LOS NARCOS DEL FISCAL QUE BERNI PROTEGIÓ
Scapolan zafó del jury con el voto de Sergio Berni y faltó por tercera vez a la indagatoria
–Che, ¿la bolsa está ahí nomás o está escondida?
–Sabés que sí… Me pregunto si es la misma que vos me diste, la de plateado. Porque está toda entera, ¿viste?
–Sí, está toda así… ¿cómo se dice?
–El paquete.
–Creo que hay uno y lo otro está en polvo viste… así, en pedazos. ¿Me entendés?
A José Víctor Gutiérrez lo conocían como el “Primo” y es el que termina la conversación. Fue detenido en 2015, condenado por tráfico de drogas pero hoy está prófugo con pedido de captura. En dicha conversación pacta una de sus habituales negociaciones en la venta de cocaína. Allí habla con un policía: los oficiales lo trataban como uno más. El Primo, un narco de la zona de San Isidro, no era policía pero se hacía pasar por tal ante los narcos. Porque uno de sus modus operandi era el de hacer investigaciones y participar de allanamientos. En la jerga policial, un “informante”.
Pero no cualquier informante sino uno de los preferidos del fiscal Claudio Scapolán, procesado por ser la cabeza de una organización compuesta por policías que se dedicaban a extorsionar narcotraficantes fraguando causas. Así lo entiende Fernando Domínguez, a cargo de la Fiscalía Federal 2 de San Isidro, que acaba de sumar a su pesquisa sobre la banda de Scapolán una causa donde Gutiérrez fue juzgado en 2018, denominada causa “Gil”, donde hay decenas de horas de escucha que involucran al Primo con el esquema de armado de causas, vinculaciones con narcos y tráfico de drogas. En aquel momento Gutiérrez ya estaba en la Delegación de Drogas de San Isidro colaborando con policías como Oscar Caviglia y Adrián Okurzaty. Y ese era el centro neurálgico de cuyas ramificaciones el fiscal Scapolán expandía su territorio.
Esta semana Scapolán volvió a faltar, por tercera vez, a su citación a indagatoria ante la jueza Sandra Arroyo Salgado. De hecho, el fiscal Domínguez estudia declararlo en rebeldía. De forma insólita Scapolán presentó un escrito alegando un recurso en la Corte Suprema de la Nación por una recusación que ya le fue negada por la Cámara y por Casación. Mientras tanto, el procurador Julio Conte Grand –que había prometido públicamente avanzar contra Scapolán– y el jurado de enjuiciamiento en su contra se encuentran paralizados, en un asombroso silencio.
Scapolán se encuentra imputado como jefe de una estructura mafiosa y extorsiva de narcocriminalidad, novedosa por sus alcances con redes de ilegalidad que tocan nervios del sistema institucional. Los hechos ocurrieron entre 2013 y 2015 pero existe una serie de muertes alrededor del caso que extienden los límites hasta el presente.
En la causa hay más de cincuenta personas procesadas: seis tienen jerarquía policial y además están los secretarios de Scapolán. Todos están detenidos menos el fiscal –que actualmente goza de licencia con goce de sueldo–, pese a que carga sobre sus espaldas con la imputación más grave como cabecilla de una asociación ilícita.
–Viejo, ¿me escuchás?
–Sí.
–Escuchá. Estoy acá justo en la oficina. No queda un cuadrado. Queda una bolsa que tiene un poquito más. ¿Te llevo esa?
–¿Cuánto tiene?
–Y… tiene 550, igual te queda a 10 pesos, no te hagas drama.
–Bueno, después cualquier cosa te doy lo que falta.
–No pasa nada, dale.
La charla parece una escena de la serie The Wire. Lo revelador es que la antena que activó el “Primo” Gutiérrez en ese llamado fue la que cubrió la Delegación de Drogas Ilícitas de San Isidro. Si bien son hechos que ya han sido probados por la Justicia, son material probatorio que los investigadores anexaron recientemente para engrosar aún más la escandalosa matriz con la que el fiscal Scapolán dominaba al zona narco del norte de Buenos Aires.
¿Cómo era el patrón de funcionamiento? El “Primo” estaba a cargo de diversas personas. Se encargaba entre otras actividades de que los vendedores recibieran la droga y la cobertura policial. La mercadería era obtenida previamente de procedimientos judiciales, en los que se formalizaba el secuestro de una parte de la droga hallada. La otra porción se reintroducía en el circuito clandestino a través de estas personas, regenteadas por Gutiérrez. El circuito funcionaba con el control absoluto de Scapolán desde su guarida de San Isidro.
El patrón también se utilizaba para inventar, montar y fraguar procedimientos a otros grupos narcos que disputaban el territorio de venta de estupefacientes, o bien para extorsionar. Gutiérrez era el informante del subcomisario Oscar Caviglia, y para ese entonces tales tareas las realizaba conjuntamente con Gabriel Cabral –jefe del gabinete de investigaciones de la Delegación de Investigaciones del Tráfico Ilícito de Drogas de San Isidro–, que era el encargado de recaudar el dinero de la venta de estupefacientes y el canon por tal permiso. Cabral hoy figura como arrepentido en la causa.
Las escuchas en sí mismas son un tesoro: los investigadores descubrieron cintas que demandarán horas y horas de desgrabación. Fuentes judiciales se alarmaron de cómo aparecieron ahora luego de darse por perdidas. ¿O alguien las había escondido?
Las cintas revelan cómo estaba aceitado el circuito de provisión, recaudación y venta de droga así como la selección de víctimas para armar causas e intercambio de información con la policía. El “Primo” Gutiérrez, niño mimado de Scapolán, estaba en todos los detalles: hasta se encargaba de cortar y fraccionar la droga.
–Escuchame: tiene cinco ochocientos.
–¿El total es cinco ochocientos?
–Cinco ochocientos, siete paquetes.
–Bueno, ahí te consigo otro y te lo llevo. Escuchame, de eso entero, de lo blanco, hay uno. De la otra vez quedó medio.
–¿Medio hay?
–Sí, avísame si te sirve. Y te llevo eso y el kilo doscientos de la verde.
–Bueno. Pero tiene que ser piedra porque si no no me sirve.
–Está en polvo, viejo. Para qué te voy a mentir. Si no, te llevo lo otro que te estoy debiendo.
–Dejame que te aviso. Le voy a preguntar al muchacho porque ya le compré dos para él. Él pensó que eran piedra, pero bueno.
–Preguntale.
“José Víctor Gutiérrez, alias ‘Primo’ efectuaba diligencias asumiendo la falsa calidad de personal policial para lo cual resultó indispensable la connivencia de verdaderos efectivos de la Delegación de Investigaciones del Tráfico Ilícito de San Isidro y cuanto menos de quien sería Gabriel Cabral. Es que José Víctor Gutiérrez, actuaba en ocasiones, en nombre de Gabriel Cabral, haciendo las veces de cobrador del nombrado y dedicado a la recolección de datos relacionados con vendedores y proveedores de sustancias estupefacientes, que no se encontraban bajo su protección, con el objeto de armar procedimientos y secuestros de dicho material en favor de la unidad operativa en la que ejercía su falsa calidad de funcionario policial”, reza la causa “Gil” que el fiscal Domínguez acaba de anexar a su pesquisa sobre Scapolán.
El caudal de pruebas es abrumador. Incluye, además, la denuncia interna que años atrás había realizado un policía de apellido Silva, cuyo testimonio había desnudado el funcionamiento del esquema de corrupción en el que claramente incluye a la fiscalía Scapolán. Silva había señalado que los procedimientos judiciales eran la clave del funcionamiento narco. Esa denuncia fue archivada y nunca se le dio curso.
Para los investigadores, el nexo de Gutiérrez con Scapolán es directo. Lo señalan como uno de sus protegidos y un bastión clave en el movimiento de la banda narco, con una capacidad de mando ostensible. Nombran dos causas emblemáticas: la conocida como “Santellán”, donde el “Primo” participa en la extorsión a un narco –con chaleco de policía– colocándole droga en un auto para luego repartirse las partes entre la banda. Y otra denominada “Bustamante”, en la cual Gutiérrez hace un llamado anónimo para activar una denuncia por narcotráfico y originar que Scapolán ordenara allanamientos. Aquella vez se quedaron con 40 kilos de cocaína y no detuvieron a ningún narco.
Scapolán no está detenido porque aún tiene fueros. El jury fue pedido en noviembre de 2016 por Elisa Carrió. La denuncia recoge hechos denunciados ya en 2013 por Horacio Verbitsky y se remonta a la intervención en el encubrimiento del doble crimen de Unicenter de 2008 bajo la dependencia de su antiguo jefe, el fiscal general Julio Novo. Describe su ascenso, el comienzo en la fiscalía en 2001, y el año 2006 cuando Scapolán quedó a cargo de la recién creada Unidad de Investigaciones Complejas de San Isidro, área estratégica con competencia en temas de drogas pero también de fraudes a la administración pública, con poder de policía sobre el quehacer de los intendentes y funcionarios de los distritos de la jurisdicción: Vicente López, San Isidro, San Fernando y Tigre.
El jury había avanzado el año pasado pero en el presente se encuentra estancado. En la negativa a su enjuiciamiento aparece el voto de Sergio Berni, por entonces senador provincial. Uno de los casos es conocido como “Leones Blancos”: allí fraguaron un llamado al 911 para habilitar su competencia, usaron testigos falsos con documentos como los que describió el anónimo, pero además, según pudo probar el fiscal Domínguez, Scapolán y los policías robaron la mitad de un cargamento de una tonelada de cocaína.
Luego la llevaron a un depósito de Quilmes del policía Baeta con fachada de pelotero, trasladaron una parte del cargamento a Santa Clara del Mar y hoy se cree que otra parte salió del país hacia Europa a través de una salida en la costa propiedad del financista Diego Xavier Guastini, acribillado tiempo después por los narcos en un claro hecho de sicariato.
Guastini estaba procesado en 2016 por lavado de dinero y comenzó a declarar como arrepentido en varias causas. “Esta investigación debería tener prioridad política y judicial, porque demuestra la asociación ilícita y un esquema perverso y peligroso que mata después de amenazar, con escenas de sicarios al estilo colombiano o mexicano. Es algo sistémico y de alcance internacional que involucra falsos operativos de droga, venta y distribución, maniobras de extorsión y cobertura policial y judicial para controlar zonas. No tiene nada que ver con los operativos rompe bunkers que se pasan por televisión. Eso es para el espectáculo”, explica un alto investigador a este medio.
–Es hora que a Scapolán le saquen el blindaje político y que se presente en la Justicia. Y hay que poner el ojo en las delegaciones distritales de drogas, porque los controles no funcionan efectivamente.
–¿Cómo es eso? –preguntó El Cohete a la Luna.
–Antes sólo se liberaban zonas. Hoy se interrumpen las cadenas de tráfico, quedándose con una porción alta de cocaína y la otra la hacen pasar como un mega operativo exitoso en la lucha contra el narcotráfico. Si no se actúa de forma urgente, el poder político sigue siendo rehén de esas bandas que con los años logran cada vez mayor autonomía –concluye el investigador.
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