Las reformas son como las brujas
En una semana sin festival de importaciones se cumplió con la meta de reservas pactada con el Fondo
“Desde Techint hasta la última micro pyme se fueron a importar, están las automotrices, productos suntuarios y la industria de Tierra del Fuego. Dos empresas que están en la isla, IATEC del grupo Mirgor (Nicky Caputo) y Newsan (Rubén Cherñajovsky) se llevaron 400 millones de dólares en importaciones. Si existen 5.000 importadores activos en todo el país y dos se llevan 400 palos, es mucho”. La frase, pronunciada por un integrante del equipo económico, pone en contexto la decisión del Banco Central de obligar a las empresas a financiar sus importaciones ya sea con préstamos o con recursos propios. La movida de la entidad conducida por Miguel Pesce le permitió al Gobierno cumplir con la meta de acumulación de reservas luego de la recalibración con el FMI. En una semana sin importaciones, el Central pudo comprar los casi 800 millones que le faltaban para llegar al objetivo pautado. Pero el festival de importaciones del mes fue enorme: casi 9.000 millones.
“Esta coordinación para frenar el drenaje se tendría que haber encausado en marzo, cuando desde el Central se avisó que las importaciones se desmadrarían”, comentó otra fuente del Gobierno. Es que Kulfas se había erigido como el dueño de la lapicera para determinar qué importaciones pasaban y cuáles no. Por eso, luego del anuncio de las medidas del lunes los lobistas de la Unión Industrial Argentina pusieron el grito en el cielo, mientras que los representantes de las pymes (que también importaban pero con más trabas que las grandes empresas) avalaron la norma. El que quiere ver, que vea.
Pero la jugada del Central, más allá de haber logrado el objetivo de acumular los 3400 millones de reservas netas para el segundo trimestre, expuso la propia debilidad del Gobierno. “El rey quedó desnudo. La medida regulatoria sobre importaciones fue la señal de que la debilidad es fuerte. Después existe otro factor insoslayable. El precio del dólar es un precio más de la economía y por varios meses tuviste cierta estabilidad con un tipo de cambio a 200 pesos con una inflación acumulada del 34 por ciento. Es absurdo pensar que el dólar se iba a mantener estable”, sostuvo Sergio Chouza, de la Consultora Sarandí, para explicar parte de los motivos que impulsaron la corrida cambiaria de esta semana.
La debilidad se hizo sentir hace varias semanas, cuando se dio la corrida contra la deuda en pesos que puso en la mira la estrategia de Martín Guzmán, que sigue empecinado en cumplir a rajatabla lo acordado con el FMI.
“La corrida de la deuda en pesos se trasladó al blue. Para frenarla, el Central compró bonos en mercados secundarios, por lo tanto, la idea de absorber dinero a través de las licitaciones de Guzmán fue fallida. El Central inyectó dinero y eso se fue al blue”, analiza Andrés Asiain, del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO). “Se intervino tarde y se gastó mucha guita y como consecuencia se alimentó el mercado de dinero. Y luego se tuvo que ceder acortando los plazos y otorgando más tasa en la nueva licitación para que el mercado renovara esos papeles”, concluye Asiain.
Si el acuerdo con el FMI debía traer estabilidad, un ancla contra la inflación y prosperidad, la paz de los cementerios se quebró en menos de tres meses. De cara al 2023, se avecinan muchas corridas.
Precariedad
“El acuerdo con el Fondo no era un ajuste, hoy el Indec anunció que mejoró la distribución del ingreso en el primer trimestre del año. Eso demuestra que no hay ningún ajuste”, sostuvo Alberto Fernández durante un reportaje para la señal de cable C5N.
Efectivamente, el Indec destacó una reducción de la desigualdad en relación al primer trimestre de 2021 pero no así en la comparación con el cuarto trimestre del año pasado, que es cuando los trabajadores privados y estatales formales cobran el aguinaldo. Pero el Indec también sostuvo otra cosa: la mejora fue traccionada por la creación de puestos de trabajo precarios. En el primer trimestre se crearon 112.000 puestos formales en la comparación interanual contra 532.000 puestos informales en el mismo período.
Según el organismo de estadísticas, el 60,4 por ciento de la población total percibió algún ingreso, cuyo promedio fue de 64.737 pesos. Para el tercer trimestre de este año, la Canasta Básica Total, que sirve para medir el umbral de pobreza de una familia tipo de 4 integrantes, se ubicaba en los 84.000 pesos (promedio). Si se analiza los ingresos individuales del estrato más bajo (deciles del 1 al 4), estos se ubicaron en los 23.628 pesos, mientras que los ingresos del estrato medio (del 5 al 8) fueron de 60.689 pesos. Es decir, el 80 por ciento de la población con ingresos no logró cubrir una Canasta Básica Total.
En la planilla de Excel que miran Fernández y Guzmán se podrá percibir alguna mejora de los ingresos tras la aplicación del bono de 18.000 pesos en dos cuotas distribuidas entre mayo y junio. ¿Ya no se necesitarán más refuerzos económicos teniendo en cuenta una proyección de inflación cercana a los 70 puntos? Es una incógnita. El kirchnerismo avaló la discusión por un salario universal pero el Gobierno, al festejar la revisión trimestral del FMI, le puso un coto a la discusión. Hasta acá se llegó con la política de ingresos. Eso es lo que quedó escrito en el Informe 22/192.
“Las medidas compensatorias recaen en gran medida del lado del gasto, lo que implica un importante reequilibrio entre la primera y la segunda mitad del año (en relación con las proyecciones originales del programa), necesario para respaldar una moderación de la demanda interna en el futuro. Ahora se prevé que el crecimiento del gasto real disminuya del 12,8 % anual en el primer semestre de 2022 al -7,8% anual en el segundo semestre de 2022”, puede leerse en el reporte del FMI.
Cogobierno
Ante todo, el programa acordado con el FMI es una sentencia de cogobierno con el organismo multilateral. Y si bien hubo un entendimiento para recalibrar las metas trimestrales de emisión monetaria, acumulación de reservas y déficit fiscal, al final del año el Gobierno deberá mostrar que cumplió el plan original. O deberá pedirle perdón (waiver) al Fondo. El que quiere ver, que vea.
En la primera mitad del año, el gasto público estuvo acorde a las necesidades económicas y sociales como consecuencia del impacto local de la guerra entre Rusia y Ucrania. Pero hasta acá se llegó, dice el Fondo. En este escenario, el Gobierno nacional se comprometió a realizar una serie de ajustes presupuestarios en áreas claves que ya estaban pre pautadas: jubilaciones, gastos de capital (obra pública) y transferencias hacia las provincias.
Según los números que se desprenden de la revisión técnica, las jubilaciones –que van a subir nominalmente- deberán pasar de representar el 8,5 al 8,1% del PBI, mientras que los gastos de capital bajarán de un proyectado 2,2% del producto al 1,8%.
Las provincias sufrirán los recortes o el no incremento de la inversión en obra pública, ajuste que fue expresado en valores absolutos: deberán pasar de 446.000 millones a 439.000 millones. El recorte de 7000 millones de pesos parece ser menor, aunque habría que preguntarles a las provincias.
Desde el Ministerio de Economía no dieron ninguna explicación sobre estos números. En el mejor de los casos, la excusa podría ser que como también el PBI aumentó más que lo proyectado (pero con cierto límite porque ya se habla de estancamiento), ese ajuste no representará necesariamente una pérdida de poder adquisitivo de las jubilaciones o derrame de la obra pública. Es una lectura más que benévola. En el acuerdo original, Guzmán se había comprometido a que cualquier incremento de la recaudación o mejora de la economía se utilizaría para cumplir con el FMI. El ministro sigue con su plan.
De aprobarse la sobrealícuota del Impuesto a las Ganancias para las grandes fortunas, ¿su recaudación se utilizará para mejorar la distribución del ingreso o sobrecumplirle al FMI? La respuesta hay que buscarla en el texto del memorándum.
Reforma jubilatoria
El pasado 16 de junio, el Gobierno nacional escribió lo siguiente en su pedido de recalibración de las metas: “Manejaremos cuidadosamente la masa salarial del sector público para asegurar que crezca consistentemente con la tasa de crecimiento de la economía, mientras que el gasto en pensiones seguirá la fórmula de actualización actual.”
La respuesta del Fondo fue un poco más precisa: “Deben evitarse los ajustes discrecionales del alza de los salarios y las pensiones para asegurar las metas fiscales, al mismo tiempo que debería comenzar el trabajo de preparación de opciones para mejorar la equidad y la sostenibilidad del sistema de pensiones.” De más está en señalarlo, el Fondo tampoco acompaña la ampliación de la moratoria jubilatoria que ya tiene media sanción del Senado.
Esto no es nuevo. El pedido de reforma jubilatoria ya se había incluido en el acuerdo original a lo que el Poder Ejecutivo había dicho que solo se estudiaría modificar el régimen especial del Poder Judicial. El FMI, que es el árbitro del acuerdo, habla de una reforma estructural a secas.
Las reformas son como las brujas: no existen, pero que las hay, las hay.
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