La porteñidad encarnada

Señor Jazz, el documental sobre Carlos Inzillo, melómano y artífice del ciclo Jazzología

 

En la panza de su madre. Ahí ya estaba el ambiente impregnado de jazz, con su padre coleccionista, melómano y perdido entre una discoteca infinita. Louis Armstrong, Ella Fitzgerald, Benny Goodman, Duke Ellington: todo empezó a vibrar en los oídos del niño, en una Buenos Aires cosmopolita de mediados de siglo. Así lo recuerda Carlos Inzillo y toma un café, como buen porteño, en el departamento junto a su mujer. Reflexiona, con gesto amable, mientras los discos que otrora invadían las paredes de sus padres ahora lo secundan en un pasillo estrecho, austero.

 

 

“Una persona íntegra, humanamente increíble, esos tipos que ya no existen”, define un entrevistado a Carlos Inzillo, nacido en 1944 y protagonista del documental Señor Jazz dirigido por Federico Sotelo y Javier Hornos, estrenado en el Bafici y en el Gaumont –donde pronto volverá a programarse– y de próximo paso por festivales nacionales. Locutor genial, amante del jazz, generoso, sencillo. El film recorre fragmentos de la vida y obra del creador del prestigioso ciclo Jazzología, a la postre licenciado en Periodismo y Comunicaciones y doctor en Psicología Social. Detrás de su figura irrumpen las primeras orquestas de jazz en Buenos Aires, Blackie, los oyentes atentos a esa música que se expande de Estados Unidos al mundo, a la par que se baila en las pistas y surgen los clubes nocturnos vernáculos.

“La porteñidad encarnada”, describe con justeza Sergio Pujol a Inzillo, eslabón fundamental entre el jazz tradicional y el moderno. Pasan Nano Herrera en imagen de archivo televisivo, Oscar Alemán, Gato Barbieri, Lalo Schifrin, Claudio Parisi, Carlos Ulanovsky, Manuel Fraga, Alfonso Fassi, Jorge Navarro, Adrián Iaies, Julia Moscardini, Delfina Oliver, Karina Nisinman, las visitas emblemáticas de Dizzie Gillespie y Louis Armstrong, la relación cercana de Astor Piazzolla con el jazz, Jazz & Pop y el surgimiento de Jazzología.

 

Jazzología nació en septiembre de 1984 en el Centro Cultural San Martín.

 

El documental, con música original de Ricardo Pellican, tiene una estructura clásica de cabezas parlantes y montaje de archivo y testimonios, con un saludable afán pedagógico que nunca cae en la visión del especialista pese a que desde lo visual resulta, por momentos, algo denso y formal en su duración de hora y veinte. Lo que resulta una virtud es la puesta en escena de una pequeña comunidad detrás del hombre, de una camaradería de apasionados del jazz en el centro del país. Inzillo como joven inquieto, testigo de la presencia de una música que formó el campo cultural argentino moderno, con su fulgor entre los ‘40 y ‘60, eco desde el cual programaría en sus incontables ciclos radiales. Distinguido con el Premio Konex, también fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En las letras, escribió Queridos filipipones, una biografía de Pepe Arias, y colaboró en las revistas La Maga, Rolling Stone y Living Jazz Magazine, y en los diarios La Nación y La Prensa. Estudió teoría y solfeo con Horacio Salgán y clarinete con Hugo Pierre y Ruggiero Lavecchia, y como él mismo lo dice, “siempre asumí mi condición de músico frustrado y eso no me dio infelicidad”.

¿Cómo se formaba un melómano de la vieja guardia? A través de la escucha de los discos, no desde el mero acopio de datos sino como algo sensorial, lúdico y emocional, y en el caso de Inzillo desde el hecho de compartirlo en el formato disponible, sea una conversación, un programa de radio, una conducción televisiva o en la presentación de un concierto. Un hombre común que disfrutaba de juntarse a jugar a los dados con sus amigos mientras ponía un disco de jazz de fondo, como ocurría en su tienda musical, allí donde el Mono Villegas se juntaba con Fats Fernández. “Prestaba los discos, porque tenía amigos que no los podían pagar. Y así se fundió”, expresa su hijo, Humphrey Inzillo, periodista y melómano como manda la tradición.

 

El documental volverá a programarse en el Gaumont.

 

Los estilos y los consumos que varían según la época, el dixieland, el swing, el bebop, el free, de lo popular a lo culto, y la llegada de Los Beatles que deja al jazz en los márgenes. La voz pausada y reflexiva de Carlos Inzillo, yendo con su típica gorra de la radio a la escritura, con su libro entrañable sobre Pepe Arias, gran monologista político, un actor olvidado del mundo del espectáculo. Atento a la divulgación y al comentario lúcido y ameno, contrario a la prédica intrincada del experto y lejano a la idea simbólica de un jazz para oyentes sofisticados y exclusivos. Su culto por el cine, su fanatismo por Humphrey Bogart, su dedicación al estudio y a la exploración de las novedades, un oído que absorbe como una esponja los sonidos tradicionales y modernos bajo una amplitud y una defensa de la calidad artística más allá de las etiquetas. De las raíces a los tallos y a las hojas, los frutos que recogió Inzillo, sinónimo de jazz en la cultura argentina, son un tesoro en el traspaso generacional.

La primavera alfonsinista después de los años oscuros, los conciertos programados por Inzillo en Jazzología y los martes repletos de público, con Jorge Luis Borges sentado en primera fila, su trabajo en el Centro Cultural San Martín, la estela de René Cóspito. Lo nuevo y lo consagrado, lo pasado de moda y lo arriesgado, lo internacional y lo local, las vanguardias y las tendencias. Su habilidad para organizar y programar, su don de gente y la noche, la discreta vida familiar, el amor por los detalles, la vez que se deslumbró en Estados Unidos al ver a Mose Allison con una hermana que vive en Miami, y la pasión por Racing. Perseverancia, buen periodismo, corazón y continuidad, siendo artífice de Jazzología, cuatro décadas como “resistencia cultural” al decir de Javier Malosetti. “Del tablón al Colón”, cita Carlos Inzillo, hoy a sus 80 años, la máxima favorita de su padre.

 

 

 

* Jazzología se emite los sábados a las 22 por el Canal de la Ciudad.

 

 

 

--------------------------------

Para suscribirte con $ 4.000/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 5.000/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 10.000/mes al Cohete hace click aquí