La insumisión de Francia

Interrogantes sobre nuevas formas de hacer política, el sistema de partidos y su representatividad

 

Cuando el sistema común europeo se dirige hacia un complejo reacomodamiento, sacudido por el Brexit y su incierta implementación, prevalece en los países integrantes un profundo retroceso en materia de derechos sociales y laborales, un avasallamiento de las conquistas, zamarreadas por el avance de las derechas en el continente, en muchos casos  legitimadas por el voto popular.

En la cercanía de las elecciones de diputados al parlamento europeo, previstas para mayo, la Francia profunda gesta un movimiento nacido de los olvidados del sistema, con origen en redes sociales para hacer su primera aparición visible el 17 de noviembre de 2018. Trabajadores, pequeños comerciantes pauperizados, desempleados, estudiantes, jubilados, personal hospitalario, docentes, entre otros integrantes caracterizados por la transversalidad y la ausencia de trayectoria militante, entran en acción. Son les gilets jeunes (los chalecos amarillos).

Edgardo Funes, secretario administrativo del Partido Comunista de Val del Marne, destaca: “En Francia hay una historia de resistencia social, por eso al principio los CA fueron vistos con cierta reticencia, pues negaron el trabajo enorme de los sindicatos y partidos de izquierda para resistir las políticas liberales, pero antes de juzgarlos hay que tener en cuenta la soberbia monstruosa de (Emmanuel) Macron hacia los sectores populares. Ni (Nicolás) Sarkozy había tenido un lenguaje de tanto menosprecio”. Agrega que, si bien al comienzo tuvieron un discurso a veces reaccionario, luego se acomodaron hacia reivindicaciones sociales, con ejes en el poder adquisitivo, servicios públicos, distribución de riquezas, el reclamo del “referéndum popular” para que los ciudadanos decidan directamente sobre temas de interés nacional, el pedido de renuncia de Macron, la reforma fiscal para volver al gravamen a la riqueza y eliminar el impuesto al valor agregado.  

En cuanto al apoyo social, señala: “Este movimiento tiene el apoyo de la mayoría de la población, hemos llegado a un nivel de injusticia económica en que es difícil no estar de acuerdo”.

En paralelo, los CA vienen siendo denostados por los medios de comunicación franceses, alineados a los grandes capitales. Al decir de Funes, “los utilizan porque crean enorme audiencia, pero con mucho sensacionalismo y distorsión, los presentan asociados a violencia, cuando la violencia proviene de las políticas económicas y de la represión policial”.

Finalmente subraya: “El crecimiento y la dinámica de este movimiento es imprevisible, no me animaría a hacer un pronóstico, pero lo seguro es que dejará una referencia histórica que no se borrará fácilmente”.

Desde su aparición en escena, todos los sábados manifiestan aproximadamente 60.000 CA, lo que en un país de 68 millones de habitantes podría no ser tanto, sin embargo han logrado popularizar la lucha por las injusticias sociales: allí radica su principal mérito.

Últimamente los CA sorprendieron con otra novedad. Presentaron listas para las elecciones europeas de mayo, lo que produjo frentes internos en tanto se discute la legitimidad de los nombres, si representan al movimiento o son candidaturas a título personal. A la fecha, los CA se caracterizan por la ausencia de un liderazgo representativo, si bien aparecen algunos nombres con cierta notoriedad, como Jerôme Rodriguez, Eric Drouet, Priscilla Ludosky y Maxime Nicolle.

 

El recrudecimiento de la violencia policial

De acuerdo con los testimonios, el movimiento viene signado por una violencia policial represiva sin precedentes. Según palabras de Funes: “Estoy en Francia desde 1981 y por la realidad social y política que vive en estos momentos nunca me sentí como en Argentina en sus aspectos más nefastos, como sí hoy. La violencia policial como nunca antes había visto en Francia, impera con total impunidad. Como en América Latina, aplicar políticas de represión económica se acompaña con medidas de represión por parte del Estado”.

La artista plástica argentina María Luisa Müller, radicada en París desde su exilio en tiempos de la dictadura, relata que presenció el episodio en que Jerôme Rodriguez fue blanco de la agresión policial, que derivó en la pérdida de su ojo derecho: “No había situación de violencia alguna de parte de los CA, parecía que le apuntaron a él de manera deliberada y luego la policía entorpeció su atención médica, cualquiera de nosotros puede ir preso en cualquier momento. En mi edificio instalaron video-vigilancia a la que sólo la policía tiene acceso contínuo”.

El país se ha convertido en una sociedad vigilada y castigada por la cruenta represión policial que ya dejó un tendal de víctimas, mutilados y detenidos.

En estos días se está votando la ley “anticasseur” (antiviolentos) que limita severamente la libertad de manifestación disponiendo que ante la mera sospecha de perturbación del orden podrá procederse a la detención policial. Además establece la prohibición del uso de máscaras contra la inhalación de gases lacrimógenos, impone multas de hasta 15.000 euros por participar en manifestaciones no autorizadas y habilita ingresos a domicilios sin orden judicial.

Este recrudecimiento represivo es avalado por los medios de comunicación hegemónicos, que, como señala Muller, “en manos de 9 multimillonarios franceses están abiertamente con el gobierno. Las mentiras y el ocultamiento de la situación real son su ‘ética’ editorial. Los miles de heridos y detenidos, las cifras de manifestantes, la represión generalizada, los muertos, la filtración tendenciosa de imágenes de violencia por parte de los manifestantes, nunca de la policía, son enormemente manipuladas”.

 

Convocatoria conjunta a la huelga

Un hecho significativo es que los CA, que hasta ahora se caracterizaban por la movilización de los sábados sumada a los cortes de rutas, alejados de otras fuerzas, coincidieron esta vez en la convocatoria a la huelga (gréve) dispuesta por la CGT y otras organizaciones obreras para el 5 de febrero, invitando a la adhesión, lo que marca un hito en la relación. La medida tuvo un elevado nivel de acatamiento, se estimaron unas 300.000 personas movilizadas a lo largo del país, con más de 200 manifestaciones, muchas de ellas mostraron compartiendo las calles a los CA y la CGT, sumados al partido opositor “Francia Insumisa”. La jornada tuvo un inicio contundente con el bloqueo del emblemático mercado de Rungis, el más importante del continente. Las fuerzas participantes resolvieron que la medida se repetirá todos los martes. La adhesión se notó fuertemente en los transportes, museos, algunos hospitales, escuelas y universidades. En el devenir de los días podrá observarse cómo ambas fuerzas capitalizan esta incipiente etapa de unidad.

 

Chalecos amarillos

Arnaldo Lalo Piñón, representante en Argentina de Jean-Luc Mélenchon, presidente del partido de izquierda progresista Francia Insumisa, se refirió al movimiento de los chalecos amarillos, surgido a partir de una medida del gobierno de Emmanuel Macron de aumentar el precio de los combustibles para generar una transición ecológica.

¿Por qué un movimiento que es tan marginal crece a tal velocidad y tiene tanta aceptación aún en los que no participan?

Este movimiento tomó una amplitud inusitada. Como una bola de nieve que comenzó a crecer y llegó a lo que es hoy, algo no imparable pero de mucha magnitud. Las encuestas de opinión han dado hasta el 70% de adhesión. Son personas que no se identifican con partidos políticos. No se reivindican con fuerzas políticas ni de sindicatos. Surge como algo bastante espontáneo. Y en un momento dicen: 'Nosotros somos la Francia postergada'. En las pequeñas y medianas comunas de Francia, sobre todo en lo que está afuera de las grandes ciudades, hubo un retroceso del Estado, un retiro del Estado. Los servicios públicos comenzaron a disminuir. Los sistemas de salud se fueron de esas zonas, cerraron hospitales, maternidades, escuelas, desaparecieron los transportes públicos. Hay muchos sectores de esos centros rurales que se sintieron abandonados por el Estado. Y este sentimiento de ser abandonados e invisibles dio un poco por origen esta cosa de usar el chaleco amarillo. Dijeron: 'No nos ven, no aparecemos en ningún lado. Esta modernización, este Estado, con estos jóvenes que la gobiernan tomó una ruta que a nosotros nos deja de lado. Vamos a bloquear esa ruta para que nadie siga avanzando’. Este es el origen del bloqueo de las rotondas, de los peajes, de algunas fronteras, puestos fronterizos que no se usan pero que sí están y de algunos depósitos de carburantes.

Comienza a producirse una convergencia con la CGT, la clase obrera organizada y con quienes hoy representan la oposición política. ¿Cómo estaría reacomodándose el panorama?

Por ahora, quienes apoyan este movimiento son los partidos de izquierda en Francia, el NPA (Nouveau Parti Anticapitaliste - Nuevo Partido Anticapitalista) de Olivier Besancenot, que fue candidato a Presidente, los movimientos globales trotskistas y el movimiento más importante de la izquierda que es La Francia Insumisa, que está liderada por nuestro compañero Mélenchon. Él ha tenido siempre una política muy cuidadosa. No ha querido nunca aparecer como alguien que quiera recuperar ese movimiento. Apoya al movimiento de los chalecos amarillos. Tenemos 17 diputados y somos verdaderamente la única oposición al gobierno de Macron, apoyan las reivindicaciones del movimiento de chalecos amarillos. Pero poniendo bien en claro que son ellos los que deciden qué es lo que van a hacer, cómo van a continuar. Si nos precisan, al servicio de ellos. Pero no los reivindicamos como un movimiento propio, que nos pertenezca.

 

 

¿Cómo ve los hechos de represión policial?

Los enfrentamientos son muy violentos. Hay una explosión de violencia que al día de hoy lleva alrededor de 5000 personas que fueron arrestadas, 1000 permanecen encarcelados, todavía no juzgados pero sí inculpados, y 1800 heridos, de los cuales 100 están muy graves, con manos arrancadas, pérdidas de ojos. La policía tira con pistolas que lanzan bolas de caucho y con granadas. Y hay alrededor de 11 muertos, alguno por conmoción cerebral y otros por crisis cardíaca o ser atropellados en la ruta donde están cortando. Esto no tiene visos de resolución porque la gente que se ha sublevado contra este estado de cosas no tiene cómo dialogar, porque todavía no tiene los instrumentos y en frente tiene nada más que la represión. 

 

 

 

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