LA SAL DE LA EXISTENCIA

La resistencia de las comunidades originarias al extractivismo, según Azul Blaseotto

 

A 3450 metros sobre el nivel del mar, en el medio de la provincia de Jujuy, en parte compartidas con Salta, las Salinas Grandes despliegan su manto blanquecino hasta la laguna de Guayatayoc, en la Puna de Atacama. Por ser uno de los sectores más áridos y donde el sol arrecia con mayor fuerza, durante centurias fue considerado un desierto por el invasor. No así por sus habitantes. Como la pampa húmeda en tiempo de Julio Argentino Roca, con el fin de difundir la creencia de un territorio vacío. Hoy no hay duda de que poseen una población autóctona. La zona pampeana, aquí nomás, densamente habitada una vez efectuado el genocidio de los pueblos originarios. Aquella planicie norteña pervive con los agentes de la minería extractivista intentando sostener la sanata del desierto, por un lado, y los criollos, descendientes de las comunidades Kolla y Atacama, por el otro, defendiendo lo que desde tiempo prehispánicos es su habitat. Minga de desierto: los bordes del inmenso salar alojan una economía pastoril, de la que no es ajena la tradición de las caravanas que transportaban la sal entre las distintas comunidades e incipientes poblados.

 

La autora, Azul Blaseotto.

 

En la actualidad, toda la zona procura conservar su espacio, economía, tradiciones y modo de vida. La antigua resistencia al invasor colonial se transforma en abierta oposición al expansionismo minero sobre sus territorios ancestrales y cobra la forma de la lucha de clases. De por medio: el litio. Factor determinante de la injusticia espacial, este material hoy estratégico para la economías del Norte Global devasta los salares del sur. Tal contradicción ecosocial y política es encarada por la artista visual Azul Blaseotto (Buenos Aires, 1974) a través de las imágenes de su flamante novela gráfica Vidas de litio, una contribución “al conocimiento y la comprensión profunda de las violencias actuales que nos involucran”. Relato de trinchera, dibujado a mano alzada en blanco y negro con lápices, tintas y grafitos, logra “articular una narrativa de no ficción que registra momentos acontecidos a la vez que otra imaginación política”, en el afán de la construcción de una memoria colectiva. Imágenes, escenas y textos logrados a partir del trabajo de reporteros gráficos, testimonios de los propios habitantes y organizaciones comprometida en tamaña lucha. La trama apunta asimismo a contrarrestar el silencio cómplice de los medios hegemónicos y en esta vía comprende instancias contextuales como la atropellada reforma constitucional impuesta por el gobierno de Jujuy sin debate alguno, la represión popular, la criminalización del derecho a la protesta, el amedrentamiento de los pueblos originarios, hasta la persecución del gremio docente que reclama por sus derechos.

 

 

La historia tejida por Blaseotto en imágenes comienza muda, con una llama mordisqueando briznas y una niña kolla yendo al encuentro de su gente que protesta desde lo alto de un peñón. En el valle se agrupan los cascarudos de las fuerzas represivas, cuyos rasgos son idénticos a quienes realizan la pueblada: pobres contra pobres. “Abajo la reforma”, “No al litio, sí al agua, sí a la vida”, “Docentes en lucha”, anuncian los carteles de los distintos grupos que engrosan la movilización. Hay grandes y chicos, jóvenes y ancianos. Se desata la represión: disparan a mansalva, itakas contra piedras. Un paisano herido dice: “Es el gobernador Morales quien ha ordenado esta masacre, él junto con el Poder Judicial han mandado a reprimir”. En paralelo, un automovilista, una ama de casa y visitantes extranjeros intercambian información en inglés sobre los acontecimientos, aún en la creencia de que los yacimientos de litio se enclavan en territorios deshabitados. Nuevo corte, paneo sobre los artefactos electrónicos destinatarios de las baterías de litio, la generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur de los Estados Unidos reclama como propios los recursos naturales. Mientras, el gobernador de Jujuy Gerardo Morales modifica la Constitución provincial a fin de facilitar el extractivismo y el violento control de la protesta. Elon Musk se regocija, los camiones invaden el salar, horadado por las bombas de la napa de agua. Los pobladores no se resignan a ser meros testigos de la depredación de su medio ambiente: “Todo lo que tiene vida es parte de mi familia”.

 

Una proyección distópica del futuro próximo, los conglomerados de los fondos buitres, los proyectos chinos y el compromiso de defender su tierra por parte de las comunidades lugareñas, plantean un final abierto. Mientras tanto, la depredación avanza, la resistencia continúa y las poblaciones locales persisten en sus prácticas sociales tradicionales. Así lo refleja en las Notas que hacen las veces de epílogo a Vidas de litio la antropóloga Dolores Estruch. Señala que estas comunidades “que desde hace siglos vienen sufriendo la desarticulación y pérdida de sus tierras comunales, nunca han dejado de explotar e intercambiar panes de sal, desarrollando un inmenso repertorio de conocimientos sobre los salares. El método de extracción por cortado de sal nos remite a antiguas prácticas de intercambio caravanero en las que los panes de sal permitieron conectar diversos ambientes y grupos humanos a lo largo de la geografía, articulando territorios, relaciones sociales y un vastísimo conocimiento ambiental”. Son métodos de tecnología y división del trabajo comunitarios hoy convocados en cooperativas donde —continúa la antropóloga— “los salineros mantienen vigente los vínculos ancestrales con la ‘mamita salar’ y las jornadas diarias de trabajo son precedidas por ‘pedidos de permiso’ a la tierra antes de la extracción, como por un especial cuidado de los ‘ojitos de agua’ que están en su interior. El salar se concibe como ‘un ser vivo’ que atraviesa un ‘ciclo de crianza’ marcado por distintas etapas que recorren el ciclo anual”.

Tradiciones, costumbres, modos de vida, confluyen en una cultura apropiada de la geografía, a su vez reservorio de alimento y memoria. Fuerza impulsora de una resistencia a ser avasallada, más allá de la sola presencia. Azul Blaseotto transmite en sus trazos esa potencia, lo que torna a Vida de litio en testimonio, herramienta, reservorio y proyecto.

 

 

 

 

 

FICHA TÉCNICA

Vidas de litio

Azul Blaseotto

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Buenos Aires, 2024

64 páginas

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