La mafia que ya no es calabresa
Una sentencia contra la ‘Ndrangheta en Italia y el poder mafioso en la Argentina
Historizar el juicio
El miércoles 13 de enero de 2021, en Lamezia Terme (Calabria), empezó el juicio de la investigación conocida como “Rinascita Scott”, que sintetiza más o menos una década de historia del poder mafioso calabrés. En su momento fue impulsado por el entonces fiscal general de Catanzaro, Nicola Gratteri, quien actualmente dirige la Procura de Nápoles. Este juicio hace foco en la ‘Ndrangheta de una provincia calabresa del mayor espesor criminal: la de Vibo Valentia. Con anterioridad, el 19 de diciembre de 2019, la Fiscalía Antimafia de Catanzaro (conducida por Gratteri) había identificado a 416 personas: 260 fueron encarceladas, 70 terminaron con arrestos domiciliarios, 82 fueron investigadas. Se trataba de hombres —algunos orgánicos y otros inorgánicos— de la famiglia Mancuso del pueblo de Limbadi (de 3.200 habitantes) y de otros que revistaban en otras ‘ndrine relacionadas con ese clan. Del grupo investigado en 2019, el mafioso más notable es Luigi Mancuso, que hasta la década de 1990 fue una especie de vocero de las familias calabresas y “mamma” (jefe indiscutido) de la provincia de Vibo. En esta operación securitaria fueron identificados también hombres que revistaban en la política nacional y regional. El más relevante fue acaso el ex parlamentario de Forza Italia de Berlusconi (también ex integrante de la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados y ex coordinador del partido en Calabria): el abogado penalista Giancarlo Pittelli.
Examinemos la mención de Forza Italia, pues identifica una constante. Me refiero al empalme entre el poder mafioso con proyectos neoliberales. Las mafias son aparatos políticos del capitalismo. El capital necesita del poder mafioso para expandir dispositivos monopólicos, tanto en la economía como en la política. El capitalismo actualmente se expresa a través de —al menos— tres dimensiones que se intersectan: el productivo, el digital, de plataforma o rentista, y el narco-capitalismo. La ‘Ndrangheta es transversal a todas estas dimensiones. A través de complejas operaciones de ingeniería financiera de gran magnitud, lava los capitales narcos y los inyecta en la economía legal. Su norte es la acumulación desorbitada de capitales, pero la brújula que orienta al poder mafioso es la acumulación desorbitada de poder, que tiende a colonizar segmentos conspicuos de la estatalidad o las estatalidades en completo. Colonizar la estatalidad con un doble poder criminal implica que el Estado se convierte en proveedor de bienes naturales, servicios, concesiones, infraestructura para la empresa; más que regularla, se vuelve su garante.
Uno de los negocios clásicos de la ‘Ndrangheta es el tráfico internacional de cocaína, narcótico funcional a la opresión capitalista sobre las conciencias, los modos intelectivos y las formas de organización popular, comparable sólo con la anestesia global provocada por las redes sociales injertadas en lo más íntimo de la existencia por el celular. Tanto los narcóticos como la “revolución” tecnológica de las redes nos arrojan a un estado crepuscular intermedio, un estado zombie, semi consciente, que nos deja entender y organizarnos por —en el mejor de los casos— la mitad respecto de nuestra plenitud lúcida. La pasta base de cocaína se produce ampliamente en América Latina y es enviada a Europa a través de un tupido entramado portuario continental. Uno de sus síntomas más evidentes es económico y, dentro de las sociedades latinoamericanas, se manifiesta en el bi-monetarismo o la dolarización. Apostilla: el capitalismo digital expresa nuevas expectativas laborales (no es irrelevante el número de jóvenes que quieren ser tiktokers), que también manifiesta el narco-capitalismo de manera trans-clasista: en la ciudad de Rosario esto es evidente. En la provincia de Santa Fe se desarrolla un choque entre estatalidades, una legal y otra criminal, que exhiben su poder con formas descarnadas de violencia.
Volvamos a los vínculos entre Forza Italia y la ‘Ndrangheta: han sido probados por la “huella en los flujos financieros que desde Calabria llegaban al imperio de Berlusconi. Porque a través de su empresario Angelo Sorrenti, la famiglia Piromalli entró en el negocio Fininvest. Porque muchos arrepentidos hablan de esos capitales mafiosos que el clan De Stefano —por derecho uno de los siete del directorio (…) que gobierna la ‘Ndrangheta [1]— giraba a los Papalia, los boss de Platì, trasplantados en Lombardía, para que los invirtieran en las obras de Milano 2 y 3” [2].
Volviendo a Rinascita Scott: las terminales políticas no conciernen sólo a Forza Italia, sino a un entramado más amplio y espeso. Otros políticos involucrados en la investigación son Nicola Adamo, ex parlamentario y ex asesor calabrés del Partido Democrático, acusado de tráfico de influencias, y Luigi Incarnato, jefe de lxs socialistas locales, asesor del ex gobernador de Calabria, Mario Oliverio, y comisario de SORICAL, institución que gestiona el suministro de agua potable en la región. Otros notables que cayeron en la redada de 2019 fueron el alcalde de Vibo-Pizzo, Gianluca Callipo, el ex alcalde de Nicotera (pueblo próximo a Limbadi), Salvatore Rizzo, un consejero regional de la Calabria, Pietro Giamborino, Vincenzo De Filippis, un hombre del Movimento Sociale Italiano y Alleanza Nazionale (aparatos “democráticos” del fascismo clásico) que se desempeñó como asesor ambiental en la Municipalidad de Vibo-Pizzo. Sobre este punto debe prestarse la mayor atención, pues nos deja una enseñanza destacable: el poder mafioso tiene un vínculo antiguo con el poder fascista, y cuando uno se activa suele convocar la emergencia del otro.
En el largo listado de nombres investigados por Gratteri figuran también conspicuos empresarios: Antonio Prestia, dueño de una empresa de construcción; Gianfranco Ferrante, del sector de la alimentación; Mario Artusa, del sector de la vestimenta. También un par de policías: el capitán de los Carabinieri de Catanzaro, Giorgio Naselli, y el comandante de la policía municipal de Pizzo Calabro, Enrico Caria. El puñado de nombres mencionados y sus respectivas pertenencias demuestra la existencia de un sistema amplio de poder —de tipo pan-criminal legal: un doble poder— en el que conviven, en un intercambio osmótico, representantes de familias mafiosas con representantes de la sociedad civil, del asociacionismo, de las instituciones estatales, de las fuerzas del orden, de los servicios de inteligencia, de logias masónicas y, a menudo también, del Poder Judicial. Los delitos que, según el caso, se les imputaron a los mencionados son: asesinatos, tráfico de droga, tráfico de influencias, extorsiones, lavado de activos, abuso de poder, portación de armas y explosivos, asociación mafiosa.
Rinascita Scott se activó en Calabria y, en sincronía, en la parte más opulenta de Italia: Lombardia, Piemonte, Veneto, Liguria, Emilia Romagna, Toscana, Lazio, como así también en otras regiones del meridione: Sicilia, Puglia, Campania, Basilicata, y en el extranjero: Alemania, Suiza, Bulgaria. Esta proliferación geográfica no debe ser considerada de manera meramente informativa: nos habla del poder diseminado de la mafia calabresa que ya es un aparato de poder global. En el contexto del juicio relativo a Rinascita Scott en 2021 testificaron 58 también “arrepentidos” orgánicos de la ‘Ndrangheta y también otros de la Cosa Nostra siciliana, de la Sacra Corona Unita pugliese y los Basilischi de Basilicata. Ya en ese entonces se preveía un juicio largo, cuya primera instancia culminó el lunes pasado.
La sentencia
El día de nuestra soberanía nacional, luego del infortunio electoral del domingo, en el aula búnker del tribunal de Lamezia Terme, la jueza Brigida Cavasino —junto con las juezas Claudia Caputo y Germana Radice— dio lectura a la sentencia relativa a la investigación y concerniente a 338 imputados. La lectura del texto duró casi dos horas. Se condenó a 207 imputados y se absolvió a 131. Las penas oscilan entre un puñado de meses y 30 años de prisión (en algunos casos, equivalentes a la cadena perpetua). El ex parlamentario de la Forza Italia, Giancarlo Pittelli —integrante además de algunas logias masónicas calabresas (Anna Sergi/Alberto Vannucci, “The Secret Nexus. A Case Study of Deviant Masons, Mafia and Corruption in Italy”, The British Journal of Criminology, 63: 5, 2023)— fue condenado a 11 años, seis menos de los que había solicitado la fiscalía, por los vínculos que mantenía con el boss Luigi Mancuso, conocido también como U Supremu, que desbordaban la relación entre un abogado y su defendido; y por haber apoyado, en función de sus redes de contactos, a las famiglie Fiarè-Razionale-Gasparro de San Gregorio D’Ippona. Para que pueda dimensionarse su figura: Pittelli es a la ‘Ndrangheta lo que Marcello Dell’Utri (senador de Forza Italia y luego de Popolo della Libertà) fue a Cosa nostra y Nicola Cosentino, Nick O mericano (diputado de FI y luego del PdL) a la Camorra.
Para reafirmar que donde aparece el poder mafioso aflora también su complemento, el poder fascista, en 2017 Pittelli fue convocado a las filas de Fratelli d’Italia, el partido de Giorgia Meloni, quien en un tuit del 15/4/2017 escribió: “La comunidad de #Fdl crece y se refuerza y le da la bienvenida a Gincarlo #Pittelli: un valor agregado para Calabria y para toda Italia”. Mafia y fascismo son poderes concurrentes que saben combinar lo ultra-moderno tecnológico con regresiones a épocas pretéritas.
Recibieron cadena perpetua: Pasquale y Domenico Bonavota, Saverio Razionale (viejos conocidos de la criminalidad calabresa), Paolino Lo Bianco, Francesco Barbieri (nuevos emergentes), considerados capimafia de la provincia de Vibo Valentia —más o menos autónoma del Crimine de Polsi (Reggio Calabria), o sea, del órgano de poder clásico de la ‘Ndrangheta—, cuya terminación nerviosa es la famiglia Mancuso de Limbadi. El ex consejero regional de la Calabria, Pietro Giamborino, fue condenado a un año y medio de cárcel por delito de tráfico de influencias ilícitas, pero sin la agravante de asociación mafiosa, o sea, no pudo probarse la hipótesis de un pacto político-mafioso a pesar de que en la investigación regía la conjetura de que “Giamborino había gozado del apoyo de la local Piscopio [barrio de Vibo Valentia] en la contienda electoral de 2002” (Anna Sergi, “Rinascita-Scott: cosa resta al di là dei numeri”). Entre los condenados “excelentes” (como se suele decir en Italia) revistan un ex agente de la Direzione Investigativa Antimafia (DIA), que luego pasó a los servicios de inteligencia, Michele Marinaro (10 años y medio) y el ex capitán de los Carabinieri, Giorgio Naselli (2 años y medio). Luigi Incarnato (ex asesor regional) fue absuelto junto con Gianluca Callipo (ex alcalde de Vibo-Pizzo), si bien la fiscalía había solicitado para él una pena de 18 años por “concorso esterno in associazione mafiosa” (traducible en lengua no jurídica como “ladero del poder mafioso”). No escasean tampoco empresarios y profesionales de cuello blanco a disposición de la famiglia Mancuso y de otros clanes, que recibieron penas entre 18 y 21 años. En definitiva, el dispositivo de la sentencia ha echado luz sobre un nudo de poder e intereses entre ‘Ndrangheta, política, empresariado, fuerzas de seguridad, servicios y masonería. Se trata de una especie de “partido de mayoría” que gobierna el territorio de Vibo Valentia.
De todo desciende que investigar, enjuiciar y condenar a algunos segmentos del poder mafioso es posible… en Italia, pues el Estado cuenta con herramientas jurídicas y judiciales más o menos decisivas para desplegar esas acciones. Más o menos porque esas herramientas fragilizan apenas el poder criminal-legal del que hablamos. Ese módico condicionamiento entre nosotrxs, en la Argentina, se constituye en un imposible, pues carecemos de instrumentos y a menudo de una eticidad inherente a un sector conspicuo del Poder Judicial. Sin embargo, es posible examinar con vistas a entender la racionalidad de ese poder que durante cuatro años intervino en la ejecución de las funciones propias del Estado. En ese entonces, se desplegó una mafialización del Estado o una institucionalización de la criminalidad. Se dispuso una naturaleza dual del Estado sobre la base de un doble poder permanente. Y ahora el método mafioso vinculado con un apellido de lustre se expande hacia otro apellido que en Italia se encuentra ubicado en solo tres regiones. Una de ellas es Calabria.
[1] Sobre el clan De Stefano se puede consultar “Hombres de cemento” en este medio, redactada con motivo de la reunión de la mesa judicial bonaerense de junio de 2017, que se llevó a cabo en el Banco Provincia, con la finalidad de acordar una estrategia coordinada para arremeter contra la UOCRA. Esa mesa, entre otros, estaba integrada por Juan Sebastián De Stefano, director administrativo de Asuntos Jurídicos de la AFI macrista.
[2] Fininvest es el holding de uno de los mayores grupos empresario-financieros de Italia. Opera en los sectores de la televisión comercial, radio y cine, con Mediaset; en el ámbito editorial, con Mondadori; y en el futbolístico, con la Associazione Calcio Monza y con la Associazione Calcio Milan; también en el sector de los servicios bancarios, de seguros y seguridad social. Fue fundado en 1978 en Milán por Silvio Berlusconi como empresa familiar. Milano 2 y Milano 3 son barrios elegantes, especie de countries verdes, fortificados y autónomos, que Berlusconi construyó cuando revistaba como empresario de la construcción en la década de 1970. Milano 2 está ubicado en Segrate y fue construido entre 1970 y 1979 por la empresa Edilnord. Milano 3 está ubicado en Basiglio y fue construido por la misma empresa entre 1980 y 1991. Respecto de esto, se puede consultar: Daniele Conti, “Cosa sono e dove sono Milano 2 e Milano 3”.
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