La memoria enemiga del silencio

Baldosas por la memoria de quince alumnas que pasaron por el colegio Normal N° 6

 

“Aquí estamos, otra vez, rompiendo ese pacto de silencio. Ese silencio que nos rodeó durante mucho tiempo”, dijo Ana Feldman ante la comunidad educativa de la Escuela Normal Superior N°6 “Vicente López y Planes”. A cuarenta y tres años de la última dictadura cívico-militar se realizó la colocación de baldosas por la memoria de quince alumnas que pasaron por el colegio. El hecho surgió de una investigación que desde el año pasado puso en vilo a todos los niveles educativos, que van desde el jardín de infantes hasta el terciario que se dicta en el mismo edificio en el barrio de Palermo. A raíz de una decisión de las autoridades y una innovadora propuesta pedagógica se apuntó a la construcción de la memoria como fundamento, para lo cual se utilizaron distintos métodos según las edades del alumnado, descubriendo como resultado que el número de desaparecidas que habían transitado por las aulas del Normal era de quince alumnas. Un dato que hasta antes de esta experiencia se desconocía.

Según cuentan sus graduadas, el colegio de buena reputación y a donde muchos intelectuales enviaban a sus hijas para que se formen, siempre tuvo una estructura muy rígida, atravesado por una fuerte disciplina y exigencia. Las mujeres eran educadas para ser “señoritas”. Debían vestirse adecuadamente y no hablar demasiado fuerte. El cabello tenía que estar recogido con una cinta azul y hasta en los peores inviernos el uso de pantalones estaba prohibido. A pesar de que estaba expresamente prohibido, en el ‘71 bajo el gobierno militar de la llamada “Revolución Argentina” las estudiantes formaron el Centro de Estudiantes. Ana Feldman, hermana Laura quien pasó gran parte de la primaria en esa escuela y fue asesinada en el centro clandestino “El Vesubio” en el año ‘78, era la delegada y representante de las estudiantes de su división. “Cuando estaba terminando el año me llamó la Directora, como tantas otras veces, pero en esa oportunidad me comunicó que no podía seguir cursando en esta escuela y que, en lugar de echarme, me daba un ‘pase libre’ para que me fuera a la escuela que quisiera, lo que no podía hacer era quedarme” contó Ana.

Una de las alumnas que transitó por las aulas del Normal fue la ex Ministra de Educación de la Provincia de Buenos Aires, Adriana Puiggrós, que reconoce que su formación docente comenzó en esa institución. Durante el gobierno de Frondizi se discutía la Ley Domingorena “laica o libre”, a partir de la cual las Universidades privadas podían otorgar títulos habilitantes (lo que significaba abrir la puerta para cualquier tipo de universidad privada) y donde lo que verdaderamente se discutía era el papel del Estado. En ese entonces Puiggrós era estudiante y de las pocas peronistas del Normal 6. Empezó a militar en la Federación Metropolitana de Estudiantes Secundarios (FEMES) y con algunas de sus compañeras se organizaron para tomar la escuela contra la política de privatización de Frondizi. “Era un lunes, llegamos muy temprano, entramos a la escuela y cerramos las puertas. Les pusimos lacre y pensábamos que así nadie iba a entrar. Nos quedamos adentro mientras que puertas afuera de colegio estaban todas las chicas apoyándonos. En la esquina estaban los varones del Colegio Guadalupe, insultándonos. En ese momento llegó la directora al colegio, golpeó la puerta y el jefe de los porteros con mucha fuerza le abrió la puerta. La directora llamó a la policía. Nosotras teníamos dieciséis o diecisiete años, yo estaba sentada en la entrada y me acuerdo que estaba hablándole a mi papá diciéndole que estaba todo bien, que no se preocupara cuando siento que me agarran del brazo y en eso veo a un señor vestido de azul, lo miro bien y era un policía. Cuando salimos de la escuela los profesores hicieron un pasillo para que pasáramos, y una maestra que tenía de apellido López, cuando pasé me miró y me dijo: ‘A vos habría que pelarte’. No me lo olvido más, en ese momento era lo peor que le podías decir a una adolescente. Terminamos en la Comisaría 37 donde estaba lleno de estudiantes detenidos, nos tuvieron algunas horas ahí y luego nos expulsaron de la escuela, aunque a los dos días hubo un decreto de amnistía que nos permitió volver. Era un colegio muy positivista, del normalismo positivista, estaba bien implantado ¡era muy rígido! ” recordó.  

 

¿Por qué tuvieron que pasar cuarenta y tres años para que el colegio reconozca a sus desaparecidas y rompa con el pacto de silencio? Sólo basta detenerse en las decisiones que tomaban las autoridades puertas adentro de la escuela durante las últimas décadas. Sin ir más lejos, en el 2007 una denuncia del órgano gremial de los estudiantes dio a conocer que la ex rectora y ahora jubilada, María Susana Ueltzen, prohibió que las Madres de Plaza de Mayo realicen un acto en la escuela para conmemorar el Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia. “No va a ser posible porque las Madres son muy políticas. Son controversiales, violentas, tienen un vocabulario inadecuado, si quieren verlas pueden mirarlas por la televisión”, le dijo la ex rectora a las delegadas del Centro de Estudiantes para justificar su veto. Pero la conducción del colegio cambió y por suerte para sus estudiantes, quien ocupa actualmente el cargo de rectora se llama Lidia Roccella. La primera vez que ingresó al colegio se encontró con una placa colocada frente al salón de actos que le llamó la atención. Llevaba el nombre de Graciela Beretta, estudiante desaparecida en diciembre de 1976. Lo primero que pensó es que no debía ser la única. Y luego de investigarlo lo confirmó, Graciela tenía una hermana que también iba al Normal, su nombre era Magdalena y al igual que su hermana había sido secuestrada por los militares durante la última dictadura militar. El número ya ascendía a dos. Durante algunos años, previo a conseguir su puesto como rectora, imaginó distintas prácticas pedagógicas que debían realizarse para reconstruir la historia del colegio. En el 2018, ya en el cargo, propuso una experiencia que recorriera los distintos estrados de la escuela. Con la ayuda de un grupo docente logró que para conmemorar los cuarenta y tres años del golpe de Estado, cada nivel tenga participación en el acto por la colocación de las baldosas por la memoria. En nivel inicial se elaboraron distintos videos donde los más chicos hablaron sobre la identidad. En la primaria hicieron distintos trabajos: produjeron un acto, llevaron a cabo un homenaje a las ex alumnas y pusieron plantas alrededor de las baldosas donde figuran los nombres de las desaparecidas. Los del secundario se ocuparon de hacer una representación de los momentos más puntuales del período y los de quinto año con orientación en comunicación proyectaron videos y noticias de la época. Alumnos del terciario se enfocaron en investigar sobre las biografías de las alumnas secuestradas que durante el acto, lograron exponer un amplio material. “Haber podido lograr esta actividad par mi es un sueño hecho realidad” dijo Roccella sobre la investigación que hace un año comenzó. Hace unas semanas reveló que al menos quince estudiantes desaparecidas transitaron el Normal 6, y a los familiares que fueron convocados a participar de la investigación les pidió “perdón en nombre de la comunidad educativa por el retardo”.

Puños en alto, dedos en V, flores, fotos, pancartas, pañuelos blancos y también verdes se alzaron sobre la calle Güemes al 3800. En la puerta del Normal se colocaron cuatro baldosas que anuncian “aquí estudiaron militantes populares detenidas desaparecidas y/o asesinadas por el terrorismo de estado”. Y en ellas quince nombres se inscribieron: Mirta Mónica Alonso, Valeria Beláustegui, Mariana Carlota Belli, Graciela Alicia Beretta, María Magdalena Beretta, Gloria Elena Domínguez, Alicia Graciana Eguren, Laura Isabel Feldman, Estela María Gache, Liliana Inés Goldenberg, Silvana Parrile, Bárbara Ramírez, Mónica Graciela Socolsky, Claudia Josefina Urondo y María Adelaida Viñas. Hasta el momento el colegio registraba la desaparición de una sola estudiante. Hoy la memoria le ganó al silencio, la Escuela Normal Superior N°6 dijo nunca más. En sus paredes, en las aulas y hasta en las escaleras las fotos que hoy se exhiben de las ex alumnas les recuerdan a los estudiantes que el único camino posible es el que se encuentra del lado de la memoria, verdad y justicia.

 

Mirta Mónica Alonso: detenida el 19 de mayo de 1977, embarazada de seis meses y secuestrada junto a su compañero Oscar Hueravilo Saavedra. Su niño nació en cautiverio y fue recuperado por Abuelas de Plaza de Mayo.

Valeria Beláustegui: militante del PRT-ERP, sus compañeros la llamaban “Mecha”. Fue secuestrada en mayo de 1977 en San Antonio de Padua. Estaba embarazada de dos meses. Fue vista por última vez en Campo de Mayo, por el testimonio de una enfermera se conoció que Valeria dio a luz a un varón en el Hospital Militar de ese lugar. Sigue desaparecida y su hijo aún no fue recuperado.

Mariana Carlota Belli: fue secuestrada en la vía pública en mayo del '78, tenía 20 años y era trabajadora de una empresa metalúrgica.

Graciela Alicia Beretta: realizó sus estudios primarios y secundarios en el Normal. Era militante de la agrupación “Las Vías”. Estudió abogacía y fue secuestrada en la puerta de su trabajo en el Instituto Financiero Militar en diciembre del '76. Según documentación testimonial fue vista en la ESMA antes de su asesinato.  

María Magdalena “Nicky” Beretta:  realizó sus estudios primarios y secundarios en el Normal. Militó en la Juventud Universitaria Peronista mientras estudiaba la carrera de Psicología en la UBA. En diciembre del '76 fue desaparecida en el barrio de Villa Luro. Al igual que su hermana, y según testimonios fue vista en la ESMA antes de su asesinato.  

Gloria Elena Domínguez: militó en el FRP y luego en el Frente Revolucionario 17 de octubre en CABA. Se encuentra desaparecida desde septiembre de 1976.

Alicia Graciana Eguren: hija de Ramón Eguren y compañera de John William Cooke. Poeta, escritora y profesora de literatura egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. En 1963, fundó junto con Cooke la Acción Revolucionaria Peronista. En enero del '77 fue secuestrada en el bar Tortoni. Fue vista con vida en la ESMA donde estuvo siete meses antes de su asesinato.

Laura Isabel “Penny” Feldman: hija del cineasta Simón Feldman. Militó en la UES mientras cursaba sus estudios en la Escuela Superior de Comercio “Carlos Pellegrini”. Luego se cambió de colegio para realizar cuarto y quinto año en una escuela de Barracas, donde pasó a tener responsabilidades mayores en la agrupación de la escuela. El 18 de febrero de 1978, cuando tenía 18 años, Laura fue secuestrada y llevada al Campo de Exterminio “El Vesubio” cercano al puente 12 de la autopista Buenos Aires – Ezeiza. Luego de haber sido tratada durante casi un mes de manera inhumana por su condición de militante popular, mujer y judía, fue fusilada junto con otros 4 chicos en un descampado y sepultada en una tumba NN del  cementerio de Lomas de Zamora.

Estela María Gache: proveniente de una familia de trabajadores del Estado, tuvo militancia en ATE y en en la Juventud Trabajadora Peronista. Secuestrada en septiembre del ‘76 en el barrio de Villa Crespo.

Liliana Inés Goldenberg: cursó la secundaria en el Normal. En marzo de 1970 empezó en las FAR y luego en Montoneros. Se quitó la vida en agosto del '80 al tratar de ingresar por la frontera argentina del Iguazú y ser detectada por las fuerzas represivas.  

Silvana Parrile: tenía 21 años y militaba en el PRT-ERP. Fue secuestrada en una plaza en San Salvador de Jujuy en enero del '77. Fue vista en la cárcel de Villa Gorriti de esa ciudad y según documentación testimonial, fue trasladada al centro clandestino conocido como “La Jefatura” de la provincia de Tucumán.

Bárbara “Laucha” Ramírez: estudiante de Arquitectura en la UBA y militante de la JUP. Secuestrada-desaparecida por la Triple A en octubre del ‘74 en el barrio de Balvanera.

Mónica Graciela Socolsky: 20 años, enfermera y artesana. Se encuentra desaparecida desde septiembre del ‘77 cuando fue secuestrada en Martínez.

Claudia Josefina Urondo: santafesina, hija de Paco Urondo y Graciela Blanca Murúa. Comenzó a militar en la secundaria en el Movimiento de Liberación Nacional (MALENA). Militante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y luego, en Montoneros. Casada con Mario Lorenzo Konkurat tuvo dos hijos: Sebastián y Nicolás. Secuestrada-desaparecida en diciembre del '76 en Capital, luego de dejar a los niños en una guardería de Caballito.

María Adelaida Viñas: hija del escritor David Viñas. Militó en las FAR y luego en Montoneros. Secuestrada-desaparecida en agosto del '76 en el Jardín Zoológico cuando llevaba de paseo a su hija. Se la vio con vida en el CCD “El Campito” antes de su asesinato.

 

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