Cuando a las 20.15 del domingo 7 de julio se conocieron los resultados del balotaje en Francia, la sensación general fue de sorpresa; después llegó el júbilo y la fiesta en plaza de la República, el cordón sanitario había funcionado, pero la sorpresa mayor era que el Nuevo Frente Popular (NFP) había ganado relegando al tercer puesto al RN de Le Pen mientras que Macron salvaba los papeles ocupando el segundo lugar.
La gran prensa enseguida elevó a Macron a la categoría de genio táctico, mago y otras consideraciones mientras que en realidad el Presidente redujo a casi la mitad sus parlamentarios, ha sido abandonado por Attal y Philippe, que están construyendo sus propias carreras, y contribuyó a llevar al ápice a sus enemigos Mélenchon y Le Pen (el RN es el primer partido de Francia, pasó de 89 diputados a 143).
Macron, llamado “el bombero pirómano”, en su patria provocó un incendio que todavía arde y que se prolonga dado que hay tres agrupaciones no distantes entre sí y ninguna tiene la mayoría para gobernar, la Constitución dice que es el Presidente quién nomina al Premier, pero claramente el candidato debería provenir del partido de mayoría relativa, o sea el NFP.
Mélenchon de LFI así lo anunció apenas conocidos los resultados: “El Presidente debe reconocer la derrota, el Primer Ministro debe renunciar, ningún subterfugio, el NFP aplicará su programa de gobierno y ningún otro”.
Macron anunció que se tomará una pausa hasta el 18 de julio para decidir una vez que estén formados los grupos parlamentarios y la Asamblea Nacional haya nombrado su presidente. El bombero pirómano necesita ganar tiempo y apunta a la rotura de las fuerzas del NFP y al aislamiento de LFI. El establishment mediático/económico y el macronismo podrán proseguir en su deporte favorito: acoso y derribo de Mélenchon.
Una de las incógnitas de estas elecciones era la capacidad ciudadana de rechazar el proyecto lepenista apelando a la memoria de la República: Petain, Vichy, Hitler bajo el Arco del Triunfo decorado con esvásticas gigantescas, Jean Moulin muerto en la mesa de torturas, Radio Londres que llama a la Resistencia. Una cadena de fotos que todavía no amarillean en el álbum colectivo de la Nación, una memoria persistente que empujó a los franceses a votar en masa y frenar una vez más la ofensiva de la ultraderecha.
La construcción de esta victoria es un mérito colectivo, un esfuerzo apoyado en la convicción de los activistas y sobre todo en la militancia juvenil con las movilizaciones que asediaron la sede del partido verde para presionar por la unidad y que acompañaron la formación del NFP; también las organizaciones sociales y barriales cumplieron un rol. Una novedad fue el pronunciamiento de los sindicatos a partir de la propia CGT, nunca había sucedido que el sindicalismo diera una indicación de voto.
LFI incluyó en sus listas a la líder de las luchas de las mujeres de la limpieza Rachel Keké; al activista de los barrios populares Aly Diouara; al militante contra la violencia policial Amal Bentounsi; no todos llegaron al parlamento, pero dieron la impronta de un movimiento fuertemente inclusivo que no se olvidaba de los “desdentados” como los llamó Hollande (que tuvo la desfachatez de presentarse con el NFP) y los “miserables” (según la señora Hillary Clinton en 2016).
A los votantes de la gauche se les pidió lo indecible, votar siguiendo las reglas del desistimiento en caso de triangulaciones; en algunos casos tuvieron que votar a Elisabeth Borne y al aborrecible ministro del Interior Gérald Darmanin, el mismo que anunció después de los resultados que estaba “fuera de discusión un gobierno con RN, y tampoco con LFI”, o sea con quienes lo votaron. Se calcula que el barrage (barrera de contención) apoyado en el desistimiento funcionó un 70% en el caso de los votantes de izquierda y solo el 43% para los macronistas. Hay que agregar que otro elemento que contribuyó al triunfo fue la afluencia, que en primera y segunda vuelta superó con algunos decimales el 66%. El desistimiento contribuyó al fracaso de las encuestas, que no tuvieron tiempo para resetearse, por ejemplo, se estimaban 220 bancas para el lepenismo y obtuvieron 143.
Estos resultados confirman el matiz referendario del sistema de segunda vuelta. Macron logró que los votantes apuntaran contra Le Pen y su candidato Bardella y no contra él. La consecuencia de los nuevos equilibrios además reforzarán el rol del Parlamento frente al Presidente, que en Francia, desde el 5 de octubre de 1958, con la llegada de la 5ª República a medida de De Gaulle, tuvo siempre un fuerte corte presidencialista, las elecciones, en cambio, han diseñado una situación “a la italiana”.
El incendio y las vísperas
¿Pero qué ha buscado Macron en estos años? ¿Por qué es el político más detestado de Francia? Cuatro intelectuales intentaron explicarlo en Le Monde. Pierre Dardot, Haud Guégen, Christian Laval y Pierre Sauvestre acusaron al Presidente de encabezar una guerra civil contra la sociedad en “Le macronisme n’est pas violent par hasard”, el 15 de mayo de 2023.
Y no solo se referían a la aprobación forzada de la reforma jubilatoria (que aumenta de 60 a 64 años la edad para jubilarse) impulsada durante el gobierno de la Borne, sino también a que el Presidente es el hombre adecuado para conducir estas reformas que minan la democracia para servir al mercado, en un proyecto que va más allá de su contingencia personal.
Los cuatro intelectuales citan a Foucault: “La guerra civil es la matriz de todas las luchas de poder, de todas las estrategias de poder” y definen como guerra civil el ataque del Presidente contra la sociedad; ciertamente no se utilizan bombas ni drones, las armas de destrucción pasiva son las leyes, los edictos, los informes de las sociedades consultoras que operan dramáticamente en esta guerra silenciosa.
El texto de los cuatro recuerda que el neoliberalismo nació en torno a 1930 con la misión de instalar un orden político que garantizara la libertad económica y en esa línea opera el Presidente.
El contraste con la idea de democracia es cada vez más profundo por lo cual uno de los objetos de la guerra de Macron es vaciar de contenido la democracia, cancelar los lazos de solidaridad social, sostener la idea americana del éxito individual, todo esto ayudado por la desaparición paulatina de una filosofía marxista que acompañe las ideas de emancipación, la utilización de la deslocalización para destruir la clase obrera, la uberización de la sociedad y la transformación de la policía en guardia del sistema.
Esta guerra no es lo suficientemente silenciosa para cubrir el grado de violencia que utiliza el macronismo, el Center for Civil War Studies del Institute for Peace Research de Oslo sostiene que la definición “desórdenes civiles” comienza cuando las fuerzas del orden matan 25 personas al año, en 2023 en Francia los muertos por acciones policiales fueron 38.
Por eso y en puntas de pie (ya que no se trataba de Rusia o China) el Consejo de Derechos Humanos de la UN ha criticado la situación de los derechos humanos en Francia, señalando sobre todo la violencia policial, ataques contra migrantes, creación de perfiles raciales. Francia escuchó durante tres horas las críticas de las distintas delegaciones y la invitación a combatir la violencia y la discriminación racial. Fue muy clara la diputada de Estados Unidos, Kelly Billingsley: “Recomendamos a Francia intensificar esfuerzos para combatir crímenes y amenazas de violencia motivados por odio religioso como el antisemitismo y el odio anti musulmán”, y mencionaron “aumento de racismo y xenofobia, medidas que violan el derecho de los inmigrantes”, “violencia policial en las manifestaciones”.
El último verano
Mientras los franceses se preparan para las vacaciones y las Olimpiadas, Macron se organiza para una dura batalla de supervivencia, ya que el 2024 podría ser su último verano en el Eliseo.
El Presidente insiste en que todavía está en juego y ha publicado una carta dirigida a los franceses anunciando que las elecciones no han dado un vencedor y que la única solución es una gran coalición, una mayoría plural que refleje la nueva situación. Esta opción tendría como accionista principal el Ensemble macronista. Además, se presenta como garante y anuncia a los ciudadanos que velará por ellos.
Ya lo había anunciado el lunes 8 de julio François Bayrou, del MoDem, aliado de Macron, que cuenta con 33 diputados; el Ensemble tiene 166 bancas y apunta a los republicanos con sus 39 bancas, que podrían unirse al “centro”. La especulación comporta la rotura del NFP, segregando a LFI y contando con los 106 diputados restantes. Es aritmética, pero la política tiene otras letras; tendrían que asomarse algunos progresistas de estómago fuerte capaces de dirigirse a los electores traicionados diciendo que han roto el NFP por “responsabilidad institucional” por ejemplo, personas que puedan presentarse diciendo “este es nuestro programa, pero si no les gusta tenemos otro”.
Ya en 2022 la división de la izquierda arruinó la posibilidad de que Mélenchon llegara al balotaje gracias al comunista Fabien Roussel, que decidió la participación en solitario, obtuvo un 2,28% que hubiera servido a Mélenchon para superar a Marine Le Pen. Dicen que el líder de LFI no se ha olvidado y por eso mantiene la presión sobre sus aliados. Será importante la posición de Marine Tondelier de los Verdes, que trabajó tanto para que LFI entrara en el NFP; “la otra Marine” como la llaman sostiene que el candidato del frente debe ser “compatible con todo nuestro hábitat”; propone además una novedad: una mayoría de proyecto y lo hace a partir de una pregunta simple: “¿Quiénes de las fuerzas republicanas están dispuestos a apoyar nuestro programa?”
Para las operaciones de desgaste del NFL se necesita tiempo, el interinato de Attal se podría extender hasta el otoño, están por medio las Olimpíadas, que culminan el 11 de agosto y se podría alargar hasta el 8 de septiembre, cuando terminan los Paralímpicos. Quizá por eso los mercados se muestran tranquilos, el jefe de economistas de AXA, Gilles Moec, considera que las fuerzas extremas (RN y LFI) no tendrán el poder de veto para neutralizar una gran coalición de centro.
Mientras tanto, parte de la prensa europea se pone a tono en los titulares con desplazamientos semánticos, el macronismo se transforma en centrismo, LFI sigue siendo extremismo de izquierda y sorprendentemente el RN se transforma en la derecha, abandonando su rol de ultra-derecha.
El escenario es móvil, el NFP hasta el viernes 12 llevaba 48 horas de cónclave sin novedades, solo ha trascendido una lucha sorda entre LFI y el PS que dificulta la presentación de una propuesta al Eliseo; que no sería suficiente, que el Presidente convoque la fuerza más votada es solo una práctica sin respaldo normativo constitucionalmente Macron puede convocar a quién quiera para formar gobierno, la fecha 18 de julio será decisiva porque se reúne la Asamblea Nacional con los grupos y alianzas consolidados y el panorama será más claro.
Pero las fuerzas sociales que rodean el NFP no están dispuestos a dejarse robar la victoria, la CGT ha convocado a manifestaciones para el 18 de julio frente a los sitios del poder como la Asamblea Nacional, la movilización no se detiene y la Francia todavía arde.
El nuevo parlamento
NFP: 184 diputados (LFI, 78; Partido Socialista, 69; Verdes, 28; Partido Comunista, 9).
ENSEMBLE: 166 diputados (Renaissance, 99; Movimiento Democrático, 33; Horizons, 26; Otros de Centro, 5; Unión de Democráticos e Independientes, 3).
LEPENISTAS y aliados: 143 diputados (RN, 125; Republicanos de Ciotti, 17; Derecha Radical, 1).
GAULLISTAS y aliados: 65 diputados (LR, 39; Otros de derecha, 26).
REGIONALISTAS: 9 diputados.
Fuente: Ministerio del Interior de Francia, Asamblea Nacional.
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