Cuando políticos y economistas, no necesariamente con ideologías enfrentadas al proyecto nacional y popular, analizan el sistema productivo, se centran en los tres factores clásicos: trabajo, capital y renta agraria. Normalmente consideran la tecnología como una mercancía más, transable en mercados transparentes, lo que definitivamente no es así. Notables excepciones a esa visión constituyeron ls presidentes Juan Perón, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. Invirtieron esfuerzo político y recursos en el fortalecimiento del sistema científico y en el impulso de desarrollos autónomos de tecnología.
Ejemplos recogidos a lo largo de mi vida profesional me permiten contradecir la hipótesis de la tecnología como un bien transable. [1] Como primer ejemplo podemos mencionar equipos de posible aplicación militar (equipamiento nuclear, radares, satélites, lanzadores satelitales). Siempre estará abierta la posibilidad de importarlos como cajas negras y someternos a precios y condiciones impuestas por el vendedor hasta para la provisión de repuestos. Definitivamente no está abierta a la posibilidad de importar la tecnología y conocimientos para su producción local. Otro ejemplo de una tecnología menos nerviosa, es una industria siderúrgica que producía en nuestro país productos para el mercado local importando tecnología. Cuando esa siderurgia local comenzó a exportar, se le negó el acceso a la tecnología importada. Bienes de capital o de software que llevan incorporadas tecnologías que sus desarrolladores consideran sensible por su valor militar o económico, tampoco son bienes transables en el mercado.
¿Por qué desarrollo autónomo de tecnología?
Las empresas productoras globales no localizan en nuestros países periféricos las cadenas productivas de bienes que fabrican acá, lo que impide que exista una razonable participación de las pymes nacionales. El resultado es un balance de divisas negativo y baja creación de empleo.
Como ejemplo notable de esa no-localización, están los casos de la industria autopartista [2] y de Vaca Muerta. El desarrollo autónomo de tecnología deberá lograr tanto el autoabastecimiento energético como el desarrollo de una industria de productos y servicios petroleros [3].
La organización necesaria
Un desarrollo tecnológico innovativo —ya sea absoluto o más acotado—, implica inversiones, riesgo de fracaso y, en caso de éxito, largos plazos para el recupero del capital invertido. En países como el nuestro, de capitalismo tardío, igual que en países de alta industrialización, el actor central en el proceso de desarrollo tecnológico es el Estado. [4 y 5] Obviamente no cualquier Estado, no el que diseña e implementa Cambiemos.
Como ejemplo de la construcción que propugnamos debe tenerse en cuenta que en el período 2003-2015 el Estado nacional pudo concretar, organizar y liderar al conjunto conocido como triángulo de Sábato, compuesto por empresas estatales, pymes nacionales y centros del sistema nacional de ciencia y tecnología (SNCyT), para el desarrollo de grandes proyectos nacionales. Sucedió con el diseño y la construcción de radares secundarios y primarios, proyectos que fueron cancelados al asumir Cambiemos. También ocurrió con el diseño y construcción de satélites de observación de la tierra y geoestacionarios de telecomunicaciones. De haberse cumplido la Ley 27208, nuestro país estaría desarrollando una poderosa industria satelital para construir ocho satélites geoestacionarios en el período 2015-2035 y a la vez elevando la participación nacional en ellos. Cambiemos ha cancelado el emprendimiento. También ocurrió con el diseño y construcción de aviones que hoy son reemplazados por aviones importados. Todos los ejemplos anteriores son ramas industriales de alto potencial, que fueron liquidadas por Cambiemos. La finalización de Atucha 2 fue también un claro ejemplo de desarrollo tecnológico autónomo, pero Cambiemos canceló la construcción de la cuarta central nuclear con un alto porcentaje de componentes que iban a ser fabricados localmente: y eso cerró el camino del desarrollo nuclear autónomo.
El desafío para el próximo período de desarrollo inclusivo es poder implementar la metodología del triángulo de Sábato para desarrollar un universo ampliado de grandes proyectos nacionales. Además de los ejemplos mencionados, también deberá incluir el desarrollo de la producción de hidrocarburos no-convencionales y de la industria proveedora de insumos y servicios petroleros, la producción pública de medicamentos, industrias biotecnológicas, lass industrias autopartista, naval,. de equipamientos ferroviarios, y de aerogeneradores.
Sin embargo, el sistema argentino de producción de tecnologías aparece muy atomizado para cumplir con estos objetivos, sin un ente específico encargado de planificar y coordinar los vértices del triángulo de Sábato. En el período 2003-2015, el Ministerio de Ciencia y Tecnología se focalizó en el fortalecimiento del sector científico y los emprendimientos tecnológicos fueron desarrollados fundamentalmente por los ministerios de Planificación y Defensa. En el nuevo período de crecimiento inclusivo, que se abrirá en diciembre de 2019, la organización de la producción de tecnología será fundamental porque estaremos condicionados por la pesada herencia que nos dejará Cambiemos.
Planificar y coordinar
El sistema de producción de conocimientos científicos y de tecnologías necesita una coordinación que permita establecer prioridades entre diversos desarrollos tecnológicos atendiendo a los recursos existentes y a los beneficios de cada uno de ellos; implementar planes de desarrollo coordinados; tomar decisiones de sustitución de importaciones en áreas que maximicen la relación entre divisas que se esperen generar y divisas a desembolsar durante los primeros años en equipamientos e insumos para nuevas exportaciones.
El gobierno nacional debiera ser capaz de planificar y establecer metas estratégicas y monitorear el progreso de los proyectos y a la vez resistir la natural tentación de centralizar el micro-management de los proyectos que coordina. Un punto de partida para comenzar a discutir esa coordinación es el Proyecto de Ley 10037-D-2015. [6] Ingresado a la Cámara de Diputados por Wado De Pedro, promueve la creación del Instituto Nacional de Investigaciones para el Desarrollo (INID). La misión propuesta para el Instituto es “promover y realizar investigaciones y estudios, proporcionar asesoramiento, capacitación, conocimiento científico y desarrollo tecnológico al Estado Nacional”. Ya sea mediante la creación de ese Instituto u otro organismo similar, es fundamental que el Estado nacional asegure la capacidad de planificar y coordinar el desarrollo nacional de tecnologías. Entendemos las dificultades, ya que implicaría la constitución de un organismo transversal a todos los ministerios. Sin embargo, en los temas ligados al desarrollo es conceptualmente una forma organizativa superadora de las líneas paralelas sin intercambio entre ellas.
[1] https://ediciones.ungs.edu.ar/wp-content/uploads/2018/10/9772362193104-completo.pdf (pag. 29) [2] https://www.elcohetealaluna.com/el-complejo-automotor-despues-de-macri/ [3] https://www.elcohetealaluna.com/vaca-muerta-y-proyecto-nacional/ [4] E. Dvorkin, ¿Qué Ciencia Quiere el País? Los estilos tecnológicos y los proyectos nacionales, Buenos Aires: Colihue, 2017. [5] http://www.iade.org.ar/noticias/de-que-hablamos-cuando-hablamos-de-innovacion- tecnologica [6] http://www1.hcdn.gov.ar/proyxml/expediente.asp?fundamentos=si&numexp=10037-D-2014--------------------------------
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