La predistribución

Un Estado empresario para una mayor igualdad social

 

 

“La economía va a crecer en 2021,
pero no quiero que ese crecimiento
se lo queden tres o cuatro vivos nada más” (CFK).

 

En todo el mundo y en nuestro país, el Estado contribuye fuertemente a impedir que quiebren empresas privadas y a aumentar y garantizar sus ganancias. En la Argentina hubo y hay diversas medidas de asistencialismo a privados: durante la pandemia se implementó el ATP (Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción), que impidió la quiebra de empresas productivas de diversos tamaños. Asimismo, durante la sequía se están implementando subsidios a los empresarios agrícolas y créditos blandos a empresas ligadas al agro.

Además del asistencialismo, el compre estatal garantiza la existencia misma y las ganancias de las empresas. Por ejemplo, el peso del PAMI en la política de los laboratorios podría ser enorme si el Estado utilizase el poder que le otorga ser el principal comprador de medicamentos del país.

La predistribución propone que los fondos que fluyen del Estado a las empresas privadas, hoy sin contraprestaciones, lo hagan a cambio de acciones de las empresas, con lo que el Estado dispondría de entradas asociadas a las ganancias de esas compañías y sobre todo podría ejercer su poder en la dirección de las mismas.

Por ejemplo, en forma inmediata se podría utilizar en toda su capacidad el Fondo de Garantía de Sustentabilidad, que constituye una poderosa palanca con la que el Estado podría direccionar a las empresas. Entre los activos que maneja se encuentran títulos públicos, acciones de empresas, tenencias de plazos fijos, obligaciones negociables, fondos comunes de inversión, valores representativos de deuda emitidos en el marco de fideicomisos y cédulas hipotecarias.

La presencia del Estado en la dirección de empresas debiera asegurar la reinversión de utilidades y el impulso a la formación de encadenamientos productivos, los que aumentarían no sólo la producción nacional, sino –fundamentalmente– su autonomía. El Estado, como integrante de los directorios de las principales empresas, debería garantizar que las ganancias de las mismas, en lugar de irse por la canaleta de maniobras especulativas –como la recompra de acciones o la triangulación del comercio inter-empresas–, sean utilizadas para garantizar mejores ingresos a los trabajadores, a los jubilados, al sistema público de salud y de educación pública, al desarrollo local de la ciencia y la tecnología y a la producción autónoma de tecnologías.

Un capitalismo con una fuerte componente de propiedad estatal, administrado por un gobierno dispuesto a satisfacer las necesidades de la población y convencido de la necesidad de la autodeterminación tecnológica, permitiría avanzar en el camino de lograr mayores niveles de igualdad.

 

 

El crecimiento macro

En la siguiente figura graficamos, usando datos del Banco Mundial, el PIB per cápita medido en una moneda de convención que expresa poder de compra equivalente en diferentes países (PPP, que es la sigla en inglés de Purchasing Power Parity).

 

 

PIB per cápita en la Argentina.

 

 

 

Como se ve, en 2020 la pandemia produjo una caída del PIB per cápita. Sin embargo, en 2021, ese valor volvió a aumentar. La macroeconomía no sólo se recuperó, sino que superó el valor más alto de la serie histórica.

 

 

 

Los beneficios del crecimiento

No obstante, el crecimiento no alcanzó para mejorar la vida de todos los argentinos, porque un proceso de crecimiento productivo no implica necesariamente un proceso de desarrollo.

En la Figura 2, obtenida de World Inequality Database (institución orientada por Thomas Piketty), se observa que coetáneamente con la subida del PIB per cápita, se acentuó la diferencia de ingresos entre el 10% de la población de mayores ingresos y el 50% de menores ingresos, revirtiendo la fuerte tendencia hacia la igualdad del período (2002 -2012). La participación de la remuneración al trabajo asalariado pasó de representar 51,8% del valor agregado en 2016 a 46,1% en 2019 y a 43,1% en 2021.

Se cumple lo dicho por Cristina: los beneficios del crecimiento se los quedaron tres o cuatro vivos. Esta es la tendencia del capitalismo cuando no es controlado desde el Estado, en particular, en la actual etapa de capitalismo neoliberal.

El tema pasa por cambiar el capitalismo, ya que –por el momento– reemplazarlo no parece una opción posible.

 

Desigualdad en los ingresos en la Argentina (después de impuestos).

 

Un camino hacia la equidad

Cuáles son los posibles caminos para cambiar el capitalismo es un tema de investigación de la economista Mariana Mazzucato. No para reemplazarlo, sino para moderarlo. En su reciente libro Misión Economía, una guía para cambiar el capitalismo, dice: “Si la riqueza se crea en sociedad, ¿cuáles son las herramientas que garantizan que esta también se distribuya por la sociedad, en vista tanto de la equidad como de la justicia en el esfuerzo y la implicación? De eso se trata la predistribución”.

Dice Mazzucato: “No es necesario que el gobierno cuente con una participación mayoritaria, pero podría tener capital en forma de acciones preferentes con prioridad para recibir dividendos o tener una acción de oro que le dé derecho de veto en determinadas circunstancias, como las adquisiciones”. La economista no escribe focalizando su mirada en nuestro país, sino en los países europeos y en Estados Unidos, a los que el capitalismo neoliberal –o sea, el capitalismo actual– también empuja a la baja constante de la igualdad (ver la siguiente figura, también obtenida del World Inequality Database).

La propuesta de predistribución, que está dirigida a evitar la desigualdad ex ante, es válida para economías de alta industrialización y también para nuestra economía.

 

 

 

 Desigualdad en los ingresos en Estados Unidos (después de impuestos).

 

 

Como discute Mazzucato en su libro, existe el mito de que solamente las empresas privadas innovan y crean valor. Frente a la propuesta de predistribución, se intentará asociar la participación del Estado en el manejo de empresas a un camino de ineficacia e ineficiencia, pero esto es falso: las empresas estatales o controladas por el Estado, como YPF, INVAP y N.A.-S.A. (Nucleoeléctrica Argentina S.A.) son claros ejemplos que muestran al Estado como excelente administrador.

En el caso de YPF, en la Figura 4 se muestra su performance en Vaca Muerta comparada con la de las empresas del Permian (Estados Unidos) [1], medida en dólares por BOE [2]. Resulta evidente que la eficiencia de YPF es hoy, pasado el período de aprendizaje del manejo de yacimientos no convencionales, por lo menos tan alta como la de las petroleras de Estados Unidos.

Evolución de los costos de YPF en Vaca Muerta.

 

 

No quedan dudas sobre la eficiencia de YPF, petrolera controlada por el Estado, en la producción de hidrocarburos.

A su vez, la primera fábrica de celdas para baterías de litio de Latinoamérica y sus encadenamientos productivos aguas arriba están siendo construidos por Y-TEC, CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y la Universidad Nacional de La Plata (UNLP): una empresa controlada por el Estado y dos instituciones estatales. En el caso de INVAP, es una de las pocas del mundo que es capaz de diseñar y fabricar satélites de comunicaciones geoestacionarios, satélites de observación de la Tierra, reactores nucleares exportables a países de alta industrialización, equipos de medicina nuclear y radares.

La terminación de la central Atucha 2 por parte de N.A.-S.A. sorteó exitosamente la enorme dificultad de que  la empresa extranjera que había diseñado la central y comenzado su construcción (KWU) y muchos de los proveedores de partes previstos en el diseño original ya habían desaparecido del mercado, en tanto que nuevas normas de seguridad post-Chernobyl debieron ser incorporadas al diseño.

La predistribución puede ser la base de un Estado empresario, un Estado productor, que sin impedir el crecimiento de las empresas privadas y sus beneficios garantice un camino de equidad que conduzca a mayores índices de igualdad social.

 

 

 

[1] El Permian es el gran yacimiento de petróleo y gas no convencional de Estados Unidos, comparable a Vaca Muerta.
[2] El barril de petróleo equivalente (BOE) es una unidad de energía basada en la energía aproximada que se libera al quemar un barril (42 galones estadounidenses, 35 galones imp. o 158,987294928 litros) de petróleo crudo. El BOE es utilizado por las empresas de petróleo y gas en sus estados financieros como una forma de combinar las reservas y la producción de petróleo y gas natural en una sola medida, aunque esta equivalencia energética no tiene en cuenta el menor valor económico de la energía en forma de gas.

 

 

 

 

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