LATINOAMÉRICA EN LOCARNO
La producción del subcontinente encuentra lugar en el festival de cine suizo
Latinoamérica pondrá su impronta en la 77 edición del Festival Internacional de Cine de Locarno a punto de comenzar en esa ciudad de la Suiza italiana. Referente de peso del cine de autor, Locarno apuesta a la apertura y la diversidad como palancas de éxito.
La oferta este año del más internacional de los festivales cinematográficos helvéticos es un abanico de unas 220 películas que entre el 7 y el 17 de agosto se proyectarán en espacios de todo tipo. En cines “tradicionales”; en el centro de exposiciones Palexpo FEVI, reconvertido con más de 3.000 asientos, así como en la misma Piazza Grande (Plaza Grande) del siglo XVI, corazón histórico de la ciudad y metamorfoseada durante el festival en una de las más grandes “salas a cielo abierto” del mundo. Con una superficie de 6.900 metros cuadrados y una pantalla gigante de 364 metros cuadrados (26 por 14), y con un alcance visual y de sonido de primera calidad hasta cien metros, cada noche puede acomodar 8.000 espectadores sentados.
Mucho más cerca de Milán (apenas 115 kilómetros) que de Berna la capital suiza (270 kilómetros), durante once días Locarno universaliza su perfil cultural. Y se convierte en una convocatoria internacional de primer nivel del cine de autor, donde la personalidad del realizador se impone sobre cualquier condicionamiento, incluso por encima de los intereses de la distribución comercial en las grandes salas.
Fundado en 1946, justo después del de Venecia (Italia) y en paralelo con el de Cannes (Francia), pero antes que la Berlinale (Alemania,1951) y el de San Sebastián (España, 1953), el Festival Internacional de Cine de Locarno es uno de los tres más antiguos del continente y hoy se encuentra entre los 15 principales eventos europeos del género.
Según su director artístico, Giona Nazzaro, esta 77ª edición encarna “la excelencia del cine contemporáneo [pues] nos hemos interesado en destacar películas que, si bien traspasan los límites del cine, también buscan entablar una conversación más profunda con el público”. Nazzaro agrega: “De esta forma, el Festival continúa posicionándose como una plataforma al servicio del diálogo interseccional” y remarca que “la programación presenta a cineastas de renombre, al tiempo que destaca a estrellas en ascenso que se perfilan ya como figuras importantes del cine del mañana”.
En cuanto a las películas programadas, Locarno las presenta como “grandes películas de todo el mundo, estrenos internacionales o mundiales, lo mejor del panorama cinematográfico contemporáneo, de autores consagrados y talentos emergentes, formas clásicas y experimentales”.
Plaza con presencia latinoamericana
A pesar de la preeminencia de filmes suizos, italianos, franceses y estadounidenses, como es habitual en la programación locarnesa, en esta presente edición la producción iberoamericana tiene su espacio asegurado: no solo en lo que respecta al origen de las obras sino también a sus temáticas.
Un rápido recorrido de las 18 películas a proyectarse en la Piazza Grande —entre las cuales se anticipan 6 estrenos mundiales— lo ejemplifica. Entre otras, Reinas, producción suiza-española-peruana dirigida por Claudia Reynicke, ambientada en ese país sudamericano y atravesada por la temática familiar de la emigración forzada. También México 86, una coproducción mexicana-belga-francesa del realizador guatemalteco-belga César Díaz, la cual explora la compleja tensión entre maternidad y lucha revolucionaria. Y Gaucho Gaucho, coproducción documental argentina-estadounidense dirigida por Michael Dweck y Gregory Kerschaw y premiada en el Festival de Sundance 2024, la cual describe en blanco y negro y con una mirada casi antropológica la vida cotidiana actual en la pampa argentina y los códigos propios de un grupo de sus habitantes “tradicionales”.
También en la Piazza Grande el prestigioso director, guionista, actor y productor mexicano Alfonso Cuarón será uno los cineastas y actores homenajeados por su trayectoria profesional. Ganador del Oscar en varias ocasiones, Cuarón animará el 11 de agosto un debate abierto, modalidad muy particular de Locarno, donde, a diferencia de otros festivales internacionales, el público puede participar abiertamente y sin restricción alguna.
Mundialmente famoso como guionista y director de varias películas aclamadas por la crítica y el público (Roma, Y tu mamá también, Gravity y Sons of Man), su próximo proyecto es Disclaimer, una serie realizada para Apple TV+ y cuyo lanzamiento está previsto para octubre. En 2022, Cuarón produjo el cortometraje The Pupil, de la italiana Alice Rohrwacher, nominado en siete categorías del Oscar 2023.
Iberoamérica también existe
Fogo do Vento (Fuego del Viento), coproducción suiza-portuguesa de la joven directora lusitana Marta Mateus, es una de las 17 películas que en Locarno competirán por el Leopardo de Oro, el máximo premio de 75.000 francos suizos (unos 80.000 dólares). Según Mateus, su obra convoca “a nuestros muertos, nuestros recuerdos y nuestra historia… imaginando el cine con su don de brujería”.
La directora catalana Mar Coll presentará en la misma sección su última obra, Salve María, a través de la cual explora la inquietante figura de una madre convulsionada luego de haber matado a sus dos hijos gemelos de solo 10 meses.
La directora sudafricana Pia Marais llega a Locarno con Transamazonia, su obra más reciente y resultado de una coproducción francesa-alemana-taiwanesa-
Las tres películas producidas por iberoamericanos, o con temáticas iberoamericanas, y que aspiran al Leopardo de Oro, tienen un común denominador: un joven y renovado cine de autor realizado por mujeres. Todo esto en un Festival que sigue haciendo un esfuerzo significativo por avanzar con la paridad de géneros tanto de sus participantes como de sus protagonistas.
En la sección Leopardos de Mañana (Pardi de Domani), la segunda en importancia, 3 de los cortometrajes y largometrajes internacionales en competición llevan un sello iberoamericano. Hanami (Suiza, Portugal, Cabo Verde), de la joven realizadora Denise Fernandes; Monólogo Colectivo, de la directora argentina-británica Jessica Sarah Rinland y Olivia y las nubes, del joven director dominicano Tomás Pichardo-Espaillat.
Tal como lo definen los organizadores del festival, la sección Leopardos de Mañana representa “un campo de investigación expresiva y poética en formatos innovadores”. Dividida en tres competencias (internacional, con obras de autores emergentes de todo el mundo; nacional, reservada a producciones helvéticas, y la de cortos), esta sección “presenta cortometrajes y mediometrajes en estreno mundial o internacional, trazando los caminos inexplorados que el cine del mañana podría recorrer”.
Nuevo cine de América Latina y el Caribe
Puertas Abiertas (Open Doors), otra de las secciones más destacadas de Locarno, es parte de un proyecto trianual y cuenta con el apoyo de COSUDE (Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación). Según sus organizadores, Puertas Abiertas busca “apoyar y poner de relieve los talentos y las películas de los países donde el cine independiente es más frágil”. Formación, intercambio y creación de contactos integran la propuesta de esta sección, que para el periodo 2022-2024 ha puesto su mirada en América Latina y el Caribe. Su directora explica que “nos centramos en países que suelen estar infrarrepresentados en el panorama cinematográfico internacional. En esas regiones, el principal desafío es crear películas en entornos sumamente inestables, tanto a nivel político como social”. Entre los largometrajes, Locarno podrá apreciar Eami, de la realizadora paraguaya Paz Encina; La Bachata de Bionico, del dominicano Yoel Morales; La piel del agua, coproducción costarricense-chilena, de Patricia Velásquez; La playa de los enchaquirados, del joven realizador ecuatoriano Iván Mora Manzano; Los capítulos perdidos, coproducción venezolana-estadounidense, de la directora venezolana Lorena Alvarado; Raíz, del peruano Franco García Becerra, y Uncivilized, de Michael Lees, de Dominica.
Énfasis en la identidad
El Festival de Locarno apuesta a un tipo de cine diferente, renovador, incluso conspirativo por sus formas y contenidos. Constituye una de las bocanadas de aire fresco en la promoción cinematográfica en Europa. Busca abrir al mundo y oxigenar cultural y cinematográficamente a Suiza, una isla alpina de apenas 41.000 kilómetros cuadrados. Todo esto, sin cerrarse al decisivo aporte financiero del sector público y privado. Reivindicándose –tal vez exageradamente— como “la capital mundial del cine de autor”. Ese que, tradicionalmente, se contrapone a la “fórmula Hollywood” y que muchas veces se entrelaza con el cine independiente, del que va de la mano, preservando así su propia identidad.
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