Los muchachos de Argentina
Tres espías desnudan el espionaje de la era Macri ante una bicameral del Congreso
Facundo Melo, Jorge Sáez y Leandro Araque comparten un grupo de WhatsApp. Se llama Argentina. Lo activaron cuando fueron raleados de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) por Alan Ruiz, un hombre de la intimidad de Patricia Bullrich que llegó a dirigir el área de operaciones especiales, eufemismo para referirse al espionaje sobre propios y ajenos. Ruiz acaba de ser detenido por el espionaje ilegal sobre el Instituto Patria y el departamento de Cristina Fernández de Kirchner en 2018. Antes de que su detención pateara el tablero judicial, tres de sus subalternos pasaron por la Bicameral de Fiscalización y Monitoreo de los Organismos de Inteligencia, donde hablaron del 1 (Mauricio Macri), del 5 (Gustavo Arribas) y de la 8 (Silvia Majdalani).
El trío
A Saéz lo conocen todos como El Turco. Supera los 60 años y, aunque él dijera que no había jerarquías en el grupo, se le reconoce como alma pater del equipo. De hecho, fue quien los fue reclutando para la AFI. Sáez hizo gran parte de su carrera en el Servicio Penitenciario Federal (SPF), más precisamente en el área de Inteligencia, conocida como el Área 50. En 2010 pasó a la Policía Metropolitana.
Durante ese tiempo pasó por la Escuela Nacional de Inteligencia (ENI), una casona despampanante en la calle Libertad. Ahí conoció a Diego Dalmau Pereyra, quien –como contó el director de El Cohete– estuvo largos años recluido en la ENI por el odio que le generaba a Horacio Antonio Jaime Stiuso. La brillantez de Dalmau cautivó a Majdalani, quien también lo habría conocido en un curso en la ENI. Por eso se lo llevó con ella como director de Contrainteligencia.
Dalmau llamó a su viejo alumno de la ENI y lo invitó a sumarse. Sáez nunca dejó la Policía de la Ciudad. Se fue en comisión. Con él se llevó a otros dos agentes: Araque –que era su superior en la Policía– y Mercedes Funes Silva. Los dos habían pasado por el área de Inteligencia de la Policía Federal Argentina (PFA), antes de recalar en la policía de Macri.
Con Melo, el conocimiento era más personal. Melo había conocido a un sobrino de Sáez mientras estudiaba Derecho en la Universidad Interamericana (UAI) y se habían hecho amigos. Las versiones sobre la llegada a la AFI del abogado lanusense difieren. Él habló de un ofrecimiento de Sáez que aceptó a regañadientes, porque tenía mucho trabajo en su estudio. El ex penitenciario les contó a los legisladores que el propio Melo le había pedido un lugarcito y que a Dalmau no le había gustado la idea.
AMBA
Durante los primeros años del gobierno de Macri, Arribas y Majdalani buscaron hacer pie en el Conurbano a través del llamado Proyecto AMBA, que implicaba diseminar una serie de bases de la Agencia por toda la provincia de Buenos Aires. El proyecto AMBA quedó a cargo de Pablo Pinamonti, a quien espera el juez Alejo Ramos Padilla el martes 30 en Dolores para tomar indagatoria. Los coordinadores fueron –como reveló Hugo Alconada Mon– el ex jefe de la Bonaerense Daniel Salcedo y el ex comisario Vicente Melito. Por su designación en la AFI, Salcedo quedó afuera de la querella que encabezaba la jueza Sandra Arroyo Salgado en representación de sus hijas por la muerte del fiscal Alberto Nisman.
La novedad del caso es que el Tano Melito llegó a la AFI por recomendación del Turco Sáez. Y como favor con favor se paga, el Turco le pidió un lugar para un muchacho que quería incorporarse: Melo. Todos coinciden en que Melo no fue el agente más predispuesto de la Agencia.
Melo no habló de las bases en el Conurbano, que terminaron levantadas cuando se conoció que la AFI espiaba a la entonces gobernadora María Eugenia Vidal y a su ministro de Seguridad Cristian Ritondo, quien integra la Bicameral. Su relato fue escueto, pero daba cuenta de cuánto había crecido la AFI durante los primeros años del macrismo.
En los primeros meses después de su incorporación, Melo iba a cobrar por ventanilla a la sede central de la AFI en 25 de Mayo. Como las filas eran interminables, las autoridades decidieron descentralizar el pago de sus agentes. A él lo mandaban a cobrar a un estudio jurídico que funcionaba de tapadera de la AFI en Quilmes. Dinero en mano, firmaba un recibo y se iba.
El Departamento
Dalmau Pereyra le dijo a Sáez que no quería que el grupo estuviera en la base de Contrainteligencia. Era, de alguna manera, un equipo de trabajo más clandestino que los que en general se dedican a esos menesteres. El jefe le dio una partida de dinero al Turco para alquilar un departamento y para pagar comidas y confidentes.
El departamento era propiedad de un hermano de una agente de la AFI y estaba ubicado en la calle Pilar al 1400, barrio de Mataderos. Era un primer piso con un comedor amplio, una cocina, un baño y un balcón. Esa era la base del Turco y sus muchachos.
El lugar siguió funcionando aun cuando Dalmau Pereyra dejó Contrainteligencia. Lo que recortó Alan Ruiz, que quedó a cargo de los grupos de operaciones especiales, fueron los fondos, lo cual suscitó el primer encontronazo con el grupo.
Perseguir peronistas
La partida de Dalmau Pereyra se produjo meses después de la victoria de Cambiemos en las elecciones de medio término de 2017. A principios de 2018 lo convocó Arribas. Quería saber qué estaba haciendo. Dalmau fue con una carpeta que mostraba la intervención de la AFI en algunos casos resonantes, como las capturas de Ibar Pérez Corradi o la del Monchi Cantero, el líder de Los Monos.
—Ese es trabajo de policía –le habría dicho el escribano a Dalmau, según contó Sáez en la Bicameral—. Acá hay que hacer trabajo político.
La charla entre Sáez y Dalmau siguió en tren de confesión.
—Quieren que persiga peronistas, pero yo soy peronista, Turco –le habría dicho Dalmau.
Majdalani le ofreció dos destinos a Dalmau para exiliarse: Chile o España. Él eligió Chile, para estar más cerca de la familia. A España fue Alberto Santamarina cuando dejó el juzgado federal de Lomas de Zamora. La Bicameral citó a Dalmau para el martes, cuando podrá explicar si lo que dijeron sus subordinados es cierto. Este relato pone, por primera vez, a Arribas en el campo de las Operaciones, un terreno que manejaba con mano de hierro Majdalani.
Alan
Si en algo coincide el trío es que la llegada de Alan Ruiz fue la causa de todos sus males. Ruiz era, ante todo, un hombre de Patricia Bullrich, pero que habría desembarcado con alguna recomendación de Dalmau Pereyra.
Ruiz pasó primero por la Policía Federal. Uno de sus subalternos dijo con desprecio que atendía el teléfono en el Hospital Churruca. En 2009 se incorporó a la Policía Metropolitana con el grado de oficial mayor. El 11 de diciembre de 2015, tras la asunción de Mauricio Macri, se fue con la baja voluntaria y con el grado de subinspector. Pasó por el gobierno de La Pampa y, para diciembre de 2016, ya estaba como coordinador de Asuntos Legales y Despacho de la Subsecretaría de Políticas de Seguridad e Intervención Territorial, que dependía de Eugenio Burzaco – ex jefe de la Policía Metropolitana.
En marzo de 2018, Bullrich lo puso a cargo del Programa de Búsqueda de Prófugos. Duró poco en ese cargo hasta que lo llevaron a la AFI. El ingreso formal se produjo el 2 de mayo de 2018. Hubo un tiempo en el que Dalmau y Ruiz coincidieron, porque el ex Seguridad no venía a hacerse cargo de Contrainteligencia, que quedó en manos del segundo de Dalmau.
Ruiz ofició de director de Operaciones Especiales, aunque el cargo aparentemente nunca tuvo creación formal. Al núcleo que había armado el Turco le sumó otro grupo de policías de la Ciudad. Armó un grupo de WhatsApp al que llamó Súper Mario Bros. Uno de los incluidos fue Emiliano Matta, un oficial joven con conocimientos de informática y que aparentemente respondía rápidamente a los requerimientos de Ruiz cuando pedía teléfonos o direcciones de Cristina Fernández de Kirchner.
Operaciones patrias
En 2018, Ruiz les encomendó a Sáez y a Araque ir a hacer seguimientos al Instituto Patria. Según ellos, pusieron excusas y no fueron. Dijeron que eran pocos, que no podían turnarse cada seis u ocho horas. Ante la Bicameral reconocieron que olieron que eso podría traerles problemas. Ruiz le encomendó la tarea a otro sector de la AFI.
Esos agentes fueron detectados por personal del Patria y denunciados. En 2018, el juez Marcelo Martínez de Giorgi sobreseyó a Arribas y a Majdalani después de que informaran que sus agentes estaban cumpliendo con tareas supuestamente asignadas en una causa que tramitaba en el juzgado de Federico Villena. En febrero de este año, la interventora Cristina Caamaño denunció el espionaje sobre el Patria en la Justicia de Lomas. La causa cayó en el juzgado de Villena, que se excusó. La tomó su colega Juan Pablo Augé y la delegó en la fiscal Cecilia Incardona.
La fiscal pidió ayer a las 8 de la mañana la detención de Ruiz, después de que tres agentes en actividad en la AFI lo incriminaran directamente. Además, la fiscalía de Lomas cuenta con documentos desclasificados que dan cuenta del rol de Ruiz y de las maniobras con las que intervenían en las causas judiciales. El ex hombre de Bullrich y de Majdalani será indagado mañana en el juzgado de Augé.
Tareas especiales
En el espionaje al Patria a priori no habría intervenido la célula de la AFI que integraban Sáez, Melo y Araque. En la tarea que sí intervino algún integrante del subgrupo Argentina fue en el espionaje a Florencia Macri, hermana del ex Presidente, y a su pareja Salvatore Pica. Ruiz los puso en contacto con un arquitecto que estaba trabajando en una obra en construcción lindante con la casa de la pareja. Melo condujo su camioneta hasta San Isidro. Otro grupo entró, tomó las fotos y se fue.
Melo y Sáez participaron en seguimientos al periodista de La Nación Hugo Alconada Mon. Araque, en “chequeos de domicilios” de Julio Saguier y Carlos Pagni. Durante su declaración a la Bicameral, Araque contó que lo mandaron a comprobar varios edificios por la calle Callao. ¿Podía ser el de José Luis Vila, el ex funcionario al que le dejaron una bomba sin conectar, uno de ellos?
La investigación del juez Villena se inició básicamente después de que Sergio Rodríguez, conocido como Verdura o Tomate, se entregara por una causa de venta de drogas en la zona sur. Verdura declaró tres veces en indagatoria. En la segunda, del 27 de febrero, dijo que conocía a Melo porque se había mostrado interesado en participar del negocio de la droga en el Conurbano. Dos semanas después, el 9 de marzo, Verdura pidió ampliar la indagatoria y dijo que Melo le había prometido una credencial de la AFI para moverse con tranquilidad. También reconoció haber sido quien llevó una caja con la bomba hasta el edificio de Callao en un Peugeot blanco con un hombre de apodo Francés. La defensa de Melo mira con desconfianza el testimonio de Verdura porque, entre otras cosas, dijo que el día de la bomba no hacía frío y estaba vestido con jean y remera, lo que no se condice con el informe del Servicio Meteorológico.
La causa por la intimidación a Vila tramita en el juzgado de Sebastián Ramos en Comodoro Py. El fiscal Guillermo Marijuan, quien tiene delegada la investigación, insiste en que la causa debe seguir allí. El lunes habrá una audiencia en la Cámara Federal, en la que Marijuan le explicará al juez Mariano Llorens por qué la causa debe quedar en Py. Llorens pidió las causas a Ramos y a Villena para decidir, pero el juez de Lomas no la había enviado hasta el cierre de esta nota.
En La Plata, el camarista Roberto Lemos Arias deberá decidir sobre la recusación que plantearon Melo, Araque y Sáez contra Villena, a quien acusan de ser parte en la causa. Él rechazó el planteo y el tema escaló hasta la Cámara Federal de La Plata.
El ex
Los Súper Mario Bros le decían El Pibe al vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli. Como contó el director de El Cohete, Ruiz decía que había que investigarlo porque “vivía como un narco”. Como en todas las operaciones, Ruiz decía que tenía cobertura judicial para hacerlo. En este caso, que a Santilli lo investigaban por una causa de enriquecimiento ilícito.
A Santilli, como a Emilio Monzó o a Nicolás Massot, les habían hecho seguimientos. Podrían ser considerados el ala más dialoguista con el peronismo. Los espías dijeron que Santilli era Hugo Moyano, para Ruiz, y que Patricia Bullrich nunca había podido superar el viejo encono con el líder camionero, cuando era él quien la llamaba La Piba.
A Santilli no sólo lo caminaron, sino que Arribas incorporó a un amigo suyo a La Casa, para tenerlo controlado de cerca. El agente en cuestión es Martín Terra, el ex marido de la actual pareja de Santilli, Analía Maiorana. Terra era empresario, pero pasó a trabajar también en Contrainteligencia, aunque no directamente con los Súper Mario Bros. Eso sí: solían cruzarse en la base de Contrainteligencia, donde hasta el cocinero tenía vocación de espía.
La cárcel
Todavía no habían llegado a la AFI cuando Sáez puso en contacto a Alan Ruiz con Cristian Suriano, el jefe de inteligencia del Servicio Penitenciario Federal (SPF). Sáez venía del Área 50, los dominios de Suriano. La relación fue fructífera, y el propio Ruiz fue quien llevó a Suriano a conocer a Majdalani. “Quedó encantada”, le contó Sáez a la Bicameral.
De esa relación de encanto surgió, entre otras cosas, la intervención de la AFI para poner micrófonos y cámaras en la cárcel de Ezeiza, donde estaban detenidos políticos y empresarios kirchneristas, y en la cárcel bonaerense de Melchor Romero.
En la causa de Lomas, como adelantó El Cohete la semana pasada, hay un testigo de identidad reservada que se presentó y declaró sobre la operatoria en las cárceles federales. El testimonio, junto con los allanamientos, demostró que había un circuito de cámaras que se veían en dos pantallas de 50 pulgadas en la casita del Área 50 en Varela 266. Eran cuatro agentes de Inteligencia del SPF que iban turnándose para no perder detalle.
Esa parte de la tarea habría estado en manos de Suriano mientras que Miguel Perrota, jefe de Asuntos Internos, está sospechado de haber infiltrado celadores para obtener información de los presos kirchneristas. Fernando Carra, asesor de Emiliano Blanco, está señalado como quien buscaba ablandar a los detenidos para que se arrepintieran en sus causas. Dicen, por ejemplo, que los ingresos de Carra no estaban registrados en la cárcel y que en las “charlas” participaba su chofer, quien fue allanado también esta semana. Carra alega que eso no es posible.
Los ex agentes que declararon ante la Bicameral confirmaron que, además, había un Excel con los nombres de los presos que Súper Mario Bros debía seguir, lo que muestra la coordinación entre la AFI y el SPF.
La pelea
Al trío lo terminaron sacando del Súper Mario Bros en algún momento de 2019. Las razones de la pelea con Ruiz fueron varias. Entre otras, se enteró de que le habían avisado a Santilli que lo estaban siguiendo – según ellos declararon. También se quejaron cuando les pidieron que le robaran el celular a Rodis Recalt, periodista de Noticias.
Con Melo la situación se detonó cuando Ruiz le pidió que su cliente Damián Lagaronne, de la barra de Independiente, declarara para incriminar a Hugo y Pablo Moyano. Melo supuestamente se negó. Después Ruiz le hizo escuchar una conversación suya con Lagaronne, que estaba detenido en el penal de Melchor Romero.
No queda claro si Melo se fue o lo echaron, pero lo que sí está claro es que denunció la maniobra el año pasado en el juzgado de Ariel Lijo, que investiga las presiones sobre el juez Luis Carzoglio para perjudicar a los Moyano.
Después de esa denuncia, Majdalani mandó a llamar a Sáez y a Araque para intentar mediar entre Melo y Ruiz. Majdalani les dijo –según declararon– que, si no ratificaba la denuncia, podía volver a la Agencia. Sáez dijo incluso que Majdalani quería ofrecerle seis sueldos a Melo para no activar la causa.
Ruiz dejó la AFI antes del fin de gobierno de Macri. Levantó sus cosas el 15 de noviembre de 2019 para no volver. Su permanencia de un año y seis meses dejó la marca de un espionaje desembozado sobre propios y extraños.
La cúspide
La Bicameral recibió esta semana también una veintena de correos electrónicos que había encontrado la interventora Cristina Caamaño en la secretaría privada de la Dirección General de la AFI. Los correos van desde el 15 de noviembre de 2017 hasta fines de enero de 2019. Para cuando arranca el intercambio, el macrismo ya había ganado la principal batalla en la Justicia con la renuncia de la procuradora Alejandra Gils Carbó e iba camino a desarmar una de las salas de la Cámara Federal.
Según los correos que están en poder de la Bicameral, las reuniones se hacían mayoritariamente los jueves y eran convocadas por el mismísimo Marcos Peña. En algunos de los correos decía que iba a participar Macri y que algunas se levantaban porque Arribas estaba de viaje.
Hasta ahora no se conocía el rol regente de Peña en la mesa judicial y se creía que se realizaban lunes o martes en el despacho de Pablo Clusellas. De esa instancia participaban, entre otros, José Torello y Germán Garavano. Podría tratarse de dos instancias distintas o de prácticas que hayan ido modificándose con los años.
Moreau, que preside la Bicameral, dijo día atrás en El Destape Radio que la mesa judicial era la que estaba en la cima del espionaje macrista. Esta semana, el fiscal Ramiro González –a cargo de la investigación sobre las presiones sobre jueces y fiscales– debería recibir la declaración de Luis Raffaghelli, camarista del fuero de trabajo. González ya recibió semanas atrás el testimonio de Ana María Figueroa, quien señaló a Juan Bautista Mahiques –actual fiscal general de la Ciudad– como quien fue a su despacho para interesarse por una causa y quien lideró la ofensiva en su contra en el Consejo de la Magistratura.
La agenda
La Bicameral continuará esta semana con los testimonios de Mecha Funes Silva, Emiliano Matta, Dalmau Pereyra y Terra. Es probable que los integrantes de la Bicameral vuelvan a citar al trío por contradicciones y porque no aportaron toda la información que tenían.
Entre otros temas, les interesa el rol de Susana Martinengo, la coordinadora de Documentación Presidencial de Macri. Martinengo venía del MODIN de Aldo Rico y había estado casada con un militar carapintada. Ella era quien recibía a los espías en Casa Rosada e incluso comía con ellos afuera. Hasta ahora no aportaron claridad sobre los temas de los que hablaban. Mencionaron un sindicato de cartoneros o trabajos con movimientos sociales. También salió el nombre de Alex Campbell, ex funcionario de Vidal, sin los detalles que lo incriminan en los tribunales de Lomas.
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