Junto a los pibes con los cuales habitualmente voy a ver a Gimnasia, entre ellos mi hijo Lautaro y su primo, Santiago, nos ubicamos en la ochava que, en el estadio Marcelo Bielsa, enlaza la cabecera visitante con la platea destinada a los mismos colores. Esto me permitió observar lo sucedido de modo claro y directo.
En el entretiempo, como a lo largo de todo el partido, la 12 y la 22 se encontraban muy muy lejos del borde de la platea local donde empezaron los hechos de violencia. Mientras la gente de Gimnasia cantaba, un grupo de personas ubicadas en esa platea local —un centenar, diría— iniciaron la destrucción de las butacas y las arrojaron sobre el público cercano.
Cuando las familias afectadas, sobre la zona izquierda de la cabecera tripera, intentaron salir del estadio para zafar de las agresiones, la policía empezó a dispararles balas de goma y gases.
Durante varios minutos fue una encerrona dramática e imposible de quebrar. Momentos después, la madurez del resto del público —que evitó adentrarse en una pelea que no entendía— y la presencia de Riquelme —acompañado por un sector de la 12— lograron bajar el tono y el grupo agresor se fue retirando.
Tras unos 15 minutos de calma relativa (¿adónde fueron los ignotos atacantes? ¿cómo se esfumaron si allí estaba la policía?), se reinició el partido. Las dos hinchadas siguieron alentando y no hubo más violencia pese al empate tripero, al arbitraje y a los siempre tensos penales. La gente no había ido a pelear, sino a ver el partido.
Las instituciones agredidas en Rosario este miércoles son dos de las más enfáticas en rechazar a las Sociedades Anónimas Deportivas y en reivindicar a los clubes sociales como verdaderos dueños de nuestro fútbol. También en ratificar una AFA en manos de las entidades de base en todo el país. Los pronunciamientos previos al respecto por parte de Gimnasia y Esgrima La Plata y Boca Juniors son transparentes en ese sentido.
Ahora, las redes están llenas de campañas en favor de la privatización y de imágenes brutales que “demuestran” que nuestros clubes y nuestros hinchas no están capacitados para afrontar la realización de grandes espectáculos.
Parece que les salió barata la movida. Con alquilar a un centenar de personas y fomentar un episodio en complicidad con las llamadas fuerzas de seguridad, lograron desmerecer una buena iniciativa como la Copa Argentina, que involucra a todos los clubes y convoca a todas las hinchadas.
Hubo muchos heridos.
Quienes organizaron este episodio desde las sombras no están en la mira.
* Gabriel Fernández es director de La Señal Medios
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