Los inicios del feminismo en Paraguay
Una biografía de Serafina Dávalos, la primera feminista y graduada universitaria de Paraguay
Serafina Dávalos se graduó en 1907 en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Asunción: fue la primera mujer del Paraguay en hacerlo. Se recibió con una tesis titulada Humanismo, en la que expuso la situación política y social de las mujeres en su país tras la Guerra Guasú.
Serafina Dávalos. Feminista sale en el marco de la colección “Pensadores y pensadoras de América Latina” de Ediciones UNGS y aparece luego de una larguísima serie de libros (veinticinco al día de hoy) dedicados a explorar el legado de intelectuales entre los que figuran, por ejemplo, José Carlos Mariátegui, Oscar Masotta, Álvaro García Linera. De hecho, durante mucho tiempo la colección se llamo adecuadamente “Pensadores de América Latina”. La inclusión en el catálogo de esta nueva obra de Rocco Carbone determinó el cambio de nombre y es una novedad saludable en el contexto de los claustros, tan afectos a la construcción de un saber androcéntrico que deja a las mujeres al margen (al menos, en tanto productoras de conocimiento).
“Pensadores y pensadoras de América Latina” busca reconocer saberes y cosmovisiones propias de nuestros territorios, con el objetivo de latinoamericanizar nuestros conocimientos frente a la hegemonía moderna occidental, eurocéntrica y colonial. En este contexto, recuperar a Serafina Dávalos y sus reflexiones implica poner en valor sus aportes no solo a las luchas feministas de las mujeres latinoamericanas sino a las luchas de los pueblos en general. Desde el estallido del Ni Una Menos, las militancias de nuestro continente tuvieron como protagonistas a los feminismos populares, comunitarios, negros, indígenas, campesinos y migrantes, que accionan en pos de transformarlo todo desde un posicionamiento territorialmente situado.
Luego de la guerra de la Triple Alianza Paraguay se ve obligado a una reconfiguración en medio de un profunda crisis social, política y económica. La población severamente reducida (en un 60%), con solo 200.000 personas sobrevivientes al conflicto, dio a luz un país mayormente habitado por mujeres, las reconstructoras materiales de ese país y esa sociedad. Sin embargo, no fueron ellas las que gobernaron ni las que ejercieron el poder, sino que siguieron en una posición subalterna. Humanismo de Dávalos disputa los sentidos del sistema patriarcal instaurados luego de la guerra y por eso podría ser conceptualizado como un primer proyecto feminista para la sociedad paraguaya. Las críticas de Serafina se centraron en las desigualdades jurídicas entre géneros, discutieron la exclusión de las mujeres de la política y la representación. Para Dávalos, el sistema de la moda respalda la diferenciación sexual en el plano político y forma parte de la secundarización del papel de las mujeres, los parámetros de belleza y la reclusión a la condición de deseabilidad para el placer del hombre son algunos de los puntos que señala como avales de la esclavitud. No faltan las críticas al sistema educativo y al adoctrinamiento que realiza en los hombres, que desde pequeños asumen prácticas acordes al mandato de masculinidad regente y que en este caso no reconocen una paridad con respecto a las feminidades. La potencia de lo planteado por Serafina se encuentra en la proyección transformadora que construye sobre la educación y las posibilidades que brinda para el establecimiento de condiciones de igualdad. Desde una perspectiva liberal, abogó por la universalización de la educación y por la formación de las mujeres, como punto fundamental para su emancipación y la aprehensión de herramientas para constituir un estado de igualdad.
El patriarcado es un antihumanismo, esta es la contracara de la propuesta de Serafina. Si hay hombres excluidos de sus privilegios y que forman parte de grupos subalternos, lo hacen por cuestiones de racismo o clasismo no por cuestiones de género. El trabajo de Dávalos nos invita a pensar el feminismo como una categoría de lucha social, a partir de la cual las sujetas que han quedado relegadas a lo largo de la historia, y que no formaron parte del sujeto que representa a la humanidad, ponen en tela de juicio las ideas y prácticas que las oprimen como género.
Durante las últimas semanas las discusiones en torno a la necesidad de construir sociedades más justas se acrecentaron frente a la agudización de las desigualdades existentes. El recrudecimiento de la violencia de género y, de lo que son su más dura expresión, los femicidios, transfemicidios y travesticidios, junto al desborde de las tareas domésticas y de cuidado, y el aumento de las condiciones de marginalidad y de precariedad, ponen a los feminismos y sus reclamos como actores políticos indispensables para repensar nuestros territorios y ciudadanías. En este marco es imprescindible recuperar a nuestras pensadoras para avanzar en la lucha por los derechos de las mayorías minorizadas. “La emancipación femenina pasa también por una crítica de los hechos que no fueron para que sean”, sostiene Carbone.
Retomar los planteos de Serafina implica revisar las luchas históricas de las feministas latinoamericanas para resignificarlas y potenciarlas. En la actualidad, mujeres, lesbianas, organizaciones y activistas de derechos humanos la reivindican y recuperan sus ideas como parte de sus banderas de lucha. También es retomada en los ámbitos académicos, donde sus aportes son revalorizados a partir de distintas iniciativas de estudio de su vida y legado.
Kuña Aty en guaraní significa “reunión de mujeres”. En los territorios, los feminismos se organizan y crean alternativas para construir sociedades igualitarias. Hermanadas, en manada. Desde los aquelarres, las asambleas y las ollas. No se va caer, lo vamos a tirar.
* Universidad Nacional de General Sarmiento
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