Las offshore del padre Javier

¿Quiénes financian la campaña para liberar a condenados por delitos de lesa humanidad?

 

La diputada nacional Lourdes Arrieta, luego de denunciar públicamente la visita de ella y sus compañeros de bloque a los genocidas presos en el penal de Ezeiza, empezó a publicar en sus redes sociales diversos documentos que probarían el plan pergeñado por un grupo de diputados de La Libertad Avanza junto a referentes del Poder Judicial. Como también expuso Data Clave, ese grupo se conformó por iniciativa y organización del sacerdote Javier Olivera Ravasi, hijo de un genocida con prisión domiciliaria condenado por secuestros, violaciones, torturas, homicidios y desapariciones.

En febrero, Olivera Ravasi armó grupos de WhatsApp y en marzo empezaron a reunirse en la sede de la fundación que dirige, San Elías, cuya sede está ubicada en el petit hotel de tres plantas valuado en tres millones de dólares de Montevideo 871, en el corazón de Recoleta.

El 27 de agosto, Arrieta publicó un posteo que decía: "PIDO QUE SE INVESTIGUE: Hasta no llegar al fondo de la verdad no paro. Solicito que la Justicia tenga a bien indagar si habría existido financiamiento de parte de los genocidas para afectar a la agenda del Presidente".

 


 

Al post adjuntó el facsímil de dos supuestos documentos que acreditarían la conformación de una sociedad empresarial offshore a nombre de “Order of Saint Elijah Inc” sin aclarar (en la reproducción ese dato está tachado) a nombre de quién o quienes estaría registrada esa empresa con nombre idéntico, aunque en inglés, de la orden fundada por el sacerdote Javier Olivera Ravasi.

Como también contamos en Data Clave en febrero, Olivera Ravasi, además de ser hijo del criminal Jorge Olivera y de Marta Ravasi, denunciada como una de las personas que marcaba víctimas; fue un estudiante de Sociología que dejó la carrera llamado por otra vocación: el sacerdocio.

 

El cura Olivera Ravasi y sus padres, Jorge Olivera y Marta Ravasi.

 

Se formó en uno de los Seminarios emblemáticos de la ultraderecha católica: el Instituto del Verbo Encarnado, de Mendoza. El IVE fue fundado y dirigido por el cura Carlos Buela, quien tuvo que renunciar en 2016 por denuncias de abusos sexuales a los niños internados y a jóvenes seminaristas (uno de sus denunciantes contó que abusó de él por 18 años, desde sus 12 hasta los 30). Pero no solo violó y abusó de niños, también fue acusado de “manipulación de conciencia psicológica” y por desfalcos económicos.

Allí se conocieron cuando eran seminaristas Federico Highton y Javier Olivera Ravasi.

Highton y Olivera Ravasi estudiaron en el IVE, y luego fueron docentes en el Instituto hasta que las denuncias fueron públicas y se alejaron para emprender otro camino. Algunos rumores dicen que el padre de Olivera Ravasi, mientras estuvo prófugo entre 2013 y 2015, habría estado escondido en el Instituto.

 

Orden de San Elías

En 2015 los dos jóvenes curas fundaron la Orden de San Elías, que no está inscripta en el Registro de Cultos. No tiene tampoco más integrantes que sus dos fundadores. Sí tiene inscripción en AFIP, que data de diciembre de 2019 y como fundación, sin especificar tareas ni integrantes. La dirección de la fundación del registro de AFIP es un departamento particular de la Avenida Luis María Campos, frente al Hospital Militar.

Federico Highton vive en Malawi, África. Allí se dedica a la evangelización de lugareños y a la dirección de su propia fundación benéfica, “Omnes Gentes Project”, que integra junto a su madre, Leonor Suaya de Highton, y a María Valeria Zimmermann, una médica veterinaria que vive en Estados Unidos.

Federico, cada tanto, deja el paisaje agreste de la estepa africana y se instala en Estados Unidos, en donde suele encontrarse con su socio Olivera Ravasi para ejercitar otra pasión de ambos: el tiro al blanco.

Olivera Ravasi dirigía los destinos apostólicos de un grupo de vecinos del country San Benito desde la parroquia del mismo barrio, sitio que le facilitó y financia desde siempre el empresario de la construcción Jorge O´Reilly. Con gran disponibilidad de tiempo y recursos, se dedica desde hace años a generar contenido en su canal de YouTube, que tiene miles de suscripciones, a la difusión de lo que él llama “revolución cultural” y no es más que la reivindicación de la dictadura, a trabajar en pos de la libertad de los genocidas y a hacer campaña para recaudar fondos con la intención de comprar el petit hotel de Montevideo 871.

En la tarea lo apoyan su madre, Marta Ravasi –que en estos días amedrentó e insultó a la diputada Arrieta– y la madre de Federico Highton, su socio, como puede verse en este simpático video hecho por las dos señoras:

 

 

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La página web de San Elías no ahorra espacio en el pedido de donativos: en pesos o en dólares, se puede donar a cuentas bancarias y billeteras virtuales. Lo mismo que “Omnes Gentes Project”, pues las dos fundaciones se promocionan en conjunto. San Elías pide para la compra del edificio, Omnes para el financiamiento de la misión en África. En ninguna de las dos páginas web, algo totalmente infrecuente en ese tipo de organizaciones, citan qué empresas, comercios o particulares apoyan esas tareas con sus donaciones.

Y entonces aparece el dato curioso que reclamó la diputada Arrieta se investigue. Lo hicimos: fuimos tras los registros de empresas offshore.

 

Un cura con dos empresas offshore

La Orden de San Elías, a pesar de ser una asociación religiosa que imparte –según su página web– cursos de capacitación teológica y catequesis, no está asentada en el Registro de Cultos. Tampoco se sabe qué diócesis controla esos contenidos. Como dijimos, es una fundación. Como tal, tampoco tiene directorio constitutivo, ni balances presentados.

Sin embargo, está registrada en Georgia, Estados Unidos, un paraíso fiscal, como corporación empresarial y orden religiosa bajo el nombre Order of Saint Elijah, Inc. con el número de registro 20204623. La fecha del mismo es el 10 de junio de 2020, en plena pandemia, y está vigente hasta 2025. Presentaron actualizaciones todos los años desde su inicio, por lo que, aunque no tiene balances, está en plena actividad.

 

 

Tiene como dirección física 27 Birdneck Point, Sharpsburg, GA, 30277, Estados Unidos, una millonaria mansión que pertenece a Kiria Velázquez, que es también quien aparece como integrante de la empresa.

 

 

Order of Saint Elijah Inc, además de Velázquez, tiene dos integrantes más en su junta directiva. Una es María Valeria Zimmermann, que también es parte de la Fundación de Highton “Omnes Gentes Project”. Zimmermann es una veterinaria argentina que vive en Estados Unidos y que durante el debate de por la legalización de la IVE fue disertante en el Congreso: allí habló a favor de respetar las “dos vidas” con un enorme feto de plástico en las manos, al que besaba después de cada párrafo.

El otro responsable de Orden of Saint Elías es Javier Olivera Ravasi, que declaró como dirección en Argentina la casa de sus padres, en la avenida San Martín en Vicente López.

Esta no es la única empresa offshore en la que aparece el sacerdote.

Junto a su hermano, Martín Olivera Ravasi, un pediatra antiaborto muy querido y respetado en Neuquén, donde reside y trabaja, registró Palupa Properties LLC., con dirección en 200 de Crandom Boulevard de Key Biscayne, otra fastuosa casa que aparece también como la dirección de los hermanos Olivera Ravasi en Miami.

Para que la búsqueda de registros se complique, Olivera Ravasi recurrió a un truco habitual: modificar levemente su nombre. En Palupa se registró como Jaiver, en lugar de Javier.

 

 

Palupa figura como activa, presentaron el último reporte en septiembre de 2023, y sus actividades comenzaron pocos meses antes, en febrero de 2023.

 

 

Palupa también figura como empresa en la Argentina. La registraron el 7 de mayo de 2006 tres de los cuatro hermanos Olivera Ravasi: Mariano, Sebastián y Javier. La dirección que declaran como vivienda es en la avenida Luis María Campos, frente al Hospital Militar, la misma dirección en la que años después Javier Olivera Ravasi registró como sede de su Fundación San Elías. Curiosamente, en el registro argentino no aparece Martín, que si está en el de Estados Unidos.

 

El fin de la sociedad, para AFIP, es de compra, venta, permuta, administración, arrendamiento, construcción, refacción y explotación de bienes inmuebles, urbanos rurales, campos, incluso los regulados por la ley 13.512 de propiedad horizontal; Inversión: mediante la explotación de la actividad inmobiliaria, la compra y venta de automotores; y de maquinaria agrícola-ganadera.

Ninguno de los hermanos se dedicó a esos menesteres, pero sí lo hizo el padre, Jorge Olivera, posiblemente el real dueño de la empresa. Cuando la registraron en AFIP, en 2006, Olivera enfrentaba diversos juicios por delitos de lesa humanidad, lo que lo llevó a divorciarse de Marta Ravasi, al menos en los papeles, y así transferir todos los bienes y empresas a nombres de su esposa e hijos, para evitar cualquier embargo, sobre todo pensando en posibles fugas, como la que efectivamente concretó en 2013.

Más allá de todo esto, sería menester conocer qué donaciones reciben las fundaciones, de quiénes, y cómo es el camino de ese dinero hacia el supuesto fin de promover misiones en África, cursos de catequesis en la Argentina, o la compra del petit hotel. No sea que ese dinero, que no se sabe de quiénes viene, sea para financiar campañas a favor de la libertad de los genocidas.

 

 

 

 

* El artículo se publicó en el portal Data Clave.

 

 

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