La irresponsabilidad de los responsables
El hundimiento del submarino y los intentos de distorsionar la realidad
Publicaciones recientes comentan la analogía utilizada por Bruce Rule, analista de la Oficina de Inteligencia Naval de Estados Unidos, sobre la tragedia del Submarino ARA San Juan, por la cual la vincula y asemeja a la situación de un avión comercial que despega de un aeropuerto. La comparación es tan desacertada como improcedente.
Las investigaciones efectuadas por los expertos del Ministerio de Defensa como la infinidad de testimonios recibidos en el ámbito de la Comisión Bicameral Investigadora sobre la Desaparición del Submarino ARA San Juan, vincularon la tragedia con una sucesión de eventos que comenzaron con el incendio en un tanque de baterías N 3 por la entrada de agua de mar y produjeron un corto circuito general. Tal situación de emergencia obligó al submarino a abandonar su navegación en inmersión para ir a superficie.
A diferencia del señor Rule, o quien escriba en su nombre, los submarinos —buque substancial en la guerra naval, tanto por sus características tácticas como por sus capacidades estratégicas— se diferencian notablemente con la operación de un vuelo comercial y su relación con el controlador aéreo.
Debemos reflexionar profundamente sobre el tema pues la operación y navegación submarina tiene una importancia y trascendencia que implica un control permanente al más alto nivel, tanto en nuestro país o en el que habita el señor Rule.
A tal efecto, el Comandante de la Fuerza de Submarinos, a diferencia de otros Comandos, tiene una doble tarea: es Comandante de Alistamiento y Autoridad de Control de Submarinos (ACOSUB). Es decir que por un lado mantiene las unidades submarinas alistadas en cuanto a mantenimiento, pertrechos, nivel de adiestramiento de su dotación, habilitaciones para salir al mar, operar con otras unidades navales, lanzar torpedos y otras tantas actividades propias de este tipo de nave.
Y por el otro lado le competen las funciones de ACOSUB, que son indelegables e intransferibles, pues él y nadie más que él es quien ordena al/los submarinos la derrota a seguir, a qué velocidad hacerlo, los puntos de inflexión de su derrotero y también cómo debe hacerlo, en superficie o inmersión. Todo esto basado en la seguridad náutica o la naturaleza de la misión asignada. Concretamente no existe libre albedrio debido fundamentalmente a cuestiones de seguridad a la navegación u operación de la nave.
Debemos considerar que quien está al mando de esta Fuerza es la persona de mayor experiencia y criterio profesional y debe en todos los casos controlar las operaciones en curso, asesorar en cuanto a nuevas situaciones y advertir peligros a la navegación submarina.
Si bien no ha podido determinarse técnicamente el motivo del naufragio (el mismo Rule describe con total precisión la explosión que sucede en el interior del submarino), los expertos argentinos coinciden en que el origen es el incendio eléctrico y la posterior acumulación de gas hidrógeno en cantidad suficiente para producir los sucesos descriptos por el propio Rule.
Pero a modo de buscar precisiones lo que fehacientemente se conoce es:
- Que el personal de a bordo, efectuó una prueba en inmersión en julio de 2017, maniobrando una válvula que conecta la entrada de agua del sistema de snorkel al cuarto de baterías. Al respecto, existe un detallado informe del comandante Fernández. Sin embargo, nadie del escalón superior le advirtió que esa maniobra indebida estaba contraindicada por los manuales técnicos del submarino.
- Que en las planillas de control de atmósfera del submarino constaban valores inaceptables y alarmantes de Hidrógeno, medidos con un nuevo sistema, cuyas escalas nadie se ocupó de compatibilizar con el sistema originario del submarino.
- Que la cadena de mando minimizó el incendio de baterías en navegación, sin verificar que años antes se había producido un incendio en puerto de la misma batería, por entrada de agua en el mismo lugar —balcón de barras de baterías N3— ,y que las dotaciones de bomberos de Mar del Plata tardaron más de un día en extinguirlo.
- Que las autoridades navales tuvieron una demora inaceptable en el seguimiento de la emergencia y hasta omitieron informarle a las autoridades del Ministerio de Defensa las verdaderas causas del siniestro.
En la analogía de Rule, torpemente utilizada, hay una concatenación de eventos y una relación causa-efecto que comprenden desde la falta de mantenimiento y control operacional hasta la minimización y ocultamiento del incendio.
Lo apropiado seria que el señor Rule, o quien fuere, en lugar de comparar esta secuencia fatídica con un aeropuerto, la hubiera comparado con Poncio Pilatos.
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