Soniar, soniar

La nueva suite de la maravillosa pianista Sonia Posetti se llama Memorias de Viaje

 

Esta semana empecé escuchando tangos instrumentales por la orquesta de Alfredo Gobbi, con los que pensaba armar esta sección. En eso estaba, cuando recibí dos regalos que me hicieron cambiar de planes. Se trata de los primeros dos temas de la suite Memorias de viaje, compuesta y dirigida por la pianista Sonia Posetti. Me gustaron mucho y se lo dije. El segundo regalo fue enterarme de que fui el primero en recibirlos, porque me quiere. Yo también la quiero y tengo una gran admiración por su talento.

La escuché por primera vez hace un cuarto de siglo, por sugerencia de Adrían Iaies, cuando Sonia publicó su primer disco, a dúo con Damián Bolotín, otro de los descendientes de judíos de Rusia, Ucrania o Besarabia que llegaron corridos por los pogromos al filo del siglo XX. Me permito esa imprecisión porque si llamo para tener el dato exacto de dónde subieron al barco arruino la sorpresa de esta nota, que es mi regalo a esos queridos amigos.

Para escapar de los cosacos el violín era más práctico que el piano. Como Sonia es de Chascomús, donde creció con su abuela criolla, no tenía que huir de nadie y se enamoró del piano. Tuvo un gran maestro, Orlando Trípodi, otro que no quería alejarse del tango, ni experimentar en la estratósfera. Cuando se fue de viaje para siempre, Sonia apenas tenía 22 años, y se curó de la desolación en el mejor lugar posible. Dijo que las clases que entonces tomó con Horacio Salgán le cambiaron el sonido, le permitieron encontrar su propia voz.

Sin duda, basta escuchar sus temas como Bailarina, Cayó la ficha, Dulce Casero, Bullanguera o Ahora sí.  Pero su filiación musical también se remonta a Trípodi y, a través de él, a Osmar Maderna, Argentino Galván y Miguel Caló. Palabras mayores. Se me ocurre que su hermano también pianista, Hernán Posetti, tiene más afinidad con José Colángelo, pero no estoy capacitado para fundamentarlo. Siempre buscando cosas nuevas, Sonia dirigió orquestas con vibráfono y trombón y tuvo una bandoneonista belga a la que por supuesto todos llamaban La Gabel. También fue pianista de Leopoldo Federico. Pero como es una chica provinciana entre tímida y discreta, no todos saben que tocó con los Chalchaleros y con Rodolfo Mederos y que fue el sostén de Nacha Guevara en la gira europea dedicada a Discepolín. Si alguna de esas cosas prefiere olvidarlas, me disculpo de antemano. Secretos de confesión no eran.

Una vez le pregunté qué hacía cuando no estaba actuando en algún escenario, cosa que ocurre cuando hay algo nuevo que mostrar y me contestó que componía y arreglaba, desde el estudio montado en su casa en uno de los suburbios de La Plata, cerca de la República de los Niños, esa obra de la barbarie peronista que copió Walt Disney. ¿Era City Bell, Sonia?

De ese modo, sus obras suenan en rincones impensados del mundo. La composición que esta semana estará disponible en YouTube es una Suite para Trío Solista y Orquesta de Cuerdas, cuya inspiración Sonia cuenta así:

 

 

La grabó a fines de 2023, no me animé a preguntarle si antes o después de la desgracia. Además de la obra, hay también un audiovisual  que muestra los momentos de la grabación y las anotaciones de viaje. Los músicos que la acompañan, además del inseparable Bolotín, son Nicolás Enrich en el único bandoneón; Damián Noriega, Martín Fava, Sergio Polizzi, Javiera Álvarez González y Liliana Jakubowicz en los demás violines;  Diana Gasparini y Félix Peroni en violas; Jacqueline Oroc y Clément Silly en violonchelos y Martín Wainer en el contrabajo.

Estos dos temas de muestra son Paisaje azul y Cielo infinito.

 

 

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