Larreta se hace los rulos en Washington
El precandidato hace campaña con propuestas complacientes para sus mandantes
El viernes Horacio Rodríguez Larreta se reunió con John Kerry en Washington, en el marco de su campaña de visibilización internacional de cara a las elecciones de 2023. Su minigira de cuatro días intentó de forma explícita diferenciarse de la figura de Alberto Fernández, exhibiéndose como su contracara política y económica.
El periplo se enmarca en la periódica rutina de legitimar candidaturas a través de visitas al norte global, dispuestas para provocar algún tipo de fascinación entre las colonizadas cosmovisiones vernáculas: si el imperio te reconoce –postulan sus inspiradores– el prestigio se derramará a nivel doméstico entre los hechizados por la imagen imperial.
Acompañado de su secretario de Relaciones Internacionales, Fernando Straface, se reunió en la mañana con el titular del BID, Mauricio Claver-Carone, quien tres años atrás –entonces como delegado del gobierno de Estados Unidos ante el FMI– otorgó un crédito de 57.000 millones de dólares a su jefe político, Mauricio Macri, con el cometido explícito de posibilitar su reelección. El apoyo de Estados Unidos al gobierno cambiemita fue reconocido por el propio Claver-Carone en julio de 2020, en ocasión de una videoconferencia organizada por el Consejo Chileno para las Relaciones Internacionales (CCRI).
En aquella ocasión, el anfitrión de Larreta afirmó que intercedió –por orden de Trump– “para ayudar a (Mauricio) Macri y evitar que el peronismo regresara a la Casa Rosada”. Si bien el objetivo no se cumplió, la visita del jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires fue interpretada como una muestra de gratitud por parte de los funcionarios que rodean al titular del BID. Claver-Carone expresa a los sectores más radicalizados de la derecha cubano-estadounidense, liderados por el senador republicano de Florida, Marco Rubio, quien cumple con la tarea de imposibilitar cualquier cambio de política respecto a Caracas y/o La Habana.
Luego de su paso como representante de la Casa Blanca ante el FMI, y antes de ser elegido como titular del BID, fue nombrado por Donald Trump como responsable del Seguridad Nacional para América Latina y el Caribe. En esa función, postuló la necesidad de incrementar las políticas injerencistas contra Venezuela y Cuba. Premiado por tal rol, en septiembre de 2020 fue electo como presidente del BID, quebrando 60 años de un acuerdo tácito por el que los titulares pertenecían a alguno de los países de América Latina y el Caribe (ALyC).
Estados Unidos es el principal accionista del FMI y del BID. Washington controla el 30% de las acciones del BID, asegurándose el manejo discrecional de los esquemas de financiamiento, subsidios y créditos. Los representantes de Washington respetaron –desde la fundación del banco– la regla tácita de que su titularidad recaía en alguno de los países de ALyC al tiempo que se reservaban la vicepresidencia y la gestión estratégica. Además de visitar al jefe del BID –a quien no le hizo referencia alguna al crédito otorgado en forma irresponsable a Macri– agendó una visita en Nueva York con el Council of the Americas, conducido por Susan Segal.
Según periodistas argentinos apostados en esa ciudad, el jefe de gobierno también se reunirá con empresarios (supuestamente) interesados en inversiones en el Cono Sur. Entre dichos agentes corporativos figuran aquellos que garantizan su presencia en las reuniones convocadas por los cambiemitas a cambio de garantizarse negocios a futuro. Son los mismos que ensalzan su perfil pro-mercado, opuesto al populismo estatista del Frente de Todxs.
El miércoles la Argentina abonó al FMI la primera cuota del crédito cedido por la administración trumpista, tramitado por Claver-Carone. Se saldaron 1.885 millones de dólares, la primera cuota del préstamo de 44.000 millones otorgado a pedido de Macri. Un día antes del giro, Alberto Fernández catalogó al crédito –ante la Asamblea de las Naciones Unidas– como un “deudicidio” viabilizado en forma cómplice por el trumpismo y la derecha local. “Los recursos aprobados por el FMI (…) de esta deuda insostenible fueron de 57.000 millones de dólares, el equivalente a todo lo que el organismo desembolsó en el año de la pandemia a 85 países del mundo”. Y agregó: “No hay ninguna racionalidad técnica, ni lógica ética, ni sensibilidad política que pueda justificar semejante aberración”. También subrayó que “gran parte de los recursos suministrados a la Argentina han sido fugados del país por una apertura irresponsable de las cuentas de capital”. Si bien el crédito fue de 57.000 millones, sólo ingresaron 44.000 dado que el gobierno de lxs Fernández decidieron no aceptar el último tramo de 13.000 millones que debía haber ingresado una vez que el Frente de Todxs ya había asumido el gobierno.
Lejos de esas minucias, el precandidato cambiemita prologó su viaje con declaraciones atractivas a los oídos de sus anfitriones estadounidenses. Apoyó de forma explícita al proyecto de ley del senador Martín Lousteau que propugna el reemplazo de las indemnizaciones por un seguro a ser oblado por los propios trabajadores. En ese mismo registro, durante la última semana presentó el denominado Plan de Futuro, que incluye –entre otras iniciativas– el programa de pasantías obligatorias para alumnos secundarios, sin remuneración. El programa supone una indudable oportunidad –sugieren los analistas laborales– para sustituir puestos de trabajo mediante la utilización rotativa y gratuita de alumnxs. Trabajo esclavo sin tapujos.
Menos derechos, más marketing
Otros precandidatos cambiemitas completaron la iniciativa precarizadora sugiriendo la necesidad de ofrecer medio salario a los jóvenes como oportunidad de ingreso laboral. Un combo de flexibilidad que ni Domingo Cavallo se animó a sugerir: estudiantes secundarios gratis y jóvenes no estudiantes con salarios reducidos en un 50%. En esa misma línea, Luis Juez –también integrante de la oposición– se despachó la última semana con una consideración crítica respecto de la Ley de Contrato de Trabajo, a la que catalogó como “una mochila de plomo para la creación de empleo”. Todos esos posicionamientos fueron divulgados, de forma concurrente, en las dos semanas previas a la gira larretista.
Los empresarios que participaron de la reunión en el Council of the Americas apreciaron las propuestas y despidieron con calurosos aplausos a su invitado, no sin antes cuestionar el nivel de clausura de la economía argentina. Aparentemente, el delfín de Macri no tuvo suficiente tiempo para detallar que las exportaciones argentinas se incrementaron en términos interanuales un 63% y que el superávit comercial superó los 2.300 millones de dólares durante agosto, el máximo alcanzado en la última década.
Larreta planea otras dos escapadas para octubre y noviembre del presente año. La primera, con destino a Glasgow, para participar de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26); la segunda, una gira por capitales europeas para realizar entrevistas bilaterales con los alcaldes de Madrid, París, Roma y Berlín. En esta última ciudad deberá eludir cualquier definición respecto al plebiscito que se vota hoy, 26 de septiembre, en el que se decidirá afirmativa o negativamente con relación a la siguiente consulta: “¿Acepta que el gobierno de Berlín expropie 240.000 viviendas a los grandes propietarios especulativos?”. La consulta fue definida mediante la presentación de 170.000 firmas de berlineses que –en el marco de las regulaciones de democracia directa– impulsaron el referéndum, a ser votado el mismo día de las elecciones en las que se elige al jefe de gobierno de Berlín y a los legisladores para el Bundestag (parlamento alemán).
El modelo impulsado por Macri y Rodríguez Larreta en la Ciudad de Buenos Aires se encuentra en las antípodas de las tendencias que se observan en las grandes ciudades en todo el mundo. Mientras las grandes urbes tienden a limitar la especulación inmobiliaria y ampliar sus espacios verdes, la gestión cambiemita ha motorizado el movimiento inverso: se busca insistentemente la privatización de lo público, tal cual se ejemplifica en los proyectos de Costa Salguero y la Costanera Sur. En ambos predios se planifica la edificación de complejos edilicios a expensas de espacios potencialmente parquizables, capaces de recuperar el contacto de los ciudadanos con el Río de la Plata.
Para contrarrestar las justas imputaciones de los colectivos que promueven una ciudad a escala humana, la gestión cambiemita se escuda en la supuesta creación, durante los tres últimos años, de 110 hectáreas de espacios verdes. Sin embargo, una gran parte de dichos emplazamientos verdes no son más que macetas y canteros que el propio Manual de Diseño Urbano de la Ciudad –instituido en 2015, durante la gestión de Macri– no considera como ejemplos de parquización.
Junto a la privatización del espacio público, se promueve –en formatos semejantes a los promovidos por sus mandantes estadounidenses– la utilización de pistolas Taser, que viabilizan una descarga eléctrica de 50.000 voltios durante un lapso de 5 segundos. Antes de la partida de Larreta a Washington, la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, señaló que dichas armas son “como las pistolas de agua que usan los chicos”. Sin embargo, las investigaciones llevadas a cabo por parte de entidades independientes en Estados Unidos han consignado más de mil muertes producidas por dichas armas.
En ese marco no resultará nada extraña la participación de algunos empresarios e inversores en el encuentro que se desarrollará el lunes 27 por la mañana. Entre los inscriptos se destacan los accionistas de Axon Enterprise, la corporación con sede en Scottsdale, Arizona, responsable de la fabricación de las pistolas promocionadas por la ex ministra de Seguridad. Trabajan a conciencia. Imaginan un mercado libre si la derecha vuelve al gobierno en 2023.
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