Las ruinas del Incario y las de la UCR

La persecución a la Túpac Amaru en Jujuy y Mendoza exhibe la putrefacción de un viejo partido que fue popular

 

Algunos creen que la receta de planchar el dólar con préstamos del FMI y el retorno del “ahora 12” podrían dar buenos resultados electorales apostando a la fragilidad de la memoria.

A nosotros simplemente nos alcanzó para iniciar el postergado viaje a Jujuy, hermosa provincia que exhibe muchos paralelismos con Mendoza. Ambas son gobernadas por un viejo partido cuyos restos mortales proporcionan un imprescindible apoyo territorial a Macri, logrando la difícil hazaña de convertirse en la derecha del Pro y endeudando a las futuras generaciones en 1.500 millones de dólares por cabeza. Además ambos gobernantes autoritarios poblaron sus cárceles de militantes de la Túpac Amaru, construyendo el mismo enemigo; utilizando en forma espuria el Poder Judicial, reprimiendo la protesta social y restringiendo la libertad de expresión.

Llegamos con mi compañera a San Salvador por la noche después de recorrer los Valles Calchaquíes. Sólo conseguimos lugar para alojarnos en un hostel con habitación compartida, a la vuelta de la hermosa Plaza Belgrano, sede de la casa de Gobierno. En diciembre de 2015, ese fue el lugar ocupado por un acampe de la Red de Organizaciones Sociales de Jujuy contra un re-empadronamiento ordenado por el recién elegido gobernador Gerardo Morales, con el fin de terminar con la presencia política y territorial de la organización que había construido más de seis mil viviendas y que lleva el maldito nombre de Túpac Amaru.

Poco después de integrar el Tribunal Superior de Justicia con diputados radicales, liquidando cualquier vestigio de independencia del Poder Judicial, la protesta fue duramente reprimida. Allí se detuvo a la diputada del Parlasur y dirigente social Milagro Sala, el 16 de enero de 2016; privación de libertad que fuera calificada como arbitraria por los organismos especializados a nivel internacional tanto de la Organización de las Naciones Unidas como de la Organización de Estados Americanos. La represión incluyó a su compañero Raúl Noro, a las militantes Shakira Guerrero, Gladys Diaz, Graciela López y Mirta Aizama. Ellas permanecen desde hace tres años privadas de libertad en la cárcel del Alto Comedero.

En abril de 2017 la represión se extendería a Mendoza, donde Nélida Rojas y otros siete militantes de la Organización serían privados de libertad. La coincidencia entre los mecanismos represivos de los gobernadores radicales Alfredo Cornejo y Gerardo Morales no son mera casualidad.

Por la mañana, al dar la vuelta a la manzana nos sorprendió ver que en la estación del tren, abandonada desde el anterior ciclo neoliberal de la década del '90, se había construido un teatro al aire libre. Descendiendo una escalera se destacan los murales, las canchas de basket y fútbol, la pileta y los vagones reciclados. No había ningún chico jugando en el predio, sólo abandono y los ecos de otros tiempos más felices. Un guardia policial controlaba el acceso. Otro hombre, que salía de una habitación, nos explicó que allí funcionaron los depósitos de la Túpac Amaru con actividades sociales, culturales y deportivas hasta el advenimiento del “cambio”, que como el gigante egoísta del cuento de Wilde protagonizó el nuevo gobierno provincial.

Nélida Rojas proporcionó las coordenadas y caminamos por una Ciudad que conserva su arquitectura colonial y la presencia de los hermosos rostros morenos originarios de la tierra. Subimos un cerro por una larga escalera y llegamos a la casa donde Milagro Sala cumple prisión domiciliaria, después de una dura batalla jurídica donde la Corte argentina debió aceptar el cumplimiento de las medidas provisionales dictadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, obligando a los operadores judiciales de Morales a cumplir esa decisión. Un gran triunfo en situación adversa, que va más allá del caso concreto de Milagro Sala y contradice la efímera mayoría con que la Corte Nacional pretendió desconocer los fallos del sistema interamericano en el caso Fontevecchia. Resistiendo el Derecho Internacional, el gobierno de Morales ordenó una guardia policial en la puerta que impone horarios de visita. Procedieron a identificarnos, medida de seguridad y persecución que no se aplica a ningún represor condenado por crímenes de lesa humanidad. Encontramos a Milagro preocupada por la visita de su pequeño nieto, que no se había concretado, y conversamos mientras nos cebaba mate, buscando un poco de sol en la terraza. Nos contó que tenía dos hijos, pero muchos más hijos “del corazón”. Uno de ellos se sumó al encuentro y relató cómo le allanaron cuatro veces su domicilio en el Barrio del Alto Comedero. Ella nos explicó la clave de la persecución de la que la organización popular de raíces indígenas que construyó viene sufriendo, señalando que el poder real detrás de Morales es el poderoso empresario Carlos Pedro Blaquier, dueño de una de las principales fortunas de la Argentina, titular del Ingenio Ledesma.

Milagro Sala y su organización se sumaron a la lucha de Olga Aredes, familiares y organismos de Derechos Humanos que venían pidiendo justicia por la tenebrosa “Noche del Apagón” ocurrida en julio de 1976, donde se produjo el secuestro de más de 400 personas en las localidades de Caliagua y General San Martín de la Provincia de Jujuy, de las cuales 56 permanecen desaparecidas. Los perpetradores se movilizaban en camionetas provistas por Blaquier, quien recién en 2005 fue imputado por la Justicia por su intervención en ese crimen de lesa humanidad. Símbolo de la impunidad y la doble vara, Milagro sigue encerrada mientras el poderoso empresario acusado de los peores crímenes permanece en libertad garantizada por el Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, nombrado en comisión y por decreto por Macri, el ex abogado del Grupo Clarin Carlos Rosenkrantz, cuya esposa comparte la titularidad de una fundación con el sobrino de Blaquier.

Llegando a Purmamarca, conseguimos alojamiento en las afueras del pueblo, saturado de turistas que adquirían productos artesanales revendidos en puestos callejeros. Dicen que nada es casual, será por eso que al ingresar al camping y cabañas nos encontramos con el pañuelo de las Madres y un homenaje a Hugo Julián Luna, oriundo de Purmamarca que fuera secuestrado en su casa de Quilmes, Provincia de Buenos Aires en 1977, torturado en el Olimpo. Su cuerpo arrojado al mar regresó con la marea y fue enterrado como NN en el Partido de la Costa, provincia de Buenos Aires. Fue identificado en 2011 por el Equipo Argentino de Antropología Forense.

 

Eva Luna, hermana de Hugo Julián Luna.

 

Eva Luna —como el personaje de Isabel Allende— recorrió el país buscando respuestas ante la desaparición de su querido hermano, estudiante de ingeniería y militante social. A sus 80 años continúa luchando por la memoria de esta tierra. Nos contó que se organizó con un grupo de familiares de otros desaparecidos de Purmamarca: Juan Ángel Baca, René Humberto Cruz, Leandro Córdoba, Germán Córdoba, Rosalino Ríos y Marina Leticia Vilte.

Finalmente lograron sepultar a Hugo Julián Luna en Purmamarca, cuya tumba a modo de homenaje se localiza en la entrada del cementerio, entre los cerros Colorados y el de los Siete Colores.

En ese lugar, cada primero de noviembre los pobladores celebran el Día de las Almas, compartiendo comida y bebida. En ese día los muertos visitan a los vivos. Toda una celebración de la Memoria cuya estructura es definida como una relación entre los vivos y los muertos, o como señala mi amigo Juan Besse, de los lazos entre los muertos y los vivos.

Allí cerca el imponente Pucará de Tilcara nos recuerda el genocidio de nuestros pueblos originarios y la rebelión de Túpac Amaru, aquel que fue descuartizado junto con su familia y descendencia, con la sangrienta pero inútil pretensión del verdugo de borrar de la faz de la tierra su maldito nombre.

Los verdugos apuestan a la fragilidad de la memoria. Pero pasados más de doscientos años de su descuartizamiento, el maldito nombre de Túpac siempre vuelve y sigue más vigente que nunca. Como decía Galeano: “Las más altas montañas saben. La cabeza de Inkarrí está queriendo crecer hacia los pies. Sus pedazos se han de juntar algún día. Ese día, amanecerá al anochecer. Ese día, él andará por la tierra perseguido por los pájaros".

 

 

* Zona Crítica
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