Lo prometido es deuda

La deuda pública amenaza con hacer perder una década al pueblo mendocino

 

Con una virulencia que no se condice con los corazones multicolores que endulzan su perfil en Twitter, la diputada nacional mendocina Jimena Latorre respondió el lunes 10 a una nota publicada el día anterior en El Cohete. En la apertura de lo que la red de Elon Musk llama “hilo”, Latorre recomendó el artículo como muestra de la “hipocresía” de un relato que adjudicó al kirchnerismo.

 

 

En verdad, la nota de El Cohete se basó en datos que ya eran conocidos en la provincia. Buena parte fueron tomados de informes publicados en los últimos meses por el Centro de Economía y Finanzas (CEFI) de Mendoza, y surgen de fuentes oficiales, como el Ministerio Provincial de Hacienda y Finanzas o la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas. Desde hace casi ocho años, el gobierno mendocino es ejercido por la alianza cambista que al pie de la cordillera encabeza la Unión Cívica Radical, a la que pertenece Latorre.

Con mandato hasta diciembre próximo, la actual diputada nacional responde a Alfredo Cornejo, principal responsable del endeudamiento en dólares de la provincia que gobernó entre 2015 y 2019 y a cuya conducción pretende regresar tras las rondas electorales de junio y septiembre.

 

 

Gambeta y bicicleta

Sin contar el rosario de denuestos, los únicos datos aportados por la legisladora en su respuesta al CEFI y a El Cohete aluden a la pesada herencia que el radicalismo mendocino continúa mentando pese a llevar dos periodos consecutivos en el gobierno provincial. Uno de ellos, aquel en que Cornejo tomó una deuda por más de 500 millones de dólares, en coincidencia con el mandato de su aliado Mauricio Macri en la Casa Rosada.

 

 

Como a nivel nacional, el intento de explicar el endeudamiento contraído alude a deuda previa, invariablemente adjudicada al populismo y al déficit fiscal. “El gobierno aduce que debió pagar deuda anterior, de cuando la provincia era gobernada por el peronismo. Pero la deuda que ellos mismos informaron al asumir, en 2015, no superaba los 14.000 millones de pesos, mientras que para 2019 era de 90.000 millones”, calculó el economista Nicolás Aroma, del CEFI, consultado por El Cohete. El primer informe de prensa del cornejismo había indicado que no llegaba a 12.000 millones.

Latorre pone el foco en el crecimiento de la deuda flotante, que es aquella exigible a corto plazo, durante el último año de mandato del peronista Francisco Pérez. Por definición, suelen ser compromisos en moneda nacional, aunque la diputada prefiere nominarlos por su equivalente en dólares. Coinciden, además, con el periodo en que Cornejo propició una negativa del parlamento provincial a la propuesta del entonces oficialismo para tomar deuda en pesos. Fue cuando ya había dejado ver su apetencia de cambiar el sillón de intendente de Godoy Cruz por el de gobernador, ocupado entonces por Pérez.

Si bien la equivalencia entre monedas se ofrece ilustrativa, por ser la estadounidense más constante, la diferencia entre un endeudamiento en pesos y uno en dólares se vincula con las capacidades de recaudación y pago del Estado. El gobierno provincial recauda en pesos y, en la misma moneda, paga salarios y realiza inversiones que pueden mejorar la calidad de vida de la población y activar la economía. Pero tras la ocurrencia de Cornejo de tomar endeudamiento por más de 500 millones de dólares, la proporción de la composición de la deuda pública provincial se invirtió: si hasta su mandato era de dos tercios en pesos y uno en dólares, hoy es exactamente al revés. El impacto es fácil de estimar: se generó un círculo vicioso como el que graficó el CEFI en uno de sus informes.

 

 

El gráfico publicado por Latorre para responder a El Cohete también apunta a un endeudamiento con el gobierno central por un anticipo de coparticipación otorgado a Pérez. Sin embargo, durante los ocho años de gobiernos radicales la autonomía fiscal de Mendoza se redujo y la relación entre fondos propios y los coparticipables pasó de 50-50 a 40-60.

El interrogante es si aun si se diera por completamente cierto el cuadro de situación que planteó Latorre —donde se observa, por cierto, que el stock de deuda consolidada no tuvo incrementos significativos en el bienio final del gobierno de Pérez— quedaría justificada la toma de deuda en moneda extranjera, con tenedores desconocidos, bajo legislación extraña y en un contexto de devaluaciones periódicas desatadas desde que Macri se subió a la bicicleta.

 

 

Hojas de calendario

Los números que publicó El Cohete no eran una novedad en Mendoza, cuya sociedad los conocía por los trabajos del CEFI y las acciones de la oposición provincial, que incluso llevaron el tema a la Justicia. La Suprema Corte mendocina aún debe resolver si asiste razón al reclamo por una gambeta que el Ejecutivo hizo al Congreso de la provincia, donde hubiera necesitado dos tercios de las bancas ocupadas para la toma de nueva deuda para pagar los vencimientos imposibles de la anterior. La Fiscalía de Estado ya dictaminó en favor de la oposición.

Con ese grado de conocimiento público, solo cabe atribuir el enfado de la diputada Latorre a la repercusión nacional del tema o a la necesidad de diluir el impacto local de la feroz batalla interna entre Macri, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, que había estallado también por Twitter seis horas antes de la publicación de la legisladora.

Lanzado a su campaña presidencial, Rodríguez Larreta visitaba Mendoza al cierre de esta nota. No llegaba solo para cosechar votos propios para su molino nacional, sino también para apuntalar al actual senador Cornejo, que dejó atrás sus sueños vicepresidencialistas y parece decidido a ir por un nuevo mandato en la gobernación provincial.

No la tendrá fácil. Aunque no lo admitan públicamente, en el radicalismo y alrededores preocupa la memoria que existe sobre su gestión económica. Pero a ello se suma además una disputa interna que no se resolverá en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias del domingo 11 de junio.

Por allí puede conjeturarse otra de las posibles razones de la crispación radical. El miércoles 12 cerró el plazo para inscribir alianzas o frentes electorales y, tal como se preveía, el PRO jugó a dos puntas: un sector acató la decisión de la intervención nacional de acompañar al radicalismo de Cornejo, pero otro —referenciado en el diputado Omar de Marchi— solicitó la oficialización de su alianza con Javier Milei. La última palabra la tendrá la justicia electoral. Con las sobras del banquete sobre la mesa, decidirá el pueblo mendocino. Primero en junio y luego en las generales del domingo 24 de septiembre.

La nota de El Cohete del domingo pasado se tituló “Tierra de sol, vino y deuda”. El sol es difícil de tapar con un dedo o un tuit, la deuda existe y ya afecta la economía real. Pero hay un dato del artículo recomendado por Latorre que sí puede terminar siendo falso: durante el gobierno de Cornejo, la vitivinícola Mendoza llegó a importar vino. Frente a los reclamos del sector, el entonces gobernador debió considerar medidas proteccionistas que seguramente le reprocharían ahora sus ¿ex? amigos liberales.

De todos modos, más interesante aún que determinar quién tiene mayor o menor responsabilidad en la deuda ya contraída sería conocer las propuestas en torno a qué hacer frente al escenario que crea. Sobre todo teniendo en cuenta que lo peor todavía no llegó: este año y el próximo serán los de vencimientos más altos en dólares, superando los 126 millones de esa moneda cada uno. De no reestructurarse la deuda, recién en 2029 los habrá por debajo de los 100 millones anuales. Pero, incluso entonces, el vencimiento pautado estará por encima del de 2022, cuando las consecuencias del endeudamiento en dólares ya se sentían en una economía pobre y en pesos.

 

 

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