La relación con Estados Unidos
El difícil arte de discernir si el apriete viene del gobierno o de los intereses económicos
La relación con Estados Unidos tiene una vertiente política y otra económica, y desde que Macrì dejó el gobierno no tienden a coincidir. Accionista mayoritario del FMI, Washington tiene la capacidad de decisión sobre la deuda externa argentina. Al mismo tiempo, reclama un alineamiento acrítico con sus posiciones respecto de Venezuela o Bolivia, cosa que el gobierno argentino no comparte. Una de las grandes dificultades consiste en discernir cuándo un apriete viene del gobierno del Presidente Donald Trump, de los tenedores de títulos argentinos o de los medios. Alberto Fernández procura manejarse con calma pero firmeza en ese terreno resbaladizo.
—Ya hay algunos consultores que han mejorado sus pronósticos. Siguen planteando que el año 2020 va a ser negativo, pero en menor proporción.
AF: Creo que eso va a pasar. No quiero aventurar nada, hablar de semestres ni nada de eso. Porque además estamos en un mundo tan convulsionado que en cinco minutos puede cambiarte toda la historia. Pero creo que hemos encarrilado la economía en el buen sendero, y que los ruidos que se escuchan son interesados.
—¿En qué sentido?
AF: El otro día, según la agencia Bloomberg, un funcionario de la Casa Blanca le dijo a Nielsen que iban a condicionar su apoyo en el Fondo Monetario a la posición ante Venezuela y Bolivia. Le pregunté a Nielsen y me dijo que nunca hablaron de eso. Llamé al funcionario y también me dijo que no se habló de eso.
—El funcionario, ¿era Claver?
AF: Sí. Y, ¿por qué dicen eso? Porque en el mundo también están los operadores bursátiles, que compran bonos…
—Está bien. Claver lo negó. Pero Chris Andino, que es un funcionario de tercera línea de la embajada, les dijo a Felipe Solá, Gustavo Béliz y Jorge Argüello que, si la Argentina no modificaba su posición respecto de Evo Morales en Bolivia, esto podría tener consecuencias en la relación bilateral.
AF: Sí, y recibió la respuesta que nosotros le dimos. Evo es un refugiado político y para nosotros no hay nada más que explicar, tiene los derechos de cualquier ciudadano argentino. Y no vamos a condicionarlo en nada. Yo me ocupé de que Evo salga vivo de Bolivia, no le voy a negar ahora la posibilidad de vivir en mi país.
—Excelente posición. Pero yo te preguntaba por la de Chris Andino, que dice lo mismo que la nota de Bloomberg. Lo de Bloomberg es una operación, ¿pero de quién?
AF: Yo creo que de los tenedores de bonos argentinos, que con esas cosas hacen subir y bajar su precio y hacen su propio negocio. Eso al margen de lo que creo que fue un exceso de la embajada en la Argentina con nuestros funcionarios, porque no era eso lo que debía plantearse.
La capacidad ociosa de la industria
—Se sabe que la industria está produciendo al 50 y 60 por ciento de la capacidad instalada. Lo que no se sabe es en qué estado se encuentra la parte ociosa. ¿Ustedes tienen alguna medida de cuánta de esa capacidad ociosa está lista para producir y cuánta está oxidada y ya no sirve o ya está tecnológicamente obsoleta?
AF: La capacidad ociosa es la que se puede hacer funcionar en el momento. La otra ya se considera perdida.
—Pero, ¿hay medida de eso?
AF: Sí, hay medida. El dato escalofriante es no solamente que se usa el 50 o el 60 por ciento de la capacidad instalada. Cuando vos decís que se usa el 60 por ciento de la capacidad instalada en autos, a uno le preocupa mucho. Pero cuando vos escuchás que el 50 por ciento de la capacidad instalada en materia agroalimentaria está ociosa, ahí te preocupás mucho, y cuando a eso le sumás que se vende un 30 por ciento menos de leche y se produce un 30 por ciento menos de leche porque no hay demanda, ahí te preocupás muchísimo. El problema no es solamente la capacidad ociosa, sino qué tipo de capacidad ociosa tenemos. Ese es un dato tremendo. Si es del 50 por ciento, de dos máquinas para producir, una funciona; la otra, no. ¿Por qué? Porque no hay demanda de alimentos.
—Algunas de las grandes lácteas están en grandes dificultades, en venta.
AF: Además, esto trae aparejada una consecuencia no querida, que es la gran concentración del mercado. El 80 por ciento de la industria de la panificación está en manos de una empresa. La industria láctea está en manos de dos o tres empresas. Eso sí es muy grave. Ahí generar competencia es un conflicto. Hay algunos desarrollos y algunos proyectos que son muy interesantes. Por ejemplo, en La Pampa que han generado su propio producto lácteo, y lo ha hecho el Estado.
—Algunos municipios en la provincia de Buenos Aires, como San Antonio de Areco…
AF: Exactamente. Nosotros tendríamos que impulsar ese tipo de cosas porque, primero, no hay motivo para que la leche salga de General Rodríguez y termine en Salta, si en Salta se puede hacer leche.
Después de la emergencia
—¿Cuándo creés que la emergencia habrá dejado lugar para pensar en todas estas cosas?
AF: Yo confío que en 180 días. Pasado el 31 de marzo vamos a tener un escenario más estable, y espero que no necesitemos prorrogar más esos 180 días, pero, si hiciera falta prorrogarlos, los prorrogaremos.
—Vos sos el primer Presidente de la historia argentina que llega conociendo cómo funciona todo. Pero, ¿21 ministerios es una cantidad razonable?
AF: Sí. Es exactamente el mismo gasto que teníamos, y un poquito menos.
—Yo no me refiero al gasto.
AF: Lo agilizás mucho. Cuando la secretaría de Salud dependía de Desarrollo Social, para sacar una decisión necesitabas la firma de otro ministro y la intervención de otro ministerio. Eso hoy desaparece, y, en términos de costos, es exactamente el mismo. Cuando Macri dijo que achicó el Estado, fue toda una ficción.
—Achicó algunas cosas y agrandó otras.
AF: No quieras saber además los gastos. Ayer hablaba con Sergio Massa y me comentaba algo que Malena había detectado en AYSA y yo pedía que lo cuente, que son los sueldos y lo que se pagaba por despidos de gente que simplemente se iba porque había terminado su mandato político. Se iban despedidos y cobraban indemnizaciones increíbles y la cantidad de funcionarios que contrataban como asesores externos con sueldos de 150.000 o 200.000 pesos en todos los ministerios. Ahí está el verdadero dispendio.
—Yo no te lo planteaba desde el punto de vista del gasto sino del funcionamiento, porque se aprecia una cierta demora en poner en marcha toda la estructura estatal. Hay en todos los ministerios secretarios que todavía no han asumido.
AF: Ahí hay algo de lo que asumo mi culpa. Traté de controlar las designaciones que se hacían por debajo de los ministros en todos los ministerios, y controlarlas no solamente en lo que hace a la calidad personal y técnica de cada uno, sino también en lo que hace a los equilibrios políticos, porque yo nunca me olvido que soy el Presidente de un frente. Yo no soy el dueño de nada. Es un gobierno de todos. Entonces particularmente me ocupé de que los equilibrios no se vuelquen para un lado o para el otro, y en eso fui muy cuidadoso. Eso reconozco que genera una demora en las designaciones. Fue así. Después hay otro tipo de problemas con los que nos encontramos. Por ejemplo, toda la firma ahora es electrónica y funciona con un pendrive que vos autorizás y decís "va mi firma". Pero el sistema cada dos por tres se cae, desaparece, demora muchísimo. Yo le he pedido ayuda al Ministerio de Ciencia y Tecnología para que vean cómo funciona ese sistema. Ese, aunque no parezca, sí es un problema burocrático. La cantidad de ministerios me parece que no está mal.
—No sólo la cantidad de ministerios, la cantidad de secretarías y la jefatura de Gabinete. Hay un Presidente que conoce cómo funciona, pero hay un jefe de Gabinete que está aprendiendo.
AF: Pero la jefatura de Gabinete tiene exactamente las mismas tareas que yo tenía, sumado a lo que se llama ahora Modernización.
—Que es lo que desordena todo.
AF: Pobre gente. No estoy en condiciones de juzgarlos, porque no es mi fuerte el tema tecnológico. Pero la jefatura tiene exactamente lo mismo que tenía.
El carcelero de Milagro Sala
—Te vas a ver con el gobernador de Jujuy, el contador Morales, el carcelero de Milagro Sala. ¿De qué van a hablar?
AF: Cada vez que hablamos, sale el tema Milagro Sala, porque él sabe lo que yo pienso. Fue la primera víctima de un sistema que después iba a terminar encarcelando preventivamente a todos los opositores. Y no lo digo ahora, lo digo desde hace muchos años y he tenido gestos elocuentes en ese sentido.
—Pero ahora sos Presidente.
AF: Y seguramente lo hablaré también. La vez que me reuní con él se lo planteé. Él me planteó que había sentencias judiciales. Yo me he ocupado de la causa y de seguirla, sé que ha habido procedimientos cuestionables, así que le volveré a plantear mi preocupación. Siempre nos queda la tranquilidad —entre comillas— de que eso va a tener una revisión última de la Corte Suprema. Y, si lo que digo es correcto, la Corte podrá resolver las arbitrariedades que se han cometido. Lo que sí Morales sabe que ese tema no está ausente de las charlas porque lo hablamos cada vez que nos hemos visto.
—¿Y cómo lo toma?
AF: Él tiene su tesis, que la Justicia funciona independientemente.
—La justicia que él armó, aumentando de cinco a nueve miembros el Superior Tribunal y designando entre los nuevos a dos de los diputados que votaron la ampliación, que votan a la mañana y asumen al mediodía.
AF: Él sabe lo que pienso sobre esos temas y que, para mí, sigue siendo una preocupación Milagro. Lleva más de cuatro años presa.
—Cuatro años se cumplen esta semana.
AF: Es una cosa increíble. Un periodista me preguntaba si a mí no me llamaba la atención que recuperen la libertad, y yo le decía: "Lo que me llama la atención es que ustedes no se hayan preocupado porque estuvieran tantos años presos sin condena, y nunca se preocuparon ustedes por eso". Esas son las cosas que me afectan de cómo funciona el Estado de derecho en la Argentina y cómo muchas veces los medios lo reflejan y lo toman.
—La Corte Suprema de Justicia tuvo oportunidad de intervenir porque hubo ya varias veces que llegaron recursos, y no mostró mucho interés.
AF: ¿Pero la Corte no fue la que dispuso la detención domiciliaria?
—Fue la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Suprema lo ratificó.
AF: Sí, que, dentro de todo fue un alivio.
Qué hacer con la Corte Suprema de Justicia
—¿Y con la Corte Suprema, qué pensás ? La última vez que hablamos no eras partidario de la ampliación, y yo creo que no hay solución sin ampliarla porque está trabada la situación interna entre distintas personalidades muy conflictivas entre sí. ¿Cuándo te vas a ocupar del tema?
AF: Nosotros nos estamos ocupando ahora de la reforma de la Justicia Federal. Hay un segundo punto que me preocupa, que es poner en marcha el sistema acusatorio cuanto antes, porque creo que eso va a ser muy bueno. Estoy viendo cómo encarar el tema de la Corte. Yo entiendo que las personalidades de los miembros de la Corte quizá hacen dificultosa la obtención de fallos, pero también es justo decir que la Corte se ha expedido en 24.000 casos el último año. No es poco.
—¿Cuántos 280?
AF: Deben ser la mayor parte. Pero igual son 24.000 casos analizados.
—O no analizados. Con el 280 hay un tema de constitucionalidad. ¿Cómo se puede rechazar un recurso sin explicar por qué?
AF: Básicamente el 280 lo aplican siempre pensando en una idea, que es que no hay sentencia definitiva. Entonces en el medio hay un montón de planteos por arbitrariedad en los procesos y dicen: "No, como no hay sentencia definitiva, no lo voy a analizar". Mi opinión (voy a hablar como abogado, porque acá me empiezan a decir que como soy Presidente no puedo opinar de estas cosas)...
—No, opinar podés, lo que no podés decir es que lo hacés como abogado. Ahora sos el Presidente y tenés que hacerte cargo...
AF: ...me parece que la historia demuestra que es necesario que se analicen las arbitrariedades en los procesos, porque si no ocurre que reciben procesos a 23 años de iniciados —caso Menem— y se producen enormes injusticias, como el fallo que la Corte sacó el mes pasado, que eran dos mujeres condenadas por un homicidio y que las absolvió la Corte por carencia total de pruebas, después de once años de prisión. Eso es lo que me lleva a mí a decir: "Señores, no pueden ustedes decir que no van a intervenir por arbitrariedad, cuando en el proceso se producen irregularidades manifiestas". Y es lo que francamente creo.
—¿Modificar el 280 implica una modificación del Código procesal civil y comercial?
AF: La ley de recurso extraordinario tendríamos que modificar. Pero también tendríamos que ver varias cosas.
—Esa sería una transformación muy importante.
AF: Ampliar el número también supone un montón de temas. Pensemos que tenemos cinco miembros que, según decís vos, por su personalidad son difíciles de conciliar y que incorporamos cuatro más, ¿qué nos garantiza que nueve van a conciliar sus personalidades? Poco y nada. Si la dividiéramos en salas, ahí tengo un artículo de la Constitución que me hace un poco de ruido. La Constitución dice: una Corte Suprema resolverá.
—Sería una Corte Suprema dividida en salas, lo que no prohibe...
AF: ¿Qué quiere decir? ¿Una sala opina y todos adhieren? ¿O que una sala resuelve? Son todas cosas que tenemos que ver. Lo que sí creo es que deberíamos revisar si es el mejor modo de funcionamiento el que hoy la Corte tiene. Eso creo que deberíamos pensarlo.
—El ejemplo que diste del 280 es clarísimo. Además hay un tema de fondo, que es que el 280 es una sentencia sin fundamentos y eso es anti-republicano, una sentencia tiene que tener fundamentos.
AF: El fundamento implícito es que no es sentencia definitiva.
—No siempre. Hay 280 que se aplican con sentencias definitivas
AF: El 280 generalmente se aplica porque las condiciones del recurso extraordinario no se dan, y generalmente la condición implícita es que no es sentencia definitiva. Pero esto no va en desmedro de lo que vos decís. Lo cierto es que terminás con esas realidades, con juicios de 30 años y como esperás la sentencia definitiva en el año 30 tenés que revisar lo que se hizo el primer día.
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