unirse para terminar con este flagelo, que pasa principalmente por desenmascarar abierta y claramente al FMI y el rol que ocupa como garante de ese modelo.

Eso no se consigue solamente ganando elecciones. Se logra si además se tienen los cuadros y los equipos y que la mayor parte de la población participe, elevando el nivel de conciencia.  El nivel de organización depende del nivel de conciencia.

Para ello se debe plantear el verdadero debate en estas elecciones. No bastará con ganarlas y tomar el gobierno, pues la dominación continuará viviendo en la Sociedad Civil y es allí en donde hay que combatirlo mediante lo que Gramsci definió como la “Guerra de Posiciones”, que consiste en conquistar progresivamente espacios de poder: economía, educación, cultura, religión, entre otros. Eso se hace todos los días.

Es una batalla cultural contrahegemónica del discurso simplón y cobarde del "no queda otra": esas son las reglas de juego del sistema, que el mercado decide y el mercado decide que aumenten las tarifas energéticas y que el servicio sea peor, que la pobreza y la indigencia se incrementen, que se profundice la exclusión social, que se sigan cerrando fuentes de trabajo, que los jubilados no lleguen a mitad de mes — esa es la verdadera regla del sistema.

La lucha se desenvuelve básicamente en el plano político-ideológico-cultural con la población consciente y organizada. Por eso es imprescindible plantear el verdadero debate, el que divide las aguas entre los que defienden el modelo de defensa de nuestro trabajo y nuestra producción y el que quieren que hagamos el capital extranjero y el FMI.

Propuestas claras y concretas que permitan actuar cohesionadas a las fuerzas populares con eficacia, para construir la nueva sociedad. El silencio solo sirve para que la población ignore cuál es el estado real de la situación, cuando nuestra fuerza reside en el pueblo unido y organizado con una propuesta nacional.

En enero de 2006 la Argentina pagó toda su deuda con el FMI y se liberó de esa tutela. La culpa del kirchnerismo fue tratar de hacer un país independiente y disciplinar a la clase empresaria, por ejemplo, con los acuerdos con China, que los obligaba a tener que reinvertir al menos parte de su renta, aprovechando las ventajas naturales que el país tiene (la tierra más fértil del mundo, agua, petróleo, litio, mano de obra capacitada y que se puede capacitar más), pero incorporando constantemente nuevas tecnologías y aumentando la escala de producción, solos o asociados, para satisfacer la creciente demanda que dicho acuerdo estratégico e integral significaba.

Hoy aquellos industriales, por denominarlos de alguna forma, después de haber apoyado al gobierno de Cambiemos se dan cuenta —tarde— de cuál es el destino que el imperio les designa. Es cierto que ellos y sus familias van a ser indemnizados y podrán darse la gran vida como ya hicieron otros. Pero también saben que si se crearan las condiciones en la Argentina para volver a producir, lo harían, porque es acá donde sus mayores generaron el capital y de otro modo serán  parias — de lujo, pero parias al fin.

No es fácil, se necesita de inteligencia y de coraje. No podemos ser republiquetas que cumplen órdenes del amo humillando a su propio pueblo. Por respeto a nosotros mismos, a nuestra Constitución y por las generaciones presentes y futuras, debemos tener nuestro Proyecto Nacional y Popular como Nación libre e independiente.

Repetimos la diáfana propuesta que Mónica Peralta Ramos hiciera en El Cohete a la Luna, porque día tras día nos damos más cuenta de su fundamental importancia:

“La oposición a este gobierno y su plan de ajuste debe consensuar antes de las elecciones un plan de emergencia nacional que, repudiando la enorme deuda externa contraída y todos los condicionamientos que este gobierno ha fabricado, contenga un plan de desarrollo nacional con verdadera integración e inclusión. Este plan de emergencia nacional debe buscar la articulación de alianzas en el exterior que permitan aprovechar las oportunidades que pueda brindar un mundo cada vez más resquebrajado por conflictos entre países con intereses divergentes. El dólar y los recursos no renovables en vías de extinción constituyen los ejes en torno a los que giran los conflictos mundiales. En estas elecciones se juega entonces, algo más que la continuidad de un simple préstamo stand-by del FMI".

 

[1] Integrados por la República Popular ChinaRusiaKazajistánKirguistán , Tayikistán, Uzbekistán,  India y  Pakistán conformando un bloque de seguridad, económico y comercial.

[2] “Cuando ves que alguien invoca ‘Venezuela’ como la razón para no considerar ideas políticas progresivas, sabés inmediatamente que la persona en cuestión está desinformada, es deshonesta o ambas cosas. Básicamente muestra que no está dispuesta a mantener una discusión seria, prefiriendo asustar a la gente con el cuco sobre el que él o ella no saben nada”, dijo el Premio Nobel de Economía estadounidense Paul Krugman acerca de los que esgrimen la frase: “Vamos a ser como Venezuela” (Página 12 del jueves 31 de enero 2019).

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