La ilusión del Ave Fénix
El incendio en El Bolsón, el traspié del intendente y la necesidad de repensar el territorio
El incendio de El Bolsón desatado el 30 de enero puso en crisis el modelo de desarrollo centrado en el turismo, ya que afectó la base territorial y social de los servicios y espacios naturales de la zona de alto valor paisajístico que integraban su cartera de oferta en el mercado. A la vez, puso en evidencia la falta de inversión en infraestructura y personal en áreas muy extensas con alta presencia de visitantes, tal como venían alertando desde hace años prestadores de servicios turísticos, pobladores locales e investigadores. La población local que sufrió las pérdidas es, en buena parte, crítica del avance inmobiliario, defensora de las nacientes de agua dulce y solidaria con reclamos sociales y medioambientales, con capacidad de movilización aun en situaciones muy adversas como en esta coyuntura.
Al mismo tiempo, quedó fortalecido el modelo de la concentración de tierras rurales con millonarias inversiones privadas en infraestructura para el consumo personal de las élites globales y el turismo VIP.
El gobernador de Río Negro anunció la última semana un plan de reconstrucción de la localidad sin la participación ni la opinión de la sociedad local directamente afectada, ni una evaluación medioambiental sobre los daños y las estrategias de recuperación de suelos productivos.
A la vez, el intendente local dio un traspié al pretender avanzar en un cambio en el uso del suelo arrasado por el fuego, lo que hace temer por el desmantelamiento de infraestructura de servicios públicos (un centro de salud y una escuela) en tierras estratégicas que sufrieron daños parciales.
Al cierre de esta nota el incendio está técnicamente circunscripto; es decir, no totalmente sofocado.
Afectó a 3.900 hectáreas de tierras de chacras, ganadería en baja escala y animales de granja, cabañas de alquiler turístico y lugares de esparcimiento de alto valor ambiental, además de las viviendas familiares. La población local está estimada en unos 35.000 habitantes permanentes. Muchos perdieron absolutamente todo; casi todos la temporada estival, el mayor ingreso económico del año.
Esa crisis de fondo es la contracara que oculta la persecución policial y judicial de supuestos incendiarios. El viernes último, finalmente el Poder Judicial otorgó la libertad a Nicolás Damián Heredia, el joven neuquino que colaboraba con los brigadistas en el combate contra el fuego mientras se encontraba de paso en un camping de El Bolsón. Sin ninguna prueba sólida, estuvo 23 días preso por el supuesto intento de iniciar un foco de incendio, y sigue vinculado a la investigación penal.
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Azul oscuro
En enero de 2021 se produjeron dos grandes incendios en la comarca andina del paralelo 42. Uno afectó el área rural próxima a El Bolsón, en el paraje Cuesta del Ternero, que se extendió a la localidad vecina de El Maitén; el otro, al área semi-rural de Puelo. Tres personas perdieron la vida entonces, por nombrar las pérdidas irreparables. Seis turistas del Alto Valle de Río Negro fueron condenados como responsables de haber iniciado el siniestro al dejar mal apagado el fuego de un asado el 24 de enero de hace cuatro años.
En aquel caso, el fuego consumió 7.500 hectáreas de bosque nativo y plantaciones de pino. Pero no afectó al núcleo en que se sustenta la oferta turística de El Bolsón, “mágico y natural”, como dice una vieja campaña publicitaria local.
En esta oportunidad, el incendio se inició en la puerta de acceso a los refugios de montaña, en la confluencia de los ríos Encanto del Blanco y Azul. Ese lugar es, a la vez, el ingreso al área natural protegida Río Azul – Lago Escondido (Anprale), espacio protegido por una ley aprobada en 1994 pero cuyo plan de manejo técnico-operativo está en el freezer.
El Azul es la marca del turismo aventura y naturaleza que identifica al Bolsón. Azul es el río, el refugio de montaña en sus nacientes, el cajón natural por donde desciende. Inmediatamente hacia el sur-este, la zona de Mallín Ahogado, el área semi-rural, de chacras, que es soporte social y material de servicios a ese turismo. Lxs vecinxs de ese espacio reclamaron especialmente porque no se aprobara un loteo residencial en el cerro Perito Moreno y se movilizaron en defensa de las nacientes de ríos y arroyos.
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El río Azul nace en la cordillera de los Andes, se une a El Encanto Blanco y, desde esa confluencia, desciende hasta desembocar en el lago Puelo. Esas aguas corren hacia el Pacífico. El turismo explota sus 40 kilómetros de extensión, metro a metro, pozón a pozón. Ese eje vertebrador es el que quedó en crisis.
El 28 de enero se cumplieron 99 años de la fundación institucional de Bolsón. El intendente Bruno Pogliano sostuvo que el turismo es el eje central del desarrollo económico del lugar, confrontando una vez más con los sectores sociales que defienden modelos en que conviven la ganadería, la apicultura, la frutihorticultura, con los servicios al turismo de bajo impacto (o el menor impacto), una urbanización respetuosa del medio ambiente sin atomizar áreas para resolver el problema de la vivienda. Dos días después, su modelo del imperativo turístico fue devorado.
El gobernador propuso el modelo de la reconstrucción. Santiago Bondel, geógrafo, investigador sobre territorialidades, prefiere repensar colectivamente el destino del territorio a partir de este último incendio. Es que una es la respuesta a la emergencia con personas viviendo debajo de las chapas quemadas, y otra el modelo de desarrollo y crecimiento socialmente consensuado para un espacio territorial donde la naturaleza impondrá sus propias exigencias en suelos calcinados y degradados, con distintas posibilidades de reforestación. Pero el gobierno busca “dejar atrás”, acordando salidas por arriba, como si no fuera una crisis de fondo. De algún modo, el fuego llevó al extremo la tensión entre el acaparamiento de tierras por parte de los grandes capitales y el sobre-parcelamiento del suelo rural, un modelo de ocupación del territorio muy frágil, sintetizó Bondel en conversación para esta nota.
El modelo planetario somete a la Tierra al calentamiento global por acción de gases que libera la actividad industrial, entre otras. Además, la región vive desde 2010 una mega-sequía sin precedentes en 600 años, según investigaciones científicas transdisciplinarias. En este proceso de disminución del régimen de precipitaciones se producen estos incendios, en una zona llamada bosque de transición, entre la estepa al este y el bosque húmedo al oeste, en Chile. Todos los aportes hídricos de alta montaña están comprometidos, entre ellos los de la cuenca del Azul.
El perímetro del fuego es un dato que no puede circunscribir la comprensión de la(s) vida(s) y de la complejidad del territorio. El fuego afectó a un corredor biológico, a su biodiversidad y al turismo, en relación conflictiva siempre, especialmente en esta crisis.
Esa necesidad de repensar el territorio era necesaria desde antes, ya que la ocupación de los valles impone restricciones que habían sido llevadas al límite de sus posibilidades con el crecimiento poblacional. La ocupación de las laderas y las montañas tenía una tradición local, mapuche y criolla, de baja escala, que en los últimos años tomaron los capitales muy concentrados y los desarrollos inmobiliarios. Los modelos de desarrollo producen sus propias vulnerabilidades y, después de este incendio, hay que estar alertas de no recrearlas, apuntó Bondel. En este sentido, la propia base social puede contribuir a crearlas, al desarrollar un modelo de ruralidad con demandas urbanas cuando los grupos dirigentes no gestionan con reglas claras y equitativas el uso del espacio.
Un caso de tierras
Cuando la lluvia apenas está asentando la capa de ceniza, Pogliano levantó polvareda con una decisión que podría parecer menor en la magnitud de la crisis.
El incendio quemó el Centro de Salud Costa del Azul, ubicado en el mismo predio donde funciona la vieja escuela de nivel primario 103, a pocos metros de la ruta provincial 86 y a unos tres kilómetros del lugar de origen del incendio. Es más, el fuego empezó el jueves 30 de enero y la madrugada del 31 alcanzó a la salita, precisó un vecino del lugar que tuvo que retirarse con el avance del incendio. La escuela que está a pocos metros zafó, por un volteo previo de árboles y la acción de los vientos.
En la emergencia y cuando todavía estaba activo el incendio, el gobierno provincial dispuso que funcionara en un módulo junto a la escuela 103. Era imprescindible atender quemadura, cortes, intoxicaciones, todas las demandas propias del combate contra el fuego y del trabajo entre escombros y cenizas. En ese clima, el gobierno local hizo circular una nota entre vecinxs para que en ese lugar no se reconstruya la sala sino una plaza, argumentando en voz baja que el lugar podía ser usurpado. Por su parte, lxs vecinxs de Mallín Ahogado se autoconvocaron y reclamaron formalmente a las autoridades que se mantenga el centro de salud en su lugar histórico, el mismo que habían reconstruido de por lo menos cinco incendios previos, recordó una de las vecinas que se movilizó en defensa del espacio.
El 20 de diciembre de 2022 el Concejo Deliberante local aprobó una ordenanza de reordenamiento territorial, diferenciando un ejido urbano y otro suburbano, norma resistida por amplios sectores que entienden atenta contra la ruralidad. El predio de la escuela 103 y el centro de salud quemado están dentro de ese espacio rural que busca transformar el gobierno local, desde antes de este incendio y la propia ordenanza.
La escuela 103 fue creada por el gobierno nacional antes que se creara la provincia de Río Negro, fundándola en medio de las chacras de la antigua colonia Martín Fierro, como consta en un plano de 1939 de Catastro. Una de esas chacras se mensuró y delimitó en 1982, identificándose 25 hectáreas para la escuela, que al parecer nunca se escrituraron a nombre del Consejo provincial de Educación (CPE) ya que el año pasado se hizo un nuevo plano, de esa tierra, pero a nombre del municipio de El Bolsón. Así es que el proyecto de la plaza tal vez no sea nuevo, aunque evidentemente desafortunado.
Celebración
La libertad de Nicolás Heredia es fruto del reclamo y movilización, no de la razón jurídica. Una sociedad muy golpeada en distintos niveles, tuvo capacidad de sostener a un muchacho sorprendido y a su familia, que se sobrepuso y actuó con las herramientas que la solidaridad proveyó. Esa misma sociedad es la que separa la paja del trigo y defiende el espacio de la escuela rural y de la salita, una aparente pequeñez en la voracidad por el control del territorio.
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