¿Episodios aislados o nuevo clima en el país?
En un mismo fin de semana dos grupos numerosos de personas se desgañitaron insultando al presidente Maurizio Macrì. Es difícil encontrar puntos en común en el desahogo de centenares o un millar de jujeños frente a la Iglesia de la Candelaria, en Humahuaca, y de 45.000 asistentes a la cancha de San Lorenzo el domingo a la noche.
Cada uno tenía sus propias motivaciones. El ingreso de Macrì a la iglesia fue estrepitoso. Llegó junto con el gobernador Gerardo Morales y con una comitiva de funcionarios y dirigentes políticos, en medio de la misa que celebraba por última vez el obispo Pedro Olmedo, quien se jubilaba. Una vez que los visitantes se acomodaron, los forzudos cerraron las puertas e impidieron el acceso. El obispo invocó al presidente, que no había abierto la boca, para ordenarles a los custodios que abrieran las puertas, con lo que el recinto se colmó de fieles. “Yo lo bendigo pero antes tengo que hacerle un pedido, deje de gobernar para los ricos; la gente pobre necesita más de los gobiernos. Y aquí se persigue a los pobres, que pagan sus impuestos y les cuesta vivir, en cambio se defiende a las mineras que no pagan nada a la Municipalidad y extraen toda la riqueza de la madre tierra”, dijo entonces Olmedo, ante el pavor del obispo de San Salvador, César Daniel Fernández, que apoyó a Macrì y Morales en la persecución a Milagro Sala.
Frente a la iglesia se siguió agolpando gente. Algunos habían saludado el arribo de la caravana con afecto, pero de a poco se fue generalizando un grito que el presidente nunca había escuchado en la provincia: “¡Qué se vaya! ¡Que se vaya! ¡Qué se vaya!”. En Volcán, las obras de reconstrucción del alud del año pasado avanzan con lentitud y sigue habiendo gente que vive en containers inhabitables en esa zona de temperaturas extremas. Algunas personas le recriminaron una supuesta indiferencia hacia quienes llegaron desde el Chaco Salteño corridos por las aguas del Pilcomayo desbordado. Mientras Macrì jugaba al fútbol en Humahuaca un grupo de pobladores originarios intentó levantar un cartel pero fueron corridos a empujones por la custodia. Reaparecieron luego junto al monumento al indio con su cartel en el que respondieron como descendientes de originarios a la frase de Macrì acerca del origen europeo que atribuyó a todos los argentinos.
La bronca del domingo se originó en fallos del árbitro del partido que según la hinchada de San Lorenzo favorecieron a Boca Juniors, el club del que Macrì fue presidente como primera escala de su travesía política y que hoy conduce su operador judicial y capitalista de juego, Daniel Angelici. Las hinchadas siempre creen que los árbitros las perjudican. En este caso la repetición de las jugadas deja dudas. Se puede discutir si las dos expulsiones fueron justas, pero no es discutible que sobre la hora el acusado ignoró un claro penal cometido por un defensor de San Lorenzo contra el atacante de Boca. Lo que no tiene precedentes es que el malhumor futbolístico se canalice de esa manera con un grito colectivo tan simple como reiterado: “Maurizio Macrì/la putá que te parió”.
Desde el comienzo de su gobierno hubo manifestaciones de hostilidad en distintos lugares del país, pero tenían un origen político claro y no eran ni espontáneos ni masivos. No es posible sacar conclusiones, saber si se trata de episodios aislados sin mayor trascendencia o de la instalación de un nuevo clima en el país. Pero es recomendable tomar nota del fenómeno y seguirlo con atención.
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