LA SEDUCCIÓN
La música que escuché mientras escribía
Hace unos años publiqué un fragmento de cuatro minutos de Goya en Burdeos, la fascinante película que Carlos Saura le dedicó hace un cuarto de siglo a uno de los cuatro grandes de la pintura española. Por si te interesa mi opinión, creo que los otros tres son Velázquez, Picasso y Dalí. Me hubiera gustado conseguir el filme completo, pero ni modo. Esta semana me topé con una secuencia más larga, de casi 12 minutos.
La banda sonora gira sobre la obra de un contemporáneo de Goya, Luigi Boccherini, nacido en Italia en 1743, tres años antes que Goya, pero que desde los 25 vivió en España. Llegó detrás de la soprano Clementina Pelliccia, de la que se había enamorado como un loco y con la que vivió hasta la muerte de ella, 17 años después. Pero en España se quedó para siempre y en su música se nota. No sé si Saura conocía esta historia de Boccherini, pero el Fandango que eligió para esta deslumbrante secuencia de seducción sugiere que percibió algo en la obra del músico. José Coronado interpreta al Goya joven, pirado por la duquesa de Alba que personifica Maribel Verdú, antes de que las cirugías arruinaran una belleza perfecta, muy superior a la de su personaje, por quien Goya arriesgó la cabeza dadas las diferencias sociales. El bailarín es José Antonio Ruiz de la Cruz, un nombre que Goya no hubiera perdonado.
Boccherini casa de maravillas con el Goya ligero de sus primeras obras, cuando retrataba la vida del pueblo en los espacios públicos de las afueras de Madrid, y con el Goya pintor de la Corte que puso para siempre bajo sospecha a todos los borbones. Escuchá su música nocturna en las calles de Madrid, convenientemente ilustrada con obras de Goya.
En cambio, Boccherini no llegó a conocer la obra más dramática del pintor, porque murió en 1805, tres años antes de la guerra de la independencia y los fusilamientos del 2 de mayo, años más duros que los que hoy se inician en la Argentina, que Goya reflejó con una obsesión única, en la serie de grabados Los desastres de la guerra y luego en sus Pinturas Negras, que zampó directamente sobre las paredes de La Quinta del Sordo, como le llamaban a la quinta donde vivía el sordo Goya, bien a la española.
Decime si las sonatas de Boccherini para cello no valen la pena también.
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